6 ago 2013

Amlo: el padre del Pacto

 Columna: ITINERARIO POLÍTICO DE RICARDO ALEMÁN
 El Universal, 6 de agosto de 2013
AMLO: padre del Pacto
 Gracias a que AMLO “mandó al diablo” al PRD semanas después de las elecciones de julio de 2012 Los Chuchos pudieron imaginar, idear y negociar libremente con el PAN y con el PRI
En el más reciente periplo que realiza por el Distrito Federal —foros que utiliza para “mensajear” con amigos y adversarios—, ese aristotélico animal político llamado Andrés Manuel López Obrador se aventó la puntada de advertir —con el índice flamígero de su autoritarismo—, que mandaría “al diablo” a todos los militantes del PRD, PT y MC que pretendieran “colarse” en su partido familiar, Morena.
 Es decir, que luego de usar y abusar por años de las siglas de los tres partidos, de pactar la depredación del dinero público del PRD, PT y MC y de haber presidido al primero, López Obrador pintó su raya y no quiere más amoríos políticos con sus otrora amantes del poder. Pero lo que no queda claro es quién debe ser identificado como el destinatario del mensaje enviado por AMLO.
 Está claro que —en términos generales—, el mensaje de AMLO alcanza a todos aquellos a quienes usó y de quienes abusó políticamente en los tres partidos de la llamada izquierda. Y eso no debía sorprender a nadie, ya que todos saben que AMLO construye un partido de cuates, leales y fieles a los que reclama idolatría y obediencia ciega.
 or eso, los puestos clave de Morena en todo el país son ocupados por hermanos, primos, sobrinos, amigos, amigas, amiguitas y —¡faltaba más!—, algunos de sus hijos, además de aliados políticos, económicos y uno que otro atolondrado que se dice de izquierda. En realidad se trata de una fauna de oportunistas que sólo van por el dinero público y lo que puedan saquear en el camino. Pero si buscamos nombres concretos de los destinatarios individuales del mensaje, podremos ver que la advertencia no es para el grupo hegemónico del PRD —Los Chuchos—, y tampoco para esos maestros del buen vivir con dinero público que son Dante Delgado y Alberto Anaya, dueños de los partidos del Trabajo y Movimiento Ciudadano, y quienes más bien son piezas de utilería.
 No, el mensaje es para los verdaderos “tiburones” de la mal llamada izquierda. ¿Y quiénes son esos? Casi nada, el “dúo dinámico” de Manuel Camacho y Marcelo Ebrard, y la alianza que establecieron Marcelo y René Bejarano. ¿Y por qué la advertencia de “mandarlos al diablo”. ¡Haberlo dicho antes!
 Resulta que la nueva tribu del PRD —la de Marcelo-Bejarano—, le mandó decir a AMLO que se sumara al rechazo que harán a la reforma petrolera.
 Dicho de otra manera, que Marcelo Ebrard y René Bejarano pretendieron formar un frente único contra la privatización de Pemex, para lo cual esperaban la adhesión de AMLO. ¿Pero qué creen?
 Que Marcelo y René —igual que muchos otros—, no han entendido que la chispa que desencadenó esa fuerza política explosiva que se llama Pacto por México, fue posible gracias a una trascendental decisión involuntaria de Andrés Manuel López Obrador. ¿Qué..?
 En efecto. Resulta que gracias a que AMLO “mandó al diablo” al PRD semanas después de las elecciones de julio de 2012 —y a que con su salida del partido amarillo acabó la dictadura tabasqueña en el PRD—, los jefes del partido amarillo, Los Chuchos, pudieron imaginar, idear y negociar libremente con el PAN, luego con el PRI, el multicitado Pacto por México.
 En el fondo, López Obrador hizo posible el milagro “de los panes y los peces”, ya que al abandonar las filas del partido amarillo, desaparecieron los principales obstáculos para que los nuevos jefes del PRD, Los Chuchos iniciaran un proceso de negociación con el PAN, luego con el PRI y al final con el gobierno de Enrique Peña. Esas negociaciones hoy se conocen como el Pacto por México.
 ¿Hubiese sido posible la alianza del PRD, PAN, PRI y Peña Nieto, si López Obrador hubiese seguido como el más influyente líder del PRD y de las mal llamadas izquierdas? La respuesta es contundente: no.
