23 feb 2014

La larga historia de un emporio


La larga historia de un emporio/JORGE CARRASCO ARAIZAGA
Revista Proceso # 1947, 23 de febrero de 2014
Numerosas voces de especialistas y hasta de delincuentes machacaron durante años con lo mismo: Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, era protegido por el gobierno federal. Y eso se dijo durante los dos sexenios panistas. Esa percepción empezó con la fuga del capo, en 2001, cuando arrancaba la administración de Fox, y se fortaleció al ver crecer el poder del delincuente hasta hacerlo figurar en la lista de los más ricos del mundo durante la administración de Calderón… Y ambos expresidentes blanquiazules declararon públicamente su beneplácito por la captura.

Los años dorados de Joaquín El Chapo Guzmán fueron los mismos en los que el PAN estuvo en el poder. Desde su fuga al inicio del gobierno de Vicente Fox hasta convertirse en el hombre más buscado del mundo en el de Felipe Calderón, el Cártel de Sinaloa pasó de un grupo delictivo nacional a una empresa multinacional.
Por su condición de prófugo inalcanzable durante los sexenios panistas, Joaquín Guzmán Loera se volvió el jefe más referenciado de la llamada Federación de Sinaloa, que repartió su liderazgo en un triunvirato hasta la captura del Chapo, ocurrida a las 6:40 de la mañana del sábado 22, en Mazatlán, Sinaloa, luego de una semana de operativos de la Marina y la DEA en Culiacán y Mazatlán.

