Revista
Proceso
# 2059, 16 de abril de 2016.. ‘
Aquella
memorable puesta con Claudio Brook y Nati Mistral/ROBERTO
PONCE
The
Man of La Mancha (El hombre de La Mancha), un musical de los estadunidenses
Dale Wasserman y Mitch Leigh inspirado en pasajes de la novela El ingenioso
hidalgo Don Quijote de La Mancha y la vida de Cervantes, conquistó los teatros
de Broadway en 1965.
Fue
ese año cuando el actor, director y empresario Manolo Fábregas hizo realidad su
sueño de poseer una sala histriónica donde produciría obras extranjeras de
entretenimiento comercial en la calle Serapio Rendón 15, de la Ciudad de
México, el Teatro Manolo Fábregas. Alzó su telón por primera vez con la comedia
escrita por la norteamericana Muriel Resnik, Cualquier miércoles (Any
Wednesday), actuando Fernando Soler, Silvia Pinal, Marilú Elízaga y el propio
Fábregas.
A
continuación, el recinto estrenó su ambiciosa adaptación al castellano del
musical favorito de Manhattan en 1964, Fiddler on the Roof (El violinista en el
tejado), un espectáculo de enorme calidad artística que protagonizó y dirigió
durante tres años con bailarinas, cantantes y luminarias del cine y la
televisión (Guillermo Orea, Raquel Olmedo, Carmen Molina, Margie Bermejo). Un
disco LP se grabó, y desde entonces el público mexicano comenzó a llamar a este
teatro El Broadway mexicano.
Para
1969 repitió la fórmula en El hombre de La Mancha, otro cañonazo musical con
Claudio Brook como don Quijote/Cervantes y la mezzo española Nati Mistral de
Aldonza/Dulcinea en los papeles principales. Julio Prieto diseñó la
coreografía. La obra y el disco grabado por esta bien allegada pareja musical y
el gran elenco nacional que contó con versión de letras al español de Carlos
Viniegra, y los arreglos orquestales de Mario Ruiz Armengol.
Ya
una década antes había alquilado el Teatro de los Insurgentes por cinco años
para escenificar allí famosos montajes de Londres y Nueva York, sin dar cabida
a piezas de la dramaturgia mexicana. Como los ataques de críticos nacionalistas
arreciaban, Manolo Fábregas anunció a mediados de 1958 la obra policíaca de
Sergio Magaña El pequeño caso de Jorge Lívido, todo un fiasco teatral.
Supuestamente Magaña nunca le entregó el tercer acto de la obra terminado.
Frustrado, juró entonces no volver a montar obras de dramaturgos nacionales
“que estaban muy debajo de Edgar Neville, Neil Simon y Noel Coward”, y en 1959
produjo el primer musical de Broadway en nuestro país: Mi bella dama (My Fair
Lady), con un elenco que encabezaban él mismo, Mario Alberto Rodríguez, Anita
Blanch y Cristina Rojas.
Pese
a las aclamaciones recibidas por Mi bella dama en Monterrey, Guadalajara, el
Palacio de Bellas Artes y el Teatro Esperanza Iris de la capital, la inversión
de Fábregas y sus socios estadunidenses acabó en números rojos.
El
hombre de La Mancha consolidó su prestigio como El señor teatro de México. Al
cumplirse el 3 de junio las 100 representaciones del musical, el diario
madrileño ABC destacó las palabras que el poeta y dramaturgo Salvador Novo leyó
antes de develar la placa conmemorativa:
“Séame
permitido dar lectura a una carta que he recibido firmada por Miguel de
Cervantes, con orden de hacerlo en esta ceremonia.
