La
cara B de los comicios británicos/Henry Kamen es historiador británico. Su última obra, publicada por La Esfera de los Libros en 2014, es España y Cataluña. Historia de una pasión.
El
Mundo |11 de mayo de 2015
A
pesar de las predicciones expresadas en la prensa sobre el posible caos
político en el Reino Unido después de las elecciones generales, la verdad es
que la política británica es inherentemente estable y tarde o temprano revierte
a su tradicional tranquilidad. Los británicos como pueblo han sobrevivido a
invasiones militares, ejecuciones de sus reyes, la abolición de la monarquía y
el establecimiento de una república, el ascenso y la caída del imperio, dos
guerras mundiales, el ataque sostenido del terrorismo y la amenaza de
desintegración política. Han sobrevivido no a causa de alguna gran virtud moral
que poseen, sino porque el sistema bajo el que viven tiene características que
no se encuentran en otros países, y ciertamente no en España.
El
Reino Unido es muy diferente de España, pero la mayoría de los españoles no son
conscientes de ello. El Reino Unido tiene un sistema monárquico muy diferente;
tiene un sistema distinto de elecciones; también tiene una visión diferente de
lo que es el Estado. En España, el Estado es un monolito que los políticos
manipulan a favor de sus partidos, sus clientes y sus propios bolsillos. En
España, el Estado tiene decenas de miles de funcionarios que tienen derecho a
un sueldo permanente del Gobierno y que nunca pueden perder. Esta inmensa
burocracia es terreno propicio para la corrupción. No puede suceder en Gran
Bretaña, porque la política del Reino Unido está separada de la administración.
En el Reino Unido no existe un Estado o cuerpo de funcionarios controlados por
los políticos. De hecho, en Gran Bretaña la presencia del Estado ha sido, hasta
ahora, mínima. Por esa razón, los británicos no tienen un DNI, con la evidente
sorpresa de la gente de España que tienen que presentar su DNI en muchas de sus
actividades. En el Reino Unido no es necesario un DNI para abrir una cuenta
bancaria; en España no se puede abrir una cuenta sin uno.
La
separación de la política de la administración en el Reino Unido, garantiza que
el Gobierno pueda continuar, incluso si el resultado de las elecciones crea
caos en el Parlamento. El Parlamento no es totalmente esencial para el Estado.
El casi invisible Estado británico es un fenómeno muy extraño. Permítanme
ilustrarlo de esta manera. Cuando yo era estudiante en Oxford, un día me topé
con un turista que me preguntó por el camino a «la universidad de Oxford». Le
expliqué que no había tal lugar, porque todo lo que veía era en realidad la
universidad. Estaba allí, porque no estaba allí. Lo mismo sucede con el sistema
político británico. Si usted intenta averiguar acerca de la constitución
británica, encontrará que es difícil de identificarla. No está allí. No está
escrita en ningún pedazo de papel, y no tiene texto. Nadie sabe cuándo comenzó
a existir, y nadie sabe cuáles son sus principios fundamentales.
Como
resultado, no hay reglas fijas. Las llamadas elecciones democráticas no tienen
reglas democráticas. El éxito de los conservadores esta semana parece confirmar
que existe una cierta estabilidad en el sistema político británico. Pero eso es
sólo parte de la historia, porque como veremos también hay otros aspectos. Los
británicos están contentos con el sistema, y existen buenas razones (que no
vamos a discutir aquí) que se pueden ofrecer en su defensa.
Incluso
si las elecciones hubieran terminado en caos, los británicos, en general,
estarían contentos, porque nunca han aceptado la intrusión del Gobierno en sus
vidas, y un Parlamento caótico no les habría molestado excesivamente. Como
saben los que han visto el programa de televisión Sí, ministro, el Gobierno
británico puede funcionar perfectamente sin sus políticos y sin Parlamento. Es
cierto que la administración tiene que ser financiada con el dinero
suministrado por el Parlamento, pero aún eso no es imprescindible. La
administración y sus funcionarios forman parte de la Administración Pública,
que es independiente del sistema político, y pueden continuar funcionando
incluso si el Parlamento no está activo.
