Revista Proceso
No. 1989, 13 de diciembre de 2014
El
Cártel de Sinaloa hace negocios con el extremismo islamista/J.
JESÚS ESQUIVEL
Un
informe reciente de la DEA ubica al Cártel de Sinaloa –asociado con narcotraficantes
colombianos– como una de las organizaciones criminales que surten de droga a
grupos islamistas del occidente africano, quienes al revenderla obtienen
ganancias que ponen al servicio de sus causas. En sentido contrario, y mediante
complicadas triangulaciones, traficantes de armas ayudan a los latinoamericanos
con el lavado de dinero. Así, la agencia antidrogas estadunidense, aunque no lo
hace explícitamente, coloca a la organización encabezada por El Mayo Zambada
como uno de los “patrocinadores”, entre otros, de Hezbolá y Al-Qaeda.
El
CNOC indica que en el oeste de África y gracias al incremento en la venta de
cocaína que les hacen llegar el Cártel de Sinaloa y sus socios colombianos, los
grupos terroristas han diversificado sus actividades criminales para obtener
más ganancias.
“Las
franquicias del terrorismo dedicas al narcotráfico llevan a cabo actividades
criminales alternativas para obtener más recursos: lavan dinero, secuestran,
extorsionan y contrabandean”, puntualiza el reporte de la DEA entregado hace
unos meses al Departamento de Justicia en Washington.
Aunque
el gobierno de Estados Unidos no tiene catalogado al Cártel de Sinaloa como una
agrupación narcoterrorista, en el informe del CNOC se resalta el hecho de que
de los 51 grupos terroristas identificados en el mundo por el Departamento de
Estado, la DEA ubica a 20 como organizaciones asociadas con el narcotráfico
colombiano y con el mexicano.
De
entre esos 20 grupos la DEA destaca a dos: Al-Qaeda en el Magreb Islámico
(AQIM) y a Hezbolá en Líbano.
“Controla
la región del Sahel en el oeste de África, incluidas las rutas del trasiego de
drogas que cruzan a todos los países de esta área”, matiza el reporte en el
caso de AQIM.
Respecto
a Hezbolá, apunta: “Está involucrado de manera significativa en el tráfico de
cocaína y el lavado de dinero entre Sudamérica, el oeste de África, Europa y el
Medio Oriente”.
El
fenómeno de la participación del Cártel de Sinaloa en el mercado de las drogas
del oeste africano, según la DEA, se debe al declive del consumo de cocaína en
Estados Unidos y a la caída del precio de esta droga en ese mercado, “mientras
en Europa, Medio Oriente y África la cocaína sigue subiendo de precio y cada
vez se hace más popular entre la población de esta región del mundo”.
Facilitadores
sombra
La
investigación de la DEA en torno al involucramiento del Cártel de Sinaloa en el
trasiego de drogas al oeste de África explica que la organización criminal
ahora dirigida por Ismael El Mayo Zambada no envía a su gente a esa región del
mundo a negociar de manera directa, sino que lo hace mediante socios
colombianos, en primera instancia con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC), calificadas por Washington como “agrupación narcoterrorista”.
Una
vez iniciada la relación con los clientes de África, el Cártel de Sinaloa
comenzó a ampliar independientemente sus relaciones con los cabecillas del
crimen organizado del continente, entre los cuales se identifica a traficantes
internacionales de armas a quienes el CNOC llama “facilitadores sombra”.
La
DEA enfatiza que estos criminales son quienes “saben cómo explotar y
resquebrajar los sistemas judiciales y económicos de la comunidad internacional
para sacar ventaja y ganancia del nexo entre el crimen y el terrorismo”.
Según
cálculos de la ONU, el tráfico de drogas genera ganancias anuales por alrededor
de 320 mil millones de dólares. El CNOC considera que ante la expansión del
narcotráfico, era lógico que los facilitadores sombra se pusieran en contacto y
se asociaran con narcotraficantes de Colombia y México.
Los
facilitadores sombra, dice el documento, proveen a los narcotraficantes y a los
terroristas servicios de lavado de dinero, contrabando, falsificación,
explotación y control de rutas para el trasiego de los narcóticos y de armas.
Muchas
organizaciones del tráfico de drogas y del terrorismo internacional “comparten
los servicios de un mismo facilitador sombra, por lo cual la captura de alguno
de éstos representa un fuerte golpe a la criminalidad trasnacional”, afirma el
CNOC, que ubica entre ellos a los sirios Monzer Mohammad al-Kasar y Richard
Chichakli, el ruso Víktor Anatolyevich Bout, el sueco Paul Mardirossian, el
griego Joannis Viglakis, el exmilitar estadunidense Joseph Hunter y el afgano
Taza Gul Alizai, algunos de los cuales ya fueron detenidos.