“Cide
Hamete Benengeli me ha dado ciertas nuevas que no dejan de causarme natural
asombro. En la Ciudad de México, capital de aquella Nueva España a donde
supliqué que me enviasen, sin conseguirlo, se está representando una obra
teatral de la que somos personajes en atrevida y feliz mezcla mi señor Don
Quijote y yo, en la que aparecen mi fiel escudero Sancho, el bachiller Sansón
Carrasco, el cura y el barbero de mi lugar. Y en la que la dueña de mis
pensamientos, la gentil Dulcinea canta como los ángeles por la garganta de Nati
Mistral…
“Yo
amé en vida al teatro. Y no fui en él malo, antes de alzarse Lope de Vega con
su monarquía cómica. Pero admito que mi obra más cumplida fue la que han mudado
de novela en comedia. Y me complace que después de haberla disfrutado en inglés
los públicos de esa lengua, haya la nuestra recabado lo que originalmente fue
suyo. Y esta lengua alcance las 100 representaciones en el corral de Manolo
Fábregas, tan distinto del de la Pacheca.”
Concluía
diciendo:
“Las
palabras de caballerosidad e hidalguía que hace tres siglos recogió la pluma de
Cervantes de la boca del caballero andante más noble que jamás ha nacido, son
todavía capaces de conmover y alegrar la vida de los hombres con su mensaje de
bondad y fraternidad.”
Fábregas
invitó a Novo esa noche debido a que el 6 de agosto de 1947 el escritor
presentó en el Palacio de Bellas Artes su obra didáctica sobre El Quijote de
Cervantes en versión libre para teatro, cuya música fue compuesta por Jesús Bal
y Gay, Carlos Chávez y Blas Galindo en tres actos. Eduardo Hernández Moncada
condujo la Sinfónica del Conservatorio, y las coreografías realizadas por
Guillermina Bravo y Gilberto Martínez del Campo. Los personajes fueron
interpretados por los alumnos de la escuela de Arte Teatral del Instituto
Nacional de Bellas Artes, entre ellos: Rogelio González, don Quijote; Luis
Manuel Pelayo, Sancho Panza; y María Luz Arenas, Dulcinea; bajo dirección
escénica de Clementina Otero Barrios y el autor. Decorados, vestuarios,
escenografías y tramoyas los realizó el equipo técnico del INBA. La composición
de Novo fue alabada por la prensa por ser “una versión libre de innegable
acierto y calidad”.
Además,
Salvador Novo era un director quien por primera vez montó en México una comedia
musical similar a las neoyorquinas: Ni fu, ni fa, del actor y dramaturgo
Edmundo Mendoza, estrenada en 1952 en el Teatro Sullivan con actuaciones de
Rosenda Monteros, Armando Pascual y Mendoza.
Aquella
centésima función de El hombre de La Mancha no tuvo final feliz, pues Nati
Mistral avisó a Manolo Fábregas que abandonaría el musical el 15 de junio de
1969. Fábregas no tiró la toalla y al día siguiente halló a la cantante
jalisciense y actriz Rosa de Castilla para suplirla:
“El
mayor reto profesional que tuve en mi carrera artística fue cuando el señor
Manolo Fábregas me habló para interpretar una obra de teatro que se llamó El
hombre de La Mancha. Me llamó así, de repente, fui a su oficina:
–Aquí
está el libreto y el disco con las canciones, vengase a ver la obra diez veces
aquí en el Manolo Fábregas. Usted debuta dentro de diez días.
“No
ensayé pero saqué adelante mi personaje. A mí me hubiera gustado morirme
después de que terminé El hombre de La Mancha en el teatro, ¡porque toda la
gente me recordaría!”
En
agosto de 1980 fue repuesta en el Teatro Insurgentes por Óscar Ledesma con
Enrique Álvarez Félix, Mónica Miguel y Roberto Antúnez.
Hacia
1991, Jorge Esma la llevó al Teatro de la Ciudad con Julio Alemán, Sylvia
Pasquel y Sergio Corona. Del 12 abril del 2000 al 26 agosto de 2001, la empresa
Ocesa repuso El hombre de La Mancha con Eugenio Montesoro/Roberto Blandón,
Susana Zabaleta/Pía Aun, y Carlos Cobos.
Una
adaptación interesante del musical se produjo en marzo del 2012 por el
Instituto Sinaloense de Cultura y la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes,
dirigida por Gordon Campbell, con Carlos Serrano, María Luisa Tamez y Rodolfo
Arriaga (Proceso, 1848). l
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