22 ene 2017

Las columnas políticas, hoy, 22 de enero de 2017

Las columnas políticas, hoy, 22 de enero de 2017
Templo Mayor de Reforma
CONTRARIO a lo que muchos creen, Donald Trump tiene genuino interés en acercarse a México. No es cuestión de amistad, sino de beneficio mutuo.
DE ACUERDO con gente muy bien enterada de lo que ocurre en la Casa Blanca, tanto el nuevo canciller, Rex Tillerson, como Jared Kushner, yerno de Trump y asesor del nuevo POTUS, han sido claros en que México es importante para Estados Unidos y que van a buscar cómo fortalecer la relación, sin perder más empleos por el TLC.
SE DICE que Trump tiene como prioridad fortalecer las relaciones buscando prosperidad pero, claro, siempre con los intereses de Estados Unidos por delante.
Y ESO, dicen, no es necesariamente malo para México. Porque ambos países pueden ganar, ya que no tiene que ser un proyecto de suma cero.
ESO EXPLICA, por ejemplo, que el presidente Enrique Peña Nieto haya sido uno de los primeros en tener cita para encontrarse con el flamante mandatario.
Y A ESO se agrega, por supuesto, que desde el primer día de la nueva administración, se agendó la visita del canciller Luis Videgaray y el titular de Economía, Ildefonso Guajardo, para el próximo miércoles. Ojalá que se pueda aprovechar esta oportunidad.

EN LA ELECCIÓN de Coahuila hay un gallo al que no se le debe perder de vista. Se trata del empresario Armando Guadiana, quien va postulado por Morena.
SI YA DE POR SÍ el PRI la tiene difícil al tener que enfrentar el legado negro de los Hermanos Moreira y la candidatura de Guillermo Anaya por el PAN, Guadiana pinta para ser otro de sus dolores de cabeza.
Y ES QUE su base de simpatizantes es tricolor, ya que Morena es un partido prácticamente de membrete por aquellas tierras y, desde que el empresario renunció al PRI, quedó claro que le iba a arrebatar parte de sus votantes al tricolor.
LO CIERTO es que este fin de semana al aparecer junto a Andrés Manuel López Obrador, Guadiana mostró que sí trae músculo suficiente para sacarle un buen susto a sus ex compañeros de partido.
A MÁS de un perredista capitalino le dieron calambres al enterarse de una discreta -pero no secreta- reunión entre la presidenta del PRD, Alejandra Barrales, y el secretario de Desarrollo Económico local, Salomón Chertorivski.
CON ESO de que son vistos como los principales tiradores para suceder a Miguel Ángel Mancera, nadie esperaba verlos juntos a la mesa como ocurrió el otro día en San Ángel.
¿PUES de qué estarían hablando? Es pregunta que se hace hoy con respuesta en el 2018.
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Frentes Políticos/Excelsior
I. Caparazón. Parecería que la moda es manifestarse en contra de Donald Trump, el nuevo Presidente de Estados Unidos. Ayer, las mujeres de todo el mundo tomaron las calles y un aproximado de 2.5 millones exigieron respeto a sus derechos ante el nuevo escenario. En México, distintos actores políticos llamaron a la unidad y la defensa de la soberanía; el Senado sostuvo que “la realidad rebasará a Trump” y pidió que los mexicanos asuman que “en nuestras manos está el futuro del país”. Antes de “enfrentar” al estadunidense, debemos enfrentar nuestros propios miedos; antes de conciliar con él debemos hacerlo entre nosotros. Unión es la palabra.
II. Pataleta. Clemente Castañeda, coordinador de los diputados de Movimiento Ciudadano, tiene la “solución” a nuestros problemas. Pidió al Comité de Administración de la Cámara de Diputados que vete la compra de vehículos de la empresa Ford y de otras compañías que decidan cancelar inversiones en México por la presión de Donald Trump. A los chantajes y a la agresión, dijo Castañeda, “debemos responder con contundencia y con congruencia... Las instituciones del país tienen la responsabilidad de defender los intereses nacionales y demostrar que México no tolera las amenazas como métodos de negociación”, enfatizó. Ésta es una de las propuestas baratas que circulan en redes sociales. ¿No tiene verdaderos proyectos de calidad política? Qué pena.
III. Efectos colaterales. El gobernador de Morelos, Graco Ramírez, sufrió otro descalabro. En esta ocasión, un grupo de, al menos, 40 integrantes del PRD anunció su renuncia al partido y su adhesión a Morena. Entre las razones que esgrimieron se encuentra el hecho de que la actual dirigencia del sol azteca en la entidad, que encabeza Rodrigo Gayosso Cepeda, hijastro de Ramírez, ha cerrado todos los espacios a los verdaderos militantes. Y, además, culpan al mandatario de formar parte de los impulsores del gasolinazo y de intentar engañar al pueblo. Qué tal. Se parece al rey Midas, pero al revés.
