28 sept 2015

Enrique Peña Nieto, en la 70ª Asamblea General de la ONU

Intervención del Presidente  Enrique Peña Nieto, en el Debate General de la 70ª Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas.
“...Estas condiciones se agravan cuando por ignorancia, mala fe, racismo o mero oportunismo político, los migrantes y sus hijos son estigmatizados y responsabilizados de las dificultades propias de los países de destino“EPN
 Nueva York, a 28 de septiembre de 2015..
Excelentísimo señor Presidente del Septuagésimo Periodo de Sesiones de la Asamblea General.
Excelentísimas señoras y excelentísimos señores Jefes de Estado y de Gobierno.
Señoras y señores Delegados.
Señoras y señores:

Hace 70 años se fundó la Organización de las Naciones Unidas como una respuesta colectiva frente al horror de la guerra.
Durante siete décadas, los pueblos de las Naciones Unidas hemos estado resueltos a llevar a la práctica los más nobles ideales, como son la paz y la seguridad internacional; los derechos humanos y el progreso social.
Los esfuerzos permanentes de la ONU en favor de estos elevados objetivos se reflejan en las operaciones de mantenimiento de la paz y en las acciones de agencias tan prestigiadas, como la FAO, la UNICEF, la UNESCO, la Organización Mundial de la Salud o el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Hay que decirlo con toda claridad:
El mundo no sería el mismo sin la Organización de las Naciones Unidas, símbolo de solidaridad y esperanza de un futuro mejor.

