22 dic 2013

Mitos y peligros del gas “shale”


Mitos y peligros del gas “shale”/JENARO VILLAMIL
Revista Proceso # 1938, 21 de diciembre de 2013
Empresarios y ambientalistas llevan meses advirtiendo que la extracción de gas de esquisto –más conocido como gas shale– no sólo es cara, sino que implica técnicas de inyección hidráulica que demandan enormes volúmenes de agua y causan daños ecológicos. Un dato significativo: mientras que la extracción de un barril de petróleo cuesta 10 dólares, la de gas shale es cinco veces más cara. Aún así, este tipo de hidrocarburo es una de las zanahorias que más ofrecen los defensores de la reforma energética.
La supuesta riqueza del gas de esquisto o gas shale,  promovida como uno de los negocios más promisorios de la reforma energética,  puede convertirse en otro gran mito, pues según informes de organizaciones ambientalistas, empresarios y funcionarios del sector, no es tan limpio ni abundante; menos aún rentable.
“Muy pocos productores de lutitas –como también se le conoce a este hidrocarburo– ganan con el gas, así que no se crean que es el gran negocio”, advierte José de Jesús Valdez Simancas, director general de Alpek, filial del Grupo Alfa, que mantiene una sociedad con consorcios estadunidenses al sur de Texas para explotar el gas shale.
 A principios de mes, durante el Foro Monterrey Summit 2013, Valdez afirmó que extraer un barril de crudo en México tiene un costo de 10 dólares, mientras que el de gas shale es de 50.

 Aroa de la Fuente, integrante de la organización Fundar, experta en sector energético, declaró a su vez que tampoco existe un “alto margen de ganancia” para explotar este tipo de gas, que se extrae de las rocas por medio de una inyección hidráulica –técnica conocida como fracking– que reclama altos volúmenes de agua.
 Tan sólo para obtener ese tipo de gas en Coahuila, Nuevo León o Chihuahua se utilizan cantidades de agua equivalentes a la que consumen 7 millones de personas, expuso De la Fuente en ese foro.
 Fundar y agrupaciones como el Grupo de Estudios Ambientales, Equipo Pueblo, LaVida, Coalición de Organizaciones Mexicanas por el Derecho al Agua (COMDA) y Sendas, entre otras, crearon la Alianza Mexicana contra el fracking para argumentar que la tecnología utilizada en la explotación del gas shale es nociva –“invariablemente se contaminan mantos freáticos y aguas superficiales”– y contribuye al calentamiento global.

Según el informe Principales problemas identificados con la explotación de gas de esquisto por fractura hidráulica en México (fracking), elaborado en agosto último por la alianza ambientalista en vísperas de la discusión de la reforma energética, esas técnicas “desvían valiosos recursos que podrían ser destinados a implementar una urgente transición hacia fuentes de energía renovables y sostenibles, así como a introducir modelos económicos más eficientes que reduzcan sustancialmente la tasa de extracción-consumo-desecho de materiales en el mundo, sin perjudicar las condiciones de vida de la población, en condiciones de equidad”.

Asienta también que en Estados Unidos existen más de mil casos comprobados de contaminación de agua cerca de pozos de fractura hidráulica, lo que acelera la escasez de agua, “ya que se requieren de 9 a 29 millones de litros para la fractura de un solo pozo, y se utilizan químicos que en 25% pueden causar cáncer y mutaciones, 37% afectan al sistema endocrino y más de 50% causan daños en el sistema nervioso central”.

Los gobiernos de Francia, Bulgaria, Rumania, Alemania, del cantón de Friburgo en Suiza, e Italia incluso ya prohibieron el uso del fracking para la extracción del gas shale. En este último país dos proyectos de explotación de gas de esquisto fueron paralizados: uno mediante la protesta social y otro por decisión gubernamental.

En Sudáfrica, las autoridades establecieron una moratoria en septiembre de 2012 para la explotación de este gas en Karoo. En Irlanda del Norte, el parlamento votó a favor de que se aplazara dos años la eventual aplicación del fracking. Y en Canadá, uno de los países más ricos en este tipo de gas, la provincia de Quebec prohibió desde 2011 la explotación mediante esta técnica.

Hace año y medio, el consejero profesional de Pemex Héctor Moreira Rodríguez comentó a Proceso la necesidad de debatir y regular mejor los proyectos relativos a dicho hidrocarburo: “Algunos funcionarios pretenden que toda la explotación del gas shale se haga a través de una empresa distinta a las subsidiarias que tiene Pemex para permitir toda la inversión privada”.

En Argentina el fracking fue prohibido en la comunidad de Conco Salto, en la Patagonia, pero la práctica continúa en otras partes de esa nación, considerada como la segunda más importante por su número de reservas de gas shale técnicamente recuperables.

En 2012 y 2013, las localidades autónomas españolas de Cantabria y La Rioja, respectivamente, hicieron lo propio para suspender la fractura hidráulica en sus territorios. A su vez, Fuerteventura, isla del archipiélago canario, se opone al proyecto del gobierno central de Madrid de explotar gas de esquisto en el mar.

