3 jul 2015

Cuba sale del frío/Hector R. Torres,

Cuba sale del frío/Hector R. Torres, is a former Executive Director of the IMF and a former Chair of the G-24 Bureau in Washington, DC.
Project Syndicate | 3 de julio de 2015
Hace algunos años habría sido difícil imaginarse a Cuba golpeando a las puertas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Hoy, con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas de Estados Unidos con la isla después de más de medio siglo de enemistad, parece una cuestión de tiempo que ingrese a ambas instituciones para beneficio de todas las partes.
Ser miembro del FMI es uno de los requisitos para unirse al Banco Mundial, y son fáciles de ver las ventajas que ganaría Cuba con ello. El país siente un legítimo orgullo por sus logros sociales, pero será necesario que su economía crezca para que se sostengan en el tiempo, lo que tendrá que fomentar profundizando las reformas económicas que ya ha iniciado, haciendo frente a su obsolescencia tecnológica y modernizando su infraestructura pública.

Para todo ello hay que recabar capital. Y, si bien Cuba podría (y posiblemente debería) buscar apoyo financiero de fuentes distintas al Banco Mundial, existen problemas con muchas de las alternativas multilaterales. El apoyo financiero de la Corporación Andina de Fomento podría ser más bien limitado, todavía no se han determinado los procedimientos de ingreso al Nuevo Banco del Desarrollo de los países BRICS, y unirse al Banco Interamericano de Desarrollo podría ser políticamente delicado, considerando su vínculo con la Organización de los Estados Americanos.
Por supuesto, Cuba podría tomar préstamos de acreedores bilaterales, pero por lo general esos recursos vienen con condiciones menos transparentes que las de las entidades financieras internacionales. Más aún, ninguna de estas fuentes potenciales de financiación tendría el nivel de apoyo técnico que brinda el Banco Mundial.
De manera similar, unirse al FMI ofrecería beneficios tangibles para Cuba. Su balanza de pagos sufre presiones crónicas y sería más fácil atraer inversiones del extranjero (incluida la diáspora cubana) si el país lograra poner orden en sus complejos tipos de cambio. Cuba emite dos tipos de moneda, el peso convertible (con una paridad de uno a uno con el dólar estadounidense) y el peso cubano (fijado en 24 pesos por dólar). Además, hay varios tipos de cambio especiales para gestiones como la compra de petróleo, las importaciones para la industria hotelera y los ingresos por exportaciones.
Si racionalizara sus tipos de cambio, el país podría fortalecer su competitividad y aumentar sus exportaciones, pero esto también representaría un reto, incluso si se hiciera gradualmente. Los precios y salarios se verían muy afectados, y las autoridades tendrían que hacer comprender que las ventajas en el largo plazo eventualmente compensarían las dificultades intermedias.
Sin embargo, no bastará solamente con la persuasión. También será necesario aplicar políticas fiscales activas que permitan conservar el consenso social para las reformas económicas. Toma más tiempo desarrollar habilidades y abrir oportunidades comerciales que despedir trabajadores y cerrar empresas ineficaces. Cuba podría hacer uso de la ayuda financiera y la asesoría técnica del FMI para ir compensando a quienes resulten perjudicados en el corto plazo, volver a formar a los desempleados y apoyar a las nuevas empresas.
El Banco Mundial y el FMI también se beneficiarían de admitir a Cuba, que actualmente es la excepción más notable a la afiliación casi universal que caracteriza a ambas entidades. Puesto que la lucha contra la pobreza es su objetivo principal, al Banco Mundial le debería interesar ayudar a que el país preserve sus logros sociales y apoyar su transición desde una economía de planificación centralizada a una con un sector privado emprendedor. En cuanto al FMI, la participación de Cuba como miembro encajaría perfectamente con su misión de facilitar el comercio internacional y eliminar las restricciones a los tipos de cambio que lo obstaculizan.
Puede que Cuba esté lista o no para unirse a las instituciones financieras internacionales, pero no hay duda de que cumple los requisitos para solicitar su ingreso al FMI. Es un “país” con la categoría de estado según lo definen las leyes internacionales. Su gobierno no debería tener problemas para demostrar que está dispuesto a cumplir las obligaciones para los miembros indicadas en el convenio constitutivo del FMI. De hecho, Cuba fue uno de sus miembros fundadores antes de abandonar voluntariamente la organización en 1964.
El proceso de ingreso es relativamente sencillo: en cuanto presente su solicitud, el FMI enviará una misión técnica para reunir la información necesaria y preparar un informe que describa su economía y recomiende una cuota de derechos de voto y contribuciones. La determinación de esta cuota es el punto decisivo del proceso, y el país deberá nombrar un director ejecutivo que represente sus intereses durante las tratativas. En teoría, podría escoger cualquiera de los actuales 24 directores ejecutivos, aunque es probable que prefiera uno de América Latina.
Para la aprobación de la solicitud de Cuba se necesitará el apoyo de la mayoría simple del consejo ejecutivo del FMI. Aunque por sí mismo Estados Unidos no cuenta con votos suficientes para bloquear el ingreso, tiene suficiente influencia como para hacer fracasar el proceso. Por esta razón, Cuba necesitará al menos la aquiescencia estadounidense.
Suponiendo que EE.UU. no plantee objeciones, tras la decisión de la junta de procesar la solicitud de Cuba se creará un comité ad hoc de directores ejecutivos, entre ellos el que el país escoja para representar sus intereses. El comité usará el informe de referencia preparado por el FMI para determinar la cuota inicial, así como los demás términos y condiciones de su calidad de miembro. Si Cuba acepta la propuesta del comité, el presidente enviará al consejo su recomendación de ingreso del país, y allí nuevamente será necesaria una mayoría simple. El último obstáculo sería una resolución que debe recibir el apoyo de la mayoría del consejo de gobernadores del FMI.
Tras ello se harían los trámites para la firma del Convenio Constitutivo del FMI. En el caso de Cuba, esta ceremonia tendría una significación especial, ya que normalmente se lleva cabo en el Departamento de Estado de EE.UU., donde se conserva el documento original. Tras firmar, volvería a ser miembro del FMI, con lo que automáticamente tendría derecho a formar parte del Banco Mundial.

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