24 feb 2014

Oscuros, peligrosos negocios en la Sedena


Oscuros, peligrosos negocios en la Sedena/JORGE CARRASCO ARAIZAGA
Revista proceso # 1947, 23 de febrero de 2014;
La ejecución del general de división Jorge Juárez Loera, ocurrida en mayo de 2011 por planes que nacieron en el entorno del Ejército, está relacionada con empresas proveedoras de la Sedena que pertenecen a militares en retiro. Según testimonios, en ese caso estaba en juego una cifra multimillonaria. Aunque la acusada de haber pagado por el crimen se encuentra en la cárcel junto con los dos ejecutores, uno de los llamados “autores cooperadores” fue asesinado y otro está desaparecido. El entonces secretario de la Defensa, Guillermo Galván Galván, había quitado el puesto de oficial mayor a Juárez Loera poco antes de pasarlo a retiro…
El sábado 21 de mayo de 2011, el general de división Jorge Juárez Loera, quien apenas unos días atrás se había retirado del Ejército, emprendió camino a su casa de Ciudad Satélite. Iba en su auto Mini Cooper color plata. Sin que se percatara, un Jetta blanco lo seguía desde que salió del fraccionamiento Jardines de Santa Mónica, en el Estado de México.

Los dos ocupantes del vehículo Volks­wagen lo alcanzaron sobre el bulevar Manuel Ávila Camacho, a la altura de Plaza Satélite. Fingieron un percance al pegarle por detrás. El general se orilló en la incorporación a Circuito del Parque, ya cerca de su casa. Bajó a reclamarles y los hombres del Jetta se disculparon. Le dijeron que revisara qué le había pasado al coche. Ellos pagarían los daños.
 El tercero al mando del Ejército durante un tramo del sexenio pasado, que enfrentó a Los Zetas en su bastión de Coahuila, se dirigió a la parte trasera del Mini Cooper para ver si abría la cajuela. Cuando se agachaba, uno de los hombres le disparó en la nuca. El general murió en el acto. La bala siguió su trayectoria y atravesó hasta el asiento del conductor.
 Arturo Ramírez Lora y Érick Édgar Hernández Ascencio habían cumplido su parte. Les pagaron 20 mil pesos. Desconocían que sus contratantes, Antonio Martínez Torrijos e Isaías Aarón García Estrada, un cobrador de cuentas en la zona de Nicolás Romero, se habían quedado con medio millón de pesos, 250 mil cada uno, según las acusaciones.
 El plan de la ejecución había salido del propio entorno del Ejército. Los cuatro habían sido contactados por Luz del Carmen Solares de la Rosa, hija de un exmilitar contratista de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), en cuyas empresas está asociado con otros generales retirados.
 Según la acusación, fue ella quien pagó para asesinar al divisionario en medio de una disputa por una millonaria comisión, resultado de un contrato de uniformes deportivos con la Sedena. A todos los involucrados, incluida Solares de la Rosa, los detuvieron en el curso de un año.
 De los cinco implicados, los dos autores materiales siguen en la cárcel, pero sólo Hernández Ascencio ha sido sentenciado a 29 años de prisión. A Ramírez Lora, apenas el pasado 12 de febrero, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación le negó un amparo con el que pretendía no ser vinculado al proceso.
 En el caso de los llamados “autores cooperadores”, Martínez Torrijos fue asesinado en un negocio de Atizapán de Zaragoza, Estado de México, después de que pasó cuatro meses en prisión pero fue exonerado bajo el argumento de que el dinero no entró a su cuenta, sino a la de su hijo. Fue él quien declaró ante el Ministerio Público que Luz del Carmen Solares de la Rosa había pagado por el homicidio. Su coacusado, Isaías Aarón García Estrada, El Pantera, está desaparecido.
Sospechosa sin sentencia
Señalada como autora intelectual, Luz del Carmen Solares de la Rosa se encuentra bajo “prisión preventiva oficiosa” en Tlalnepantla, Estado de México, desde que fue extraditada de España el 18 de febrero de 2013. Había sido detenida el 29 de febrero de 2012 por la policía española a petición de un juez de control y juicios orales del Estado de México por su probable responsabilidad en el homicidio.
De acuerdo con el Código de Procedimientos Penales del Estado de México, donde ya operan los juicios orales, una persona que se encuentre en prisión preventiva sin ser sentenciada después de dos años de iniciado su proceso deberá ser puesta en libertad, aun cuando se le puedan imponer otras medidas cautelares. Es el caso de Luz del Carmen Solares de la Rosa, cuyo procedimiento judicial inició hace casi dos años, cuando fue detenida en España.
