La historia no
oficial/ANABEL HERNÁNDEZ Y STEVE FISHER
Revista Proceso
No. 1989, 13 de diciembre de 2014
La
noche del 26 de septiembre policías de Iguala y Cocula, obedeciendo órdenes del
alcalde igualteco, atacaron a los normalistas de Ayotzinapa, mataron a tres y a
otros 43 se los entregaron a Guerreros Unidos, grupo que presuntamente los
asesinó e incineró. Esa es la versión oficial. Pero una investigación
periodística, basada en documentos, audiovideos y testimonios, cuenta otra
historia: El ataque fue orquestado y ejecutado por la Policía Federal, con la
complicidad o franca colaboración del Ejército.
Fuerzas
federales participaron en el ataque contra los estudiantes de la Normal de
Ayotzinapa la noche del pasado 26 de septiembre en Iguala, Guerrero, durante el
cual murieron tres normalistas y 43 fueron desaparecidos en una sucesión de
hechos conocida en tiempo real por el gobierno federal.
Un
trabajo realizado con el apoyo del
Programa de Periodismo de Investigación de la Universidad de California en Berkeley
con base en testimonios, audiovideos, informes inéditos y declaraciones
judiciales muestra que la Policía Federal (PF) participó activa y directamente
en el atentado.
Aún
más, de acuerdo con la información obtenida por Proceso en la Normal de Ayotzinapa,
el ataque y desaparición de los estudiantes fue dirigido específicamente a la
estructura ideológica y de gobierno de la institución, pues de los 43 desaparecidos uno formaba parte del Comité de Lucha
Estudiantil, máximo órgano de gobierno de la escuela, y 10 eran “activistas
políticos en formación” del Comité de Orientación Política e Ideológica (COPI).
Hasta
ahora la versión oficial es que el entonces alcalde de Iguala, José Luis
Abarca, ordenó la agresión, preocupado por la posibilidad de que los estudiantes
interrumpieran el informe de actividades de su esposa, María de los Ángeles
Pineda Villa, titular del DIF municipal.
Según
esta versión, policías municipales de Iguala y del vecino ayuntamiento de
Cocula atacaron y capturaron a los estudiantes, mientras Guerreros Unidos los
asesinó y quemó, con el desconocimiento de los agentes federales y los soldados
destacados en la zona. Sin embargo, los documentos y testimonios obtenidos
revelan una historia diferente.
Un informe
inédito del gobierno de Guerrero, fechado en octubre, entregado a la Secretaría
de Gobernación (Segob) hace más de un mes y obtenido por Proceso en torno a los
hechos del 26 y 27 de septiembre, señala que desde su salida de las
instalaciones de la Normal de Ayotzinapa los estudiantes eran monitoreados por
agentes de las administraciones estatal y federal.
El
documento reporta que a las 17:59 horas el Centro de Control, Comando,
Comunicaciones y Cómputo (C4) de Chilpancingo informó que los normalistas
partían de Ayotzinapa rumbo a Iguala. A las 20:00 horas la PF y la Policía
Estatal llegaron a la autopista federal Chilpancingo-Iguala, donde los
estudiantes empezaban a hacer una colecta. A las 21:22 horas el jefe de la base
de la PF, Luis Antonio Dorantes, fue
informado de la entrada de los jóvenes a la central camionera y a las 21:40 el
C4 de Iguala reportó el primer tiroteo.
El
informe añade que desde el pasado 28 de septiembre la Fiscalía General de
Guerrero ordenó a la PF informar si sus agentes participaron en los hechos del
26 de septiembre; pidió el registro de entrada y salida del personal de su base
de operaciones y exigió el número de patrullas y el registro del armamento
usado del 24 al 28 de septiembre.
De
acuerdo con la averiguación previa HID/SC/02/0993/2014, la PF no entregó esa
documentación. El 4 de octubre, ante la presión política el gobierno de
Guerrero declinó su competencia y desde entonces la administración de Enrique
Peña Nieto tiene el control de la investigación.
