5 jun 2011

Latinoamérica se mira hoy en Perú

Latinoamérica se mira hoy en Perú
Las presidenciales del país andino son clave para forjar en la región un modelo capaz de crear riqueza y mantener la fe de sus ciudadanos en la democracia
FERNANDO GUALDONI - Lima - El País, 05/06/2011
Amanece nublado en Lima y un quiosquero del elegante barrio de Miraflores se resiste a interpretarlo como un mal augurio. "Ay, señor, ojalá no se nos nuble el futuro...". El hombre es uno de los tantos votantes indecisos que hoy tienen prácticamente en sus manos el nombre del próximo gobernante de Perú. Las encuestas oscilan como un medidor de presión fuera de control: unas dan una ligera ventaja al nacionalista Ollanta Humala y otras a la populista Keiko Fujimori. Todo apunta a que quien se alce con la victoria lo hará por un puñado de votos.
La expectación que han levantado los comicios está más que justificada. Tras una primera vuelta hace dos meses en las que por propia torpeza quedaron eliminados los dos candidatos del centro político, la presidencia ha quedado en manos de los dos contrincantes populistas más extremos: la hija del expresidente Alberto Fujimori, condenado a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad, y un exmilitar que antes comulgaba con el chavismo venezolano y que ahora dice identificarse con la izquierda más moderada del continente.
La elección entre el horror del pasado y el temor al futuro es una dura prueba para Perú y para toda Latinoamérica. Hace apenas 40 años había solo tres democracias en la región y hoy como mucho puede decirse que hay unas pocas autocracias. Al alcance de todo el continente está la consolidación de los sistemas que consagran la libertad y la igualdad de oportunidades. Las elecciones de hoy serán una prueba de si los avances políticos y económicos son irreversibles o si el peligro de volver a los días del autoritarismo y el caos económico aún acecha.
Brasil, Uruguay, Colombia, Chile..., con todos sus fallos y asignaturas pendientes, son países que han logrado un equilibrio entre los sistemas político y económico que les da estabilidad y permite a sus ciudadanos no solo soñar con el bienestar, sino albergar la esperanza de obtenerlo. Esta convicción, un pilar del desarrollo también palpable en Perú, fue descrita por uno de los padres de la economía moderna, el británico William Stanley Jevons: "Podemos llamar feliz al hombre que, no importa cuán baja sea su posición y reducidas sus posesiones, puede siempre esperar más de lo que tiene y sentir que cada momento de esfuerzo tiende a realizar sus aspiraciones". Pero aunque la mayoría de los peruanos ya se siente así, aún hay un 35% que no lo entiende de ese modo.
Perú ha crecido económicamente mucho, pero ha descuidado la equidad en la distribución de la renta y este error le puede costar hoy 20 años de esfuerzos. Por eso ambos candidatos han prometido mantener el modelo de desarrollo pero con una vuelta de tuerca en las políticas sociales para frenar el descontento popular de aquellos que no han visto los beneficios de que la economía haya avanzado a un ritmo medio del 5% anual los últimos 10 años. Sin embargo, muchos votantes, especialmente la clase media que ha florecido al calor de la bonanza, no se fían de que Humala vaya a cumplir con la promesa de mantener el modelo económico o de que Keiko Fujimori no caiga en la tentación de aplastar las libertades para gobernar a su antojo.
"En mi lado puede haber dudas", explicó el viernes el candidato de Gana Perú tras una entrevista, "pero en el otro lado hay pruebas. La gente que acompañó a Fujimori y Montesinos [el exjefe del servicio secreto] es la misma que ahora acompaña a Keiko". Pero la candidata de Fuerza 2011 dice que el "comandante" Humala no puede hablar de integridad cuando sobre él pesan denuncias sobre abusos de autoridad y negocios con el narcotráfico durante su etapa militar. Ninguno de los dos ofrece certeza sobre sus credenciales democráticas.
La campaña ha sido muy sucia y ha polarizado a la sociedad peruana. Humala logró el apoyo del expresidente Alejandro Toledo y del equipo que consolidó el camino del crecimiento económico tras el fin del fujimorismo. Keiko sumó al exministro de Finanzas Pedro Pablo Kuczynski y otros políticos de centro para moderar su imagen y contrató al exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, para que le asesore en la lucha contra la delincuencia.
Aparte de los fichajes, la carrera presidencial reabrió viejas heridas y atizó antiguos rencores. El Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa decidió respaldar a Humala, y Fujimori respondió sumando a sus filas al economista Hernando de Soto, enconado enemigo del escritor desde los tiempos en que fue candidato presidencial contra Alberto Fujimori. Los enemigos de Humala se encargaron de reavivar los abusos cometidos durante la guerra contra el terrorismo y de poner al exmilitar en el centro de la infamia.
Las nubes sobre Lima invitan a reflexionar y a leer. Todo lo visto y oído estos días recuerda al libro El pez en el agua, las memorias de Mario Vargas Llosa, a la novela La hora azul, de Alonso Cueto, o a la investigación Muerte en el Pentagonito, del periodista Ricardo Useda; que dan cuenta de los abusos del conflicto interno... Solo falta La promesa de la vida peruana, ese ideal de una vida mejor descrito por el historiador Jorge Basadre que ha renacido y se ha frustrado miles de veces.
Elecciones en Perú
Fujimori dice que si gana Humala mandará Chávez
El exministro que impulsó el auge económico del país apoya a la candidata
F. GUALDONI - Lima - 04/06/2011