En Gran Bretaña también existe oposición a la explotación del gas de esquisto. El consejo municipal de Keynsham Town votó en contra, a pesar de que el ayuntamiento sigue firme en su apuesta por esta actividad.
Expectativas a la baja
La fiebre por este tipo de gas natural inició en México a principios de 2010, cuando la Agencia Internacional de Energía de Estados Unidos (AIE) calculó en 680 millones de pies cúbicos las reservas del hidrocarburo en Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y en partes de Chihuahua y Veracruz.
En abril pasado la misma agencia disminuyó sus expectativas. Afirmó que dichas reservas eran de 545 billones de pies cúbicos, mientras que los estudios de Pemex estimaron que en las provincias geológicas de Burro-Picachos-Sabina, Burgos-Tampico-Misantla, así como Veracruz y Chihuahua, en realidad oscilaban entre 150 y 459 billones.

El dirigente nacional del PAN, Gustavo Madero, incluso dijo que su partido proponía abrir 20 mil pozos al año para la explotación del gas shale.  De cumplirse con esta expectativa se necesitaría un volumen de agua equivalente al necesario para cubrir el consumo doméstico de 4.9 a 15.9 millones de personas en un año, según el reporte de Fundar.

En Coahuila los trabajos de exploración comenzaron en 2012. El año previo, según el informe de la alianza ambientalista, el Diario Oficial de la Federación publicó que el acuífero Allende-Piedras Negras es la región identificada como la más rica en gas de esquisto. En junio de 2012 el gobernador Rubén Moreira propuso construir 10 mil pozos mediante el fracking, pese a las recomendaciones del estudio publicado en el Diario Oficial.

Los autores de la investigación de Fundar refieren que la disponibilidad media anual de agua subterránea para el acuífero Allende-Piedras Negras es de 18.7 millones de metros cúbicos al año. De construirse los 10 mil pozos que propone Moreira, “se requerirían entre 90 y 290 millones de metros cúbicos de agua en el transcurso de algunos años”, estima la alianza ambiental contra el fracking.

Y agrega: “Nos sorprende que la propuesta de decreto para el acuífero Allende-Piedras Negras (Cofemer, expediente 04/0970/230413) no establezca la veda recomendada sino una ‘zona reglamentada’, lo que permitiría a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) vigilar las concesiones y asignaciones, sin dejar de autorizar el uso de este volumen del acuífero para actividades de extracción de gas por fractura hidráulica”.

Actualmente, en los municipios de Nava y Guerrero, en Coahuila, la empresa Geokinetics realiza los trabajos de exploración de gas shale. Llevan 25% de avance, declaró Pedro Tinoco, vocero de la empresa, al diario regional La Vanguardia.

“El estudio abarca 11 mil 500 kilómetros cuadrados o unas 140 mil hectáreas, por lo que desde un campamento ubicado en el municipio de Guerrero se realizan las operaciones”, afirmó Tinoco.

En Chihuahua, autoridades y empresarios como Eloy Vallina dicen estar dispuestos a invertir en el gas shale, pero el Grupo Alfa, de Monterrey, prefirió invertir más en territorio de Estados Unidos que en México.

Pemex estima que la inversión requerida para extraer este gas natural es de 30 mil millones de pesos entre 2010 y 2016. Para los próximos 50 años requeriría de un presupuesto estimado en 600 mil millones de pesos para el óptimo desarrollo de una industria de explotación de este tipo de gas.

En Estados Unidos, la potencia energética mundial que ha promovido la exploración y explotación del gas shale, la misma industria gasífera reconoce que en 80% de los pozos perforados los costos de producción superan las ganancias esperadas. Al menos eso indican los reportes de la prensa especializada citados por la alianza contra el fracking.

El gas shale se convirtió en una alternativa a raíz de la declinación de los yacimientos de gas y petróleo convencionales, al tiempo que se incrementó la demanda a nivel mundial. Tras el crack financiero de 2008, Estados Unidos impulsó la explotación de este tipo de hidrocarburo hasta representar 40% del total de su producción de gas natural, pero el alto costo de producción en varios pozos ha vuelto inviable económicamente la explotación en territorio estadunidense.
El factor del narcotráfico
La fiebre por el gas shale en México, similar a lo que ocurrió en 2008 con la exploración en los campos de aguas profundas, se debe a la cercanía del país con tres campos petroleros estadunidenses altamente productivos en el Golfo de México y la posibilidad de que se establezcan en territorio nacional.
Se trata de los llamados “campos elefantes”, que representan “grandes posibilidades de hallazgos similares en aguas mexicanas”, según geólogos entrevistados por la agencia Reuters el domingo 15. Sin embargo, de los 25 pozos perforados en aguas profundas, sólo en cinco hay viabilidad.
Lo mismo sucede con los yacimientos de esquisto en Texas, Eagle Ford, y en la cuenca Permian, colindante con los estados fronterizos mexicanos. Nada garantiza, hasta ahora, que la rentabilidad de la explotación del gas shale en Texas sea equivalente a la mexicana.
El gran factor de riesgo es la inseguridad de la zona, en entidades donde los cárteles del Golfo y de Los Zetas se disputan el control.
“¿Hay gente involucrada en Eagle Ford que querrá cruzar la frontera al sur? Quizá no, debido a las grandes preocupaciones por la inseguridad”, confió Kenneth Medlock, del Centro de Estudios Energéticos de Rice University, de Houston, a la agencia Reuters.

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