7 ago 2011

“Los Caballeros Templarios” atacan…

“Los Caballeros Templarios” atacan…
Jorge Carrasco y Francisco Castellanos, reporteros.
Publicado en la revista Proceso # 1814, 7 de agosto de 2011;
 “Donde hay debilidad allí el templario debe llevar su fuerza. Donde no hay voz allí el templario debe llevar la suya. Donde están los más pobres allí el templario debe distribuir su generosidad”. Así, con una retórica propia del medioevo, están redactados los 53 puntos del Código de Los Caballeros Templarios de Michoacán. No en balde copian el nombre de la legendaria milicia que protegía a los peregrinos cristianos hace un milenio. Según fuentes de inteligencia, la nueva organización criminal es sucesora de La Familia Michoacana y, como ésta, recurre a la mística para reclutar a sus soldados.
Los Caballeros Templarios, escisión del cártel del narcotráfico que se conoció como La Familia Michoacana, lleva a cabo un intenso proceso de reclutamiento para fortalecerse, conservar su papel en el tráfico de drogas entre Centroamérica y Estados Unidos, y continuar su guerra contra el titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), Genaro García Luna.
En respuesta a la Policía Federal (PF) –dependiente de la SSP–, que inicialmente la minimizó, la organización delictiva desplegó en Michoacán una campaña intensiva de incorporación de nuevos miembros, a quienes da un adoctrinamiento más sofisticado que el de su antecesora y que, según estimaciones de funcionarios de la secretaría, ha redundado en la integración de al menos mil 200 hombres.
Desde que el pasado 11 de marzo anunció con mantas su existencia como sucesora de La Familia Michoacana, la nueva organización ha distribuido de mano en mano, en bares, tiendas, fondas y mercados, el Código de los Caballeros Templarios de Michoacán, un cuadernillo de 24 páginas que emula las reglas de disciplina y honor de la Orden de los Templarios, esa milicia creada en la época de las Cruzadas para defender a los cristianos que peregrinaban a Jerusalén.
También distribuye panfletos y camisetas con el nombre del grupo estampado al frente y en la espalda. Apenas el pasado 14 de julio repartió playeras y dinero en una colonia popular del norte de Morelia, donde también dejó volantes en los que ofrece combatir el robo a casas, autos y comercios, además de proteger a los michoacanos de los secuestradores, violadores y extorsionadores.
Los Caballeros Templarios crearon su escudo, como lo hicieron los caballeros de la Orden del Temple: adaptado de símbolos medievales, es púrpura y tiene en la parte superior una corona con una flor de lis al centro, flanqueada por puntas de lanzas como las utilizadas por la caballería del medioevo.
Debajo de la corona, a la izquierda, figura un retrato de Nazario Moreno González, El Chayo, ideólogo de lo que fue La Familia Michoacana, y a la derecha de éste, delineado apenas, un mapa del estado de Michoacán.
También a la derecha aparece el rostro de Jesús. Debajo de la imagen de El Chayo está la cruz templaria, y bajo la de Jesús un mazo y un hacha de batalla cruzados. Todos estos elementos se hallan enmarcados por una guirnalda de laurel y están sostenidos por un par de manos, bajo las cuales se despliega una banda que reza “Caballeros Templarios” en letra gótica; en la base del escudo una leyenda dice: “Guardia Michoacana”.
El escudo ilustra la presentación del Código, donde los templarios michoacanos dicen: “Esta lucha es por tu gente, por mi gente, por nosotros mismos y por nuestras futuras generaciones”.
A diferencia de otros cárteles de la droga que operan en México, Los Caballeros Templarios decidieron hacer públicos los principios y parte de las reglas que se impusieron.­
En ningún momento se refieren a sus actividades de narcotráfico, como tampoco lo hizo La Familia Michoacana cuando se dio a conocer en noviembre de 2006 a través de desplegados en la prensa local. Pero a diferencia de ese grupo, el material propagandístico de Los Caballeros Templarios supera en definiciones a Pensamientos, una publicación en forma de libro de autor escrito por El Chayo.
Según el tiraje indicado en las sucesivas ediciones de Pensamientos, La Familia Michoacana logró distribuir más de 150 mil copias del texto en el que se hacía una reivindicación regional de la Tierra Caliente michoacana, se alababa a Dios y se alentaba la superación personal.
