29 dic 2011

Entrevista a Samuel Huntington

Retrospectiva
Entrevista a Samuel P. Huntington/MICHAEL STEINBERGER.
Publicado originalmente en The New York Times.
A Head-On Collision of Alien Cultures?, October 20/2001

Traducción de Claudia Martínez; para Clarín, 23-10-2001
Huntington fue profesor de la Universidad de Harvard y autor del libro El choque de las civilizaciones (1996).
Murió el 24 de diciembre de 2008.
En estas entrevistas, Huntington da un repaso a la situación internacional tras los atentados terroristas en Nueva York y Washington del 11-S.

·¿Es éste el choque de civilizaciones sobre el cual usted viene advirtiendo desde hace casi diez años?
—Es obvio que Osama bin Laden quiere que sea un choque de civilizaciones entre el islam y Occidente. La primera prioridad de nuestro gobierno es intentar impedir que esto ocurra. Pero existe un peligro real de que avance en esa . La administración actuó como corresponde al intentar reunir apoyo entre los gobiernos musulmanes. Pero existen grandes presiones en Estados Unidos para atacar a otros grupos y estados terroristas que apoyen a grupos terroristas. En mi opinión, eso podría derivar en un choque de civilizaciones.

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·¿Lo sorprendió que los terroristas fueran personas educadas de clase media?
—No. La gente que participa en movimientos fundamentalistas, ya sean islámicos o no, suele tener estudios avanzados. La mayoría no se vuelven terroristas, por supuesto. Pero son personas jóvenes, inteligentes y ambiciosas que aspiran a utilizar su educación en una economía moderna y desarrollada y se sienten frustrados frente a la falta de empleos y de oportunidades. Están presionados tanto por las fuerzas de la globalización como por lo que ellos consideran un imperialismo occidental y una dominación cultural. Se sienten atraídos por la cultura occidental, obviamente, pero también rechazados por ella.
·Usted escribió que "el islam tiene fronteras sangrientas". ¿Qué quiere decir con eso?
—Si usted observa las fronteras del mundo musulmán, encontrará que existe toda una serie de conflictos locales que involucran a musulmanes y no musulmanes: Bosnia, Kosovo, el Cáucaso, Chechenia, Tajikistán, Cachemira, India, Indonesia, las Filipinas, el norte de Africa, el conflicto palestino-israelí. Los musulmanes también luchan contra los musulmanes, y mucho más de lo que la gente de otras civilizaciones lucha entre sí.
·¿Sugiere, entonces, que el islam promueve la violencia?
No creo que el islam sea más violento que cualquier otra religión y sospecho que, si sacamos la cuenta, es mucha más la gente que murió en manos de los cristianos a lo largo de los siglos que en manos de los musulmanes. Pero el factor clave es el factor demográfico. En términos generales, quienes salen a matar a otras personas son hombres entre 16 y 30 años. En la década de los años 60, 70 y 80, hubo tasas de natalidad elevadas en el mundo musulmán y esto dio lugar a una enorme explosión juvenil. Pero esta explosión juvenil irá desapareciendo. Las tasas de natalidad musulmanas están bajando. De hecho, en algunos países cayeron drásticamente. El islam, originariamente, se propagó mediante la espada, pero no creo que haya algo inherentemente violento en la teología musulmana. El islam, como cualquier gran religión, se puede interpretar de muchas maneras. La gente como Bin Laden puede tomar cosas del Corán como mandamientos para salir a matar a los infieles. Pero el Papa hizo exactamente lo mismo cuando lanzó las Cruzadas.
·¿Estados Unidos debería hacer algo más para promover la democracia y los derechos humanos en Oriente Medio?
—Sería aconsejable, pero es muy difícil. En el mundo islámico existe una tendencia natural a resistir la influencia de Occidente, lo cual es comprensible dada la larga historia de conflicto entre el islam y la civilización occidental. Obviamente, existen grupos en la mayoría de las sociedades musulmanas que están a favor de la democracia y los derechos humanos, y pienso que deberíamos apoyar a esos grupos. Pero también entramos en una situación paradójica: muchos de estos grupos que se oponen a la represión en esas sociedades son fundamentalistas y antinorteamericanos. Lo vimos en Argelia. Promover la democracia y los derechos humanos es un objetivo muy importante para Estados Unidos, pero también tenemos otros intereses. El presidente Carter estaba profundamente comprometido con la defensa de los derechos humanos y, cuando formaba parte de su Consejo Nacional de Seguridad, teníamos incontables discusiones sobre cómo hacerlo. Pero, hasta donde recuerdo, nunca nadie mencionó la idea de intentar promover los derechos humanos en Arabia Saudita y por una razón muy obvia.
·Aparte de nuestros aliados más cercanos, ningún país se alineó tan firmemente detrás de Estados Unidos como Rusia. ¿Es éste el momento en que Rusia mira decisivamente a Occidente?
—Rusia mira a Occidente en estas circunstancias por razones pragmáticas y específicas. Los rusos se sienten seriamente amenazados por los terroristas musulmanes y consideran que es en beneficio propio que deben alinearse con Occidente y congraciarse en parte con Estados Unidos, con la esperanza de que los norteamericanos no presionemos tanto por una expansión de la OTAN en los estados bálticos y por la defensa misilística. Es una coincidencia de intereses, pero no creo que deberíamos considerarla una gran realineación. Sí creo, en cambio, que los rusos están muy preocupados por el crecimiento de China y esto los hará mirar hacia Occidente.
·India y China, dos países que, según usted, estarían en desacuerdo con Estados Unidos, se plegaron a esta guerra contra el terrorismo. En lugar de Occidente versus el resto, ¿el choque podría llegar a ser entre el islam y el resto?
—Probablemente. Los musulmanes luchan contra los occidentales, los cristianos ortodoxos, los judíos, los hindúes, los budistas. Pero también debemos reconocer que hay mil millones de musulmanes en el mundo, en todo el hemisferio oriental, desde el oeste de Africa hasta el este de Indonesia, y que interactúan con decenas de pueblos diferentes. Uno podría decir que tienen más oportunidades de choque con los demás.
·La crítica más frecuente que le hacen es que retrata a civilizaciones enteras como bloques unificados.
—Es absolutamente falso. La principal sección sobre el islam en mi libro se llama "Conciencia sin cohesión". Allí hablo sobre todas las divisiones en el mundo islámico, sobre la lucha de musulmanes contra musulmanes. Aun en la crisis actual siguen estando divididos. Hay mil millones de personas, con todas sus subculturas, sus tribus. El islam está menos unificado que cualquier otra civilización. El problema con el islam es el mismo que Henry Kissinger expresó hace 30 años con respecto a Europa: "Si quiero llamar a Europa, ¿qué número tengo que marcar?" Si quiero llamar al islam, ¿qué número tengo que marcar? El islam puede plantear problemas porque es menos cohesivo. Si hubiera un poder dominante en el mundo islámico, uno podría tratar con él. Pero lo que vemos hoy es cómo los diferentes grupos islámicos compiten entre sí.
***