IV. Desesperados. Alejandra Barrales Magdaleno, líder nacional del PRD, no mueve al partido. Le ha fallado la comunicación con los ciudadanos, pues a pesar de sus convocatorias a protestar por el aumento al precio de los combustibles, no se la creen, pues fueron PRI, PAN y PRD los que, en 2012, al aprobar el Pacto por México, definieron el rumbo de la nación. “Nuestro partido va a luchar por todas las vías para revertir estas medidas y sus consecuencias”, dijo. Sus propuestas para el Estado de México son débiles y en Coahuila va en coalición con el PAN en apoyo al blanquiazul Guillermo Anaya. Por cierto, ¿Ya vieron su 3de3?
V. Peligroso. El colmo es que por temor a Arne Aus den Ruthen Haag, exdelegado y excity mánager de la Miguel Hidalgo, el PRI haya solicitado al gobierno de la Ciudad de México protección para generar condiciones de seguridad. Lo responsabilizó de promover la violencia en contra de los militantes y personal que labora en el tricolor. Esto, debido a que en su cuenta de Twitter el exfuncionario llamó a un “pañalazo” multitudinario contra la sede nacional del PRI y pidió el apoyo de la gente para donar pañales sucios para ser aventados. Inaceptables las formas. No es así como nos convertiremos en mejores mexicanos. Ya demasiado puerco está el ambiente.
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La estación/GERARDO GALARZA
Excelsior
‘Ora resulta
El populismo y sus promotores, sean de izquierda o sean de derecha, necesitan de víctimas a las que salvar, redimir, hacerles justicia. Por eso prometen volver a ser grandes, apuestan a la regeneración nacional, a la recuperación del presunto paraíso perdido y no compartirlo con otros, que por supuesto son los victimarios, los malos.
Además, los populistas siempre necesitan estar en campaña. No es que les guste (aunque les guste), sino que lo necesitan. Es el oxígeno que les permite sobrevivir. Por eso se equivocaron aquellos que auguraron que una cosa iba a ser Donald Trump en campaña electoral y otra Donald Trump en la Presidencia de Estados Unidos. Seguirá siéndolo como Presidente, como lo hizo Hugo Chávez en Venezuela, en un ejemplo reciente, porque hay muchos a lo largo y ancho del mundo y de las épocas.
Luego de su discurso de toma de posesión (“discurso inaugural”, dicen algunos) resulta que con él, el nuevo salvador, “el pueblo se convirtió en el gobernante de esta nación nuevamente”. Trump proclamó que encabeza “al pueblo” que logró, con él, por supuesto, sacar de la Casa Blanca a “un pequeño grupo de la capital (Washington) de nuestra nación (que) ha cosechado los frutos del gobierno mientras el pueblo ha sufragado los costos”. Cualquier parecido con otros discursos similares no es casualidad.
Es probable que no le falte razón a esa frase de Trump. Si se quiere discutir en serio, es necesario reconocer que su triunfo está sostenido por una mayoría de votos de los pobres, de los menos favorecidos se dice ahora, de aquellos estadunidenses con menos instrucción académica, de aquellos que viven en las zonas rurales y en las ciudades con menos de 50 mil habitantes, en los cinturones exteriores de las ciudades industrializadas, alejados del glamour de Nueva York, Washington o San Francisco; fuera de las grandes y prestigiosas universidades y sus élites académicas; miembros de mayorías a las que se les cree minorías. Sólo basta revisar los resultados de las casillas electorales.
También hay que analizar cuál es la responsabilidad del gobierno del tan admirado Barack Obama en el triunfo de un candidato como Trump: ¿cuántos votos de castigo, de rechazo, de revancha aportó?  Es cierto y no hay discusión posible que Hillary Clinton obtuvo más votos “populares”, pero su contrincante obtuvo la mayoría de los votos “electorales” en un sistema vigente y probado y aprobado, legal y legítimo, desde los primeros años de la vida independiente de ese país.
Sabedor de que tiene que seguir en campaña, Trump hizo un discurso para las galerías, se diría acá, y lo seguirá haciendo y lamentablemente tendrá que actuar en ese sentido para no perder el aplauso de quienes lo llevaron al poder. Dijo que la realidad de Estados Unidos es la de “las madres y los niños atrapados en la pobreza en nuestras zonas urbanas; fábricas oxidadas esparcidas como láminas por todo el paisaje de nuestra nación; un sistema de educación con mucho dinero, pero que priva de conocimientos a nuestros jóvenes y hermosos estudiantes; y la delincuencia, las pandillas y las drogas que han robado demasiadas vidas y le han robado a nuestro país tanto potencial desaprovechado”.
La catástrofe. El apocalipsis, pues. El mismo de otros discursos en otros países. Y con ello no se está diciendo que no sean ciertos.