La jefatura del cártel se distribuyó entre Ismael El Mayo Zambada y Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, a quienes las autoridades mexicanas no han detenido pese a su vieja historia.
 Apenas se fugó del penal de máxima seguridad de Puente Grande, el 19 de febrero de 2011, cuando Vicente Fox no cumplía ni dos meses en el poder, comenzó a construirse la figura de Guzmán como un narcotraficante poderoso.
Fue el primero y hasta ahora el único, que se conozca, en fugarse de un penal de máxima seguridad en México. Pesaban sobre él 11 años de condena. Aunque le faltaban tres, se fugó luego de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación autorizara la extradición de nacionales.
Estuvo en prisión casi ocho años, desde que por accidente fue detenido en Guatemala cuando se cayó la avioneta en la que se desplazaba. El 10 de junio de 1993, en el gobierno de Carlos Salinas, el entonces procurador general de la República, Jorge Carpizo, anunció en Los Pinos la detención.
Aunque las autoridades guatemaltecas lo negaron en su momento, uno de los militares de ese país que participó en su detención contó en 2010 a esta revista que el Ejército guatemalteco se encontraba en la frontera con México en un operativo contra el tráfico de armas a la guerrilla que entonces había en Guatemala cuando supieron de la caída de una avioneta.
Con el apoyo de la DEA, el ejército de Guatemala, al mando entonces del actual presidente, el general retirado Otto Pérez Molina, identificó que uno de los ocupantes del aparato era el narcotraficante sinaloense, quien empezó a tener presencia en Centroamérica tras el desplazamiento de los cárteles colombianos de Cali y Medellín.
Lo entregaron a México en un operativo en la frontera común que por el lado mexicano encabezó el entonces el exdirector del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), Jorge Carrillo Olea.
Su detención, sin embargo, no aclaró qué tuvo que ver él con el asesinato del cardenal Jesús Posadas Ocampo en el aeropuerto de Guadalajara el 24 de mayo de 1993. Según la versión oficial el prelado fue confundido con el delincuente por los hermanos Arellano Félix, del Cártel de Tijuana y enemigos del Chapo.
Llevaba casi ocho años preso cuando Fox llegó al poder. Improvisado, dejó en Jorge Tello Peón, exdirector también del Cisen, el área de las prisiones federales, entre una de sus tareas como subsecretario de Seguridad Pública de la Secretaría de Gobernación.
La fuga
Según el periodista Jesús Lemus, quien estuvo preso tres años en Puente Grande acusado falsamente de delincuencia organizada, la noche del 19 de enero de 2001 El Chapo Guzmán se escapó del penal durante un operativo de la entonces Policía Judicial Federal, de la Procuraduría General de la República (PGR), la misma corporación que fue señalada como su protectora en los noventa.
Cuando escapó de Puente Grande, el mando de la PJF lo tenía en ese momento Genaro García Luna, quien sustituyó a la judicial federal por la Agencia Federal de Investigación (AFI), ya también desaparecida. García Luna estuvo al frente de la AFI durante todo el gobierno de Fox y con Felipe Calderón estuvo al frente de la Secretaría de Seguridad Pública federal, que quedó fuera de la administración federal con el presidente Enrique Peña Nieto.
Integrantes del Cártel de Sinaloa que estaban en el penal junto con Guzmán relataron a Lemus que El Chapo salió junto con los efectivos que participaron en el operativo policial de revisión en el penal y no en un carro de la lavandería, como se informó.
En cuanto burló la cárcel se refugió en la costa del Pacífico, en el exclusivo club residencial La Playa, en el municipio de Aquila, en Michoacán, según relataron habitantes del lugar a Proceso (Edición especial 25, El México narco, segunda parte).
En 2001 ya se hablaba del imperio del Chapo. Así se lo dijo Zulema Hernández, la amante que Guzmán Loera tuvo en Puente Grande, al fundador de Proceso, Julio Scherer García, durante entrevistas que forman parte del libro Máxima seguridad.
Heredero en la logística del traslado aéreo de droga de Miguel Ángel Félix Gallardo, durante el gobierno de Fox el Chapo fue referido como “el narcotraficante del sexenio”, no sólo por su fuga, sino por su imparable expansión.
En diciembre de 2004 la DEA anunció que ofrecía cinco millones de dólares de recompensa por información sobre el sinaloense. “No lo tocan ni con el pétalo de una amapola”, ironizó José Antonio Ortega, presidente entonces de la comisión de Seguridad Pública de la Coparmex y ahora presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal.
En 2005 la PGR decía que la red del Chapo, de la que entonces formaban parte los hermanos Beltrán Leyva y Nacho Coronel, operaba por lo menos en 16 entidades. Pero también ya estaba en Centroamérica. Durante ese gobierno, la búsqueda de Guzmán tuvo un lugar común: los agentes de la AFI y los efectivos del Ejército siempre llegaban cuando se había ido.
Uno de sus principales perseguidores fue José Luis Santiago Vasconcelos, titular de la Subprocuraduría de Investigación Especializada contra la Delincuencia Organizada (SIEDO), y quien murió en noviembre de 2008 en un accidente aéreo en la Ciudad de México.
En los medios nacionales y estadunidenses ya se hablaba también del aparato de seguridad y protección del prófugo, desde aviones y helicópteros hasta militares y civiles entrenados por militares.
El ubicuo
Contrario a su situación de perseguido, parecía estar en todas partes. Según las versiones populares se le veía en restaurantes a donde antes llegaba una avanzada para quitar a los comensales sus celulares y llaves de autos para que no pudieran salir, hablar por teléfono o tomar fotos. Cuando acababa de comer, se iba después de pagar las cuentas de todos. Lo mismo se contaba en Culiacán que en Guatemala.
Más cierta fue la información sobre su casamiento, el 2 de julio de 2007, con Emma Coronel Aispuro, de entonces 18 años, en Canelas, Durango, en el corazón del Triángulo Dorado, el vértice montañoso que forman Sinaloa, Durango y Chihuahua.
También sólidos eran los datos de las agencias de seguridad de Estados Unidos, pero los militares mexicanos siempre llegaban tarde. Un mando del Ejército durante el gobierno de Felipe Calderón confió a Proceso que por lo menos cinco o seis ocasiones, unidades especiales del Ejército se desplazaron en donde se encontraba pero siempre fue advertido.
A la fuga de información se sumó la claudicación.
Un “alto funcionario federal” no identificado le confesó a la revista inglesa The Economist que al gobierno de Calderón le resultaba prácticamente imposible detenerlo. En su edición de enero de ese año, la publicación presentó una entrevista en la que el funcionario explicaba las “dificultades” para su reaprehensión. El Chapo encabeza una organización trasnacional, controla un territorio de 24 mil kilómetros cuadrados y para desarticularlo se necesitarían más de cien mil soldados, citó la revista.
