1 feb 2017

Alamos


Columna “Voltear la hoja”/Sylvia Teresa Manríquez
Como un poema ya leído
Un cielo claro.
Vuelvo por el camino
por donde vine. Gitoku
Esa mañana el pueblo mágico me despidió con tristeza. Sus calles, regularmente limpias, lucían llenas de basura, el rocío se ahuyentó por un olor fétido que daba la sensación de caminar por un gran urinario.
Definitivamente las despedidas nunca han sido fáciles de expresar y menos en tales circunstancias. Por eso elegí este poema del japonés Gitoku, para hablar de Álamos.
He visitado Álamos desde niña, me gustan sus calles, sus paseos, su historia y su
gente. Me gusta en el verano cuando la luz del sol ilumina rotundo las paredes viejas y las ventanas misteriosas. Me gusta en el invierno cuando la gente amable y generosa ofrece además del saludo un cálido café colado.

Amo esa ciudad, la considero ideal para vivir allí la etapa de la vejez.
Por eso me entristece verla sucia y abochornada el domingo después del evento de clausura del Festival Alfonso Ortiz Tirado. Sólo unas horas bastaron para convertirla de pintoresco pueblo colonial en la antepuerta de la expresión de bajos instintos, excesos y prepotencia.
Creo en la cultura y apuesto al arte como herramienta para aprender, crecer, fortalecer y empoderarse de la realidad, creo que no se vale atentar contra la civilidad.
Asistir a eventos que congregan multitudes no autoriza a olvidar buenas maneras y educación.
Entiendo que una parte de esta lamentable situación se debe a la falta de previsión de organizadores y autoridades y otra a quienes asistieron por gusto atraídos por la cartelera. Algo deberá hacerse para no evitar una historia tan repetida.
Es prioritario organizar con cuidado la logística del cierre en la próxima edición, porque lo merece Álamos y lo merecemos quienes la amamos, la visitamos y respetamos.
Volver a aquellos primeros años en que los eventos del FAOT empezaron a incluir “interpretes populares” en los que la gente confundía celebración con embriaguez, será retroceso.
Nadie quiere encontrar en los domingos después del festival además de la resaca de las y los jóvenes desorientados, la resaca cultural de un evento que pierde
poco a poco su espíritu inicial: la manifestación artística de la voz humana cuidada y educada en las maravillas del buen canto.
Dice Ignacio Mondaca que y cito:
“El FAOT representa, y así se lo reconoce entre el público que comprende estas cuestiones, un homenaje a la primacía de la voz cantada. Es decir, a la voz que reconoce fehacientemente la técnica que exigen la ópera y el bel canto. No está por demás señalar que en México existe una gloriosa tradición de composición musical (“música mexicana”), incluyendo la que hizo famosa Jorge Negrete, que
está concebida para ser cantada por voces educadas en esa técnica maravillosa. (Técnica que, por cierto, debiera interesarnos en promover en nuestros niños y jóvenes)”.
Nacho agrega que “El arte no es elitista, es UNIVERSAL. Así como es aconsejable que los promisorios y adolescentes nadadores sonorenses los entrenemos en la técnica que domina Michael Phelps (no la que aprendimos nosotros nadando en los arroyos de la entidad), así también es recomendable que los sonorenses aprendan que el arte es un asunto de refinamiento y comprensión, no de mera evocación de nuestros ‘sinceros sentimientos’, estos sólo llevan a nuestros jóvenes, en el peor de los casos al narcocorrido, a la miseria literaria de la música popular. No es eso lo que demanda de ellos la República”.
El éxito de un evento cultural como el FAOT no radica en el impacto mediático sino en el enriquecimiento cultural que dejan durante su desarrollo y el crecimiento que han provisto a la comunidad que lo alberga durante más de tres décadas.
Una felicitación para los colegas que realizaron en Álamos “De la filantropía a la canción”, único evento que en realidad recrea y rescata la figura del Doctor Alfonso Ortiz Tirado. Una reprimenda para quienes no cuidaron la charla que se realizó sobre su vida y obra porque el auditorio del Museo Costumbrista lució casi desértico, en un Álamos abarrotado de gente el mismo sábado de cierre de nuestro máximo festival cultural.
Cierto que se hace mucho. Cierto también que como un poema leído muchas veces que nos gusta y a la vez nos suena repetido y sin más que ofrecer, se corre el peligro de avanzar tres décadas y retroceder dos en una sola noche.

@SylviaT Correo: sylvia283@hotmail.com

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