Y qué creen. Los responsables de esa “masacre” (así lo dijo Trump), son la industria extranjera que se ha enriquecido a costa de la estadunidense, los subsidios militares a otros países y la defensa de otras fronteras, de aquellos que “arrancaron” la riqueza de la clase media de EU para ser “redistribuida en todo el mundo”, de los que se “robaron” sus empresas y destruyeron sus empleos.
Pero, no más. Ya llegó el salvador. Prometió, como todos los populistas, el inicio de una nueva era, la del futuro luminoso, el de los sueños. “Traeremos de vuelta nuestros empleos. Traeremos de vuelta nuestras fronteras. Traeremos de vuelta nuestra riqueza. Y traeremos de vuelta nuestros sueños”, vociferó.
Entonces,  ¡oh paradoja! (el escribidor confía en que se entienda la ironía… y perdón por contar el final del chiste), hoy Donald Trump promete cumplir aquella consigna revolucionaria que en los años sesenta del siglo pasado exigía: “¡Yanquis go home!”. ‘Ora resulta.
Y hoy que las vestiduras se rasgan, por la llegada —absolutamente democrática, legal y legítima, esto que ni qué—, de un cretino a la Presidencia del país más poderoso del mundo, los mexicanos deberían comenzar a pensar ya que en menos de año y medio tendrán que elegir a su nuevo Presidente y que no tienen de dónde escoger, tal como les ocurrió a los estadunidenses, para prever lamentos posteriores. Poner sus barbas a remojar, se dice.
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Mujeres,ejemplo contra Trump/Ricardo Alemán,
Milenio
Es contundente el ejemplo de dignidad, coraje y organización de varios millones de mujeres estadunidenses —a quienes apoyaron mujeres de todo el mundo— que salieron a la calle para decir “no” al sátrapa Trump.
No a la discriminación, al insulto y a la denigración de las mujeres de Estados Unidos y del mundo, que en todos los tonos y todos los días expresó el nuevo presidente de la potencia global durante su campaña.
Y es que si bien para Trump las mujeres y la palabra “mujer” no existieron en su discurso inaugural, lo cierto es que la manifestación de ayer sábado frente y detrás del Capitolio —y de muchos kilómetros a la redonda— confirma que las mujeres ya son la pesadilla principal del déspota que despacha en la Casa Blanca.
Las mujeres pasaron de ser para Trump un número y un objeto incómodo y discriminado a ser la mayor de las mayorías movilizadas contra su cuestionada presidencia. La primera protesta contra su gobierno, una de las más grandes concentraciones de la historia de Estados Unidos — más incluso que las de rechazo a la guerra de Vietnam—, y el mensaje que más ha impactado al mundo a horas de la llegada de Trump a la Casa Blanca.
Y la protesta es ejemplar, no solo por el número de asistentes — calculado en más de 3 millones de personas— y tampoco por los certeros discursos de las mujeres que de suyo acaparan los reflectores, sino porque la mayor de las mayorías de Estados Unidos y del mundo — las mujeres— son las primeras en entender la necesidad de la protesta organizada y pacífica contra la más peligrosa amenaza del mundo, el presidente Trump.
Es ejemplar porque en su primera expresión organizada y callejera la manifestación de las mujeres contra Trump consiguió lo que no logró toda la prensa estadunidense en meses de campaña: exhibir el retrato de cuerpo completo del enojo y el rechazo social de un sector de estadunidenses —mujeres— que no está dispuesto a permanecer callado y, menos, paralizado.
Es ejemplar la manifestación porque se produce a horas —apenas más de 24 horas— de la toma de posesión de un presidente que asume el cargo sin la legitimidad de la aprobación ciudadana. Trump llega con el rechazo de casi dos de cada tres estadunidenses, a pesar de ganar una elección donde no se cuenta la mayoría de votos, sino los colegios ganados.
Es ejemplar porque confirma que están vivos los anticuerpos sociales de los estadunidenses —o las estadunidenses—: la capacidad de enojo, asombro, indignación, organización y protesta, que surgió de un sector que muchos suponían desmovilizado y poco concientizado, el de las mujeres.
Y es ejemplar porque confirma que el más importante sector de toda sociedad —y de la sociedad estadunidense—, las mujeres, no fue atrapado por el populismo, las mentiras, el engaño y la posverdad de Trump.
Están vivos y vigentes los anticuerpos de una sociedad que —a pesar de la llegada de Trump al poder— no será derrotada fácilmente por un sátrapa.

Al tiempo.
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Norteamérica/Luis Rubio
Reforma
Trump ya es presidente de Estados Unidos y ahora sigue la realidad. Aunque su discurso inaugural incluyó elementos claros de lo que espera hacer, en este momento todo queda en el plano de las expectativas y posibilidades. Como escribió Spinoza en el siglo XVII, "en la vida práctica estamos obligados a seguir lo que es más probable; en el pensamiento especulativo estamos obligados a seguir la verdad". ¿Cuál será la verdad?