Su fama corrió de la mano de la impunidad. En 2009, a la mitad del sexenio de Calderón la revista estadunidense de negocios Forbes lo incluyó en su lista anual de millonarios con una fortuna estimada en mil millones de dólares. El cálculo se hizo a partir de la cantidad de las toneladas de droga que lograba meter a Estados Unidos, con el apoyo de una red de negocios en México, Centroamérica, Sudamérica y Estados Unidos.
Exitoso fue también en asentarse en las provincias más pobres del norte de Argentina, según el investigador sudamericano y consultor de la ONU Edgardo Buscaglia. En el último año, varios miembros de su organización han sido detenidos en Asia, donde se han detectado relaciones con la mafia china.
En el sexenio pasado Guatemala y Nicaragua emprendieron la detención de numerosas células locales que trabajan para El Chapo. En 2010 el Cártel de Sinaloa recibió severos golpes en Colombia con la detención de María Patricia Rodríguez, esposa de Francisco Cifuentes Villa, Don Pancho, el operador más importante que tenía el sinaloense en ese país y a quien según reportes de la prensa colombiana Guzmán Loera le compró 13 aviones para traficar cocaína.
 Patricia Rodríguez, a su vez, se encargaba de lavar dinero entre Medellín, Panamá, México y Miami, según informó la prensa colombiana cuando la policía la detuvo junto con otras 21 personas en lo que fue el operativo policial contra el narcotráfico más importante en Colombia desde la Operación Milenio, con la que en 1999 se detuvo a importantes narcotraficantes colombianos, entre ellos Fabio Ochoa.
A raíz de esa detención se supo que uno de los hermanos Cifuentes Villa se estableció en México como operador y financiero que trabajaba para Guzmán Loera, quien también hizo grandes negocios en la bolsa de valores en Colombia, lo que devino el año pasado en el escándalo bursátil más grande hasta ahora en ese país.
Guerra selectiva
En México la suerte abundó para El Chapo en el periodo panista. Mientras Calderón estaba enfrascado en su “guerra a las drogas”, las acciones contra el Cártel de Sinaloa fueron escasas, como lo demostró la radio pública de Estados Unidos NPR.
En mayo de 2010, luego de tres años de “la guerra al narcotráfico” de Calderón, la propia información gubernamental mostraba más capturas de los enemigos del ahora detenido, si bien es cierto que en agosto de 2009 el gobierno federal le desmanteló al Cártel de Sinaloa en Tamazula, Durango, la “ciudad cristal”, un megalaboratorio donde producía droga sintética.
Tres meses antes, el 11 de febrero de 2010, Los Zetas, antiguos aliados del Cártel del Golfo, acusaron a Calderón de proteger al sinaloense: “Para el gobierno federal sólo hay Z en el país que son enemigos del Chapo, que es el… protegido desde que Vicente Fox entró al poder y lo soltó, y todavía sigue el compromiso hasta la fecha”, dijeron en una “carta a la ciudadanía” que publicaron de forma simultánea en 44 mantas en 26 ciudades de siete estados de la República.
Esa afirmación venía desde el sexenio de Fox. El 18 de septiembre de 2005, en una sorpresiva llamada desde el penal de La Palma, en el Estado de México, el que fuera jefe del Cártel del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén, al conductor de noticias Carlos Loret de Mola, acusó al gobierno de Calderón de un combate selectivo al narcotráfico: “Yo pienso que más que nada, la PGR se enfoca cínicamente en algunos grupos, pero no en todos”.
Poco después de que en mayo de 2010 las propias autoridades estadunidenses reconocieran que Guzmán Loera había convertido Arizona en “la bodega de mariguana más grande del mundo”, El Chapo recibió uno de los beneficios más importantes del gobierno calderonista.
El 12 de mayo de ese año unos 200 efectivos federales –entre policías, marinos y militares– detuvieron en Culiacán a Griselda López Pérez, una de las exesposas del capo. La trasladaron a la SIEDO, donde después de una llamada telefónica la PGR la puso en libertad. Testigos de la llamada, aseguraron a este semanario que fue hecha desde Los Pinos. La casa de López Pérez fue uno de los domicilios que la Marina y la DEA catearon la semana pasada días antes de detener a su exmarido.
Las ganancias para El Chapo no paraban. El propio gobierno estadunidense supo desde un principio que el Cártel de Sinaloa fue el principal beneficiario de la Operación Rápido y Furioso, el montaje que el gobierno de Estados Unidos, a través de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés) emprendió entre noviembre de 2009 y enero de 2011 para dejar pasar casi dos mil armas a México a fin de “rastrear” a narcotraficantes mexicanos.
Uno de logros más importantes del Chapo en México durante el sexenio de Felipe Calderón fue el desplazamiento del Cártel de Juárez, fundado por otro sinaloense, Amado Carrillo Fuentes. Después de tres años de intensos enfrentamientos, que hicieron de Ciudad Juárez la más violenta del mundo, el Cártel de Sinaloa se hizo del control del que es el paso más importante de drogas hacia Estados Unidos.
En la expansión de sus dominios fue dejando muchos enemigos: los hermanos Arellano Félix, los hermanos Beltrán Leyva –quienes lo acusaron de haber entregado al gobierno de Calderón a Alfredo, El Mochomo– y los Carrillo Fuentes, con quienes se enfrentó durante el sexenio pasado en Navolato, Sinaloa, donde nació el fundador del Cártel de Juárez. Sus enemigos más recientes son Los Zetas, por la disputa territorial en México y Centroamérica.
La justicia de Estados Unidos lo requiere por conspiración para traficar cocaína y lavado de dinero en California, Texas, Chicago y Nueva Jersey. En años recientes se le ha responsabilizado también de traficar heroína, con una presencia creciente desde el medio oeste hacia el este. Chicago incluso lo declaró el enemigo público número uno, cargo que durante décadas estuvo reservado para Al Capone.
A fines del sexenio pasado, con las fugas recurrentes de información para su detención, el gobierno de Estados Unidos le propuso a Calderón un plan para cazarlo, en una acción similar a la que acabó en 2011 con Osama Bin Laden en Paquistán. Ejecutado el líder de la organización terrorista, El Chapo pasó a ser el delincuente más buscado del mundo.
De acuerdo con militares de los dos países, que confirmaron la versión a Proceso, el Pentágono pretendía atraparlo o acabar con él con el apoyo de fuerzas militares especiales de Estados Unidos. Calderón aceptó, pero los militares mexicanos se opusieron. Detenido por la Marina y la DEA sin ningún disparo, ahora a sus 56 años está de nuevo en un penal de máxima seguridad, en espera de ser procesado y requerido en extradición por Estados Unidos.

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