13 feb 2016

México; por primera vez un Papa es recibido en Palacio Nacional

México; por primera vez un Papa es recibido en Palacio Nacional
Francisco entró a la sede de la presidencia de México. En el discurso a las autoridades y a la sociedad civil dijo: «cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte»
Vatican Insider, 13/02/2016/ANDREA TORNIELLI
Cuando Juan Pablo II llegó en enero de 1979, fue recibido como el señor Karol Wojtyla por un país muy católico que vivía una fuere laicismo, en el que los obispos estaban acostumbrados a vestir como civiles. Y en todas las visitas posteriores (la última fue en 2002), a pesar de que se registró un notable cambio, el Pontífice polaco nunca fue recibido como un jefe de Estado. Benedicto XVI en 2012 visitó otra zona del país, el estado de Guanajuato, sin pasar por la capital federal. Ahora Francisco por primera vez entra al Palacio Nacional en el centro de la Ciudad de México, en donde fue recibido por el presidente Enrique Peña Nieto y su esposa, la actriz Angelica Rivera, que se casó en segundas nupcias después de que ella hubiera obtenido la nulidad matrimonial de la Iglesia, situación que todavía algunos critican.

Después del encuentro privado y del intercambio de regalos (el Pontífice regaló al presidente un mosaico de la Virgen de Guadalupe, realizado por el equipo del Estudio del Mosaico Vaticano, que trató de reproducir lo más fielmente los colores de la tila original conservada en la Basílica del Tepeyac), el Papa y el Presidente de lo Estados Unidos Mexicanos bajaron al patio central del Palacio Nacional, en donde les esperaban alrededor de mil personas, entre autoridades políticas y representantes de la sociedad civil.
 Bergoglio se presentó como «misionero de misericordia y de paz, pero también como un hijo que quiere rendir homenaje a su madre, la Virgen de Guadalupe, y dejarse mirar por ella». En su discurso exaltó al pueblo mexicano, recordando que el país tiene abundantes riquezas naturales y una biodiversidad muy rica. Además de ser, debido a su ubicación geográfica, «referente de América», con sus culturas autóctonas, mestizas y criollas que «le dan una identidad propia que le posibilita una riqueza cultural no siempre fácil de encontrar y especialmente valorar». « La sabiduría ancestral que porta su multiculturalidad —afirmó Bergoglio— es, por lejos, uno de sus mayores recursos biográficos».
 El Presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, recordó que se trata la primera vez en la historia que un Papa es recibido y reconocido con su investidura oficialmente y afirmó en su discurso: «México quiere al Papa Francisco por su sencillez, por su bondad, por su calidez. Papa Francisco, usted tiene un hogar en el corazón de millones de mexicanos». El Pontífice, reafirmó Peña Nieto, «viene a darnos un mensaje de aliento y esperanza», y reiteró que «las causas del Papa son también las causas de México».
 Francisco después habló sobre los jóvenes, «principal riqueza de México», puesto que «un poco más de la mitad de la población está en edad juvenil. Esto permite pensar y proyectar un futuro, un mañana». Una realidad que «nos lleva inevitablemente a reflexionar sobre la propia responsabilidad a la hora de construir el México que queremos, el México que deseamos legar a las generaciones venideras. También a darnos cuenta de que un futuro esperanzador se forja en un presente de hombres y mujeres justos, honestos, capaces de empeñarse en el bien común, este “bien común” que en este siglo XXI no goza buen mercado».
 «La experiencia —afirmó el Pontífice argentino— nos demuestra que cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo».
 Y después recordó los « grandes testimonios de ciudadanos que han comprendido que, para poder superar las situaciones nacidas de la cerrazón del individualismo, era necesario el acuerdo de las Instituciones políticas, sociales y de mercado, y de todos de los hombres y mujeres que se comprometen en la búsqueda del bien común y en la promoción de la dignidad de la persona».
 Francisco invitó a encontrar «nuevas formas de diálogo, de negociación, de puentes capaces  de guiarnos por la senda del compromiso solidario. Un compromiso en el que todos, comenzando por los que nos llamamos cristianos, nos entreguemos a la construcción de ‘una política auténticamente humana’ (Gaudium et spes, 73) y una sociedad en la que nadie se sienta víctima de la cultura del descarte».
 A los responsables de la vida social, cultural y política del país, «corresponde de modo especial trabajar para ofrecer a todos los ciudadanos la oportunidad de ser dignos actores de su propio destino, en su familia y en todos los círculos en los que se desarrolla la sociabilidad humana, ayudándoles a un acceso efectivo de los bienes materiales y espirituales indispensables: vivienda adecuada, trabajo digno, alimento, justicia real, seguridad efectiva, un ambiente sano y de paz».
 Y esto, recordó Papa Francisco, «no es sólo un asunto de leyes que requieran de actualizaciones y mejoras —siempre necesarias—, sino de una urgente formación de la responsabilidad personal de cada uno con pleno respeto del otro como corresponsable en la causa común de promover el desarrollo nacional». En este esfuerzo, el gobierno mexicano, concluyó Francisco, «puede contar con la colaboración de la Iglesia católica, que ha acompañado la vida de esta Nación y que renueva su compromiso y voluntad de servicio a la gran causa del hombre: la edificación de la civilización del amor».
 A su llegada a México, ayer por la noche, el Papa fue recibido con gran afecto por los mexicanos. El país que ahora visita tiene profundas contradicciones que, de una u otra manera, caracterizan también al resto de América Latina. El pueblo vive en un «estado de guerra» permanente, con violencia y secuestros de personas. Según los datos de la Ong Human Rights Watch, las personas desaparecidas son alrededor de 25 mil: entre ellas están los 43 estudiantes de le Escuela Normal de Ayotzinapa, secuestrados el pasado septiembre de 2014. La Iglesia también sufre la violencia en el país. El clero mexicano tiene un gran número de mártires, y no solo del siglo pasado, en la época de la persecución de los años veinte, sino también contemporáneos. Durante la última década han sido asesinados 41 sacerdotes. 
Según los datos del Centro Multimedia Católico, en los últimos 25 años se han registrado 52 agresiones contra miembros de la Iglesia católica: la mayor parte de los crímenes son perpetrados contra los sacerdotes (78%), sacristanes (10%), seminaristas (8%), diáconos (2%) y periodistas católicos (2%). Sin olvidar el asesinato del cardenal Juan Luis Posadas Ocampo, arzobispo de Guadalajara, masacrado en el aeropuerto de su ciudad en mayo de 1993.

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