20 oct 2014

Tagle: «La cuestión de los divorciados que se han vuelto a casar sigue abierta»

Tagle: «La cuestión de los divorciados que se han vuelto a casar sigue abierta»
Entrevista con el arzobispo de Manila: «El tema aparece en el texto final. Y el Sínodo no es una batalla. En Filipinas tenemos el “divorcio” por amor de las personas que emigran»
ANDREA TORNIELLI
Vatican Insider, 
«La cuestión de la pastoral hacia las personas que se han divorciado y se han vuelto a casar y la profundización sobre la posibilidad de admitirlos a los sacramentos» sigue «abierta», porque se encuentra en el texto final sometido al voto del Sínodo que fue publicado. Lo afirmó en esta entrevista con “La Stampa” el cardenal Luis Antonio Tagle, de 57 años y arzobispo de Manila, uno de los presidentes delegados de la asamblea sinodal sobre la familia que concluyó el sábado pasado. El purpurado filipino, una de las figuras más significativas de la Iglesia asiática, indicó que la falta de la mayoría necesaria para su aprobación sobre algunos puntos del documento sinodal no puede interpretarse como una “derrota” de Papa Francisco.
Después de la votación del sábado sobre el documento final del Sínodo, algunos periodistas, en particular del mundo anglosajón, han hablado de una Iglesia “dividida” y de un Papa “derrotado”. ¿Es verdad?

No; según mi opinión no hubo ninguna derrota. No creo que lo sucedido con la votación sobre la “Relatio Synodi” pueda ser definido como una derrota. En un proceso sinodal, los elementos más importantes son escuchar y la expresión libre de las diferentes opiniones sobre las situaciones que se presentan. El Sínodo no es una batalla ni el fruto de ninguna estrategia. Tal vez, para algunos, podrá haberlo sido, pero esta no es la perspectiva del Sínodo.
Según su opinión, ¿cuestiones como la posible admisión de los divorciados que se han vuelto a casar a los sacramentos, que obtuvieron la mayoría de los votos pero no el consenso de las dos terceras partes para su aprobación, siguen abiertas?
Sí, claro que siguen abierta. Este Sínodo extraordinario era solamente una etapa del camino. La cuestión de la pastoral hacia las personas divorciadas que se han vuelto a casar y la profundización sobre la posibildiad de admitirlas a los sacramentos (en ciertos casos, en ciertas situaciones y bajo determinadas condiciones) aparece claramente en el texto final. Se hizo público el número de los votos que ese párrafo obtuvo: la mayoría absoluta; y, como dijo el Papa, formará parte del texto que será enviado a las Conferencias Episcopales.
 ¿Cuál era el objetivo de estas dos semanas de trabajo?
Sirvieron para que surguieran el estado de la cuestión y los problemas existentes. Yo, que era un presidente delegado de la asamblea, desde el segundo día ¡me transformé en un alumno!. Escuchamos los desafíos pastorales que viven otros países y otros continentes, por ejemplo África, y, humildemente, debo admitir que no comprendo todo, tengo que escuchar y aprender…
El Papa, en su discurso final del sábado por la noche (y que fue muy aplaudido), habló de varias “tentaciones”, desde la de la rigidez hostil de quienes quieren encerrarse dentro de la ley hasta la del “buonismo” que destruye. ¿Qué fue lo que prevaleció?
Para mí, en el aula prevalecieron una sensibilidad y una atención comunes por las heridas de las familias. No hubo ningún padre sinodal que no tratara de dar respuestas. Pero hay que considerar el misterio de la fe, la Palabra del Señor, la riqueza de la tradición… Es una realidad compleja, como un diamante con tantos matices: algunos ven una cara; otros, otra. Pero hay una verdad profunda que nos une, todos tratamos de seguir a nuestro pastor supremo, que es Jesucristo.
¿Alguien trató de involucrar al Papa emérito Benedicto XVI en la “fronda” contra Papa Francisco?
No escuché nada de esto. Y si hubo algo semejante, no tengo nada que ver…
¿Cuáles desafíos que deben enfrentar las familias en Asia llegaron al Sínodo?
Hablo de mis Filipinas. Desde la fase preparatoria hablé en varias ocasiones de una pobreza y del fenómeno de la migración: dos realidades que no pertenecen solo al contexto de las familias, sino que han entrado al corazón de la vida familiar. En nuestro país no existe la ley sobre el divorcio. Pero hay divorcios por amor. Padres y madres que, por amor hacia los hijos, se separan y un cónyuge va al otro lado del mundo para trabajar. Son separaciones provocadas por el amor. Debemos, como Iglesia, tanto en Filipinas como en los países a los que llegan los migrantes, acompañar a estas personas, ayudarlas a ser fieles a la propia esposa o al proprio marido.

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