8 feb 2011

Aristegui y los caníbales del periodismo/Adrían Rueda

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08-ABRIL-2011
Aristegui y los caníbales del periodismo/Adrían Rueda
Regularmente un periodista que se atreve a criticar a otro es considerado un caníbal en el medio, pues de inmediato sale a relucir la añeja y mafiosa frase: “perro no come perro” o “entre gitanos no nos leemos las cartas”, para guardar un silencio cómplice en beneficio del gremio.
Esto sale a relucir por el reciente despido de la periodista Carmen Aristegui de MVS, donde trabajó desde enero de 2009 hasta el pasado 4 de febrero pasado, en un espacio radiofónico de noticias de 6:00 a 10:00 horas, de lunes a viernes.

A ese espacio llegó luego de que en 2008 fue despedida de W-Radio, donde también condujo un programa de noticias durante más de cuatro años; en ese entonces el argumento para despedirla fue que se negaba a acatar los lineamientos editoriales de la empresa, aunque su salida se leyó como un castigo por su línea crítica al Gobierno Federal.
El estilo de Aristegui, que gusta en muchos sectores –y disgusta a otros tantos- siempre ha sido crítico, con sentido plural, y eso le ha ganado respeto y reconocimiento, pero también animadversiones de mucha gente que la considera inclinada hacia el PRD, y más aún hacia Andrés Manuel López Obrador.
Eso, por supuesto, no tendría nada de malo ni siquiera si en sus comentarios fuera tendenciosa a favor del tabasqueño o de sus grupos afines, pues si bien es cierto que se aprecia como simpatizante de ese movimiento, también lo es que siempre busca darles voz a todos para equilibrar la información.
Pero el problema que tuvo con MVS no fue por sus tendencias o su pensamiento periodístico –ya la conocían y así la contrataron-, sino por la falta de congruencia con lo que ella siempre ha defendido: la búsqueda de la verdad.
La empresa la despidió no porque comentara la manta que Gerardo Fernández Noroña puso en la tribuna del Congreso, donde acusaba de alcohólico al presidente Felipe Calderón e invitaba a no permitir que siguiera gobernando al país.
La manta de Fernández Noroña, con la imagen del Presidente de la República, decía textualmente: “¿Tú dejarías a un borracho conducir tu auto? No, verdad, ¿y por qué lo dejas conducir al país?
Aristegui comentó ampliamente la nota, reseñó la manta y hasta ahí todo estaba bien, pues incluso varios medios lo hicieron, porque claro que es de interés noticioso; se trata de una nota sobre el Presidente generada en la sede de la Cámara de Diputados.
Pero donde la periodista se pasó de la raya fue al comentar que “no es la primera vez que se habla de este tema, de un presunto alcoholismo de Felipe Calderón”… “Debería realmente la propia Presidencia de la República dar una respuesta clara, nítida, formal al respecto…” “¿Tiene o no Felipe Calderón problemas de alcoholismo?”, fueron los comentarios hechos al aire el viernes pasado.
Por cierto, nuca se refirió a Calderón como mandatario, simplemente lo llamó Calderón, como lo hacen los perredistas afines a El Peje.
Eso molestó desde luego a Los Pinos y surgió un fuerte reclamó los dueños de la radiodifusora, quienes a su vez pidieron a Aristegui que se disculpara públicamente, a lo que la periodista se negó y ese fue el motivo de que le dieran las gracias.
Aquí es donde la delgada línea entre la libertad de expresión y el libertinaje se rebasó, por el sencillo hecho de que un tema tan delicado como el presunto alcoholismo del presidente fuera ventilado en un medio sin la menor prueba para sustentarlo.
Aristegui, una de las mejores periodistas de México, cometió un error de primaria: tener como fuente a alguien como Fernández Noroña, una persona que carece de la menor ética o calidad moral, pues se dedica precisamente a ofender a todo el que se le dé la gana amparado en su fuero de diputado, sin probar jamás nada.
Es cierto que hay comentarios -sobre todo de sus enemigos- en las redes sociales sobre un supuesto alcoholismo de Calderón, pero también es cierto que los hay sobre presuntas desviaciones de otros personajes de izquierda con supuestas tendencias y no por ello se tienen que dar por hechos, sobre todo cuando no se citan fuentes.
Si a Carmen le consta que el Presidente es un borracho, sería excelente que lo pudiera sustentar, porque desde luego sería una noticia muy importante y delicada que tendría interés general para los mexicanos, sobre todo si se supone que eso estaría afectando las capacidades del mandatarios para tomar las decisiones del país.
Aristegui se equivocó al rebasar la delgada línea de la libertad de expresión para caer en el libertinaje, en el comentario fácil, y todavía le dieron oportunidad de rectificar, lo cual hubiera estado bien -no perdía nada-, pero no quiso y prefirió el despido.
Claro que a los radiodifusores tampoco se les puede creer eso de que corrieron a Carmen “porque trasgredió el código de ética” de la empresa al dar como válidos rumores y trascendidos; si se trata de ética, son los menos indicados.
Y por supuesto que la Presidencia de la República aprovechó para deshacerse, por ahora, de una periodista incómoda para ellos.
CENTAVITOS… Por cierto dicen que una de las opciones que ahora sí podría analizar con seriedad Aristegui es la oferta de la corriente IDN de René Bejarano de apuntarse como aspirante a gobernar el DF. La periodista tuvo reuniones el año pasado con integrantes de la corriente bejaranista para hablar del caso, incluso con Dolores Padierna, esposa de Bejarano, y dicen que en determinado momento lo llegó a considerar seriamente, pero que al final no se concretó nada, por lo que ahora podría retomar el diálogo.

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