SAMUEL P. HUNTINGTON/'/NATHAN GARDELS;
Entrevista, distribuido por Global Viewpoint
Publicado en El Páis, Miércoles, 24 de octubre de 2001
-¿En qué medida los acontecimientos del 11 de septiembre confirman su teoría del choque de civilizaciones?
-Osama Bin Laden ha declarado la guerra a la civilización occidental, y en concreto a EE UU. Si la comunidad musulmana a la que Bin Laden intenta atraer se agrupa con él, se convertirá en un choque de civilizaciones. Hasta el momento parecen estar profundamente divididos. Bin Laden es un proscrito expulsado de su propio país, Arabia Saudí, y posteriormente de Sudán. Los talibanes que le apoyan sólo han sido reconocidos por tres de los 53 países musulmanes del mundo. Todos los Gobiernos musulmanes excepto Irak, aunque incluyendo Sudán e Irán, han condenado su ataque terrorista. Como mínimo, la mayoría de los Gobiernos musulmanes se han mostrado conformes con la estrategia estadounidense de responder militarmente en Afganistán. La Organización de la Conferencia Islámica condenó el terrorismo de Bin Laden, pero no ha condenado la respuesta de EE UU. Al mismo tiempo, Bin Laden parece estar ganando popularidad en la calle, especialmente en el mundo árabe donde puede sacar provecho del resentimiento contra los regímenes gobernantes, Israel y los ricos, el poder y la cultura de EE UU. Como corresponde, EE UU no considera su respuesta como una guerra contra el islam, sino como una guerra entre una extensa red terrorista transnacional y el mundo civilizado. Con todo, es innegable que las acciones terroristas de Bin Laden han reforzado la identidad de la civilización. De la misma forma que pretende agrupar a los musulmanes declarando la guerra contra Occidente, le ha devuelto a Occidente su sentido de identidad común al defenderse.