Desde 1945, los mexicanos hemos mantenido el mayor de los compromisos con este foro, el máximo mecanismo multilateral, abanderando la paz, el desarme nuclear y las mejores causas de la humanidad.
Por ejemplo, a raíz de la crisis de los misiles, México impulsó el Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe.
Gracias a este acuerdo, las naciones latinoamericanas y caribeñas se convirtieron en la primera zona libre de armas nucleares en una región densamente poblada.
Los mexicanos también contamos con una larga tradición como mediador en los conflictos de nuestra región, siempre promoviendo la solución pacífica de las controversias.
Con base en esta historia diplomática, celebramos los importantes avances en el proceso de paz en Colombia, lo mismo que el reciente restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.
Congruentes con la nueva realidad geopolítica, reiteramos el llamado a poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero, que se mantiene sobre Cuba, desde 1962.
Para seguir contribuyendo a la paz entre las sociedades del mundo, recientemente México impulsó el Tratado sobre el Comercio de Armas, que hoy es ya una realidad.
Este Tratado constituye la base de un régimen internacional de control de armas convencionales que previene su tráfico ilícito y transparenta su comercio legal.
México es una Nación plenamente comprometida con la ley, los derechos humanos y la paz.
Hemos asumido plenamente la elevada responsabilidad de ser parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU para el trienio 2014-2016.
Hoy, mi país tiene una de las legislaciones más avanzadas en favor de los derechos humanos y trabajamos para asegurar su vigencia en toda la geografía nacional.
Más aún, estoy convencido, y así lo hemos acreditado en los hechos, de que la experiencia y aportaciones de la comunidad internacional permiten enriquecer los esfuerzos internos en esta materia.
La próxima visita a México del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, es muestra clara de nuestro compromiso y voluntad por seguir sumando esfuerzos con el sistema internacional.
Otra clara muestra de nuestra responsabilidad global, ha sido la decisión de participar en las operaciones de mantenimiento de la paz.
Con esta determinación histórica, mi país pone al servicio de la Organización de las Naciones Unidas su experiencia en el ámbito de la asistencia humanitaria.
Estos son sólo algunos ejemplos de la estrecha y positiva relación que México ha tenido con la ONU, durante 70 años.
Señor Presidente:
Con las crecientes desigualdades, con una crisis económica mundial que no cede y con una frustración social que esto provoca, el mundo de hoy está expuesto a la amenaza de los nuevos populismos. Nuevos populismos de izquierda y de derecha, pero todos riesgosos por igual.
El Siglo XX ya vivió y padeció las consecuencias de individuos que, carentes de entendimiento, responsabilidad y sentido ético, optaron por dividir a sus poblaciones.
Las sociedades deben estar alertas frente a quienes se aprovechan de sus miedos y preocupaciones, ante los que siembran odio y rencor, con el único fin de cumplir agendas políticas y satisfacer ambiciones personales.
En esta segunda década del Siglo XXI, no debemos repetir los errores que tanto dolor causaron al mundo en el pasado.
Al contrario. Es tiempo de rescatar y respaldar los principios que nos definen como personas; los altos valores que dieron origen a las Naciones Unidas, como son la paz, la solidaridad y el respeto a los derechos humanos.
Respeto para los migrantes, respeto para las mujeres, respeto para todas las razas y religiones; respeto a la diversidad y a la pluralidad política; pero, sobre todo, respeto a la dignidad humana. Eso es lo que merecen nuestras sociedades.
Es cierto. El mundo actual es complejo, incierto y distante, pero la división no es solución.
Tenemos que recuperar el valor de la confianza; confianza en el trabajo constructivo, confianza en los demás, confianza en las instituciones y, sobre todo, confianza en nosotros mismos y en nuestras naciones.
Para edificar, hay que sumar; para alcanzar, hay que perseverar.
Justamente, 2015 nos está demostrando que las naciones sí pueden lograr acuerdos trascendentes, innovadores y audaces en favor de la población mundial.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la Agenda de Acción de Addis Abeba; el Marco de Acción de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres, y los trabajos rumbo a la COP21 sobre el Cambio Climático, son decisiones históricas que promueven un nuevo paradigma, un cambio en la forma en que piensan y actúan las naciones.
La Agenda 2030, hay que celebrarlo, se construyó de manera colectiva y unánime, a partir del diálogo y las propuestas de los Estados miembros.
La Agenda de Addis Abeba, en Etiopía, permitirá financiar el desarrollo sostenible que constituye el fundamento de una asociación global revitalizada, como lo ha dicho el propio Secretario General de la ONU.
Por su parte, el Marco de Sendai establece directrices para los próximos 15 años, que brindarán a los habitantes del mundo la oportunidad de contar con un hogar más seguro.
En cuanto a la COP21 sobre el cambio climático, hay altas expectativas de que en Paris podamos adoptar compromisos de carácter vinculante.
Sin duda, el cambio climático es uno de los mayores retos de la actualidad y su solución requiere una clara y firme voluntad política de cada uno de los países.
Por eso, desde el 27 de marzo, México presentó su contribución tentativa, determinada nacionalmente y ha sido el primer país en desarrollo en hacerlo.
Desde aquí, reitero el llamado a todas las naciones del mundo para que actuemos con decisión y visión de futuro frente al reto del cambio climático.
Alentados por los grandes acuerdos de 2015, avancemos ahora en la reforma y modernización del Consejo de Seguridad.
El diseño de este importante mecanismo, creado en 1945, ya ha probado sus notables limitaciones.
Es inaceptable que se llegue a utilizar el poder de veto con fines exclusivamente nacionales, frenando con ello la acción internacional.
Los miembros permanentes del Consejo de Seguridad tienen una responsabilidad especial con la paz y la seguridad internacionales, que deben asumir en todo momento, en especial cuando se vulneran los valores más elementales.
Con este objetivo en mente, hemos acompañado la iniciativa de Francia para restringir el uso del veto en casos de violaciones graves al derecho internacional y a los derechos humanos, como son los crímenes de guerra, los crímenes de lesa humanidad y el genocidio.
El objetivo es lograr que las resoluciones de la ONU sean más efectivas, responsables y, sobre todo, representativas de los ideales de la humanidad.
En la era global, ningún país es ajeno a lo que sucede en otra parte del mundo.
No podemos ser indiferentes ante el sufrimiento de poblaciones enteras.
Es un hecho. Nuestro presente está marcado por el movimiento migratorio de millones de personas, que buscan mejores condiciones de vida.
Lamentablemente, en todos los continentes, en todas las latitudes, los migrantes viven historias de riesgo, rechazo, discriminación y abuso.
Estas condiciones se agravan cuando por ignorancia, mala fe, racismo o mero oportunismo político, los migrantes y sus hijos son estigmatizados y responsabilizados de las dificultades propias de los países de destino.
No permitamos que continúe esta injusticia. No permitamos que se pretenda despojar a las democracias del mundo de su espíritu plural e incluyente.
Frente a esas visiones de exclusión y discriminación, debemos sumar esfuerzos para crear un esquema mundial de protección a los derechos del migrante a la altura de los desafíos que estamos viviendo.
En todo el orbe, millones de migrantes necesitan una respuesta colectiva y efectiva; una respuesta global que debe surgir desde la Organización de las Naciones Unidas.
Igualmente, ante los escasos resultados obtenidos en décadas, la humanidad debe replantear su visión sobre el problema mundial de las drogas.
En México, consideramos indispensable una respuesta internacional más eficaz, más justa y más humana.
El próximo año, durante la Sesión Extraordinaria de la Asamblea General de la ONU sobre las drogas, la comunidad internacional deberá reflejar la voluntad colectiva de romper la inercia, desarrollando políticas que pongan en el centro de su atención el bienestar y la dignidad de las personas.
Señor Presidente.
Señoras y señores:
Velar por los principios e ideales que le dieron vida a la Organización de las Naciones Unidas es una responsabilidad que nos une y compromete a todos.
México expresa públicamente su reconocimiento al Secretario General Ban Ki Moon por su trabajo al frente de la ONU.
La Agenda 2030 es muestra contundente del liderazgo incluyente que requiere el mundo.
En este 70 Aniversario, México reafirma su inquebrantable compromiso con la Organización, que une y convoca al esfuerzo compartido de las naciones.
Lo hacemos convencidos de que el multilateralismo es la vía idónea para superar problemas mundiales.
Lo hacemos con la convicción de que apoyar a la Organización de las Naciones Unidas es ayudar a construir un mejor futuro para toda la humanidad.
Muchas gracias.

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