Hoy será en Universidad de Hofstra , en Hempstead, Long Island, Nueva York.
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Debate/ Pascal Beltrán de Río
Excelsior
Hoy se cumplen 56 años del primer debate televisado que sostuvieron dos candidatos a la Presidencia de Estados Unidos, el senador John F. Kennedy y el vicepresidente Richard Nixon.
Y hoy, precisamente, tendrá lugar, en la Universidad de Hofstra –en Hempstead, Long Island, Nueva York–, el primero de tres debates que protagonizarán los actuales candidatos presidenciales Hillary Clinton y Donald Trump.
Se espera que el encuentro de esta noche (a las 20 horas, en el tiempo del Centro de México) dará claridad respecto de quién aventaja en la contienda.
Hace apenas seis semanas, la demócrata Clinton superaba ampliamente al republicano Trump en las encuestas, pero hoy las intenciones de voto están virtualmente empatadas.
Por las características del sistema electoral estadunidense, la primera todavía se encuentra a la cabeza de la carrera, cuando se cuentan los votos electorales que obtendría de los estados donde aventaja al segundo en los sondeos.
Pero ahí es, precisamente, donde la diferencia podría dar un vuelco este lunes, pues los estados con los votantes menos decididos (los llamados swing states) podrían pasar a manos de Trump si éste logra ganar de manera contundente el debate con Clinton.
En la mayoría de las 14 elecciones presidenciales de 1960 a la fecha, los debates no han resultado determinantes. Es más, en 1968 y 1972 no hubo.
Sin embargo, sí ha ocurrido que la preferencia electoral se voltee luego de la participación de los aspirantes en el debate.
Fue el caso del primero de esos encuentros, el 26 de septiembre de 1960. Aquella discusión de los candidatos presidenciales fue una idea que se atribuye a Fred A. Khan, un estudiante judío que había sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial, ocultándose de los nazis en Bélgica, y quien, finalizado el conflicto, emigró a Estados Unidos, donde todavía vive.
En 1956, siendo alumno de la Universidad de Maryland, Khan escribió cartas a los dirigentes de los partidos Republicano y Demócrata, pidiéndoles que convencieran a sus respectivos candidatos presidenciales –John Eisenhower y Adlai Stevenson– para que participaran en un debate en esa casa de estudios.
La iniciativa no prosperó esa vez, pero fue la semilla del debate entre Kennedy y Nixon, que se llevó a cabo en Chicago en los estudios de la cadena CBS, con la conducción del periodista Howard K. Smith.
Se cree que las diferentes imágenes que proyectaron uno y otro candidato esa ocasión fueron determinantes para que Kennedy ganara la elección. Un Nixon mal rasurado y sudoroso no fue competencia en las pantallas para el jovial y bien vestido Kennedy.
La experiencia llevó a Nixon a evitar debatir en 1968 y 1972 –contiendas que ganó en las urnas– por la propia convicción de que se trataba de un foro que no le ayudaba electoralmente
Los debates se reanudaron en 1976, año en que el presidente Gerald Ford dijo, en su encuentro con el gobernador Jimmy Carter, una frase que lo sepultó: “La Unión Soviética no domina Europa del Este”.
Luego, en los comicios de 1980 y 1984, el actor Ronald Reagan aprovechó sus conocimientos histriónicos para hacer ver mal al propio presidente Carter y al exvicepresidente Walter Mondale, en ese orden.
Un ejemplo de ello, que se ha vuelto clásico, es cómo volteó a su favor la aparente desventaja que representaba su vejez.
“No voy a recurrir al tema de la edad en este debate”, dijo Reagan a Mondale. “No me parece correcto hacerlo ver a usted como un joven inexperimentado”.
La edad no será factor esta noche, pues Clinton y Trump suman juntos la mayor cantidad de años para un par de candidatos en la historia de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Lo que seguramente saltará durante el debate será la mala sangre entre ambos aspirantes.
Clinton tratará de usar su experiencia política para hacer ver a su oponente como ignorante e impreparado, mientras que Trump echará mano de su cinismo y desenfado para pintar como mentirosa, convenenciera y acartonada a la exsecretaria de Estado.