El texto estaba firmado por El Más Loco, como también se conocía a Nazario Moreno, desaparecido en diciembre pasado como resultado de una incursión de la PF en los bastiones del grupo en Apatzingán.
Aunque el cadáver de El Chayo nunca fue mostrado, su ausencia derivó en la escisión de La Familia Michoacana, en La Familia –bajo el mando del ahora detenido Jesús Méndez Vargas, El Chango– y Los Caballeros Templarios, que según la SSP están a las órdenes de Servando Gómez Martínez, La Tuta, y Enrique Plancarte Solís, El Kike o La Chiva.
53 reglas
Como la orden medieval que se dio reglas de disciplina y un modo de vida sencillo para defender la religiosidad de los cruzados, El Código de los Caballeros Templarios de Michoacán –ilustrado con imágenes de la histórica milicia templaria– establece los principios y conductas que deben seguir sus miembros en su “misión principal de proteger a los habitantes y al territorio sagrado del estado libre, soberano y laico de Michoacán”, y de mantenerse firmes “en las causas justas de Dios”.
El Código… informa que la Orden –como se hace llamar– nació el 8 de marzo de 2011, tres días antes de que se diera a conocer con 30 mantas colocadas en Morelia, Pátzcuaro, Apatzingán, Lázaro Cárdenas y Zitácuaro, zonas de gran influencia de lo que fue La Familia Michoacana. “Brindaremos el servicio de protección que daba La Familia”, anunciaron sus mensajes.
En Morelia las mantas fueron puestas en puentes peatonales, frente a Ciudad Universitaria y en las salidas a Quiroga, Salamanca y Pátzcuaro, mientras que en Apatzingán una fue colocada en una ventana de la Casa de la Constitución, el histórico inmueble donde Morelos promulgó la Constitución de 1814.
En sus 53 reglas, de acatamiento obligatorio para todos sus miembros, se establece que para ingresar a la Orden “es necesaria la aprobación del consejo, compuesto por los hermanos de mayor experiencia y criterio”. El ingreso se hará bajo juramento en un ritual establecido por el propio consejo.
El documento no precisa en qué consiste el ritual. En el caso de La Familia Michoacana, para convertirse en uno de sus “guerreros celestiales” los aspirantes tenían que ser sometidos a 12 tablazos o perpetrar una ejecución. Además 12 eran los “apóstoles” que tenía El Chango Méndez como equipo de seguridad.
Las faltas a la disciplina eran sancionadas según su gravedad. Una primera medida consistía en retener al castigado durante tres días, bajo presión psicológica. En caso de reincidencia era aislado, vendado de los ojos y amarrado. Después, frente a sus compañeros era colocado en posición de Cristo para castigarlo con 12 tablazos durante 12 días.
En la tercera falta ya no había advertencia. Se sometía a juicio frente a sus compañeros de célula y jefes regionales. Una vez condenado a muerte se le pedía que rezara. El encargado de la ejecución era la persona que lo había invitado a la organización o alguno de sus jefes (La guerra del narco, segunda parte, Edición Especial No. 29 de Proceso, julio de 2010).
En el caso de Los Caballeros Templarios el Código estipula que una vez que alguien es aceptado como miembro no podrá abandonar nunca la causa, pues se hace bajo un Juramento Templario que deberá respetarse a costa de la propia vida: “Si por desgracia yo traicionara mi juramento, ruego ser ejecutado por la Orden como un traidor”, señala la última parte del voto en que se pone como testigo a Dios.
Sus integrantes están obligados también a respetar la disciplina, la jerarquía y el “voto de silencio”, por lo que se les prohíbe “divulgar nuestras actividades y secretos”. Además, deben llevar “una vida en común sobria y alegre, manteniendo un perfil bajo para no hacerse notar”. Por lo tanto, el caballero templario evitará ser “brutal, emborracharse en forma ofensiva, ser inmoral, cobarde o mentir o tener intenciones maliciosas”.
Advierte que cuando un caballero cometa una falta contra un miembro del consejo y viole el voto de silencio, “se le castigará con la pena capital, se le decomisarán sus propiedades (y) sus familiares correrán la misma suerte”.