Los
videos
Este
semanario pudo ver 12 videos grabados por los estudiantes con sus teléfonos
celulares durante el ataque. En uno de ellos las víctimas identifican
claramente la presencia de la PF. “¡Ya se están yendo los policías… se quedan
los federales y nos van a querer fastidiar!”, es la advertencia de un
estudiante que se escucha en una de las grabaciones.
En
la historia reciente los normalistas de Ayotzinapa ya habían sido atacados por
la PF.
El
11 de diciembre de 2011, durante una manifestación en la autopista
México-Acapulco los federales dispararon contra ellos y mataron a los
estudiantes Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús. El
expediente CNDH/1/2011/1/VG consigna que varios normalistas fueron detenidos y
golpeados por la Policía Ministerial de Guerrero y por la PF.
Hasta ahora el
gobierno de Peña Nieto ha ocultado la información que tiene acerca de la
participación de la PF y el Ejército en los acontecimientos.
La
tarjeta informativa número 02370, firmada por el coordinador operativo de la
región Norte de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil de
Guerrero, José Adame Bautista, fechada
el 26 de septiembre, afirma que a las 17:59 horas “reportaron vía telefónica
desde el C4 Chilpancingo sobre la salida de dos autobuses de la línea Estrella
de Oro con números económicos 1568 y 1531 con estudiantes de la escuela rural
Ayotzinapa con dirección a la ciudad de Iguala”.
La
Normal Rural Raúl Isidro Burgos está en el municipio de Tixtla, a una hora por
carretera de Chilpancingo y dos de Iguala. Se reportó a los tres niveles de gobierno
la salida de los estudiantes en tiempo real; esto indica que había vigilancia
sobre ellos antes del ataque.
La
tarjeta informativa de Adame agrega que los dos camiones llegaron a las 20:00
horas a la caseta de cobro número tres de Iguala. Un camión se quedó ahí y el
otro, frente al restaurante La Palma en la carretera federal
Iguala-Chilpancingo, a donde llegaron las policías Estatal y Federal.
“Por lo antes narrado el suscrito (Adame
Bautista), con tres elementos más, se trasladó a la caseta en mención, lugar
donde se coordinó con personal de la Policía Federal sector Caminos al mando
del oficial Víctor Colmenares Campos con cinco elementos más en tres unidades
procediendo a monitorear las actividades de dichos estudiantes”, señala el
documento.
El
informe de la esposa de Abarca como presidenta del DIF municipal concluyó a las
ocho de la noche –dos horas antes de que los estudiantes entraran a la ciudad–,
según declaraciones judiciales de la averiguación previa HID/SC/02/0993/2014
abierta por el gobierno guerrerense –de la cual se tiene copia– y testimonios
obtenidos por este semanario.
Omar García, líder del COPI
de Ayotzinapa, entrevistado por Proceso en las instalaciones de la Normal,
explica que este año a su escuela le tocó “recolectar” 20 camiones para que
ésta y otras normales rurales fueran a la marcha del 2 de octubre en la Ciudad
de México. Antes de ir a Iguala ya habían “capturado” ocho camiones e iban por
más. Contra la versión de la Procuraduría General de la República (PGR), afirma
que no tenían intención de protestar contra el alcalde o su esposa.
Sostiene
que en la carretera federal Iguala-Chilpancingo los normalistas tomaron un
autobús, pero el chofer no quiso bajar al pasaje y dijo que les daría la unidad
al llegar a la central. Pero cuando llegó a la estación, encerró en el vehículo
a 10 estudiantes, quienes llamaron a sus compañeros para pedir ayuda.
Los
refuerzos llegaron y rompieron la puerta del camión para sacar a sus
compañeros. “Se armó el jaleo y llamaron a la policía”, apunta Omar. De la
central tomaron otros camiones. Dos se fueron hacia Periférico Sur y otros tres
debían tomar hacia Periférico Norte, pero equivocaron la ruta.
