27 jun 2011

Alejandro Poiré por el General Carrillo Olea

Refista Siempre!  5 junio, 2011;

La amarga tarea de Alejandro Poiré/ Jorge Carrillo Olea

Da lástima
Fue un acierto de Felipe Calderón haber creado la oficina del vocero sobre seguridad pública. Hasta ese momento, todo el gabinete faroleaba hablando de lo que sabía o creía saber, cayendo frecuentemente en imprudencias, contradicciones y vacíos. Lo que no estuvo bien fue la elección del titular, Alejandro Poiré.
Poiré es un hombre joven, 35 años, muy estimable, sin ninguna experiencia en función pública de naturaleza áspera. Por eso su paso por Gobernación fue intrascendente. “Nunca se ha enlodado las alpargatas”, dijo algún crítico. Intelectual con un coeficiente de inteligencia por encima de la media superior, admirador de Vargas Llosa, es como aquél, rígido, conservador,  intransigente y dogmático, de carácter seco y poco expresivo. La opinión pública le es desfavorable. Tampoco es necesariamente un panista.
Le gusta lucir sus muchos méritos académicos, gusta que se sepa que es totalmente bilingüe y no tiene la más remota idea de la política operativa. Tras su nombramiento, dijo que en su encargo tendría como objetivo difundir la estrategia y los “logros” en el combate a la delincuencia como forma de contribuir a la moral y el ánimo de los ciudadanos y de los propios elementos de la fuerza pública. Está muy lejos, lejísimos de ello.
Poiré, a escasos meses de su gestión, ya acusa un marcado estrago físico. Enflaquecido, su rostro ostenta grandes ojeras y flacideces producto de las terribles tensiones que él incorpora por su inexperiencia, ya que si fuera un profesional de la materia, además de valorar lo mucho que importa el lenguaje corporal, no debería estar tan angustiado, pues su tarea es ordenar información, depurarla racionalmente y presentarla de manera no controversial, sino amable y convincente, pero no lo logra. Produce el efecto contrario.
Para sostener artificios inteligentemente, que él cree que es su reto y cumbre, sustenta cosas como: “no existe la tal militarización en la persecución del crimen” o “el Presidente no estaba enterado” (caso Hank Rhon), “la criminalidad va a la baja” ¿Y Monterrey, Dr.? Debe sufrir mucho en su formulación y grabación mental de sus mensajes ya que por menos inteligente que fuera, adivinaría que son insostenibles.
Hay que poner en claro que él sigue al punto las instrucciones y formas de su jefe, son dos gotas del mismo atole. Es lineal en seguir las disposiciones, ahí no hay sugerencias, argumentaciones, ninguna crítica que fortalezca el mensaje. Prueba de ello es el actual y ya desinflado esfuerzo de externar lo que llama los diez mitos, donde Poiré y su jefe mismo al aceptar su existir, los develan como sustentables y después de la manera más artificiosa tratan de echarlos por tierra.
Revela: Primer mito: no hay estrategia, es sólo el uso de la fuerza. “Algunos consideran que el gobierno federal no tiene una estrategia, y que el combate al crimen organizado solamente en el uso de la fuerza”, dijo.
Todos sabemos que en aquella funesta decisión de enero de 2007 las órdenes que se dieron fueron sin información ni del “enemigo” ya que entonces era una guerra, ni de las fuerzas propias y por supuesto sin proyecto, según confesaría el propio Calderón al infidente José María Aznar, ex presidente de España, que pronto corrió como lacayo que es a contárselo al embajador de Estados Unidos, según reveló Wikileaks.
Una de las argumentaciones de Alejandro es la falacia de asegurar que la opinión informada sostiene que “con la descriminalización de las drogas se terminaría con la violencia”. Pues no, Alejandro, tal cosa nadie la ha sostenido. La violencia la inventó Caín y desde entonces ha convivido con la especie humana. El crimen organizado lamentablemente seguirá consumando los ilícitos que le son típicos. Hay que someterlo, ¡esa es la cosa!
El Dr. Poiré revolotea de estación en estación de radio y de tv sin lograr un ápice de su cometido. Es hasta lastimoso verlo con su rigidez facial, su buena dialéctica, construcción gramatical e  inteligencia en la formulación de sus argumentos, pero todo mundo cierra su credulidad frente al tamaño de las ruedas de molino que nos quiere hacer tragar.
Buena fue la decisión de crear esa instancia de comunicación. Descaminada la elección del comunicador y erróneo el diseño del mensaje. Hay razones para sentir simpatía por Alejandro Poiré a quien en otro medio, su academia, le esperan muchos éxitos. Es increíble la obstinación de Calderón y su indolencia por sacrificar hasta a jóvenes prometedores e inocentes. Mi cordialidad para el abnegado encomendero.

hienca@prodigy.net.m

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