El resultado será, sin duda, de pronóstico reservado. Hagan sus apuestas.
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Debate/ Pascal Beltrán de Río
Excelsior
Hoy se cumplen 56 años del primer debate televisado que sostuvieron dos candidatos a la Presidencia de Estados Unidos, el senador John F. Kennedy y el vicepresidente Richard Nixon.
Y hoy, precisamente, tendrá lugar, en la Universidad de Hofstra –en Hempstead, Long Island, Nueva York–, el primero de tres debates que protagonizarán los actuales candidatos presidenciales Hillary Clinton y Donald Trump.
Se espera que el encuentro de esta noche (a las 20 horas, en el tiempo del Centro de México) dará claridad respecto de quién aventaja en la contienda.
Hace apenas seis semanas, la demócrata Clinton superaba ampliamente al republicano Trump en las encuestas, pero hoy las intenciones de voto están virtualmente empatadas.
Por las características del sistema electoral estadunidense, la primera todavía se encuentra a la cabeza de la carrera, cuando se cuentan los votos electorales que obtendría de los estados donde aventaja al segundo en los sondeos.
Pero ahí es, precisamente, donde la diferencia podría dar un vuelco este lunes, pues los estados con los votantes menos decididos (los llamados swing states) podrían pasar a manos de Trump si éste logra ganar de manera contundente el debate con Clinton.
En la mayoría de las 14 elecciones presidenciales de 1960 a la fecha, los debates no han resultado determinantes. Es más, en 1968 y 1972 no hubo.
Sin embargo, sí ha ocurrido que la preferencia electoral se voltee luego de la participación de los aspirantes en el debate.
Fue el caso del primero de esos encuentros, el 26 de septiembre de 1960. Aquella discusión de los candidatos presidenciales fue una idea que se atribuye a Fred A. Khan, un estudiante judío que había sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial, ocultándose de los nazis en Bélgica, y quien, finalizado el conflicto, emigró a Estados Unidos, donde todavía vive.
En 1956, siendo alumno de la Universidad de Maryland, Khan escribió cartas a los dirigentes de los partidos Republicano y Demócrata, pidiéndoles que convencieran a sus respectivos candidatos presidenciales –John Eisenhower y Adlai Stevenson– para que participaran en un debate en esa casa de estudios.
La iniciativa no prosperó esa vez, pero fue la semilla del debate entre Kennedy y Nixon, que se llevó a cabo en Chicago en los estudios de la cadena CBS, con la conducción del periodista Howard K. Smith.
Se cree que las diferentes imágenes que proyectaron uno y otro candidato esa ocasión fueron determinantes para que Kennedy ganara la elección. Un Nixon mal rasurado y sudoroso no fue competencia en las pantallas para el jovial y bien vestido Kennedy.
La experiencia llevó a Nixon a evitar debatir en 1968 y 1972 –contiendas que ganó en las urnas– por la propia convicción de que se trataba de un foro que no le ayudaba electoralmente
Los debates se reanudaron en 1976, año en que el presidente Gerald Ford dijo, en su encuentro con el gobernador Jimmy Carter, una frase que lo sepultó: “La Unión Soviética no domina Europa del Este”.
Luego, en los comicios de 1980 y 1984, el actor Ronald Reagan aprovechó sus conocimientos histriónicos para hacer ver mal al propio presidente Carter y al exvicepresidente Walter Mondale, en ese orden.
Un ejemplo de ello, que se ha vuelto clásico, es cómo volteó a su favor la aparente desventaja que representaba su vejez.
“No voy a recurrir al tema de la edad en este debate”, dijo Reagan a Mondale. “No me parece correcto hacerlo ver a usted como un joven inexperimentado”.
La edad no será factor esta noche, pues Clinton y Trump suman juntos la mayor cantidad de años para un par de candidatos en la historia de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Lo que seguramente saltará durante el debate será la mala sangre entre ambos aspirantes.
Clinton tratará de usar su experiencia política para hacer ver a su oponente como ignorante e impreparado, mientras que Trump echará mano de su cinismo y desenfado para pintar como mentirosa, convenenciera y acartonada a la exsecretaria de Estado.
El resultado será, sin duda, de pronóstico reservado. Hagan sus apuestas.
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