6 dic 2016

Más sobre el Ultimo tango en París...., fue real...!

Hay un detalle crucial en la polémica de 'El último tango en París' que estamos pasando por alto social
"La escena de la violación fue real". Eso dicen los titulares. La frase no solo es inexacta, sino que pone de manifiesto una actitud casi tan condenable como la de Brando y Bertolucci.
Vanity Fair, RAQUEL PIÑEIRO 5 de diciembre de 2016 / 10:16 horas

Bertolucci, Brando y Schneider durante el rodaje de 'El último tango en París'.
© Cordon Press
“La escena de la violación más famosa del cine fue real”. “El director de El último tango en París admite que la controvertida escena de la mantequilla fue realmente una violación”. Desde hace varios días hemos leído titulares como los anteriores en todo tipo de medios, acompañados de la lógica indignación popular. Pero, ¿cuánto de verdad hay en ellos? La historia tiene matices más peligrosos y confusos de lo que parece a primera vista.
El último tango en París ha sido una película polémica desde su estreno en 1972 por su contenido sexual, que la llevó a ser censurada o prohibida en varios países –entre ellos España–. De todas las escenas de contenido explícito, una pasó de forma inmediata al imaginario colectivo con el descriptivo nombre de “la de la mantequilla”. En ella, el personaje de Brando sodomiza al personaje interpretado por Maria Schneider utilizando mantequilla como lubricante. Hemos utilizado el término personajes, sí, porque ahí está la clave.

El 23 de noviembre se subió a YouTube un vídeo con el título “Bertolucci admite que la escena de la violación no fue consensuada”. En el vídeo, correspondiente a una entrevista de 2013 en la Cinémathèque française, se ve al director admitiendo que ni él ni Marlon Brando avisaron a Maria de lo que iban a hacer durante la escena, y que por eso la actriz le odió por siempre. También afirmaba no arrepentirse, pero sí sentirse culpable.

Lo que ocurre es que a partir de aquí numerosos artículos, como este de Yahoo o este otro de la edición americana de Elle, tuits y piezas de opinión se han hecho eco de la historia omitiendo un hecho importante: la violación no fue real, se fingió, se interpretó. La leyenda sobre que el sexo que se veía en El último tango en París es real –como ha sucedido en películas no pornográficas como 9 songs– ha acompañado a la película desde siempre. Pero la propia Maria Schneider había hablado de ello en una entrevista en 2007: “Muchos creen que las escenas entre Brando y Schneider fueron reales, pero ella insiste: 'Para nada. No hubo atracción entre nosotros. Para mí, él fue más como una figura paterna y yo como una hija”.
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“DEBERÍA HABER LLAMADO A MI AGENTE O PEDIR QUE UN ABOGADO VINIERA AL RODAJE PORQUE NO PUEDES FORZAR A ALGUIEN A HACER ALGO QUE NO ESTÁ EN EL GUION, PERO EN AQUEL MOMENTO YO NO LO SABÍA".
En la misma entrevista Maria contaba la escena con sus propias palabras, explicando que la escena no estaba en el guion original sino que fue una idea de aquella misma mañana de Brando: “Debería haber llamado a mi agente o pedir que un abogado viniera al rodaje porque no puedes forzar a alguien a hacer algo que no está en el guion, pero en aquel momento yo no lo sabía. Marlon me dijo: 'Maria, no te preocupes, sólo es una película', pero durante la escena, incluso aunque lo que Marlon estaba haciendo no era real, lloré lágrimas reales. Me sentí humillada y para ser honesta, un poco violada, tanto por Marlon como por Bertolucci. Después de la escena, Marlon no me consoló ni se disculpó. Afortunadamente, fue solo una toma.”
El hecho de que el titular de la entrevista sea “Me sentí violada por Brando”, no con las palabras literales de la actriz, nos indica por dónde van los tiros en esta historia. Por supuesto, para que una violación se dé, no es necesario que haya una penetración vaginal –en este caso sería anal–, pero ¿de verdad pensamos que rodar una violación ante las cámaras y fingir una violación con un intérprete que no sabe que esa escena va a tener lugar es lo mismo? ¿Es exactamente lo mismo que no le digan a una actriz que va a representarse su violación a que no te digan que la van a violar?
El comportamiento de Marlon Brando y de Bertolucci fue abusivo y condenable, una agresión, un acto de violencia sin discusion y un clásico ejemplo de cómo hombres se aprovechan de su situación de poder con una coartada artística para engañar y manipular a una mujer que no está en las mismas condiciones que ellos. Un comportamiento tan habitual en la industria del cine o en las artes en general, que ni siquiera sus perpetradores son capaces de encontrar algo reprobable en su actuación. Las palabras de Bertolucci “no quería que interpretara la rabia y la humillación, quería que la sintiese” deberían bastar para indignarnos.
Pero el hecho de que los medios dejen sobreentendidos o, algunos directamente, hablen en términos tan sensacionalistas como “Bernardo Bertolucci confiesa que obligó a Marlon Brando a meterle un palo de mantequilla a María Schneider durante el rodaje para que la humillación fuera real” debería repugnarnos tanto como la propia historia.
Tal vez la obsesión por incluir la palabra “violación” en los titulares y obviar toda mención en el contenido a que el sexo durante la película no tuvo lugar en realidad nos hable del verdadero interés en muchos artículos: las visitas están por encima de la denuncia, el clickbait gana a la voluntad de exponer de forma veraz una situación de dominación y engaño en el que una de las partes salió mucho más escaldada que la otra. El interés principal no es provocar un debate sobre los límites de una obra artística o incluso llegar a plantear qué entendemos por “violación”. El malentendido, intencionado o no, ha logrado que numerosas personas como la actriz Jessica Chastain, se indignan con sinceridad y sin intereses espurios ante el relato, pero lo están haciendo en unos términos que, sencillamente, no se corresponden con la realidad.
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