Al igual que en La Familia Michoacana, se prohíbe el uso de drogas o cualquier enervante, por lo que los jefes de la Orden y su personal “deben practicarse periódicamente la prueba de antidoping e informar al consejo los resultados”.
Prohíbe también las violaciones, los secuestros y las extorsiones. “Está estrictamente prohibido a todos los miembros de la Orden realizar secuestros con la finalidad de obtener dinero”. Por lo que hace a las mujeres: “Ninguna… deberá temer nada de un templario, ni de sus palabras ni de sus acciones”. Tampoco los niños. Y en el caso de los hombres, “ninguno… deberá temer a un templario, sino por el contrario sentir su protección”.
Los Caballeros Templarios “deben conducirse con humildad y ser los más honorables, los más nobles, los más corteses, los más honestos y los más caballerosos”. Además de ser “un cruzado en todo momento”, a sus integrantes les impiden buscar “posiciones de engrandecimiento dentro de la Orden” por lo que deben contentarse con los puestos que se les encomienden para servirla.
El Código especifica que, además de observar la obediencia, “nadie podrá ausentarse de su puesto de trabajo sin permiso de su superior”, y que para el uso de la fuerza letal se requiere autorización del consejo. Al igual que en la caballería medieval, los templarios michoacanos dicen tener el deber de aplicar la justicia, pero advierte que ninguno de ellos “debe matar por dinero”, aunque precisan que “cuando se tome esta decisión, debe investigarse bien… y si existen razones suficientes, sí proceder”.
Indica que todo aquel elemento que tenga necesidad de trasladarse “fuera de su zona de trabajo debe dar parte cuando ingresa a otro lugar de manera inmediata, independientemente de la jerarquía que se tenga”. Pero cuando se traslade, “se deben tomar todas las medidas de seguridad adecuadas, mandar avanzadas y dirigirse con cautela durante todo el trayecto. Deben estar alertas las 24 horas del día”.
De sus jefes dice que deben ser ejemplares, “inteligentes, astutos, humildes, prudentes, eficaces, audaces y discretos; además de estar obligados a cultivarse y aprender”, aunque todos sus miembros deben “prepararse y equiparse a sí mismos” para la batalla y conseguir los objetivos de la Orden.
 “Amar a la humanidad”
En lo doctrinal, el Código señala que el deber de todo caballero templario es “amar y servir desinteresadamente a toda la humanidad”, en el entendido de que “hay un Dios, una vida criada (sic) por Él, una verdad eterna y un propósito de servir a Dios y al Prójimo (sic)”. Obliga al templario a servir a la Orden como un servicio a Dios, sin esperar recompensa alguna, “salvo el saber que con ello honra a la Orden por su devoción”.
En sus definiciones, dice que todos los miembros de la Orden “deben luchar contra el materialismo, la injusticia y la tiranía en el mundo, empezando por casa, colonia, ciudad, Estado y País (sic)”.
Los Caballeros Templarios aseguran que su batalla es “ideológica” para “la defensa de los valores que sostiene una sociedad basada en la ética y construida a través de siglos” y contra “el desmoronamiento de los valores morales y los elementos destructivos que prevalecen en la sociedad humana”.
En sus puntos 15 y 16, el Código… presume de tolerancia y sed de justicia: “La Orden apoya la libertad de expresión, de conciencia y de religión; defensa colectiva y medidas positivas para erradicar la pobreza y la injusticia que amenazan a la sociedad mundial.
 “Los templarios no deben tener una actitud ofensiva contra ningún hombre por la forma en que se dirige a Dios, aunque ésta sea diferente o extraña. Antes al contrario, el templario deberá intentar entender como (sic) otros se acercan a Dios.”
Aunque su siguiente regla es un galimatías sectario que contradice la anterior: “Un soldado del templo no puede estar esclavizado por creencias sectarias u opiniones estrechas. Dios es la verdad y sin Dios no hay verdad. El templario debe siempre buscar la verdad porque en la verdad está Dios”.
Se definen como defensores de la “justicia natural y los derechos del hombre, reconociendo el derecho de los pueblos y las naciones a gobernarse a sí mismos dentro de su medio económico natural”.
