El Papa llega a universidad ‘Roma Tre’ y es recibido con aplausos, ‘selfies’ y coros
Una multitud de estudiantes y profesores de la Universidad Roma Tre, recibieron este viernes 17 de febrero de 2017 al papa Francisco, en su primera visita a un ateneo público italiano.
Bergoglio llegó unos minutos antes del horario programado en una Ford Focus y mientras ingresaba a la universidad saludó a las personas, muchas de las cuales le pedían hacerse un selfie, mientras otros coreaban: “¡Grande Francesco!”.
Entre ellos estaba un vigilante adulto que le pidió hacerse una foto, a lo que el papa dijo: “Pero esto lo hacen los adolescentes…”. También se encontraba un grupo de jóvenes paraguayos acompañados por un sacerdote, y Francisco a una jovencita que estaba con ellos le preguntó: ¿Hablas guaraní?
En la sesión de preguntas Francisco respondió a cuatro estudiantes, pocos minutos después de llegar a la Universidad, donde una multitud de estudiantes le recibió calurosamente.De hecho hizo a un lado el discurso escrito que había preparado, logrando entablar un diálogo más fluido con los universitarios.
Nour Essa, 31 años, de Damasco, llegó de Lesbos en el avión del Papa en abril de 2016 junto a otros once refugiados. Ella recibió una beca y está inscrita al tercer año de biología en Roma Tre. Niccoló Romano, 23 años, estudiante de Derecho fue el segundo que presentó una pregunta al Papa. Los otros dos fueron Giulia Trifilio, 25 años, licenciada en Ciencias Políticas y Riccardo Zucchetti, 23 años, licenciado en Ingeniería electrónica.
Las migraciones, dijo o Bergoglio después de escuchar la pregunta de la refugiada, no son un peligro para Europa, sino un desafío para crecer.
El desempleo puede llevar al suicidio y por ello hay que contrarrestar la economía líquida con "la concreción".
La tercera guerra mundial en la que estamos sumergidos, continuó el Papa, nace de la ausencia de la capacidad para escuchar, del lenguaje violento que utiliza la política, de la falta de diálogo.
Y la universidad debe justamente promover el diálogo entre las diferencias.
Francisco criticó, entre los aplausos de los presentes, esas universidades «ideológicas», presentes por ejemplo en América Latina, "a la que tú vas, te enseñan solo esta línea de pensamiento, esta línea ideológica, y te preparan para ser un agente de esta ideología. Esta no es una universidad: en donde no hay diálogo, en donde no hay confrontación, en donde no hay respeto por cómo piensa el otro, en donde no hay amistad, en donde no existe la alegría del juego, del deporte, no hay universidad".
Otro estudiante, de Jurisprudencia, en su pregunta se refirió a Roma como la "communis patria, y Francisco dijo que "debemos tomar las cosas como vienen», porque «la vida se parece un poco al portero que toma el balón de donde le llega": hoy "no es “Tiempos modernos” de Charlie Chaplin, sino una época diferente, y hay que tomarla, sin miedo".
Nosotros, prosiguió entre los aplausos del público, «debemos tratar siempre la unidad, la unidad que no es ese periódico (dijo refiriéndose al periódico italiano, “L’Unità”, ndr.), sino que es algo completamente diferente de la uniformidad. La unidad requiere las diferencias, unidad en la diversidad». En este sentido, en el contexto de globalización, la «uniformidad corre el peligro de destruir la unidad», dijo el Papa, volviendo a poner como ejemplo una metáfora que le gusta mucho: el modelo geométrico del poliedro frente a la esfera. El rector Mario Panizza al recibirle dijo: “Estamos felices y nos sentimos honrados, además de agradecidos por el empeño social, civil y cultural que está realizando, especialmente hacia los más débiles. Su acción es una guía preciosa para los estudiantes y educadores”.
Texto del discurso del papa Francisco que no leyó en la universidad ‘Roma Tre’
A continuación el texto integral con las palabras del Papa:
“Señor Rector. Ilustres profesores, queridos estudiantes y miembros del personal:
Les doy las gracias por haberme invitado a visitar esta Universidad, la más joven de Roma, y les dirijo a todos mi cordial saludo. Doy las gracias al rector, Mario Panizza por sus palabras de bienvenida y deseo todo lo mejor para el trabajo y la misión de este Ateneo. La instrucción y la formación académica de las nuevas generaciones son un requisito básico para la vida y el desarrollo de la sociedad. He escuchado vuestras preguntas y les agradezco. Las había leído antes e intentaré responder tomando en cuenta mi experiencia.
Nuestra sociedad está llena de buenas acciones, de solidaridad y amor hacia los demás: muchas personas y muchos jóvenes, seguramente también entre ustedes, participan en el voluntariado y en actividades al servicio de los necesitados. Y este es uno de los valores más grandes del hay que estar agradecidos y orgullosos. Sin embargo, si miramos a nuestro alrededor, vemos que en el mundo hay tantos, demasiados signos de hostilidad y violencia. Como bien ha observado Giulia hay muchas señales de un “actuar violento”.