El
reporte del CNOC indica que el Cártel de Sinaloa inició sus operaciones en el
oeste de África hace apenas 10 años. La DEA refiere que los primeros
facilitadores sombra que enlistó ese grupo de la mafia mexicana fueron varios
líderes de la FARC y exintegrantes del Cártel de Medellín.
“Aprovecharon
la relación que tenían narcotraficantes colombianos desde la década de los
ochenta con gente del narcotráfico mexicano, como Juan José Esparragoza Moreno,
El Azul, uno de los principales enlaces de los colombianos para el trasiego de
cocaína hacia Estados Unidos, para fortalecer el tráfico de drogas a Europa y
el oeste de África”, comenta a Proceso un agente especial de la DEA que estuvo
al tanto del reporte de la CNOC y quien aceptó hablar a condición de conservar
su anonimato.
“El
posicionamiento que tiene el Cártel de Sinaloa a escala mundial en el tráfico
de drogas lo convirtió en el socio ideal del terrorismo en el oeste de África y
eso lo aprovecharon los facilitadores sombra y los propios líderes de la
organización criminal mexicana, como El Azul, El Chapo (Joaquín Guzmán Loera)
El Mayo Zambada y otros más”, agrega el agente de la DEA.
Contacto
venezolano
El
libanés Yehya Ali Daoud Zeiter, detenido el 14 de abril de 2008 en Rumania, es
uno de los facilitadores sombra a quienes el CNOC asocia con el Cártel de
Sinaloa, las FARC y otros narcotraficantes colombianos.
A
este libanés, a quien el gobierno de Estados Unidos acusa de financiar las
operaciones terroristas de Hezbolá, la DEA le achaca la operación de las rutas
para el tráfico de cocaína y heroína en Argentina, Brasil y Paraguay, puntos de
partida que “utilizaba para la exportación de estas drogas con destino a los
mercados de Europa y Medio Oriente”.
Francisco
Antonio Flórez Upegui, Don Pancho, y sus socios –el libanés Chekri Harb y el
guatemalteco Juan Fernando Sandoval Wyss– son otros personajes ligados por la
DEA a las operaciones que realiza el Cártel de Sinaloa en el oeste africano,
Medio Oriente y Europa en su relación indirecta con grupos terroristas.
“Don
Pancho, uno de los líderes de más alto rango de La Oficina de Envigado, se
inició desde hace 30 años en el tráfico de drogas como integrante del Cártel de
Medellín”, se lee en el reporte, que luego matiza: “Flórez Upegui coordinaba el
transporte de cargamentos de múltiples toneladas de cocaína destinadas a
Europa, Medio Oriente y África, así como cantidades no determinadas de heroína
que salían desde Colombia, Centroamérica y México para Estados Unidos y otros
continentes”.
Al
guatemalteco Sandoval Wyss, detenido por la DEA en abril de 2008 en Florida, y
a su socio Jorge Mario Paredes Córdova, el informe del CNOC los llama
“cabecillas de una organización del tráfico de cocaína que opera con narcotraficantes
mexicanos (Cártel de Sinaloa) y guatemaltecos”.
De
acuerdo con la información recopilada en el expediente especial sobre el
narcoterrorismo en el oeste de África, el libanés Chekri Harb, simpatizante de
Hezbolá, “coordinaba las operaciones de lavado de dinero y transporte de
cocaína y otras drogas de los proveedores de Colombia y México, en Damasco y El
Cairo”.
El
venezolano de origen sirio Walid Makled García, líder de la organización
criminal Los Turkos, está catalogado por el gobierno de Estados Unidos como
otro de los facilitadores sombra del Cártel de Sinaloa.
El
informe de la División de Operaciones Especiales de la DEA explica que Los
Turkos –cuya base se ubica en el estado de Carabobo– se encargan de sacar
cocaína colombiana y la perteneciente al Cártel de Sinaloa desde esta región
venezolana para destinarla a los mercados de Europa, Medio Oriente y el oeste
de África.
La
DEA sostiene que en sus investigaciones contra grupos narcoterroristas
descubrió que Los Turkos tienen muy buena relación con Hezbolá, agrupación para
la cual lavan dinero procedente de la venta de armas.
“Makled
García ha sido ligado con los dirigentes de más alto rango de las
organizaciones del tráfico de drogas tanto de Colombia como de México. Él y sus
asociados emplean una red de funcionarios, militares y policías corruptos de
Venezuela para salvaguardar las operaciones de su organización y garantizar la
efectividad de sus actividades de tráfico de drogas. Además es dueño de
múltiples propiedades y entidades financieras a las que utiliza para lavar el
dinero procedente de la venta de cocaína que distribuye para los
narcotraficantes colombianos y mexicanos”, concluye el informe del CNOC.
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