Además de ese beneficio previsto en el artículo 229 del Código de Procedimientos Penales del Estado de México, la defensa de Luz del Carmen pretende invalidar el testimonio del principal acusador, debido a que está muerto.
En las indagatorias también ha declarado el secretario particular del divisionario, el mayor de infantería en activo José Manuel Nolasco Fonseca, por su supuesta relación con Luz del Carmen Solares y para explicar cómo es que los asesinos conocían todos los movimientos del general.
Además de mando militar, durante el gobierno de Felipe Calderón el general Jorge Juárez Loera ocupó dos de los más altos cargos del Ejército: inspector y contralor interno, y oficial mayor. En la “guerra contra las drogas” calderonista tuvo el mando en el Operativo Conjunto Chihuahua, en medio de las disputas entre los cárteles de Sinaloa y de Ciudad Juárez, así como en la XI Región Militar, con sede en La Laguna, donde se enfrentó a Los Zetas.
Pasó a retiro reglamentario el 1 de mayo de 2011. Aun retirado, aspiraba a ser el titular de la Sedena, gracias a su relación con el expresidente del PRI Humberto Moreira y a los encuentros que llegó a tener con el entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto.
Luz del Carmen Solares de la Rosa, de 42 años, acabó con esas aspiraciones y con la relación de negocios y sentimental que sostuvo con el general. Viuda de un empresario francés, huyó a Europa tras el homicidio. Interpol México emitió una ficha roja. No obstante, logró pasar por Alemania y Francia hasta que finalmente se estableció en España, en una zona acomodada de Madrid.
Fue en el barrio madrileño de Salamanca donde la policía española la detuvo y, después de un proceso de meses, fue extraditada a México a petición de la Procuraduría General de la República, acusada de ser la autora intelectual del asesinato del general.
Negocios, sociedades, ambiciones
Hija de un contratista de la Sedena, el exmilitar Andrés Carlos Solares Huerta, es conocida como integrante de una familia dedicada a hacer negocios de proveeduría con el Ejército. El iniciador del negocio fue el padre, quien pertenece a la generación 1962 de graduados del Colegio Militar.
Ahí conoció a quienes después serían sus socios en las ventas a la Sedena, sobre todo durante el mando del general de división Guillermo Galván Galván, el secretario de la Defensa Nacional durante el gobierno pasado y perteneciente a esa misma promoción del Colegio Militar.
El 1 de junio de 1988, Andrés Carlos Solares Huerta dio de alta la empresa Sillería para Oficina y Tapicería, con duración de 30 años. Se registró como socio principal y presidente, con 2 mil 250 de las 3 mil acciones existentes. Los otros poseedores registrados fueron Nemesio Riancho Novelo, con 300 acciones; Luis Francisco Hernández Castellanos, con 210; Rosa Elena López Matus, con 30, y Luis Andrés Hernández Mayagoitia, con 210.
Su sociedad con exfuncionarios de la Sedena se estableció formalmente en 2007, ya bien entrado el primer año del entonces alto mando del Ejército, el general Galván. El 29 de octubre de ese año creó la firma Sales Lidercorp, S.A. de C.V., cuyo objeto fue la explotación comercial de todo lo relacionado con la industria textil, perfumes, joyería, accesorios deportivos, regalos y calzado.
Aunque con un capital modesto de 100 mil pesos, sus socios no son improvisados en las necesidades de proveeduría textil del Ejército. Las acciones se dividieron en tres: los generales Luis Escobar García y Marcelino Mendoza Jardines, con 35 mil acciones cada uno; y Andrés Carlos Solares Huerta con las 30 mil restantes. De acuerdo con el folio mercantil 370500 del Registro Público de la Propiedad en el DF, Escobar García es el presidente de la empresa; Solares Huerta, el secretario, y Mendoza Jardines, el tesorero.
El general Escobar García, egresado de la maestría en administración militar para la seguridad y defensa nacionales, ocupó entre otros cargos la Dirección General de Archivo e Historia de la Sedena. De acuerdo con información pública de la Sedena, el general Mendoza Jardines fue subjefe de Estado Mayor de Zona Militar, comandante de Batallón de Infantería, director de Escuela Militar de Aplicación de las Armas y Servicios y comandante de Guarnición Militar, de Zona Militar y de Región Militar.