Un
malentendido crucial acerca de las elecciones de esta semana, es la suposición
de que los resultados realmente representan lo que parecen representar. Nada
podría estar más lejos de la verdad. La victoria masiva del SNP en Escocia, por
ejemplo, ha llevado a muchos españoles -sobre todo en Cataluña- a suponer que
el nacionalismo ha triunfado. Lejos de ello. Los escoceses que votaron por el
SNP estaban votando en contra del sistema de gobierno de Londres, y de ninguna
manera estaban a favor de la separación. De hecho, durante la campaña electoral
el SNP cuidaba mucho de no identificarse con el separatismo. Insistían en que
querían mejoras en el Gobierno, a través de un papel nuevo y poderoso en
Westminster. Una alta proporción de los que votaron por el SNP se opone
firmemente a la separación.
Al
hablar del SNP, también deberíamos tener cuidado con las interpretaciones que
la prensa ofrece, tanto británica como internacional. La victoria del SNP no
fue un paso adelante hacia el nacionalismo. Al aniquilar el Partido Laborista
en Escocia, el SNP simplemente ha asegurado que los conservadores tengan la mayoría
absoluta en Westminster. Eso, sin duda, no era lo que pretendían los líderes
del SNP, pero fue el resultado que se produjo. Hicieron posible una victoria
conservadora. Gracias a esto, el SNP tendrá un papel mucho menor en Westminster
de lo que había esperado.
Los
votantes en el Reino Unido han optado por la oportunidad de cuestionar la
validez de la política tradicional, que siempre operaba a través del sistema de
dos partidos. Pero eso ha tenido muchas consecuencias extrañas. En las
elecciones de esta semana, casi cuatro millones de electores votaron por el
UKIP, que ganó exactamente un escaño en el Parlamento. La mitad de ese cifra, o
cerca de dos millones de personas, votaron por el SNP: ese partido ganó 56
escaños en el Parlamento. Incluso un cínico tiene que admitir que hay algo mal
en un sistema llamado democrático que puede permitir tales desigualdades. Si el
Reino Unido hubiera tenido el mismo sistema electoral que los españoles, el
UKIP, que ha ganado el mayor porcentaje de la votación nacional después de los
Conservadores y Laboristas, ahora sería una gran presencia en Westminster, con
tal vez más de 100 escaños. En lugar de ello, tiene un solo escaño, y su líder
no ha podido ser elegido para el Parlamento. Lo mismo podría pasar en España con
Podemos, si España tuviera el sistema electoral británico. Otra consecuencia
extraña es la destrucción casi total del Partido Laborista en Escocia, donde ha
sido el partido dominante durante un siglo. La mayoría de los votantes
laboristas en Escocia han preferido votar nacionalista, a pesar de no ser
separatistas.
Al
final, el resultado práctico es que los conservadores gobernarán por otros
cinco años, con una mayoría segura. Esta vez no necesitarán el Partido Liberal
Demócrata, que solía tener 55 escaños y ha sido ahora también aniquilado,
reteniendo sólo 8 escaños. En cambio, los conservadores pueden confiar en el
firme apoyo del Partido Unionista de Irlanda, que les ha respaldado
tradicionalmente. El Gobierno seguirá como antes, pero las cosas realmente no
serán las mismas, porque hay decisiones importantes por delante, entre ellas el
cumplimiento de las promesas generosas hechas durante la campaña electoral.
Cameron también tiene que dirigir un referéndum sobre Europa, y tiene que ver
lo que puede hacer para mantener felices a los escoceses. Los augurios son
buenos. La economía está comenzando a mejorar, y todo indica que David Cameron
puede esperar cinco años más de poder ininterrumpido.
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