 Y las razones son elementales. Porque AMLO hubiese reventado toda posibilidad de alianza con el PRI de Enrique Peña Nieto, y no se diga con el PAN. ¿Y por qué se hubiese negado? Porque la cultura política de López Obrador es destruir todo lo que puedan hacer sus adversarios, a partir de la premisa de que todo se hará bien cuando él llegue al poder presidencial.
 Al final de cuentas, AMLO sigue haciendo el trabajo sucio para favorecer las victorias de Enrique Peña Nieto. Y es que primero reventó al gobierno de Calderón, con lo que convirtió al mexiquense en el mejor candidato presidencial, luego reventó a Marcelo Ebrard, que pudo ser un verdadero contricante de Peña y hoy AMLO puede ser visto como el padre del Pacto por México.
 EN EL CAMINO
 Por cierto, la iniciativa que en horas presentará el presidente en materia energética será digna de un equilibrista. Retomará lo mejor del PAN, lo muy bueno del PRD y evitará el desborde callejero. Al tiempo.
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Columna Razones/ Jorge Fernández Menéndez
Excélsior, 06/08/2013
Churros para Pemex
No hay indicio alguno de que la legalización de la mariguana reducirá la violencia, aunque sus impulsores lo repitan una y otra vez.
Siempre la negociación de los paquetes legislativos termina siendo una suerte de quid pro quo: hay que saber qué se recibe para saber qué se da. Que existan leyes que tengan un amplio espectro de acuerdo tras muchos años de debate no minimiza ese principio. Siempre habrá alguien más interesado en sacarla adelante que otros. Y el haber estado alternativamente en el gobierno y en la oposición no modifica ni un ápice esa forma de actuar de los partidos en el Congreso. Lo que cambia, en todo caso, son sus prioridades.
Mañana, según anunció, el presidente Peña Nieto tomará una de las acciones más importantes de su sexenio: presentará la iniciativa de reforma energética que marcará la capacidad del gobierno federal de sacar adelante sus verdaderos proyectos estratégicos y sus acuerdos con otras fuerzas. En esto, como en todo, la administración de Peña tendrá que decidir qué marcos de alianzas desea implementar. Y hasta dónde está dispuesta a conceder en ese proceso, asumiendo que en política no suelen existir unanimidades.
 El PAN presentó su propuesta de reforma energética en un contexto en el cual pareció existir consenso de sus distintas corrientes, demandando, además, una reforma política que sea previa a la energética o por lo menos simultánea. El propio presidente Peña ha dicho que su iniciativa sería similar a la del PAN, pero con algunos ajustes. Hay quienes dicen que podría acercarse a la de Cuauhtémoc Cárdenas (oficializada por el PRD), que contempla cambios de fondo pero no reformas a la Constitución, al contrario de lo planteado por el PAN: quizás el gobierno federal busque, en este contexto, una propuesta energética que le permita llegar con sus dos aliados del Pacto a la aprobación de la ley y, más tarde, a la reforma hacendaria y fiscal.
 El problema es todo lo que gira alrededor de estas propuestas centrales. En la iniciativa de reforma política del PAN hay muchos artículos que serán compartibles por el PRD e incluso por el PRI, pero otros, como la institucionalización de las segundas vueltas, sería visto como una decisión en directo detrimento de las posibilidades del PRI. Y si como ya hemos dicho en muchas oportunidades aquí, impulsar la reforma política al mismo tiempo o con antelación a la energética, puede hacer abortar los acuerdos para esta última, mucho más trascendentes que los primeros. Así le ha sucedido a todos los presidentes desde Ernesto Zedillo hasta nuestros días.
 Pero si esa propuesta teniendo lógica es un error, la iniciativa de un grupo de políticos y profesionales de élite, de legalizar la mariguana en la capital del país al mismo tiempo que se analiza la reforma energética es, lisa y llanamente, un despropósito. Primero porque el tema da planas en los medios y minutos en la televisión, pero no está en absoluto entre los temas prioritarios de los capitalinos. Segundo, porque no hay indicio alguno de que la legalización de la mariguana reducirá la violencia, aunque sus impulsores lo repitan una y otra vez. Mucho menos que desarticulará las redes de poder del narcotráfico. Los ejemplos internacionales que se toman, terminan siendo ridículos: sí se legalizó la droga en Uruguay, el problema es que ese país tiene una extensión territorial un poco mayor que la mancha urbana de la Ciudad de México, donde viven poco más de dos millones de personas (la décima parte de la Ciudad de México) que conservan el mejor sistema educativo y de salud del continente. Se habla de los estados de Washington o Colorado y se olvida que ambos tienen el mejor nivel de vida de la Unión Americana y nunca han tenido problemas reales de seguridad. Es políticamente correcto y atractivo pedir la legalización de la mariguana cuando eso lo hace un ex rector, un ex canciller, un ex presidente, entre otros que se mueven en un ambiente de absoluta comodidad. Tendrían que preguntarse por qué no sólo no lo piden nuestros especialistas en salud pública y muchos menos la madre de alguna colonia perdida de Iztapalapa que no sabe qué hacer con su hijo adicto y para el cual la opción de seguir consumiendo, sea legal o no la droga, está determinada por la posibilidad de hacerse de algún dinero, por la buena o por la mala.