Una semana después de crear esa sociedad dio de alta otra empresa. En ésta tiene como socio sólo a uno pero importante exjefe militar. El 7 de noviembre registró la firma Stellasirius Industrias, S.A. de C.V., con el mismo objeto social que la anterior. También con 100 mil acciones y 99 años de duración, es propiedad de sólo dos personas: Andrés Carlos Solares Huerta y el general de división retirado Salvador Leonardo Bejarano Gómez.
El general Bejarano Gómez, quien tuvo diversos cargos en la Sedena y mandos castrenses en el país, antecedió a Juárez Loera en la Inspección y Contraloría General de la Sedena, y ya retirado fue gerente de Seguridad Física de Pemex, en el sexenio pasado. Aunque es poseedor de 50% de las acciones, la empresa es manejada por Solares Huerta, quien es el administrador único. Se apoya en un comisario, Francisco García Romero.
No son los únicos negocios de Solares Huerta. Es además propietario de Ocean Weavings, S.A. de C.V., una empresa que fue convocada por la Sedena, en mayo de 2011, para un concurso de proveeduría de utensilios de cocina y comedor destinados a las diversas unidades del Ejército y la Fuerza Aérea.
Para esa licitación, la Sedena también invitó como persona física con actividad empresarial a María del Carmen de la Rosa, la esposa de Solares Huerta y madre de Luz del Carmen Solares de la Rosa.
En total, seis personas fueron convocadas por la Subdirección de Adquisiciones de la Sedena, dependiente de la Dirección General de Administración. Los responsables de esas áreas eran los entonces generales de brigada José Luis Castañeda Jiménez y Augusto Moisés García Ochoa.
Ocean Weavings también fue invitada por la Sedena en marzo de 2010, junto con otras siete firmas, con el fin de que le surtieran de material de cocina y comedor para el Ejército. Antes, en 2008, Andrés Carlos Solares Huerta, como representante de Stella Sirius Industrias, participó en una licitación para la venta de mantas de cama, frazadas, vestuario, calzado, blancos y espadines para diversas unidades, dependencias e instalaciones del Ejército y la Fuerza Aérea.
Luz del Carmen Solares de la Rosa participa además en la firma restaurantera Lecrobaq, cuya franquicia maestra se ubica en Alemania.
Testimonio de Claudia Mejía
Claudia Mejía Hernández, con quien el general convivió durante casi 20 años y tuvo un hijo fuera de matrimonio, dice que los últimos meses de vida del general fueron de pesadilla. Primero, por las condiciones en que el general Galván lo pasó a retiro. Segundo, por la confrontación con Luz del Carmen Solares de la Rosa.
El 1 de mayo de 2011, por órdenes de Galván, fue pasado a retiro a pesar de que aún faltaba una semana para que cumpliera los 65 años de edad. El general Juárez Loera acató la orden, pero la molestia con el general secretario fue por haberle quitado en ese tiempo también el cargo de oficial mayor, eso redujo su pensión.
De haberse retirado del Ejército el 8 de mayo con ese cargo, su jubilación habría significado 162 mil pesos mensuales. Él llegó a la Oficialía Mayor desde la Inspección y Contraloría General del Ejército.
El general Juárez Loera se convirtió así en un general de división más en retiro con una pensión mensual de 54 mil pesos. Fallecido, sus deudos ya sólo reciben 28 mil. Esa pensión se tiene que dividir entre su viuda y la segunda familia que tuvo durante 20 años.
Conocido por sus declaraciones públicas de represalia contra la delincuencia organizada, Juárez Loera no se veía en retiro. El sábado de su asesinato fue con su segunda familia a comer en un restaurante argentino del centro comercial Galerías de Atizapán. Ahí les informó a Claudia Mejía y a su hijo en común, entonces menor de edad, que el lunes 23 comenzaría a trabajar en el PRI, con Humberto Moreira, para encargarse de la agenda de seguridad nacional con miras a la candidatura presidencial del PRI.
Además, el entonces presidente del PRI que estaba contribuyendo a la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto le había ofrecido una curul en el Senado. El propio general Juárez Loera se había reunido en varias ocasiones con Peña, quien en ese momento era gobernador del Estado de México. Juárez Loera y Humberto Moreira coincidieron cuando el general era comandante de la XI Región Militar con sede en La Laguna, y Moreira gobernador de Coahuila (Proceso 1799).

