4 nov 2013

Nerds espían para Obama: Excélsior.


·      Nerds espían para Obama
En términos de espionaje, la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) tiene pocos competidores. Pero si alguien espera que sus agentes sean una colección de audaces cero-cero-sietes está listo para una decepción. Una muy profunda decepción... La mayor agencia de espionaje estadunidense, la protagonista involuntaria del escándalo que lleva ya dos meses en primeras planas de todo el mundo y ha puesto en la picota a la diplomacia de Estados Unidos y a los gobiernos de un número creciente de países, no está compuesta sino por nerds, esos empollones de los que “todo mundo” se burlaba en la escuela por una inverosímil afición a las matemáticas, y por hackers, los expertos en computación.
Son nerds, los genios que espían para Barack Obama

La Agencia de Seguridad Nacional espía a todo el mundo gracias a los especialistas en matemáticas y computadoras
Excelsior, 04/11/2013
Nota de José Carreño Figueras
CIUDAD DE MÉXICO, 4 de noviembre.- En términos de espionaje, la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) tiene pocos competidores.
Pero si alguien espera que sus agentes sean una colección de audaces cero-cero-sietes está listo para una decepción. Una muy profunda decepción...
La mayor agencia de espionaje estadunidense, la protagonista involuntaria del escándalo que lleva ya dos meses en primeras planas de todo el mundo y ha puesto en la picota a la diplomacia de Estados Unidos y a los gobiernos de un número creciente de países, no está compuesta sino por nerds, esos empollones de los que “todo mundo” se burlaba en la escuela por una inverosímil afición a las matemáticas, y por hackers, los expertos en computación.
La razón es simple. Desde su inicio, la NSA fue creada para una sola función: la intercepción de señales electrónicas, descifrar códigos de seguridad y proteger las propias.
Creada en 1952 a partir de la Agencia de Seguridad de las Fuerzas Armadas, la NSA fue conocida por mucho tiempo   como  “No Such Agency” (no hay tal agencia), que era la respuesta que entre broma y verdad provocaban las preguntas.
Pero un auténtico bosque de antenas parabólicas en los terrenos de Fort Meade, Maryland, a 50 kilómetros de la capital estadunidense, era la mayor, aunque no la única señal de la existencia de una organización que se supone tiene hasta 50 mil empleados en por lo menos cuatro grandes instalaciones dentro de Estados Unidos y varias más alrededor del mundo.
Otra señal podrían ser las instalaciones eléctricas. Después de todo, las instalaciones de la NSA en Fort Mead consumían tanta electricidad como la pequeña ciudad de Annapolis, la capital del estado de Maryland, que al momento de la comparación en 2007 tenía unos 36 mil habitantes.
La existencia oficial de la NSA no ocurrió sino después de 1982, luego de que el historiador James Bamford publicara un libro-reportaje que abrió los ojos a muchos. The Puzzle Palace (El palacio del rompecabezas) rompió décadas de silencio e hizo familiar a los estadunidenses con una organización que no sólo tiene las computadoras más avanzadas, sino los sistemas de intercepción más complejos y eficientes... una que haría palidecer de envidia al “Gran Hermano” imaginado por el británico George Orwell en su novela 1984.
Satélites, barcos espías, programas de computación... prácticamente no hay herramienta técnica que la NSA no aproveche y en algún caso, tal vez no haya adelantado. Un presupuesto estimado en por lo menos diez mil millones de dólares anuales ayuda, ciertamente, a adquirir muchos juguetes.
De hecho, las acciones más audaces o más conocidas de la NSA tienen que ver más con lo que sucede a sus vehículos de intercepción, o reflejos de fracaso. De hecho, el cuartel general de la NSA tiene una pared en la que están inscritos los nombres de 171 personas que han muerto a su servicio, la mayoría mientras tripulaban un barco hundido cerca de las costas vietnamitas o coreanas, o un avión espía en esas regiones durante lo mas álgido de la Guerra Fría.
Pero las misiones, las que se supieron y las que no, han sido siempre la misma: aplicar la “aspiradora de datos”. Una de tal tamaño y con tal capacidad que sólo es posible entender con ayuda de la ciencia ficción.
¿Sabe que es un exabyte?  Equivale a mil 24 petabites, y cada petabyte está compuesto por mil millones de gigabytes.
Ese es el universo de la NSA. Uno en el que navega por datos contados en millones de gigas, en el que en un sólo día puede “cosechar” la lista de direcciones de correo electrónico de 444 mil 743 usuarios de Yahoo!, 105 mil 68 de Hotmail, 82 mil 857 de Facebook, 33 mil 697 de Gmail y 22 mil 881 de otros. De acuerdo con The Washington Post, eso implica 250 millones de agendas de direcciones al año.
 Y eso no es todo. De acuerdo con Bamford, la NSA logró acceso a todas las llamadas que se originaron en, cruzaron por o llegaron a Estados Unidos; o sea una tercera parte de todas las llamadas internacionales de teléfono del mundo. ¿Internet? En 2009 se estimaba que todo el tráfico de internet del mundo pasaba por Estados Unidos.
 Al margen de la verdadera imposibilidad de escuchar o leer todas las comunicaciones que intercepta, la NSA usa una serie de herramientas tecnológicas que incluyen reconocimiento facial, de voz, palabras clave, con ayuda de la metadata recolectada, esto es, el número o la persona que inicia la llamada al número o la persona que la recibe.
 Para lograrlo, tiene no una, sino varias supercomputadoras capaces de hacer millones de operaciones por segundo.
 Para empezar, tiene tres de las 20 computadoras más potentes y modernas, incluso la que está en primer lugar, para procesar sus datos: grabaciones de voz, ubicación de llamadas, almacenamiento de datos. De acuerdo con la información conocida, sólo una de sus computadoras, la llamada Sequoia BlueGene/Q,  tiene una memoria de un millón 572 mil 864 gigas.
 Además, la NSA está facultada para registrar patentes de los programas  y del equipo que desarrolla para cumplir con sus objetivos, aunque nadie sabe cuáles son.
 ¿Extraña pues que organizaciones más “cero-cero-siete” como la Agencia Central de Inteligencia (CIA), aprovechen la colaboración de la NSA para localizar los sitios donde se hallan los presuntos terroristas para atacarlos con aviones a control remoto?
 De hecho, entre los documentos develados por el disidente Edward Snowden hay uno en el que se consigna que un mensaje de correo electrónico de una de las esposas de Osama bin Laden fue una de las pistas para ubicar finalmente al líder fundamentalista.
 Y para alimentar mejor la preocupación, por no decir la paranoia, versiones publicadas sobre todo en medios técnicos especializados afirman que la NSA –o más bien sus enviados– ha trabajado de cerca con los desarrolladores de programas para dejar siempre algún hueco que permita el acceso a la data “por la puerta trasera”.
 En alguna medida, ése ha sido su problema. No porque haya tenido o no el permiso de espiar, con el que siempre ha contado, sino porque, como dice el analista político Charles Cook, lo hizo porque podía hacerlo.
 “Tiene la capacidad tecnológica para escuchar las llamadas de (la canciller alemana Angela) Merkel o para el caso, las de cualquier otra persona y no tiene órdenes específicas de abstenerse de hacerlo...” escribió Cook.
 Tal vez por eso es que el 11 de junio de este año, apenas semanas después de iniciado el actual escándalo, la televisión estadunidense reportaba que las ventas de 1984, el relato del gobierno que todo lo ve, lo oye y lo sabe, publicado por George Orwell en 1949, se habían disparado seis mil por ciento. 

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