He observado a Trump desde que emergió como el candidato republicano a la presidencia y, tratando de ser objetivo, he analizado sus planteamientos, su contexto y el abanico de posibilidades para determinar qué parte cree y cuál es meramente retórica pero, sobre todo, qué es posible en el mundo real en lo que a México atañe. Mi impresión, en una línea, es que, aunque dado a frases lapidarias e incendiarias en su discurso -y tweets- cotidianos, el nuevo presidente es (como uno esperaría de un empresario) hiperpragmático, con pocas creencias o convicciones fijas (como, por ejemplo, sí las tiene Obama o las tuvo Reagan, con quien con frecuencia se le compara) y que, en consecuencia, se moverá por ensayo y error. Es posible que, por esa razón, cometa errores grandes de inicio, que luego irá corrigiendo. De ser acertado esto, la clave (o el factor suerte) radicará en no estar en la línea de fuego mientras cometa esos grandes errores...
Yendo de lo general a lo específico, el planteamiento es uno de repliegue, retrenchment en inglés, que implica reorganización, racionalización y replanteamiento. Aunque con una retórica muy distinta, esto no constituye un rompimiento con Obama sino, más bien, su continuación por otros medios. En términos de política exterior, Obama comenzó el proceso de repliegue militar en Medio Oriente y, en el plano migratorio, habrá deportado a casi tres millones de personas en su administración. Trump seguramente hará mucho más ruido sobre estos asuntos, pero la substancia probablemente será más similar que distinta. El único tema en que Trump y Obama difieren radicalmente es en materia comercial: para Obama el comercio es parte de la solución en tanto que para Trump es parte del problema.
El planteamiento medular de Trump radica en la reconstrucción (o recreación) de la fortaleza económica estadounidense. Para él, la actual debilidad de su país se deriva de los excesos de su política exterior en las últimas décadas, sobre todo en el plano militar, así como del movimiento de plantas manufactureras a otros países y el crecimiento de las importaciones. Todo esto se ha traducido en la pérdida de empleos manufactureros y el empobrecimiento de la clase media estadounidense. Aunque cada uno de estos planteamientos pudiera ser desarmado con argumentos analíticos, como de hecho ocurrió, suficientes votantes lo aceptaron, confiriéndole el triunfo electoral.
En este contexto, es obvio lo que Trump haría si Estados Unidos pudiese abstraerse del mundo. Sin embargo, lo que propone el nuevo presidente es mucho más difícil de hacer cuando se trata de la superpotencia mundial que, como le ocurrió a Roma o a Inglaterra en su tiempo, se beneficia del orden mundial y del statu quo. En el ámbito del comercio, Trump pretende reorganizar los arreglos y acuerdos comerciales existentes para beneficiar a los productores y trabajadores estadounidenses; esto suena bien en la retórica electoral pero es muy difícil de lograr en un mundo en el que la capacidad de producir -y, por lo tanto, de consumir- depende de cadenas de provisión cada vez más estructuradas y competitivas. Por ejemplo, ya prácticamente no existe un solo automóvil fabricado en Norteamérica que no incorpore partes, componentes y procesos productivos originados en los tres países: romper eso implicaría elevar el costo de los coches y reducir la competitividad de esas empresas frente a sus rivales asiáticos y europeos.
Mi impresión es que Trump va a enfatizar el desmantelamiento de regulaciones y elementos que hacen costoso el funcionamiento de las empresas, incluyendo importantes cambios en materia fiscal, además de lanzar un agresivo programa en materia de infraestructura (cuyo financiamiento será un tema complejo en sí mismo), pero es en ese ámbito donde su impacto será mayor. En el camino, le habrá cedido los asuntos político-sociales a su vicepresidente, lo que apaciguará al ala conservadora de su partido.
¿Cómo nos afectará esto? Yo veo dos escenarios: uno es que concluya la era de la relación de amistad funcional que se inauguró en 1988 y que permitió que las dos naciones se vieran mutuamente como inextricablemente enlazadas, donde ambas comparten problemas y oportunidades y no se juzgan sino más bien cooperan. Ese es el riesgo que entraña el extremismo que Trump exhibió en su campaña. El otro escenario es que se acabe reconociendo lo que en su momento entendieron Salinas y Bush papá: que no existe alternativa más que la cercanía y que la apuesta debe ser a mejorar la relación y la vecindad en lugar de perseverar en la enemistad histórica que hasta entonces prevalecía. En este escenario las negociaciones que lleguen a tener lugar acabarían afianzando la alianza. La pregunta, no ociosa, es si nuestro gobierno sabrá conducirse en el nuevo contexto para lograrlo.
@lrubiof
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