30 jun 2014

Congregaciones religiosas rechazan apoyar las reformas; exigen mayor debate


 Congregaciones religiosas rechazan apoyar las reformas; exigen mayor debate/
RODRIGO VERA
Revista Proceso # 1965, 28 de junio de 2014
A casi un mes de que el presidente Enrique Peña Nieto se reuniera con el Papa Francisco para intentar conseguir el aval pontificio a sus reformas, la jerarquía católica mexicana advierte que el apoyo eclesiástico no se vende ni tampoco se negocia cupularmente a cambio de prebendas para el clero.
La Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México (Cirm), que aglutina a más de 400 congregaciones de religiosos y religiosas del país, sostiene que las reformas constitucionales y sus leyes secundarias pueden traer consecuencias catastróficas para la mayoría de la población, ya de por sí golpeada por la pobreza y la violencia.
Por tal motivo, la Cirm pide que no sean aprobadas al vapor e irresponsablemente por el Congreso, pues primero deben someterse a un amplio debate con la participación de todos los actores sociales, incluyendo a la Iglesia católica y a las demás Iglesias.
 Ante la pretensión de Peña Nieto, la religiosa Juana Ángeles Zárate, presidenta de la Cirm, encoge los hombros y exclama:
“¡Cómo vamos a apoyar algo que ni siquiera se dialogó con nosotros y con la sociedad!… ¡Sería una locura!… ¡Cometeríamos una gran irresponsabilidad! Se necesita primero analizar cada una de las reformas con la asesoría de los expertos.”

 –Peña Nieto acaba de reunirse con el Papa para plantearle personalmente las ventajas de sus reformas. ¿Podrá obtener el apoyo papal a cambio de ciertas prebendas para el clero?
 –¡No! Por ahí no va la cosa. No se trata de qué me das y qué te devuelvo a cambio. En la Iglesia no actuamos de esa manera. No nos vendemos. La Iglesia no está casada ni descasada con el gobierno. Y el Papa Francisco simplemente escucha diversas posturas.

“Aquí lo importante es que, para la aprobación de esas reformas, debe tomarse en cuenta a todos los actores sociales. Y nosotros somos un actor social importante, por la reserva moral que constituye la Iglesia católica, lo mismo que las demás Iglesias en México.”

En entrevista en la sede nacional de la Cirm –una espaciosa casona bordeada por un jardín y situada en la colonia Del Valle de la Ciudad de México–, la hermana Juana Ángeles subraya que la Cirm no está de acuerdo en que sean aprobadas al vapor las leyes secundarias.

“Se necesita primero –comenta– la reflexión del pueblo, la participación de todos los sujetos de la sociedad. Y aunque las cámaras de diputados y senadores supuestamente son representantes de la sociedad, creo que han perdido esa representatividad. Es indignante y vergonzoso verlas enfrascadas en disputas internas entre partidos con el fin de obtener solamente más prerrogativas.

“Sería muy irresponsable –ejemplifica– que el Congreso aprobara la legislación en materia energética, pues ésta “tiene como base la depredación y el mal uso de nuestros recursos naturales. La energética no es una reforma sustentable. Eso se ve a todas luces.”

 También preocupa a la Cirm que las modificaciones en materia de telecomunicaciones vayan a beneficiar sólo “a los monopolios que manipulan la información y embrutecen la mente del pueblo. Necesitamos una información verídica, crítica y diversa, y además asegurar que los medios actúen bajo lineamientos éticos”.

Refiere que estas preocupaciones ya se han externado en las asambleas plenarias de la Cirm, que aglutina a poco más de 30 mil religiosas y religiosas, representados en 405 congregaciones e institutos del sector que operan en el país.

Durante la entrevista, a Juana Ángeles, quien también es superiora general de las Carmelitas del Sagrado Corazón, la acompaña el primer vicepresidente de la Cirm, Ricardo Pérez Enríquez, quien comenta:

“Nuestras preocupaciones respecto a las reformas constitucionales son las mismas que tiene el episcopado mexicano. En la Cirm compartimos la postura que han externado públicamente los obispos del país.”

Pérez Enríquez se refiere al documento Por México ¡actuemos!, elaborado a finales de abril por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM). En este manifiesto, los más de 100 obispos mexicanos asientan que las reformas de Peña Nieto pueden ser únicamente para beneficio de “aquellos acostumbrados a depredar los bienes del país”, por lo que quizá traigan mayor pobreza y desigualdad para el grueso de la población.

El documento cuestiona duramente cinco reformas constitucionales de Peña Nieto: la política, la energética, la fiscal, la educativa y la de telecomunicaciones.

Al mes siguiente de difundir el manifiesto, los obispos mexicanos realizaron su visita ad limina al Vaticano y sostuvieron varias reuniones privadas con Jorge Bergoglio, en las que le comentaron sobre las riesgosas reformas de Peña Nieto y sobre la situación de violencia e inseguridad que padece México (Proceso 1959 y 1960).