Testigos
afirman que cerca de las 22:00 horas vieron circular tres autobuses de
pasajeros por la calle Juan N. Álvarez y a la altura de la catedral los
estudiantes comenzaron a bajar. El chofer que manejaba el primer camión, Hugo
Benigno Castro, asentó en su declaración judicial que los jóvenes bajaron para
preguntar a la gente por la salida a Chilpancingo.
El
pasado 7 de noviembre el procurador general Jesús Murillo Karam afirmó que el
“operador de radio de la central de policía de Iguala, David Hernández Cruz”,
declaró que fue Abarca quien ordenó el ataque a los estudiantes. De acuerdo con
la copia obtenida por este semanario de la “orden de los Servicios Operativos
de Vigilancia, así como de los Servicios Administrativos”, ningún empleado de
dicha corporación tiene ese nombre.
Los
documentos obtenidos indican que desde el 28 de octubre la Segob y el senador
priista Omar Fayad –cabeza del grupo de trabajo encargado de indagar lo
ocurrido en Iguala– recibieron el informe pormenorizado del gobierno de
Guerrero.
El
segundo ataque
El
segundo ataque tuvo lugar unas cuadras antes de llegar al Periférico de Iguala.
Las balas impactaron los vidrios de los vehículos, poncharon las llantas y una
patrulla municipal le cerró el paso a la caravana de tres autobuses. En una
acción coordinada y táctica los estudiantes quedaron atrapados entre dos
fuegos, sin posibilidad de escapar.
Algunos
estudiantes intentaron mover la patrulla municipal, pero les dispararon. El
normalista Cornelio Copeño dijo que ese fue el momento en el cual su compañero
Aldo Gutiérrez recibió el disparo en la cabeza.
Los
12 videos obtenidos captaron la agresión. En un audio sin imagen se escuchan
las ráfagas. En otro se ve a Aldo tirado al lado de una patrulla agitando los
brazos. Y en una grabación más se escucha que los estudiantes reclaman a los
policías por qué recogen los casquillos percutidos.
El
tercer autobús fue el más dañado. Asientos y pasillos quedaron manchados de
sangre, como se ve en las fotografías tomadas por los estudiantes. Fue de ahí
de donde se llevaron a algunos de los 43 desaparecidos.
El
estudiante Francisco Trinidad Chalma declara que durante el segundo ataque
“policías municipales” bajaron a sus compañeros y en el costado izquierdo del
camión los tenían sometidos. “Eran como 17 o 18 y policías eran alrededor de
60. Al parecer había compañeros heridos porque los tuvieron un rato en el
suelo”.
Otros
testimonios de los mismos estudiantes hablan de “patrullas municipales” y “más
patrullas”, y afirman que algunos atacantes estaban equipados con pecheras,
rodilleras, cascos, coderas y pasamontañas, y una patrulla traía un soporte
para ametralladora desde donde un uniformado los encañonó. Otros agregan que
los policías adoptaron posición de tiro. Se investigó que la Policía Municipal
de Iguala no usa ese equipo ni éste forma parte de los objetos asegurados por
la fiscalía.
“Pregunté
quiénes habían sido los que les habían disparado, manifestándome los compañeros
que habían estado en el lugar de los hechos que primeramente fueron los
policías municipales, quienes con un vehículo tipo patrulla les obstaculizaron
la circulación, y unos compañeros se bajaron a hacer la patrulla a un lado para
que los dejaran pasar, y que al momento de que intentaron mover la patrulla (…)
llegaron elementos de la Policía Federal y ellos fueron los que dispararon en
contra de mis compañeros, hiriendo a varios de éstos, y resultó muerto uno de
ellos, sin saber el nombre de éste, por lo que los demás compañeros se bajan de
los autobuses y salen corriendo para protegerse de las balas de los federales, por
lo que se pusieron atrás de los autobuses y otros se tiraron al piso, y que uno
de los federales se puso a fumar un cigarro en una esquina, y haciendo ademanes
de que se arrimaran, ya de ahí los federales empezaron a recoger los casquillos
para no dejar evidencias de los hechos”, declaró a la fiscalía el estudiante
Luis Pérez Martínez.