La Orden dice también fomentar “el patriotismo, expresado en el orgullo de la propia tierra y sus logros y el reconocimiento del lugar que le corresponde entre las naciones”.
La estructura “templaria”
Funcionarios de inteligencia consultados por Proceso atribuyen a La Tuta o a El Profe la elaboración del Código y aseguran que Los Caballeros Templarios replicaron la organización de La Familia Michoacana en su propósito de mantener su participación en la producción y tráfico de drogas sintéticas.
Señalan que, por conducto de El Chango Méndez, La Familia Michoacana logró alianzas con organizaciones locales del narcotráfico en Centroamérica y después de la detención del empresario de origen chino Zhenli Ye Gon se dedicó a importar efedrina y pseudoefedrina de Asia para elaborar drogas sintéticas y traficarlas a Estados Unidos.
Sus mil 200 miembros activos, indican las fuentes, operan como lo hacía La Familia Michoacana, regidos por un consejo de 12 responsables de diferentes áreas, incluidas la jurídica, administrativa, social, operativa y financiera, y en las que participan abogados, publirrelacionistas, lavadores de dinero, sicarios e informantes o halcones.
Además de La Tuta y El Kike, identifican como otros supuestos miembros de la organización a Luis Valencia Alzate, El Chuki o El Tarasco, Ignacio Andrade Rentería, El Cenizo, y Pablo Magaña Serrato, La Morsa.
Cuando detuvo a El Chango Méndez en junio pasado en Aguascalientes, la PF dio por desarticulada a La Familia y aseguró que los líderes de Los Caballeros Templarios estaban en una posición de debilidad. Incluso difundió parte del interrogatorio que le hizo a Méndez Vargas donde éste asegura que Los Templarios caerán en cualquier momento.
–¿Usted cree que Los Caballeros Templarios tengan futuro? –le preguntó la policía.
–No creo, porque el gobierno anda mucho encima de ellos y los puede detener en cualquier rato –contestó el detenido, quien formó parte de la cúpula de La Familia Michoacana y de La Empresa, el nombre previo del grupo delictivo organizado desde principios de la década pasada, mientras tenía una alianza con Los Zetas, cuando éstos aún eran brazo armado del cártel del Golfo.
Desde junio pasado, la PF ha informado de la detención de más de 50 templarios, incluido el jefe de la organización en Morelia, Bulmaro Salinas Muñoz, El Men, a quien responsabilizó del atentado contra la exsecretaria de Seguridad Pública del estado, Minerva Bautista.
Pero también ha tenido que salir a responder a Los Caballeros Templarios, que apenas el 9 de julio pasado colocaron 35 mantas en 18 municipios michoacanos para amenazar al titular de la División de Seguridad Regional de la SSP, Luis Cárdenas Palomino, uno de los hombres más cercanos a García Luna.
“Nosotros como pueblo guerrero y orgulloso estamos dispuestos a dar nuestra sangre por nuestras mujeres y si usted quiere seguir violando mujeres, aténgase a las consecuencias. Así no se ganan las guerras”, decía una de las mantas.
Las amenazas se produjeron luego de una jornada de enfrentamientos y bloqueos que oficialmente dejó siete supuestos sicarios muertos, aunque versiones policiales dijeron a Proceso que en los enfrentamientos la PF sufrió al menos 10 bajas.
Ante la ofensiva propagandística y operativa de Los Caballeros Templarios, la SSP ha tenido que responder. Después de los enfrentamientos emitió un comunicado para decir que las agresiones, bloqueos y colocación de mantas “tienen por objetivo obligar el repliegue de la autoridad para que cese el combate a la delincuencia que lleva a cabo la Policía Federal en el estado de Michoacán, situación que no va a suceder”.
Acusó a Los Caballeros Templarios de recurrir a una “estrategia propagandística” para “intentar desprestigiar a quienes combaten a la delincuencia”.
A manos del grupo encabezado por La Tuta, la PF sufrió algunas de sus peores bajas en este sexenio. Una de las más graves fue la tortura y ejecución –en julio de 2009– de 12 policías federales cuyos restos amontonados fueron hallados en un entronque carretero de la autopista Siglo XXI en Arteaga, lugar de origen del ahora señalado como uno de los jefes de Los Caballeros Templarios.

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