Keiko Fujimori gastó ayer sus últimos cartuchos de la campaña electoral disparando a quemarropa contra su rival Ollanta Humala. La primera diana fue la relación entre el candidato nacionalista y el presidente venezolano Hugo Chávez, la segunda fueron los supuestos abusos contra civiles cometidos por el exmilitar en el periodo final de la guerra contra Sendero Luminoso y los supuestos sobornos del narcotráfico recibidos en la misma época; y la última la usó para reforzar la idea de que Gana Perú no tiene un plan económico coherente.
Pero antes de disparar, la hija del expresidente Alberto Fujimori, en la cárcel por crímenes contra la humanidad, armó su defensa. Se llevó al acto final en la céntrica plaza Bolognesi de Lima al que fuera su rival más próximo en la primera vuelta, el exministro de Finanzas Pedro Pablo Kuczynski del Gobierno de Toledo, alias PPK, para dejar bien claro a los votantes de clase media y acomodada que su política económica será la misma que ha permitido crecer a Perú casi al ritmo de China en los últimos años. Y qué mejor prueba de ello que reclutar a uno de los artífices de ese crecimiento como PPK y hasta decir que podría contar con él en caso de ganar la presidencia.
Tal vez contagiado por el agrio final de campaña, PPK dejó a un lado su moderación y entró de lleno en la defensa del legado fujimorista y la batalla contra Humala. "¿Quién acabó con el terrorismo? ¿Y quién acabó con la hiperinflación?", preguntó a la decena de miles de seguidores de Keiko. "¡El Chino! [Alberto Fujimori]", le respondieron con una sola voz. Kuczynski también mentó las relaciones de Humala con Chávez al afirmar que "lo único bueno" de que "nos trasladen a Caracas" es que "hay que ducharse con la pareja" porque "no hay agua ni electricidad". ¿Creen que no va a ser Chávez quien realmente mande si gana Humala?", remató el exbanquero de Wall Street.
"Sabemos que [Humala] ha recibido financiación directa de Hugo Chávez", añadió la candidata de Fuerza 2011, quien calificó a su rival de "buen soldado" del presidente venezolano. Además, criticó que Humala hable de honestidad cuando, según Fujimori, está acusado de sobornar a testigos en casos de delitos contra los derechos humanos y de obtener dinero del narco cuando era militar.
"Nuestra economía está creciendo desde los últimos 20 años por las reformas que se hicieron. Es fundamental que nuestro país siga por ese rumbo. No queremos revisión de los tratados de libre comercio, no queremos que se toquen los fondos de pensiones", dijo la candidata, quien recalcó que los votantes tienen que elegir entre "un único plan de gobierno" o "cuatro que se contradicen", en alusión a las modificaciones que ha hecho Humala a su plan original. Fujimori anunció que, aparte de mantener una política abierta a las inversiones privadas, va a implementar medidas sociales como duplicar el sueldo a los maestros, proveer de desayunos y almuerzos gratuitos a los escolares y dar un subsidio para la compra de alimentos a la población en pobreza extrema.
"Yo no soy mi padre"
F. GUALDONI - Lima - 05/06/2011
Keiko Fujimori vive alabando y negando el legado de su padre. Ensalza su papel en la lucha contra el terrorismo de Sendero Luminoso y por sentar las bases del modelo económico que ha hecho crecer a Perú a niveles récord. Pero también pide disculpas a las mujeres que fueron esterilizadas forzosamente durante el Gobierno de Alberto Fujimori, defiende que el autogolpe de 1992 se produjo en circunstancias extraordinarias; y niega la escandalosa corrupción que marcó al régimen fujimorista. Sus lemas son los de su padre, sus colaboradores también, y en sus mítines la gente acaba gritando: "¡Chino! ¡Chino!".
"Yo no soy mi padre", ha dicho tajante Keiko varias veces para rebajar el peso de las comparaciones. Sus allegados reconocen que no soporta las críticas. Sobre todo las que apuntan a que con 36 años recién cumplidos, y una mínima experiencia política en un Parlamento que no pisó casi nunca, ha llegado tan lejos en la carrera presidencial solo porque es la hija de El Chino. Esto es lo que horroriza a la mitad del electorado, que recuerda que el padre ha sido condenado a 25 años de prisión por corrupción y crímenes de lesa humanidad; y que Keiko ha sido acusada de financiar sus estudios en la Universidad de Boston con dinero público. En EE UU conoció a su marido, Mark Villanella, con el que tiene dos hijas.
Quienes niegan que sea solo un títere del padre, aseguran que Keiko lleva desde los 15 años preparándose para ser presidenta. Fue una de las primeras damas más jóvenes de Occidente cuando Fujimori le pidió que desempeñara el cargo tras la ruptura del matrimonio con Susana Higuchi. Era abril de 1994, ella tenía 19 años, y se mantuvo en el puesto hasta el fin del Gobierno en 2000. De los cuatro hermanos, solo ella y el menor, Kenji (30 años), tienen vocación política.
Su madre estuvo con ella en el cierre de la campaña electoral el jueves en Lima. La relación -que Keiko describió como cálida a The New York Times- no parece fácil. Higuchi fue una de las primeras personas en denunciar la corrupción en el Gobierno del exmarido. En 1994 incluso llegó a calificar a su esposo de tirano y años más tarde denunció que el servicio secreto, al mando del temible Vladimiro Montesinos -a quien los hijos de Fujimori llamaban tío Vlad, según el biógrafo Luis Jochamowitz-, la había torturado "quinientas veces" para silenciarla. Tiene cicatrices en la espalda y en el cuello que ella atribuye a la tortura, aunque su exmarido asegura que fueron causadas por un tratamiento tradicional japonés para dejar de fumar.

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