Revista
Proceso
No. 1989, 13 de diciembre de 2014
El
ciudadano ya se metió en la agenda política/MATHIEU TOURLIERE
El
movimiento ciudadano que nació en solidaridad con los 43 normalistas
desaparecidos y ocupa las calles de México desde hace más de dos meses está “en
pañales”, además de que los intentos gubernamentales de reprimirlo no lo
inhibirán, sino que, al contrario, lo atizarán, asevera en entrevista el
abogado Ulrich Richter Morales.
En
México, la reclusión en la Subprocuraduría Especializada en Investigación de
Delincuencia Organizada (SEIDO) y la posterior consignación a tribunales de
alta seguridad de los 11 detenidos durante la manifestación del pasado 20 de
noviembre, al igual que los levantones de estudiantes por efectivos de la
División de Inteligencia de la Policía Federal vestidos de civil, resultan
“verdaderamente lamentables” para el abogado, ya que “en un régimen democrático
de derecho estos hechos no tienen cabida”.
En
el caso de los 11 encarcelados, a quienes les imputaron “tentativa de
homicidio”, la autoridad realizó “un procedimiento a todas luces fuera de la
ley y que culminó con un auto de libertad”, otorgado por el Juzgado 17 de
Distrito con sede en Xalapa, el 29 de noviembre, por falta de pruebas.
“Quisieron
hacer un caso emblemático, que falló, para inhibir una serie de protestas que
seguirán”, analiza.
Al
abogado le indigna la detención de Sandino Bucio Dovalí, ya que “en lugar de
haberle enviado un citatorio (…) todos vimos la escena en la que le hacen subir
a un auto compacto y luego aparece en la SEIDO”.
También
autor del Manual del poder ciudadano, Richter plantea que las decisiones que
desencadenaron estos “actos ilegales” fueron “grandes errores” y resultado de un
“mal asesoramiento” de los titulares y encargados de las investigaciones,
quienes a su juicio deberán ser separados de sus cargos. “Es lo mínimo que
estamos esperando”, precisa.
Estima
que, gracias a la movilización de los ciudadanos en las calles y en las redes
sociales, tanto los detenidos del 20 de noviembre como Sandino Bucio salieron
libres, lo cual ilustra el hecho de que “el ciudadano se metió en la agenda
política”, pues “antes los ciudadanos no decían nada, eran apáticos, pero ahora
el súbdito despertó y la gente quiere participar, está despertando y hace valer
sus derechos”.
Sin
embargo, en las protestas que sacuden al país se encuentran reclamos contra la
corrupción, la impunidad y la inseguridad, asuntos respecto a los cuales “no
hubo respuesta”.
Crisis
de representatividad
“Los
nuevos movimientos sociales integrados por la ciudadanía, por los estudiantes,
han dejado a un lado a los partidos políticos y a los sindicatos”, afirma el
abogado, y apunta que frente a dichas movilizaciones se encuentra la clase
política, representada por los partidos, que se aferran al poder y no quieren
compartirlo.
Da
como ejemplos de ello el escaso presupuesto otorgado a las candidaturas
ciudadanas y a los instrumentos participativos, así como el desdén con que el
gobierno trató a la consulta popular.
“El
problema –sentencia Richter– está en el monopolio de los partidos políticos”,
pues sólo responden a sus propios intereses, aunque uno de ellos, “el PRD, se
desmoronó; otro, el PAN, está en la bancada viendo; Morena se mantiene cauto y
espera su momento, mientras que el PRI torea con todos los problemas que
tiene.”
Al
contrario, la ciudadanía no busca un cargo público, sino cambiar al país, y
“está cansada de pagar los platos rotos”.
“Lo
que resulta patente hoy es una crisis de representatividad de los ciudadanos,
quienes no se sienten representados por los partidos”, mientras acusan a la
autoridad de los hechos de barbarie de Ayotzinapa.
“El
partido político era el eje rector de la vida política. Pero ya no lo es. Ahora
va a ser el ciudadano. Algunos (actores políticos) lo entienden y otros no. Ahí
es donde hay fricciones.”
Richter
insiste en que la transición de la fallida democracia representativa a la
democracia participativa debe pasar por medios pacíficos y el diálogo con
“quien esté”, es decir, con “la clase gobernante”.
–¿Cómo
hacerlo si los que se manifiestan no creen en esta clase gobernante? –se le
pregunta.
–Por
las urnas. No se debe perder la institucionalidad. El peor enemigo de los
partidos ahora en España es Podemos (el movimiento político de los indignados).
–Pero
la gente que está marchando denuncia un sistema político corrupto desde el
propio sistema electoral…
–Es
responsable (igualmente) el ciudadano. Vas a votar y a elegir. Ahí también el
culpable es el ciudadano que se colude con la autoridad y vende su voto. Si la
comunidad se vende, entonces tendrá un gobierno corrupto. Ante esta crisis el
único que puede oxigenar la vida política es el ciudadano.
Se
le hace a Richter la observación de que no existe un esfuerzo real para reducir
la corrupción en el país, y replica: “Ya metimos el pie y estamos abriendo la
puerta; la quieren cerrar, pero es demasiado tarde”.
Advierte
que las protestas seguirán hasta que la ciudadanía obtenga espacios en la vida
política, y que durante este periodo “habrá de todo, incluso fricciones, como
ocurre en Oaxaca o en Acapulco”. Y evalúa que existe “una indignación que
llevaba muchos años adormecida y que hoy se manifestó”.
Añade
que la ciudadanía esperaba más respuestas por parte del gobierno, como “varias
renuncias en el equipo cercano del presidente”, e incluso del propio Enrique
Peña Nieto.
Como
el problema es “de raíz”, el proceso de transición va a tardar, en virtud de
que “no hay varitas mágicas”.
–Entonces,
¿cómo cambiar la situación?
–Hay
que purificar (la vida política), invitando a los ciudadanos a participar. ¿Qué
otra fuerza tenemos aparte de la ciudadanía? En vez de gastar el dinero para
rescatar a los bancos, mejor sería rescatar al mayor recurso, que es la gente.
Remata:
“El ciudadano activo ya no se deja, y esto apenas está empezando”.
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