 Esas madres, se lo puedo asegurar porque he platicado con ellas, lo que quieren es una buena escuela, un buen servicio de salud, empleos para ellas y para sus hijos. Si una vez teniendo todo eso se legaliza o no la mariguana, la verdad es que no importa. Pero contaminar con estos debates el que nos podría permitir obtener los recursos para sacar adelante todos esos objetivos, es lo que minimiza, achica, hace perder de vista las prioridades del país y de la gente.
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Las voces contra la prohibición de la marihuana exponen razones poderosas/
JORGE CASTAÑEDA / HÉCTOR AGUILAR CAMÍN
El País,. 6 AGO 2013
México ha pagado todo lo que tenía que pagar en su guerra contra las drogas, 60.000 muertos en los últimos seis años, pero las drogas siguen ahí, fluyendo hacia el norte establemente a pesar y a través de los muertos.
Pocos países tienen mejores credenciales que México, y más fútiles, en la tarea de colaborar con esa guerra absurda, inventada por razones electorales a finales de los años sesenta y principios de los setenta, para que el partido republicano y su candidato Richard Nixon pudieran oponer a la pujante agenda social de los demócratas una oferta conservadora de ley y orden: seguridad pública, combate al crimen, contención del vicio. Nixon ganó la elección con esa agenda y la volvió política de su Gobierno.
El primer invitado obligatorio a la guerra contra las drogas fue México, mediante un sellamiento de la frontera llamado Operación Intercepción (1969), que mostró rápidamente su doble delirio: sellar la frontera para evitar el paso de drogas y evitar el consumo en las grandes ciudades americanas.
Desde entonces, los Gobiernos mexicanos han sido invitados obligatorios a todas las estrategias diseñadas por Washington para alcanzar el mismo objetivo inalcanzable: detener el flujo de drogas al mercado estadounidense.
Todos los Gobiernos mexicanos han hecho esfuerzos solidarios y tenido logros históricos en el combate al narcotráfico, la captura de capos, la erradicación de siembras, el decomiso de cargamentos, el castigo a cómplices gubernamentales.
México persigue hoy en su territorio cosas permitidas en Estados Unidos
El Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012) hizo el esfuerzo mayor para ampliar la cooperación de México con la guerra de Nixon, Carter, Reagan, Clinton, los Bush y Obama. Nunca hubo más fuerza pública desplazada, más dinero gastado, más decisiones difíciles asumidas, más capos, sicarios y cargamentos detenidos, más funcionarios y policías corruptos traídos a la justicia que durante estos años. Nunca hubo tampoco más muertos ni tuvo el país una imagen más sangrienta que ofrecer ante sus propios ojos y los de los demás.
Nadie puede decir que México no ha estado dispuesto a pagar el costo del consenso prohibicionista que rige hoy en todo el mundo. Nadie puede negar que ha fracasado.
Lo sucedido en México es una versión extrema de lo que ha pasado en todo el mundo. La guerra contra las drogas de Nixon fue asumida por los Gobiernos estadounidenses que le siguieron y convertida en una agenda prohibicionista mundial radicada en la ONU.
El mundo entero fracasa ahora en lo que México, y antes Colombia, y Myanmar y Afganistán y Rusia, y desde luego Estados Unidos, han fracasado, que es reducir el consumo de drogas en los países consumidores mediante la represión de su flujo en los países de producción y paso.
La evidencia del fracaso ha llevado a muchos líderes latinoamericanos, antiguos presidentes y jefes de Estado a revisar su compromiso con la prohibición y a insistir en la necesidad de un acercamiento distinto. Es el caso de los expresidentes Ernesto Zedillo y Vicente Fox de México, Fernando Henrique Cardoso de Brasil, César Gaviria de Colombia o Ricardo Lagos, de Chile.
