El papa Francisco se enfrenta a los ultraconservadores católicos
Los
cambios ordenados por el jesuita amenazan con debilitar a una cofradía
acostumbrada a codirigir el destino de la Iglesia católica.
Celebrada
en Brasil en julio de 2013, la última Jornada Mundial de la Juventud es
percibida por muchos como el evento inaugural del pontificado del papa
Francisco. Pero para otros, el verdadero debut de Jorge Mario Bergoglio como
máxima autoridad del Vaticano se consumó el sabado 21 de septiembre, cuando puso
en marcha un conspicuo cambio de personal en la jerarquía eclesiástica;
preludio de una reforma más profunda de la Curia romana que buscaría restringir
el poder de los ultraconservadores en la Santa Sede.
El
arzobispo Benjamino Stella tomará el lugar de Mauro Piacenza en la jefatura de
la Congregación para el Clero, que se ocupa de los seminaristas y sacerdotes.
Stella, de 72 años, fue nuncio en Cuba y en Colombia y se desempeñó hasta ahora
en la Pontifica Academia Eclesiástica.
El arzobispo Lorenzo Baldisseri, de 73
años, fue nombrado secretario del Sínodo de obispos en sustitución de Nikola
Eterovic. Eterovic, de 62 años, representante del ala más conservadora de la
Iglesia, será el nuevo nuncio apostólico de Alemania.
En
entrevista con DW, Gerhard Kruip, profesor de Antropología Cristiana y Ética
Social en la Universidad de Mainz, negó que existiera un enfrentamiento frontal
entre el papa Francisco y la Curia. No obstante, los movimientos de personal
ordenados por Bergoglio amenazan con debilitar a una cofradía acostumbrada
desde hace años a codirigir el destino de la Iglesia católica. Cabe intuir que
habrá fricciones. “Si las hay, éstas no tendrán lugar entre el Papa y la Curia,
sino entre Francisco y algunos miembros de ese gremio”, dijo Kruip.
Como
en un partido de ajedrez, las jugadas de Bergoglio han sido sesudamente
preparadas; su meta es impulsar el ascenso de hombres que comulguen con su
postura: Piacenza es discípulo del cardenal conservador Giuseppe Siri y estaba
considerado como una figura cercana al secretario de Estado, Tarcisio Bertone,
quien dejará el cargo a mediados de octubre por decisión de Francisco.
Las
declaraciones del papa Francisco a Civiltá Cattolica–traducidas a diferentes
idiomas y publicadas simultáneamente por otras dieciséis revistas jesuitas el
pasado jueves (19-9-2013)– también parecen formar parte de su plan.
En la
extensa entrevista, calificada de “histórica” por varios medios, Bergoglio
instó a los representantes de la Iglesia, desde la Curia hasta las parroquias,
a asumir una actitud menos obsesiva de cara a temas como la anticoncepción, el
aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo.
“Veo
a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es
preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que
curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto”, reza un segmento de la
entrevista en el que Bergoglio invita a los religiosos a “tener en cuenta a la
persona” que sufre y busca consuelo.
El Papa subrayó que el confesionario “no
es una sala de tortura, sino aquel lugar de misericordia en el que el Señor nos
empuja a hacer lo mejor que podamos”.
“No
podemos reducir el seno de la Iglesia universal a un nido protector de nuestra
mediocridad”, atestó el argentino, pronunciándose en contra de que la Iglesia
católica funcione “como una capillita en la que cabe sólo un grupito de
personas selectas”.
El papa Francisco acotó en Civiltá Cattolica: “Tenemos, por
tanto, que encontrar un nuevo equilibrio, porque, de otra manera, el edificio
moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder
la frescura y el perfume del Evangelio”.
Las reacciones no se hicieron esperar.
“No
cabe duda de que lo dicho por el papa Francisco constituye un reto. Todos,
especialmente los arzobispos y las conferencias episcopales, se verán obligados
a reajustar sus prioridades, su estilo, su tono”, opinó un alto prelado del
Vaticano bajo condición de anonimato. “Con frecuencia hemos puesto asuntos
morales por delante de la fe en lugar de hacer lo contrario. Lo que el Papa nos
recuerda es que las normas son una consecuencia de la fe; no es la fe la que se
deriva de las normas”, comentó otro miembro de la jerarquía vaticana.
El arzobispo alemán Gerhard Ludwig aconsejó no
hacerse falsas expectativas frente a la anunciada reforma de la Curia.
El
arzobispo alemán Gerhard Ludwig Müller –quien fue confirmado por Bergoglio como
prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe– aconsejó no hacerse
falsas expectativas frente a la anunciada reforma de la Curia; Müller no cree
que el Vaticano renuncie a competencias para darle mayor autonomía a las
Iglesias de cada país. Otros expertos en materia vaticana secundan a Müller y
advierten que, pese a lo expresado por el papa Francisco en la entrevista de
Civiltá Cattolica,no habrá grandes cambios en la doctrina católica.
Soplan
vientos de cambio en la Santa Sede.
Puede que los unos comparen el afán de
transformación del papa Francisco con el ímpetu de un huracán y los otros, con
una brisa que refresca; pero, en todo caso, nadie ignora el contraste entre el
discurso programático del alemán Benedicto XVI (2005-2013) y el del argentino,
cuyo pontificado apenas va por su sexto mes: la doctrina moral del catolicismo
era lo más importante para Joseph Ratzinger, mientras que Jorge Mario Bergoglio
ha puesto énfasis en la doctrina social de esa religión.
Como
jefe de Estado, también Ratzinger intentó arrojar luz sobre los resquicios más
oscuros del Vaticano –el opaco Instituto para las Obras de la Religión, por
ejemplo–, pero al octogenario le faltaban las herramientas de las que Bergoglio
parece disponer por naturaleza.
Las riendas de la Iglesia católica han pasado
de las manos de un líder lúcido pero ensimismado a las de uno igualmente
reflexivo pero mucho más comunicativo.
El papa Francisco sabe cómo hablar con
los feligreses y también con los periodistas. Y su fotogenia no lo perjudica.
De
ahí la luna de miel que disfruta el primer Papa latinoamericano con la prensa
internacional. El gran desafío de Francisco es demostrar que sus actos son
coherentes con sus gestos y palabras, y él luce dispuesto a aprovechar la
atención que le prestan los medios para hacer de la suya una gestión lo más
transparente posible. De sus logros sólo se podrá hablar mucho más adelante.
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