- Su libro El choque de las civilizaciones no trataba sobre el terrorismo, sino sobre las formas encontradas de ver el mundo de civilizaciones destinadas a chocar después de la guerra fría. ¿No cree que el conflicto es entre el pluralismo secular del occidente principalmente judeocristiano y el monoteísmo político exclusivo del islam?
-Es cierto que el vigor de la mentalidad intolerante que puede venir del monoteísmo disminuyó en Occidente después de agotarse en las guerras religiosas de finales de la Edad Media. Desde entonces, el pluralismo se ha visto potenciado por una división entre la religión y la política que el mundo islámico desconoce. Esta fusión de la vida política y religiosa genera conflicto en sociedades en las que haya una mayoría musulmana y una minoría no musulmana, o una minoría musulmana en un país como India, donde la mayoría son hindúes. Como el judaísmo, el cristianismo y el islam son religiones monoteístas, la pregunta práctica es si son monoteístas y toleran otras religiones, o si son monoteístas e intolerantes. Estas tres religiones se han comportado de formas distintas en diferentes momentos. No podemos decir que la tolerancia fuera una cualidad del cristianismo durante las cruzadas. En este momento, el islam es la civilización menos tolerante de las religiones monoteístas.

 -Usted ha propuesto la 'regla de la abstención': que Occidente debería abstenerse de intervenir en los conflictos internos de otras civilizaciones, como forma de evitar un choque. El mayor problema de Bin Laden es la presencia de tropas estadounidenses en la tierra santa musulmana de Arabia Saudí para defender a un país islámico de otro. ¿Cree que Occidente no debería estar allí?
-Expliqué mi regla de la abstención diciendo que podría tener que hacerse una excepción si había un interés nacional vital en juego. En la Guerra del Golfo, teníamos un interés nacional vital en juego porque no podíamos permitir que Irak se hiciera con el control exclusivo del grueso de las reservas mundiales de petróleo. Y también estaban en juego nuestros principios. No podíamos tolerar que un país sencillamente invadiera otro y se lo anexionara a su antojo, violando con ello todas las leyes internacionales. Por eso, fue una acción legítima. Ahora la presencia estadounidense en Arabia Saudí es mínima, y estamos allí con la autorización del extraordinariamente religioso Gobierno saudí.

-La periodista italiana Oriana Fallaci ha causado sensación con su apasionado llamamiento a Occidente para que se defienda contra los islamistas políticos, diciendo que es cosa de nosotros o ellos. Aparte de la campaña actual contra el terrorismo ¿qué debería hacer Occidente para defenderse en un sentido estratégico más amplio?

-Esbocé varias dimensiones de esa estrategia en mi obra El choque de las civilizaciones y siguen siendo igual de válidas hoy día. Los poderes occidentales de EE UU y Europa tienen que lograr una mayor integración política, económica y militar, y coordinar sus políticas para que los Estados de otras civilizaciones no puedan explotar nuestras diferencias. Antes del 11 de septiembre, Europa y EE UU se estaban distanciando en una serie de cuestiones, desde los alimentos transgénicos hasta la defensa contra misiles, pasando por el Ejército europeo. Los acontecimientos del 11 de septiembre han cambiado radicalmente la situación por el momento. Tenemos que continuar la ampliación de la UE y de la OTAN para incluir Estados occidentales de Europa central. EE UU también tiene que impulsar la occidentalización de Latinoamérica. Para evitar conflictos, Occidente debe aceptar a Rusia como Estado central de la ortodoxia y principal potencia regional con intereses legítimos en la seguridad de sus fronteras meridionales, con las que puede cooperar para hacer frente al terrorismo islámico. Occidente debe mantener su superioridad tecnológica y militar sobre otras civilizaciones y contener el desarrollo del poder militar convencional y no convencional de los países islámicos y China. Sobre todo, este Occidente consolidado tiene que reconocer que la intervención en los asuntos internos de otras civilizaciones, salvo cuando haya en juego intereses vitales, es la fuente más peligrosa de un posible conflicto global.

 -¿Cree que la ansiedad y el miedo provocados por el terrorismo acabarán con la globalización interrumpiendo el libre movimiento de ideas, personas y capitales? ¿O quizá veremos una globalización de dos velocidades o de dos vertientes a medida que los países centrales de Occidente aceleran su integración en la lucha contra el terrorismo?
-La globalización ya se ha ido desarrollando a distintas velocidades en distintas partes del mundo. De hecho, ha estimulado y permitido que personas de la calaña de Bin Laden proyecten sus ataques desde una caverna del empobrecido Afganistán. Para el futuro inmediato, creo que Europa y EE UU se unirán más, y más rápido, impulsados por el redescubrimiento de sus intereses comunes como civilización de sociedades libres. Quizá se les unan Latinoamérica y Japón. Rusia, China e India, de momento, trabajarán con la coalición liderada por Occidente. ©2001, Global Viewpoint.

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