Un
testigo entrevistado por Proceso señala que fue a ver qué pasaba. Cuando llegó,
la calle estaba cerrada por policías encapuchados, con armas largas, uniformes
oscuros y se fijó en el detalle de que no usaban pantalones como los de los
policías municipales. Uno de los videos revisados por los reporteros demuestra
que entre los atacantes sí había agentes de la PF.
Se
buscó en la Normal de Ayotzinapa a los estudiantes que estuvieron durante los
tres ataques ocurridos en la calle Juan N. Álvarez, pero no fue posible
localizarlos pues a la mayoría de ellos sus padres los sacaron de la escuela
poco después de que los jóvenes declararon ante las autoridades, la mañana del
27 de septiembre, a las cuales, por temor, les dieron nombres falsos.
Vidulfo
Rosales, abogado de los normalistas y de los padres de los desaparecidos, dice
a Proceso que tras el ataque hubo confusión y miedo, pero que desde un inicio
los estudiantes declararon que la PF participo en el ataque. En los últimos
días de noviembre los jóvenes ampliaron sus declaraciones ante la PGR para dar
más detalles de la participación en los hechos de la PF y el Ejército.
Municipales
y Ejército
La
base de la policía de Iguala está en el número 109 de Rayón, un callejón. La
PGR sostuvo que esa noche los 43 estudiantes fueron trasladados ahí en
patrullas y después fueron entregados a Guerreros Unidos.
La
base tiene una sola entrada y por su portón no caben las camionetas con roll
bar que usa la Policía Municipal. Esto se verificó pues la PF, que ahora
resguarda esas instalaciones, usa el mismo tipo de unidades y éstas no pueden
pasar. Los detenidos son bajados en la calle y entran caminando.
Por
dentro las oficinas de una sola planta forman una especie de escuadra y todas
tienen vista a un patio abierto con forma triangular al cual también tienen
vista las casas aledañas. Los vecinos afirman a este semanario no haber visto
ni escuchado nada fuera de lo común esa noche.
Ante
diputados federales, el secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, afirmó
el 13 de noviembre que el 27 Batallón de Infantería supo del ataque dos horas
después de ocurrido. Pero según esta investigación, los militares sí fueron
informados a través del C4 y comandos del batallón estaban en la zona cuando
todo pasó.
Luego
del segundo ataque, entre las 23:00 y las 24:00 horas, un capitán del que sólo
se conoce el apellido, Crespo, del 27 Batallón de Infantería, llegó a la base
de la Policía Municipal de Iguala junto con otros 12 militares.
Crespo
habló con el juez de barandilla Ulises Bernabé García y con el pretexto de
buscar “una motoneta blanca” se metió a inspeccionar las celdas, oficinas y el
patio. Testigos de la visita del capitán dijeron que después de que se supo de
la desaparición de los estudiantes, les pareció más sospechosa.
El
21 de noviembre Bernabé García fue citado a declarar por primera vez por una
autoridad desde que ocurrieron los hechos. Dijo a la PGR lo ocurrido con el
capitán Crespo y afirmó que los estudiantes de Ayotzinapa nunca fueron llevados
a la base de la Policía Municipal.
El
30 de octubre a las afueras de Iguala fue colocada una manta dirigida a Peña
Nieto supuestamente firmada por un narcotraficante apodado El Gil. En ésta se
responsabilizó de la muerte y desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa,
entre otros, al “capitán Crespo”, a quien se acusó de trabajar para el crimen
organizado.
