31 may 2011

Stefan Wyszynski

Benedctius XVI rezó este domingo por la beatificación del cardenal polaco Stefan Wyszynski, fallecido hace treinta años.
Dirigiéndose a los polacos en su lengua tras rezar el Regina Caeli desde la ventana del Palacio Apostólico vaticano ante miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro, Benedicto XVI evocó el aniversario del fallecimiento del purpurado, “Primado del milenio”. “Invocando el don de su beatificación, aprendamos de él el total abandono en la Madre de Dios. Su confianza expresada con las palabras “Todo lo he confiado a María”, sea para nosotros un modelo
especial”, dijo.
La fase diocesana de la causa concluyó en Varsovia y los documentos se han entregado a la Congregación romana para las Causas de los Santos.
En su testamento espiritual, Juan Pablo II citó insistentemente al “Primado del milenio”.
El cardenal Wyzsynski fue, excepcionalmente, primado de Polonia de 1948 a 1981, es decir durante casi todo el periodo comunista.
Fue creado cardenal por Pío XII en el consistorio del 12 de enero de 1953. Ese mismo año fue encarcelado. Hasta 1957 las autoridades no le permitieron recibir el birrete cardenalicio en Roma.
Falleció el 28 de mayo de 1981. El papa Wojtyla, doce días después de sobrevivir al atentado del 13 de mayo, le llamó por teléfono in extremis y se le oyó decir: “Santo padre, bendígame”. Tras conocer la noticia del atentado, el cardenal Wyszynski había ofrecido su vida a Dios por el papa.
Se le considera el “Primado del milenio” por haber organizado las celebraciones del milenario del bautismo de Polonia (966-1966). Preparando esta celebración, fue el iniciador de una “gran novena de años”.
Se puede decir que el purpurado tenía tres amores: Dios -y la Madre de Dios-, su patria -Polonia- y el hombre. “Si el hombre está verdaderamente arraigado en Dios -decía-, debe amar al hombre”.
Consideraba la patria como la “familia de familias” que constituyen la sociedad. Le gustaba repetir “Quiero más a Polonia que a mi corazón, todo lo que hago por la Iglesia, lo hago también por mi país”.
Durante los acuerdos de Gdansk entre los trabajadores de los astilleros y el Gobierno, dijo que hubiera querido hacer más para evitar la escalada de violencia.
Se sentía responsable de no haber llegado, habría querido poner en peligro su integridad para evitar esas decenas de muertos.
También fue famoso por la carta a los obispos alemanes de 1965, por la que otorgaba el perdón a la Iglesia de Alemania.
Por esta carta, el Gobierno comunista le hizo sufrir mucho, pero muchos ven en ella los cimientos de una nueva Europa, sin fronteras.
Cuando murió llovió mucho y la gente decía que el cielo también lloraba.
 Fuente Agencia Zenit.

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