Es el caso también, más significativamente todavía, de los mandatarios en funciones Juan Manuel Santos de Colombia, José Mujica de Uruguay, Otto Pérez Molina de Guatemala y Laura Chinchilla de Costa Rica. En su más reciente asamblea celebrada en Guatemala hace unas semanas, la OEA presentó un amplio informe sugiriendo la posibilidad de al menos legalizar la marihuana.
A nadie se le ocultan las dificultades políticas, diplomáticas, legales y sanitarias de una orientación legalizadora o despenalizadora de la guerra contra las drogas. Pero los tiempos están cambiando y la sensibilidad antiprohibicionista empieza a tener voceros que es difícil desoír.
El daño que los fumadores de marihuana pueden hacerse a sí mismos y a otros es mucho menor que el daño social de perseguirlos
Siguiendo el espíritu de los tiempos, en México aparece o se reúne ahora una voz plural y a la vez unitaria en la materia. Parte de la convicción de que al menos la marihuana debe iniciar en nuestros países un proceso de legalización, regulación y despenalización equivalente al que ha empezado a darse dentro de los mismos Estados Unidos, donde hay hoy 19 Estados que han legalizado el uso terapéutico de la marihuana y dos en los que es legal el uso recreativo sin restricción ninguna (Colorado y Washington).
El grupo mexicano se propone una despenalización del consumo de la marihuana en la Ciudad de México y está formado, en su primer núcleo de adherentes, por distinguidos servidores públicos de los últimos Gobiernos del país: el exsecretario de Hacienda Pedro Aspe, el exsecretario de Salud Juan Ramón de la Fuente, el exsecretario de Gobernación Fernando Gómez Mont, así como por los autores de este artículo, la escritora Angeles Mastretta y la activista de la seguridad pública, María Elena Morera.
El grupo está abierto a nuevos miembros. Dirige sus esfuerzos a lograr que la asamblea legislativa de la Ciudad de México apruebe una ley que permita comprar una dosis razonable de marihuana para consumo personal. La actual ley permite dosis tan pequeñas que después de los cinco gramos el portador debe ser tratado como narcomenudista (vendedor de drogas ilegales en pequeña escala) y recibir un tratamiento penal que empieza con la privación de la libertad.
¿Por qué proponer esta liberalización en la capital, por qué solo la marihuana y por qué solo el consumo?
— Porque la ciudad de México es una capital progresista, abierta, que ha legislado ya sobre cuestiones claves de la libertad de costumbres como los matrimonios del mismo sexo, el aborto y la muerte asistida.
— Porque los datos disponibles indican que la marihuana es una droga cuyos efectos tóxicos y consecuencias en la salud son menores que los de otras drogas permitidas como el alcohol y el tabaco.
— Porque el daño que los fumadores de marihuana pueden hacerse a sí mismos y a otros por consumirla es mucho menor que el daño social de perseguirla. (Casi el 80% de los presos que hay en cárceles federales de México están acusados por hechos vinculados a “delitos contra la salud,” narcomenudismo o narcotráfico. El 57% de ellos están presos por ilícitos vinculados a la marihuana).
— Porque un alto porcentaje, quizá el 30 o 40%, de los ingresos de las organizaciones de narcotraficantes mexicanos provienen de la marihuana.
— Porque por la presión de Estados Unidos y por el compromiso con el consenso prohibicionista mundial, México persigue hoy en su territorio cosas que están permitidas y hasta empiezan a ser florecientes empresas en territorio estadounidense.
¿Qué hará el Gobierno mexicano ante la contradicción de que uno de sus principales gobiernos locales legalice lo que tiene prohibido el federal? Probablemente lo mismo que ha hecho el Gobierno federal estadounidense: mirar a otra parte y reconocer, como ha dicho el presidente Obama, que tiene peces más gordos que pescar.
Quizá la cuenta regresiva del carísimo y sangriento consenso prohibitivo de las drogas ha empezado ya, de la manera más inofensiva, en su mismísima cuna norteamericana: permitiendo que quien quiera pueda fumar (e inhalar, añade el presidente Clinton) un buen pito de mota \[cigarrillo de marihuana\].
Aclaración no pedida: a los autores de esta nota no les da por la mota.

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