En entrevista, Claudia Mejía asegura que el general conoció a Luz del Carmen Solares en 2009, cuando era oficial mayor. De acuerdo con el reglamento interno del Ejército y Fuerza Aérea, en ese cargo el general era el responsable de equipar a las fuerzas de tierra y aire, por lo que tomó parte en las decisiones sobre los contratos y licitaciones de la Defensa. Entre otros, era presidente del Comité de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios.

En ese comité participan también el subsecretario de la Sedena, el inspector general, el director de Administración y el director de Compras. Cuando la adquisición rebasa los 20 millones de pesos interviene el titular de la Sedena.

El jefe militar duró casi dos años en el cargo, periodo en el que, según Mejía Hernández, el general y Solares de la Rosa mantuvieron una relación sentimental que acabó en medio de una millonaria disputa por la comisión de una venta de uniformes deportivos a la Sedena por parte de una de las empresas de la familia Solares de la Rosa.

“La deuda fue por el diseño y confección del uniforme de deportes que tiene el personal femenino de la Sedena y demás dependencias militares. Fue una transacción de 20 millones de pesos”, asegura Mejía Hernández, quien perteneció también al Ejército, donde se graduó en 1992 como subteniente enfermera, función que cumplió hasta que salió en 1997.

La disputa rebasó al general y, meses antes del asesinato, Solares de la Rosa “emprendió un hostigamiento e intimidación contra mí y mi hijo”, dice Mejía Hernández, quien relata diversos episodios de confrontación, incluidos dos en los que el general golpeó a la ahora acusada de asesinarlo. Uno de ellos, afuera del domicilio de Mejía, en Jardines de Santa Mónica, Naucalpan, de donde salió para su casa de Satélite el día que lo mataron.

Mejía Hernández refiere que Jorge Juárez Guerrero, hijo del matrimonio del general, sostiene que Solares de la Rosa “le fue sembrada” a su papá. “No fue una casualidad, se la presentaron y desgraciadamente cayó”, cita como parte de las declaraciones hechas durante las audiencias judiciales. Mejía coincide. Dice que a raíz de la confrontación, el general Juárez Loera había prohibido la entrada de Suárez de la Rosa a la Sedena, pero que otros mandos militares “de la plana mayor” permitían su ingreso.

Los subordinados de los generales acababan confrontados en medio de las órdenes y contraórdenes. “Solares de la Rosa era conocida dentro de la Secretaría de la Defensa Nacional como la proveedora que invitaba a oficiales, jefes y generales a comer”, dice Mejía en una carta que le envió a Enrique Peña Nieto ya ocupando la Presidencia de la República.

Solares sigue bajo “prisión preventiva oficiosa”, en el Centro Preventivo y de Readaptación Social “Juan Fernández Albarrán”, en Tlalnepantla, Estado de México. Su caso, identificado con la causa de juicio oral 104/2013-JO, se instruye en el Juzgado de Juicio Oral del Distrito Judicial de Tlalnepantla, por el delito de homicidio calificado con premeditación y ventaja. A pesar de tratarse de un general, el caso quedó en el fuero común en el Estado de México con el argumento de que se trataba de un militar retirado.

En su carta a Peña Nieto y en sus declaraciones ministeriales, Claudia Mejía Hernández responsabiliza a Solares de la Rosa de lo que le llegue a pasar a ella o a su hijo, pues dice que, apenas muerto el general, recibió llamadas telefónicas, en tono triunfante, de la ahora inculpada, y mensajes desde el correo electrónico del propio Juárez Loera en donde le advirtieron: “sigues tú”.

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