En respuesta, Peña Nieto decidió viajar al Vaticano y hablar personalmente con el pontífice para intentar convencerlo de las bondades de sus reformas. El encuentro se realizó el 7 de junio en el Palacio Apostólico.

Ante los esfuerzos de Peña Nieto, la hermana Juana Ángeles y el religioso Pérez Enríquez aclaran que una de las funciones de la Iglesia es la denuncia:

“Nuestra identidad es profética. Y como a los profetas del Antiguo Testamento, nos toca denunciar toda situación de muerte, violencia, injusticia, impunidad y saqueo de nuestros recursos naturales. Nuestra denuncia no la hacemos con afán de protagonismo, sino para evitar todo lo que afecta y desintegra a la persona y a la sociedad.

“Por ejemplo, la muerte y la violencia no han parado, siguen siendo parte de la realidad que padecemos, pese a que en algunos discursos se diga lo contrario. Pero así como denunciamos, también anunciamos la esperanza; necesitamos articularnos en la búsqueda del bien común.”

 Y en efecto, los más recientes documentos públicos de la Cirm –dirigidos al “pueblo de México” y a las “comunidades de religiosas y religiosos”– contienen severos cuestionamientos.

El 28 de abril del año pasado, la Cirm lanzó un explosivo pronunciamiento en el que señala:

“México es un país agraviado y lastimado. Durante el gobierno de Felipe Calderón hubo más de 80 mil muertos y 26 mil desaparecidos, además de un clima de inseguridad y violencia que ha fortalecido al crimen organizado y que el actual régimen, hasta la fecha, no ha sido capaz de resolver.

“Esos crímenes permanecen en la impunidad. Vemos incapacidad e ineficiencia de las instituciones encargadas de impartir justicia y hay regiones del país donde el Estado ha perdido el control. No es de extrañar que grupos de autodefensa civil busquen frenar al crimen organizado en sus localidades y expresen, de esta manera, su hartazgo ante la inseguridad, los abusos y la desprotección…

“En nuestro servicio misionero, hemos escuchado el clamor de mujeres, niños y niñas, víctimas de la trata con fines de explotación sexual, y el clamor de los miles de migrantes que a diario cruzan el territorio nacional; no alcanzamos a ver la voluntad del actual gobierno para atender estas delicadas problemáticas…

“Miramos con preocupación a los 13 millones de mexicanos que viven en pobreza extrema y a los millones de jóvenes sin oportunidad de estudios o trabajo. Una situación así genera descomposición del tejido social y no augura un futuro de paz y justicia.”

En dicho documento, la Cirm igualmente censura la actuación de las autoridades electorales que dieron el triunfo a Peña Nieto en los comicios de 2012. Dice al respecto:

“Lamentamos la actuación de los miembros del Instituto Federal Electoral en las últimas elecciones federales. Su actuación parcial y sesgada durante las últimas jornadas electorales, y las valoraciones y juicios que han hecho de ellas, han vulnerado la credibilidad de este instituto y con ello ponen en riesgo la vida democrática en nuestro país.”

 Y apenas el 4 de mayo pasado, la Cirm emitió otro pronunciamiento público en el que nuevamente se refiere a “la situación de injusticia, violencia, muerte e impunidad que vive nuestro país”.

La presidenta y el vicepresidente de la Cirm aclaran que estos documentos han tenido el riguroso consenso de las congregaciones religiosas.

–¿Qué opina de la Cruzada Nacional contra el Hambre, con la que el actual gobierno da atención a los pobres? –se pregunta a la presidenta del organismo.

–En mi opinión personal –puntualiza–, es un programa asistencialista que ni siquiera llega a todos los pobres. Y además la brecha entre ricos y pobres no se soluciona repartiendo despensas. Para poder salir de la pobreza necesitan articularse programas de empleo, educación y salud, por ejemplo.

“La pobreza en México es realmente una catástrofe humanitaria. Es más, ni siquiera las cifras del INEGI reflejan la magnitud del problema. Hablan de que son más de 50 millones de mexicanos quienes padecen cierto grado de pobreza. Y sólo 13 millones viven en la pobreza extrema. Son cifras muy optimistas. El problema es más grave.”

La Cirm, agrega, mantiene una colaboración muy estrecha y un contacto permanente con la CEM, el otro organismo cúpula de la jerarquía católica mexicana conformado por más de 100 obispos. “Finalmente, la Cirm y la CEM somos parte del mismo cuerpo porque dependemos del Papa y nos guiamos por el magisterio de la Iglesia”, dice.

–Da la impresión de que el jesuita Bergoglio, a poco más de un año de haber llegado al pontificado, ya le está dando un sesgo a todo el aparato eclesiástico en México, poniéndolo más al servicio de los pobres y marginados.

–Bueno, en la Iglesia siempre hemos tenido esa incidencia en lo social. Ahí están como muestra las encíclicas sociales de los Papas. Sólo que con el Papa Francisco –por su lenguaje y su coherencia de vida– se ha hecho más evidente y más potente esta línea eclesiástica, a la que le dio novedad y frescura.

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