14 dic 2014

El ciudadano ya se metió en la agenda política/

Revista Proceso No. 1989, 13 de diciembre de 2014
El ciudadano ya se metió en la agenda política/MATHIEU TOURLIERE
El movimiento ciudadano que nació en solidaridad con los 43 normalistas desaparecidos y ocupa las calles de México desde hace más de dos meses está “en pañales”, además de que los intentos gubernamentales de reprimirlo no lo inhibirán, sino que, al contrario, lo atizarán, asevera en entrevista el abogado Ulrich Richter Morales.
 Tras publicar recientemente el libro De la protesta a la participación ciudadana, en el cual estudia los diferentes movimientos de indignación en el planeta, observa que a nivel mundial se puede constatar que cuando los gobiernos incurren en actos injustos contra las movilizaciones, éstas aumentan, y al respecto recuerda que las detenciones ilegales y la represión que realizaron los gobiernos de Túnez y Egipto precipitaron sus caídas.

En México, la reclusión en la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) y la posterior consignación a tribunales de alta seguridad de los 11 detenidos durante la manifestación del pasado 20 de noviembre, al igual que los levantones de estudiantes por efectivos de la División de Inteligencia de la Policía Federal vestidos de civil, resultan “verdaderamente lamentables” para el abogado, ya que “en un régimen democrático de derecho estos hechos no tienen cabida”.
 Explica que tales actos se asemejan a “agarrar el Código Penal y torcerlo” para aplicar a los manifestantes el “derecho penal del enemigo”, es decir, imputarles un “catálogo de delitos graves” que permitan a las autoridades llevarlos a declarar ante la SEIDO –donde “no tenían nada que hacer”– y les impidan salir libres bajo caución.

En el caso de los 11 encarcelados, a quienes les imputaron “tentativa de homicidio”, la autoridad realizó “un procedimiento a todas luces fuera de la ley y que culminó con un auto de libertad”, otorgado por el Juzgado 17 de Distrito con sede en Xalapa, el 29 de noviembre, por falta de pruebas.

“Quisieron hacer un caso emblemático, que falló, para inhibir una serie de protestas que seguirán”, analiza.

Al abogado le indigna la detención de Sandino Bucio Dovalí, ya que “en lugar de haberle enviado un citatorio (…) todos vimos la escena en la que le hacen subir a un auto compacto y luego aparece en la SEIDO”.

También autor del Manual del poder ciudadano, Richter plantea que las decisiones que desencadenaron estos “actos ilegales” fueron “grandes errores” y resultado de un “mal asesoramiento” de los titulares y encargados de las investigaciones, quienes a su juicio deberán ser separados de sus cargos. “Es lo mínimo que estamos esperando”, precisa.

Estima que, gracias a la movilización de los ciudadanos en las calles y en las redes sociales, tanto los detenidos del 20 de noviembre como Sandino Bucio salieron libres, lo cual ilustra el hecho de que “el ciudadano se metió en la agenda política”, pues “antes los ciudadanos no decían nada, eran apáticos, pero ahora el súbdito despertó y la gente quiere participar, está despertando y hace valer sus derechos”.

Sin embargo, en las protestas que sacuden al país se encuentran reclamos contra la corrupción, la impunidad y la inseguridad, asuntos respecto a los cuales “no hubo respuesta”.

Crisis de representatividad

“Los nuevos movimientos sociales integrados por la ciudadanía, por los estudiantes, han dejado a un lado a los partidos políticos y a los sindicatos”, afirma el abogado, y apunta que frente a dichas movilizaciones se encuentra la clase política, representada por los partidos, que se aferran al poder y no quieren compartirlo.

Da como ejemplos de ello el escaso presupuesto otorgado a las candidaturas ciudadanas y a los instrumentos participativos, así como el desdén con que el gobierno trató a la consulta popular.

“El problema –sentencia Richter– está en el monopolio de los partidos políticos”, pues sólo responden a sus propios intereses, aunque uno de ellos, “el PRD, se desmoronó; otro, el PAN, está en la bancada viendo; Morena se mantiene cauto y espera su momento, mientras que el PRI torea con todos los problemas que tiene.”

Al contrario, la ciudadanía no busca un cargo público, sino cambiar al país, y “está cansada de pagar los platos rotos”.

“Lo que resulta patente hoy es una crisis de representatividad de los ciudadanos, quienes no se sienten representados por los partidos”, mientras acusan a la autoridad de los hechos de barbarie de Ayotzinapa.

“El partido político era el eje rector de la vida política. Pero ya no lo es. Ahora va a ser el ciudadano. Algunos (actores políticos) lo entienden y otros no. Ahí es donde hay fricciones.”

Richter insiste en que la transición de la fallida democracia representativa a la democracia participativa debe pasar por medios pacíficos y el diálogo con “quien esté”, es decir, con “la clase gobernante”.

–¿Cómo hacerlo si los que se manifiestan no creen en esta clase gobernante? –se le pregunta.

–Por las urnas. No se debe perder la institucionalidad. El peor enemigo de los partidos ahora en España es Podemos (el movimiento político de los indignados).

–Pero la gente que está marchando denuncia un sistema político corrupto desde el propio sistema electoral…

–Es responsable (igualmente) el ciudadano. Vas a votar y a elegir. Ahí también el culpable es el ciudadano que se colude con la autoridad y vende su voto. Si la comunidad se vende, entonces tendrá un gobierno corrupto. Ante esta crisis el único que puede oxigenar la vida política es el ciudadano.

Se le hace a Richter la observación de que no existe un esfuerzo real para reducir la corrupción en el país, y replica: “Ya metimos el pie y estamos abriendo la puerta; la quieren cerrar, pero es demasiado tarde”.

Advierte que las protestas seguirán hasta que la ciudadanía obtenga espacios en la vida política, y que durante este periodo “habrá de todo, incluso fricciones, como ocurre en Oaxaca o en Acapulco”. Y evalúa que existe “una indignación que llevaba muchos años adormecida y que hoy se manifestó”.

Añade que la ciudadanía esperaba más respuestas por parte del gobierno, como “varias renuncias en el equipo cercano del presidente”, e incluso del propio Enrique Peña Nieto.

Como el problema es “de raíz”, el proceso de transición va a tardar, en virtud de que “no hay varitas mágicas”.

–Entonces, ¿cómo cambiar la situación?

–Hay que purificar (la vida política), invitando a los ciudadanos a participar. ¿Qué otra fuerza tenemos aparte de la ciudadanía? En vez de gastar el dinero para rescatar a los bancos, mejor sería rescatar al mayor recurso, que es la gente.

Remata: “El ciudadano activo ya no se deja, y esto apenas está empezando”.


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