7 jun 2012

Las libertades de la poesía /Genaro Góngora


Las libertades de la poesía /Genaro Góngora Pimentel, ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que presidió de 1999 a 2002.
Publicado en La Silla Rota, 07 de junio de 2012
En materia poética se pueden pedir muchas cosas. Es más, todavía más, es posible hacer ciencia ficción.
Veamos un ejemplo que a mi me gusta. El poeta mexicano Rubén Bonifaz Nuño, pide lo siguiente:
“Amiga a la que amo: no envejezcas.
Que se detenga el tiempo sin tocarte;
que no te quite el manto
de la perfecta juventud. Inmóvil
junto a tu cuerpo de muchacha dulce
quede, al hallarte, el tiempo”.


En la literatura mundial, el mantenerse joven se ha explicado por un pacto con el Diablo; o bien, por el descubrimiento de una droga milagrosa, o tal vez por alguna de esas cremas francesas que logran quitar las arrugas, mejorar el cutis, llevar la alegría de vivir. Pero, ¿puede esto lograrse gracias a la poesía? , definitivamente sí. Lo explica don Rubén de la siguiente manera:

“Si tu hermosura ha sido

la llave del amor, si tu hermosura

con el amor me ha dado

la certidumbre de la dicha,

la compañía sin dolor, el vuelo,

guárdate hermosa, joven siempre”.

Entonces, lo que se requiere es que la joven sea hermosa y que ame al poeta. De esta manera llega el amor y la dicha. La dicha es la felicidad, una suerte feliz. Tan es cierto lo que digo que se acostumbra en el matrimonio preguntar a la mujer: “¿Lo recibes como legítimo dueño y marido en la dicha y en la tribulación, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe?

Pero, el poeta discurre en lo que pudiera pasar si no fueran a suceder las cosas como él las piensa, dice:

“No quiero ni pensar lo que tendría

de soledad mi corazón necesitado,

si la vejez dañina, perjuiciosa

cargara en ti la mano,

y mordiera tu piel, desvencijara

tus dientes, y la música que mueves al moverte, deshiciera”.

Permítanme que diga mi entusiasmo por eso “… la música que mueves, al moverte, …” Aún cuando hay otra figura poética en el “Cantar de los Cantares” que también me gusta y que dice:

“Hermosa eres tú, oh amiga mía,

Como Tirsa;

De desear, como Jerusalén;

Imponente como ejércitos en

orden”.

Bonifaz Nuño solicita, sin duda, a la musa de la poesía, o a quien me pregunto yo, lo siguiente:

“Guárdame siempre en la delicia

de tus dientes parejos, de tus ojos,

de tus olores buenos,

de tus brazos que me enseñas

cuando a solas conmigo te has quedado

desnuda toda, en sombras,

sin más luz que la tuya,

porque tu cuerpo alumbra cuando amas,

más tierna tú que las pequeñas flores

con que te adorno a veces.”

Otro más que justifica porque estos versos se encuentran en todas las antologías de poesía en lengua castellana:

“Guárdame en la alegría de mirarte

ir y venir en ritmo, caminando

y, al caminar, meciéndote

como si regresaras de la llave del agua

llevando un cántaro en el hombro”.

Al “… caminar, meciéndote …” quiere decir acompasadamente y con movimientos de vaivén, eso debe de haber logrado la atención de los ojos del poeta y eso nos permite imaginar un hermoso cuerpo de mujer.

Para terminar, unos versos que, ahora, a la edad que tengo, próximo a cumplir los setenta y cinco años, me llegan a conmover, pues tuve no hace mucho tiempo la oportunidad de saludar al poeta.

“Y cuando me haga viejo,

y engorde y quede calvo, no te apiades

de mis ojos hinchados, de mis dientes

postizos, de las canas que me salgan

por la nariz. Aléjame,

no te apiades, destiérrame, te pido;

hermosa entonces, joven como ahora,

no me ames; recuérdame

tal como fui al cantarte, cuando era

yo tu voz y tu escudo,

y estabas sola, y te sirvió mi mano”.


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