20 jul 2016

Pedir perdón…, visto por críticos

Columas politicas, hoy 20 de julio de 2016..
Usted disculpe, señor Presidente/Salvador Camarena
Columna La Feria/
El Financiero
Usted disculpe, señor Presidente, pero le haría mucho bien leer el libro que le regaló la senadora Layda Sansores, ese de La Casa Blanca de Peña Nieto*. 
 Sobre todo, le haría mucho bien leer el capítulo que se titula, precisamente, “Usted disculpe”.
 Ahí los autores señalan lo siguiente:
 “Nada. Ni una sola mención, ninguna referencia. Para la Secretaría de la Función Pública (SFP) el reportaje original publicado en Aristegui Noticias sobre la casa blanca no fue digno de ser citado en la investigación sobre el conflicto de interés entre la familia presidencial y Grupo Higa, a pesar de que dicha indagatoria –irónicamente– fue originada por la publicación periodística”.
 Usted disculpe, señor Presidente, pero cuando el lunes en la promulgación del Sistema Nacional Anticorrupción dijo que “no obstante que me conduje conforme a la ley, este error (la casa blanca) afectó a mi familia, lastimó la investidura presidencial y dañó la confianza en el Gobierno”, de dónde saca usted, señor Presidente, que se condujo “conforme a la ley”, ¿de una investigación que en sus 60 mil fojas ni siquiera incluyó el material original (menos entrevistas con los autores para conocer más del caso) que dio pie a esa supuesta indagatoria?
 La dizque investigación de Virgilio Andrade, secretario de la Función Pública hasta el lunes, fue de una
chapucería portentosa, donde el único cuestionamiento que Andrade se atrevió a hacer a la Presidencia de la República fue mediante el folio 0000123, que decía (cito de nuevo el libro que le vendría bien leer, Presidente):
 “Informe a esta Secretaría la intervención que, en su caso, haya tenido en la adquisición de los inmuebles ubicados en la calle de Sierra Gorda 150 y 160, en la colonia Lomas de Chapultepec, Delegación Miguel Hidalgo, Distrito Federal, aportando la documentación con la que cuente en relación con su intervención”.
 El Presidente (o sea usted) tardó ocho días en responder dos párrafos, fechados el 16 de junio de 2015:
 “Como se desprende del oficio en el que se me solicita información, en relación con los inmuebles, ubicados en la calle de Sierra Gorda 150 y 160 de la colonia Lomas de Chapultepec, Distrito Federal, los actos jurídicos los llevó a cabo mi esposa, la señora Angélica Rivera Hurtado, con su patrimonio y con quien me encuentro casado bajo el régimen de separación de bienes.
 “En atención a lo anterior, estimo que ella cuenta con la información y los documentos relacionados con esa operación”.
 Y tan tan, señor Presidente. La cosa (porque no podemos llamarla investigación) no fue a más, ni con usted, ni con nadie de relevancia. Porque en los 17 volúmenes del expediente de Virgilio no incluye otra pregunta a usted, o “algún testimonio de Angélica Rivera. Lo mismo sucedió con el empresario Juan Armando Hinojosa Cantú, aunque en este caso su representante legal atendió preguntas por escrito relacionadas con las fechas, condiciones y los montos de compra de la casa”.
 Tampoco fue interrogado Gerardo Ruiz Esparza, quien dio contratos a Higa en el Edomex que usted gobernó, señor Presidente, y en el gobierno federal. Y de las entrevistas que sí hicieron los sabuesos de la Función Pública, cito de nuevo, “en todo momento dieron por buenas las versiones” de sus funcionarios o de Higa. ¿Investigación?
 Usted disculpe, señor Presidente, pero igual que ocurrió en agosto pasado, esta nueva disculpa nada corrige, enmienda, arregla…
 Sin investigación oficial independiente y creíble, señor Presidente, no habrá disculpa que valga.
 *La Casa Blanca de Peña Nieto: La historia que cimbró a un gobierno. Daniel Lizárraga, Rafael Cabrera, Irving Huerta, Sebastián Barragán. Grijalbo, 2015.
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Peña Nieto encontró a su perro/ Raymundo Riva Palacio
Estrictamente Personal
El Financiero,
El presidente Enrique Peña Nieto cumplió tarde una cita con la historia y la sociedad, pero finalmente llegó. En la promulgación del Sistema Nacional Anticorrupción admitió lo que durante casi dos años negó: que haber comprado su esposa una casa a través de un constructor amigo de él era un conflicto de interés. “Reconozco que cometí un error”, dijo. “No obstante que me conduje conforme a la ley, este error afectó a mi familia, lastimó la investidura presidencial y dañó la confianza en el gobierno. En carne propia sentí la irritación de los mexicanos, la entiendo perfectamente. Por eso, con toda humildad, les pido perdón y les reitero mi sincera y profunda disculpa por el agravio y la indignación que les causé”.
