- Luego de un viaje relámpago a la isla que se convirtió en símbolo del drama migratorio, decidió regresar a Roma con tres familias sirias; llamó al mundo a que responda "de modo digno" a la crisis
Elisabetta
Piqué/ LA NACION, 17 DE ABRIL DE 2016
ESBOS,
Grecia.- Predicar con el ejemplo. Eso hizo ayer el Papa en su viaje relámpago a
la isla de Lesbos, en el mar Egeo, que desde el cierre de la frontera entre
Grecia y Macedonia y un cuestionado acuerdo entre la Unión Europea (UE) y Turquía
se convirtió en un virtual limbo para miles de refugiados.
En
una decisión que sorprendió al mundo y una movida política audaz, Francisco se
llevó de regreso a Roma, en el vuelo papal, a tres familias sirias. Doce
refugiados en total, seis adultos y seis menores, a quienes el Vaticano ayudará
a rearmar sus vidas lejos de las bombas que destruyeron sus casas. La acción
del Papa significó un llamado de atención a la dirigencia política europea,
incapaz de enfrentar la peor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra
Mundial.
Francisco
cerró así una visita breve pero intensa. Al margen de volver a
"implorar" una solución digna al drama de los migrantes -"que no
son números, sino personas"- y de recordar que "Europa es la patria
de los derechos humanos", avanzó en el camino del ecumenismo.
Durante
las cinco horas de la visita, de hecho, siempre estuvo acompañado por el
patriarca de Constantinopla, Bartolomé, y por el arzobispo de Atenas y toda
Grecia, Ieronimus, a quienes Francisco más de una vez llamó
"hermanos".
Los
tres se movieron juntos en un minibús -no hubo papamóvil esta vez-, almorzaron
en un container con ocho refugiados del campo de Moria y tiraron coronas de
flores en el mar desde el muelle del puerto de Mytilene para recordar a los que
mueren en el intento de llegar a un lugar en el mundo donde vivir en paz.
"Hemos
venido para atraer la atención del mundo ante esta grave crisis humanitaria y
para implorar su solución", explicó el ex arzobispo de Buenos Aires en su
primer discurso del día, pronunciado en italiano, pero traducido al inglés,
durante su emotiva visita al campo de refugiados de Moria.
"Como
hombres de fe, deseamos unir nuestras voces para hablar abiertamente en su
nombre. Esperamos que el mundo preste atención a estas situaciones trágicas de
necesidad y verdaderamente desesperadas, y responda de un modo digno de nuestra
humanidad común", pidió el Papa.
Fue
entonces, en medio de la visita al campo de refugiados, cuando comenzó a correr
el rumor de que Francisco iba a cerrar su viaje a Lesbos llevándose "a
casa" a un grupo de refugiados, algo sin precedente para el Vaticano.
La
noticia fue confirmada por la Santa Sede a las 15 (hora local), minutos antes
de que el Papa abordara su avión para regresar a Roma en un vuelo de Alitalia,
de unas dos horas.
"El
Papa ha querido dar un signo de acogida a los refugiados acompañando a Roma en
su mismo avión a tres familias de refugiados sirios, 12 personas, de las cuales
seis son menores de edad", dijo el padre Federico Lombardi, vocero de la
Santa Sede.
"Se
trata de personas que estaban ya en los campos de acogida de Lesbos antes del
acuerdo entre la Unión Europea y Turquía", detalló el vocero, que destacó
que la "iniciativa del Papa se realizó a través de los contactos de la
Secretaría de Estado con las autoridades competentes, griegas e
italianas".
Musulmanes
Los
miembros de las tres familias son musulmanes. De hecho, en las imágenes que se
vieron de los migrantes subiendo al avión se destacaban mujeres con el pelo
cubierto por un pañuelo.
Dos
de las familias son de Damasco y una de Deir Azzor, zona ocupada por el grupo
fundamentalista Estado Islámico (EI), precisó Lombardi, que subrayó que
"sus hogares han sido bombardeados".
"La
acogida y la manutención de las tres familias correrá a cargo del
Vaticano", agregó Lombardi, al indicar que la hospitalidad inicial estará
garantizada por la comunidad católica de San Egidio.
"Es
un gesto impresionante del papa Francisco, un mensaje que nos anima a todos a
seguir trabajando, porque somos todos migrantes. Ojalá que los políticos lo
asimilen ahora", comentó más tarde a LA NACION Estela Semino, asistente
social argentina que vive en Atenas y trabaja en el Servicio Jesuita para los
Refugiados; ella viajó a esta isla para la ocasión.
"Una
compañera mía francesa ayudó a una de las familias que se fue con el Papa.
Nosotros nos enteramos ayer a las 23 [por anteanoche]. Fue todo muy
discreto", agregó. Semino desconocía cómo fue la selección de estos
"afortunados", que vivían en el campo de Karatepe, un lugar mucho
mejor que Moria, para familias "vulnerables", con chicos.
En
una jornada de cielo límpido, sin nubes, el Papa fue visitado en Lesbos por el
primer ministro griego, Alexis Tsipras. De saco y sin corbata -como es usual-,
el joven político de izquierda recibió a Francisco, lo despidió y mantuvo un
encuentro privado con él, que elogió y agradeció la generosidad demostrada por
Grecia a los refugiados, pese a las dificultades económicas que atraviesa el
país.
"La
preocupación de las instituciones y de la gente, tanto aquí, en Grecia, como en
otros países de Europa es comprensible y legítima. Sin embargo, no debemos
olvidar que los emigrantes, antes que números son personas, son rostros, nombres,
historias", señaló el Papa antes de dejar la isla -casi pegada a Turquía-,
en un encuentro en el puerto con sus habitantes.
"Europa
es la patria de los derechos humanos, y cualquiera que ponga pie en suelo
europeo debería poder experimentarlo. Así será más consciente de deberlos, a su
vez, respetar y defender", agregó, en otra estocada a la Unión Europea, a
la que se sumó después el viaje a Roma de 12 refugiados. El Papa predicó así,
ya no con palabras, sino con el ejemplo concreto.
Lágrimas
y preocupación por los chicos
Francisco
reconoció ayer que al ver la situación en la isla griega de Lesbos, principal
punto de llegada de los migrantes que atraviesan el mar Egeo, le dieron
"ganas de llorar".
"Después
de lo que he visto, de lo que ustedes vieron, en ese campo de refugiados, daban
ganas de llorar. Traje unos dibujos para mostrárselos", dijo el Papa
durante su vuelo de regreso a Roma.
Luego
mostró a los periodistas una serie de dibujos que recibió de los chicos que
viven en el campo de refugiados de Moria. "¿Qué quieren estos chicos? Paz.
Es cierto que en el campo no tienen cursos de educación, pero ¿qué han visto
estos niños? Este es un dibujo en el que se ve a un chico que se ahoga. Esto lo
tienen en el corazón. Hoy, de verdad, daban ganas de llorar. Uno dibujó al sol
llorando. Pero si el sol es capaz de llorar, también a nosotros nos hará bien
una lágrima", agregó.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario