24 jul 2013

El Papa visitó el hospital que se ocupa de tóxicodependencias en Río y condenó a los “mercaderes de muerte”

El Papa visitó el hospital que se ocupa de tóxicodependencias en Río y condenó a los “mercaderes de muerte”
GIACOMO GALEAZZI
Vatican Insider,
 Río de Janeiro
Su modelo es San Francisco que abraza al leproso. En la visita al hospital que se ocupa de tóxicodependencias y que lleva el nombre del pobrecillo de Asís, el Papa puso en guardia sobre las «propuestas ilusorias de los ídolos del mundo» y condenó a los «mercaderes de muerte». El narcotráfico, advirtió el Pontífice, no se combate con la liberalización del consumo de drogas, «como se está discutiendo en varias partes de América Latina», sino «promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida común, acompañando a los necesitados y dando esperanza en el futuro».

Después del peregrinaje al Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, Bergoglio tocó a las puertas de «un santuario particular del sufrimiento humano, como es el Hospital San Francisco de Asís». En un discurso de fuerte caracter social, el Papa recorrió «la conversión de su santo Patrón: el joven Francisco abandona las riquezas y comodidades del mundo para hacerse pobre entre los pobres; se da cuenta de que la verdadera riqueza y lo que da la auténtica alegría no son las cosas, el tener, los ídolos del mundo, sino el seguir a Cristo y servir a los demás». Pero, recordó Bergoglio citando la recién publicada carta Encíclica a cuatro manos, que es menos conocido el momento «en que todo esto se hizo concreto en su vida: fue cuando abrazó a un leproso. Aquel hermano que sufría, marginado, era “mediador de la luz [...] para San Francisco de Asís” (cf. Carta enc. Lumen fidei, 57), porque en cada hermano y hermana en dificultad abrazamos la carne de Cristo que sufre».  Por este motivo, continuó, «en este lugar de lucha contra la dependencia química, quisiera abrazar a cada uno y cada una de ustedes que son la carne de Cristo, y pedir que Dios colme de sentido y firme esperanza su camino, y también el mío».
Hay muchas situaciones que exigen «atención, cuidado, amor». En cambio, «lo que prevalece con frecuencia en nuestra sociedad es el egoísmo. ¡Cuántos «mercaderes de muerte» que siguen la lógica del poder y el dinero a toda costa!». La plaga del narcotráfico, afirmó firmemente Bergoglio, «que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad. No es la liberalización del consumo de drogas, como se está discutiendo en varias partes de América Latina -insitió-, lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química». Según Bergoglio, «es preciso afrontar los problemas que están a la base de su uso, promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida común, acompañando a los necesitados y dando esperanza en el futuro». Hay que «aprender a abrazar a aquellos que están en necesidad, para expresar cercanía, afecto, amor», pero esto no es suficiente. Debemos decir a los que han caído «en el abismo de la dependencia»: «“Puedes levantarte, puedes remontar; te costará, pero puedes conseguirlo si de verdad lo quieres” [...] “Tú eres el protagonista de la subida, ésta es la condición indispensable. Encontrarás la mano tendida de quien te quiere ayudar, pero nadie puede subir por ti”. Pero nunca están solos».
Retomando la Encíclica “Lumen Fidei”, Francisco indicó «un futuro cierto, que se sitúa en una perspectiva diversa de las propuestas ilusorias de los ídolos del mundo, pero que da un impulso y una fuerza nueva para vivir cada día» (Carta enc. Lumen fidei, 57). Nuevamente el Papa invitó a los jóvenes a no dejarse «robar la esperanza». Como en la Parábola del Buen Samaritano, «la atención y el amor» deben prevalecer sobre la indiferencia y el desinterés. Y justamente la Asociación San Francisco y la Red de Tratamiento de Dependencia Química «enseñan a inclinarse sobre quien está dificultad, porque en él ve el rostro de Cristo, porque él es la carne de Cristo que sufre».
Para concluir, el Pontífice agradeció a «todo el personal del servicio médico y auxiliar que trabaja aquí; su servicio es valioso, háganlo siempre con amor; es un servicio que se hace a Cristo, presente en el prójimo». A «todos los que luchan contra la dependencia química, a los familiares que tienen un cometido no siempre fácil», Papa Francisco aseguró que «la Iglesia no es ajena a sus fatigas, sino que los acompaña con afecto. El Señor está cerca de ustedes y los toma de la mano. Vuelvan los ojos a él en los momentos más duros y les dará consuelo y esperanza. Y confíen también en el amor materno de María, su Madre». Ninguna cruz es tan pesada como para no encontrar alivio en la Virgen.

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