12 jul 2012

“Entre abogados te veas”, proverbio popular

¡Felicidades!
“Entre abogados te veas”, proverbio popular
Este jueves  12 de julio se festeja el Día del Abogado, establecido en 1961 a iniciativa del licenciado Rolando Rueda de León.
En 1960 siendo Presidente de la República, Adolfo López Mateos, se declaró Día del Abogado, el 12 de julio, a petición del Periódico El Diario de México
Se escogió esa fecha porque ese día y mes, en 1553 se impartió la primera cátedra de derecho en América, por el Lic. Bartolomé de Frías y Albornoz, en la Real y Pontificia Universidad de México, hoy UNAM.
Comparto este:
Decálogo del Abogado de Eduardo Juan Couture Etcheverry ( abogado uruguayo 24 de mayo de 1904 - 11 de mayo de 1956).


Estudia. El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado.
Piensa. El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.
Trabaja. La abogacía es una dura fatiga pues esta al servicio de la Justicia.
Lucha. Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha siempre por la justicia.
Sé leal. Leal con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le dices; y que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez, debe confiar en el que tú le invocas. Intenta ser leal con todo el mundo y todo el mundo intentará ser leal contigo.
Tolera. Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya.
Ten paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.
Ten fe. Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la Justicia, como destino normal del Derecho; en la Paz, como sustituto bondadoso de la Justicia; y sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no hay Derecho, Justicia, ni Paz.
Olvida. La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.
Ama a tu profesión. Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que se haga abogado.
*
La ley como el amor/ Auden,
La Ley, dicen los jardineros, es el sol,
la Ley es aquello
que todos los jardineros obedecen
mañana, ayer, hoy.
La Leyes la sabiduría de los viejos,
rezongan lánguidos los abuelos impotentes;
los nietos sacan una lengua atiplada,
la Ley es la razón de la juventud.
La Ley, dice el sacerdote con mirada piadosa,
explicándose ante una congregación impía,
la Leyes las palabras en mi piadoso libro,
la Ley es mi púlpito y mi campanario.
La Ley, dice el juez con su mirada de menosprecio,
hablando con claridad y suma dureza,
la Ley es como ya os dije,
la Ley es como, supongo, sabéis es
la Ley, pero dejadme que os lo explique otra vez,
la Ley es La Ley.
Sin embargo, los eruditos cumplidores de la ley escriben:
la Ley no acierta ni se equivoca,
la Ley no es más que crímenes
castigados por lugares y épocas,
la Ley es la ropa que llevan los hombres
en cualquier momento, en cualquier lugar,
la ley es Buenos Días y Buenas Noches.
Otros dicen, la Ley es nuestro Destino;
otros dicen, la Leyes nuestro Estado;
otros dicen, otros dicen
la Ley ya no existe,
la Ley ha desaparecido.
Y siempre la muchedumbre furiosa y vociferante,
muy furiosa y muy vociferante,
la Ley somos nosotros,
y siempre el débil idiota débilmente Yo.
Si nosotros, cariño, sabemos que no sabemos más
que ellos sobre la Ley,
si yo no sé más que tú
qué deberíamos y no deberíamos hacer
salvo que todos aceptamos
de buen grado o por fuerza
que la Ley es
y que todos lo sabemos,
si por tanto pensando que es absurdo
identificar la Ley con otra palabra,
a diferencia de tantos hombres
no puedo decir que la Ley es otra vez,
no más que ellos podemos sofocar
el deseo universal de descubrir
o zafarnos de nuestra propia situación
hacia una condición indiferente.
Aunque al menos puedo limitar
tu vanidad y la mía
a expresar tímidamente
una tímida similitud,
alardearemos de todos modos:
como el amor, digo yo.
Como el amor que no sabemos dónde o por qué,
como el amor que no podemos imponer ni abandonar,
como el amor que a menudo lloramos,
como el amor que rara vez conservamos.

                                                                                     Septiembre de 1939
Wystan Hugh Auden (1907-1974), británico nacionalizado estadounidense, es uno de los mayores poetas del siglo pasado en lengua inglesa. Nacido en York, Yorkshire, en 1907, difunto en Viena en 1974.  Entre sus obras más destacadas se cuentan "Hombre doble" en 1941, "El escudo de Aquiles" en 1955, "Poemas extensos completos" en 1969 y "La edad de la ansiedad" ganadora del Premio Pulitzer en 1948. De 1954 a 1973 fue director ejecutivo de la Academia Americana de Poetas y dividió la mayor parte se su tiempo entre Nueva York y Austria.
Una de sus frases conocidas es: "Algunos libros son inmerecidamente olvidados; ninguno es inmerecidamente recordado", pero me gusta más aquélla que dice: "El amor y la verdad deben ir de la mano, pero cuando esto no es posible es el amor el que debe prevalecer.

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