El episodio se le conoce genéricamente como la 'casa blanca', por el color de la ampliación que realizó su esposa Angélica Rivera a su casa original en las Lomas de Chapultepec, el elegante barrio de la Ciudad de México. La 'casa blanca' fue un tema de interés público derivado de una investigación periodística del reportero Rafael Cabrera, difundida en el viejo programa de radio de Carmen Aristegui, que tuvo como antecedentes la indolencia del presidente, la soberbia de su equipo y el pésimo manejo de crisis en Los Pinos, que sólo ayudó a que se hundiera más la deteriorada imagen de Peña Nieto, que venía en picada desde noviembre de 2013, como consecuencia de la reforma fiscal.
La 'casa blanca' pudo haber sido un problema de menor alcance de habérsele dado un trato serio, frío y responsable en la toma de decisiones. La propiedad, que iba a ser un anexo a la que tenía la señora Rivera, fue adquirida mediante la operación inmobiliaria del Grupo Higa, propiedad de su amigo, el constructor Juan Armando Hinojosa, quien cuando Peña Nieto se lo planteó, él mismo dijo que era un error hacerlo de esa manera. El entonces gobernador del Estado de México no le hizo caso, y con la frivolidad en la que a veces incurre, rechazó cualquier observación que llamara a la prudencia. El segundo problema, tiempo después, vino por la soberbia en Los Pinos.
Tras abrir la señora Rivera, en mayo de 2013, a la revista española del corazón ¡Hola! su nueva propiedad, Cabrera comenzó a indagar sobre la casa. Dos meses antes de que se difundiera, habló a la oficina de prensa de Los Pinos para pedir su opinión, pero nunca le hicieron caso. Luego de darse a conocer su existencia, la decisión en Los Pinos fue de avestruz. El presidente escondió la cabeza por sugerencia de sus colaboradores, y por medio de una recomendación del vicepresidente de Televisa, Bernardo Gómez, al entonces jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño, decidió que la única persona que daría la cara sería la señora.
Se le instruyó que explicara en un video colocado en YouTube cómo se había hecho de ella y cómo la había pagado. Sola, con una escenografía austera y oscura, la dejaron hundirse y le provocaron heridas que aún no se le curan. Peor aún, la estrategia era equivocada. ¿A quién se le ocurrió que una actriz podría defenderse mediante un video? No consideraron que ese modelo de manejo de crisis nunca se puede aplicar con quien ha hecho su vida de la interpretación y el melodrama. El resultado, por si alguien no recuerda, fue desastroso. Casi ocho de cada 10 mexicanos no le creyeron, muchos se sintieron regañados por ella, y la aprobación del presidente se hundió. Tuvo una pérdida de alrededor de 10 puntos porcentuales; es decir, cinco millones de mexicanos aproximadamente se añadieron a quienes desaprobaban su gestión.
Peña Nieto perdió un valioso activo como era ella y tuvo que salir a dar la cara más adelante, con la insistencia de que no había violado ninguna ley. En ningún momento aceptó lo que la prensa subrayaba, que el conflicto de interés era claro y que como en muchos de estos casos, no era un asunto de ilegalidad sino de ilegitimidad. Entender la diferencia entre legal y legítimo, entre realidad y percepción, y aceptar que lo que se nutre de imágenes y símbolos en el imaginario colectivo puede convertirse en realidad y afectar acciones y decisiones, le llevó largo tiempo. El lunes dijo que, en efecto, la 'casa blanca' había afectado a la investidura presidencial y su gestión de gobierno.
El presidente pudo haber hecho muchas cosas en todo este tiempo, pero no lo hizo. El tiempo se le fue en vano y no supo corregir antes de que entrara en la espiral del descrédito. Su honestidad e integridad fue cuestionada y permitió que el tiempo, su inacción y su pasividad profundizara las heridas en la sociedad, que reaccionó con irritación irreversible. Pedir perdón es un buen inicio, pero en las condiciones de su deterioro como presidente, insuficiente. El perdón le recupera parte de la legitimidad perdida, pero tiene que actuar en contra de la corrupción, la de sus amigos, colaboradores, gobernadores o aquellos a los que protegió en estos años. Este es el siguiente paso en la escalera para recuperar su presidencia, reinventarse como político y buscar que, cuando termine su gestión, no sea despreciado por los mexicanos y perseguido por los fiscales. Es decir, le faltan todavía varios pasos más para reivindicarse y salvarse.
Twitter: @rivapa

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