LSR, REDACCIÓN
| ESTADOS | 2016-06-28 14:30:00
Era
el 10 de junio de 2016 y había fiesta en el cuarto piso del número 45 de la
calle Fuencarral, cuando la policía y agentes de la Interpol en España,
detuvieron en la puerta de la residencia de estudiantes, a Diego Cruz, uno de
los llamados Porkys, acusado de haber violado a la joven Daphne Fernández.
De
un junior acaudalado prófugo de la justicia mexicana y buscado para afrontar un
proceso penal. Le acusan de pederastia tumultuaria, un delito que lo llevaría a
pasar entre 12 y 40 años en prisión. Junto a otros tres amigos Enrique
Capitaine, Jorge Cotaita y Gerardo Rodríguez.
Diego
llevaba dos meses viviendo en la capital española bajo otra identidad, usando
su segundo nombre y apellido Gabriel Alonso. Y su hogar temporal en nada se
parecía a una pocilga. Porque su calidad de incógnito no le impidió seguir
llevando la buena vida a la que estaba acostumbrado. Se hospedaba en una
exclusiva residencia de estudiantes, Mi Casa Inn, donde la más simple de las
habitaciones individuales cuesta 600 euros al mes. "Tenía un cuarto
estándar y quería cambiarse a uno más espacioso. Quería el más grande",
cuenta a Crónica 'una de las personas con las que compartía el día a día.
La
vida acomodada y ostentosa del segundo hijo de Héctor Cruz y Gabriela Alonso se
torció la noche del 2 de enero de 2015. Según el expediente policial, con las
declaraciones de Daphne y su padre, Javier Fernández, los jóvenes obligaron a
la entonces menor a subir a su auto. El que conducía era Rodríguez y se
encontraban en las afueras de una discoteca, en Boca del Río, en Veracruz. Le
quitaron el móvil, la llevaron a un domicilio en la zona residencial Costa de
Oro, y en el baño de la casa abusaron de ella.
Así
nacieron Los Porkys de la Costa de Oro, porque recordaban a Los Porkys de
Xalapa. A ese grupo de niños pijos, de mirreyes con vínculos políticos que en
2001 fueron acusados de matar a golpes a un joven en una fiesta. Finalmente,
los exoneraron.
Cruz
llegó a Barajas el 29 de marzo de 2016, en el vuelo 21 de Aeroméxico, según
publicó el diario Reforma. Diego ingresó al país como ciudadano español, pues
tiene doble nacionalidad, dijo su padre a Radio Fórmula. Cuando abandonó
Veracruz no tenía orden de captura, pero sí la orden de no salir del país
porque debía presentarse a declarar. La ficha roja de la Interpol con su nombre
circuló después. El 8 de abril un colectivo de mexicanos en Madrid llenó Sol
con carteles con su rostro.
"Hola,
soy de Vigo, pero desde pequeño vivo en el DF", se presentó el Porky al
llegar a la residencia de impecables paredes blancas. Dijo que no estaba
estudiando y que venía a visitar a su abuela. Contó también que se había
hospedado en la casa de unos primos en el barrio de Salamanca, pero que lo
echaron "porque era muy fiestero". Así empezó a armar su red de
mentiras.
Para
despistar usaba gafas y tenía un teléfono que empleaba sólo para hablar con su
familia y amigos. Pero no dejó ni los placeres ni las diversiones.
Sus
andanzas madrileñas lo llevaron a asistir a una corrida de toros en Las Ventas
durante San Isidro, al Bernabéu por la final de la Champions donde gritó los
goles merengues antes de unirse al festejo de la undécima en Cibeles. En la
primera semana de mayo vio en vivo a grandes como Novak Djokovic y Rafa Nadal
en el Madrid Open, en la Caja Mágica.
Era
un "mosquita muerta" que se supo integrar y que llamaba la
atención."Siempre estaba vestido de marca, de pies a cabeza", relata
(María). Y alardeaba de que en México tenía chófer personal, guardaespaldas...
Pagaba todo en efectivo y un par de días antes de su detención salió de compras
y llegó cargado de bolsas. Alguna vez le preguntó a un amigo cuál de las chicas
del grupo era la más fácil. "Nosotros también fuimos engañados por
él", comenta la joven.
Cuando
los agentes detuvieron a Diego Cruz, el joven estaba con al menos 10 amigos.
Pensaron que se trataba de un secuestro y uno de ellos, ciudadano francés, al
intentar ayudarlo fue arrestado también. Lo pusieron en libertad al día
siguiente. El Porky millonario no corrió la misma suerte. Permanece, bajo orden
de prisión incondicional, en la cárcel de Soto del Real, eso sí, "muy bien
asesorado" según fuentes de la Embajada de México. Espera el proceso de extradición
que ya inició la Fiscalía General de Veracruz el pasado 16 de junio. Para
evitar el viaje de retorno se negó a pedir ayuda consular y quiere renunciar a
la ciudadanía mexicana. Algo que, según Winckler puede demorar pero no evitar
su extradición. Y que se haga justicia.
Con
información e El Mundo
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