A
las 23:00 horas Omar García y otros estudiantes de Ayotzinapa llegaron a Iguala
luego de recibir llamadas de auxilio de sus compañeros. Hubo una hora sin
disparos y ya no se veía a ningún policía. Los normalistas llamaron a la prensa
y mientras daban una conferencia en la esquina del Periférico y Juan N.
Álvarez, un comando abrió fuego contra ellos a distancia. Cuando echaron a
correr hubo varios heridos y dos estudiantes cayeron muertos: Daniel Solís y
Yosivani Guerrero.
El
cuerpo de Julio César Mondragón, el tercer estudiante asesinado, apareció al
día siguiente en las inmediaciones del C4 con el rostro desollado y con un
globo ocular desprendido. No tenía ningún disparo y según la necropsia murió
por fractura de cráneo.
García
dice a este semanario que quienes dispararon era gente entrenada: “Es obvio que
era gente muy capacitada; he sido testigo de muchas balaceras en muchos
lugares”, afirma.
“El
Ejército llegó rápidamente. Entró. Cortaron cartucho a modo de que iban, no sé,
contra delincuentes, nos acusó de que estábamos allanando morada, que nos iban
a llevar a todos, pues que éramos delincuentes”. Señala que los obligaron a
quitarse la camisa, revisaron si traían armas, les tomaron fotografías y les
pidieron sus nombres reales.
“‘No
quiero que me den nombres falsos porque si me dan un nombre falso, nunca los
van a encontrar’. Eso lo dijo así, textualmente”, afirma Omar. “Nos estaban
insinuando que nos iban a desaparecer o que nos iban a tener en algún lugar”.
Simultáneamente
al tercer ataque hubo una cuarta agresión contra uno de los camiones de
normalistas que tomó hacia Periférico Sur. De acuerdo con el informe de la
Fiscalía de Guerrero, el camión Estrella de Oro fue atacado en el tramo
Iguala-Mezcala, tenía vidrios rotos y llantas ponchadas. Se localizaron
piedras, un suéter, un pañuelo y ocho playeras, una de ellas con sangre y
residuos de gas lacrimógeno, el cual tampoco usa la policía de Iguala.
Tras
los hechos del 26 y 27 de septiembre, el jefe de la base de la PF en Iguala,
Luis Antonio Dorantes y el oficial Víctor Colmenares fueron removidos de sus
cargos, se informó a Proceso en la base policiaca.
Se
solicitó a la PGR y a la Segob un comentario sobre la participación de la
Policía Federal y el Ejército en el ataque a los normalistas. En nombre de la
procuraduría, un funcionario aceptó fijar una postura “institucional” y exigió
su anonimato personal.
Dijo
que el procurador Jesús Murillo Karam ya había señalado que “las
investigaciones continúan y que van a llegar hasta sus últimas consecuencias”.
La respuesta a las preguntas planteadas forma parte de esa investigación, agregó la fuente, y “por tanto
nada podemos decir”. L
∞∞
Declaraciones
a base de torturas
En
torno al caso del ataque a los normalistas de Ayotzinapa, actas de la
Procuraduría General de la República (PGR) prueban que al menos cinco de los
supuestos integrantes de Guerreros Unidos detenidos y que declararon contra el
exalcalde igualteco José Luis Abarca y contra las policías de Iguala y Cocula
fueron previamente torturados por marinos y policías federales.
Sidronio
Casarrubias, a quien la PGR señala como máximo líder de Guerreros Unidos, fue
detenido el 15 de octubre entre las 21:00 y las 22:00 horas en un restaurante,
aunque la procuraduría dijo que fue atrapado mientras circulaba por la
carretera México-Toluca. Aceptó ser hermano de Mario Casarrubias, acusado de
narcotráfico, pero negó pertenecer al grupo criminal.
1 comentario:
Gracias, no había tenido acceso a la revista pero ahora veo si la puedo conseguir. Un saludo
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