Agradezco tu pregunta, Giulia, porque precisamente en este año el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz propone la no violencia como forma de vida y de acción política. De hecho, estamos viviendo en una guerra mundial en pedazos: Hay conflictos en muchas regiones del planeta, que ponen en peligro el futuro de generaciones enteras. ¿Por qué la comunidad internacional y sus organizaciones, no son capaces de prevenirlos o detenerlos? ¿Los intereses económicos y estratégicos tienen más peso que el interés común en la paz? Sin duda, estas son preguntas que encuentran espacio en las aulas universitarias y resuenan, en primer lugar, en nuestras conciencias. La universidad es un lugar privilegiado en el que se forman las conciencias, en una estrecha confrontación entre las exigencias del bien, de la verdad y la belleza, y la realidad con sus contradicciones. ¿Un ejemplo concreto? La industria de las armas.
Durante décadas se está hablando de desarme, también se han puesto en marcha procesos importantes en este sentido, pero, por desgracia, en la actualidad, a pesar de todas las conversaciones y compromisos, muchos países están aumentando el gasto en armas. Y esto, en un mundo que todavía lucha contra el hambre y las enfermedades, es una contradicción escandalosa”.
Ante esta dramática realidad uno se pregunta con razón, cuál debería ser nuestra respuesta. Desde luego, no una actitud de desánimo y desconfianza. En particular ustedes los jóvenes, no se pueden permitir vivir sin esperanza, la esperanza forma parte de vosotros. Cuando falta la esperanza, falta la vida; y entonces algunos van en busca de una existencia engañosa ofrecida por los mercaderes de la nada que venden cosas que dan una felicidad temporal y aparente, pero en realidad desembocan en callejones sin salida, sin futuro, en auténticos laberintos existenciales.
Las bombas destruyen los cuerpos, las adicciones destruyen las mentes, las almas, e incluso los cuerpos. Y en esto doy otro ejemplo concreto de la contradicción actual: la industria de los juegos de azar. Las universidades pueden aportar una valiosa contribución a los estudios para prevenir y combatir la adicción a los juegos de azar, que causan graves daños a las personas y a las familias y altos costos sociales”.
Una respuesta que me gustaría sugerir – y tengo presente la pregunta de Niccoló – es que se comprometan también como universidades en proyectos de condivisión y de servicio a los últimos, para fomentar en nuestra ciudad, Roma, el sentido de pertenencia a una “patria común “.
Nos interpelan tantas urgencias sociales y tantas situaciones de penuria y de pobreza: pensemos en las personas que viven en la calle, en los emigrantes, en los necesitados no sólo de alimentos y ropa, sino de un lugar en la sociedad, como los que salen de la cárcel . Saliendo al encuentro de estas pobrezas sociales, nos convertimos en protagonistas de acciones constructivas que se oponen a las destructivas de los conflictos violentos y también a la cultura del hedonismo y del descarte, basada en los ídolos del dinero, del placer, del aparentar…En cambio, trabajando con proyectos, incluso pequeños, que favorecen el encuentro y la solidaridad, recuperamos juntos un sentido de confianza en la vida.
En cualquier entorno, especialmente en el universitario, es importante leer y enfrentar este cambio de época con reflexión y discernimiento, es decir sin prejuicios ideológicos, sin miedos o fugas. Cualquier cambio, incluso el actual, es un pasaje que trae consigo dificultades, penurias y sufrimientos, pero también nuevos horizontes para el bien. Los grandes cambios exigen un replanteamiento de nuestros modelos económicos, culturales y sociales, para recuperar el valor central de la persona humana.
Riccardo en la tercera pregunta se refería a “las informaciones que en un mundo globalizado son vehiculadas sobre todo por las redes sociales”. En este ámbito tan complejo, creo que es necesario operar un sano discenimiento, basado en criterios éticos y espirituales. Hace falta interrogarse sobre lo que es bueno, teniendo como punto de referencia los valores propios de una visión del hombre y del mundo, una visión de la persona en todas sus dimensiones, sobre todo la trascendente.
Y hablando de trascendencia, quiero hablar de persona a persona y dar testimonio de quien soy. Me profeso cristiano y la trascendencia a la que me abro y a la que miro tiene un nombre: Jesús. Estoy convencido de que su Evangelio es una fuerza de verdadera renovación personal y social.
Hablando así, no les propongo ilusiones o teorías filosóficas o ideológicas, ni tampoco quiero hacer proselitismo. Les hablo de una Persona que me salió al encuentro, cuando tenía más o menos vuestra edad, abrió mis horizontes y cambió mi vida. Esta Persona puede llenar nuestro corazón de alegría y nuestra vida de significado. Es mi compañero de viaje; Él no defrauda y no traiciona. Está siempre con nosotros. Se coloca, con respeto y discreción a lo largo del camino de nuestra vida, nos sostiene especialmente en la hora de la pérdida y la derrota, en el momento de la debilidad y del pecado, para volvernos a situar siempre en el camino. Este es el testimonio personal de mi vida.
Non tengan miedo de abrirse a los horizontes del espíritu, y si reciben el don de la fe –porque la fe es un don– no tengan miedo de abrirse al encuentro con Cristo y de profundizar la relación con él. La fe nunca limita el ámbito de la razón, sino que lo abre a una visión integral del hombre y de la realidad, defendiendo del peligro de reducir la persona a “material humano”.
Con Jesús no desaparecen las dificultades, pero se enfrentan de una manera diferente, sin miedo, sin mentirse a sí mismos y a los demás; se enfrentan con la luz y la fuerza que viene de Él. Y podemos llegar a ser, como decía Riccardo, “operadores de la caridad intelectual”, a partir de la misma Universidad, para que sea un lugar de formación a la “sabiduría” en el sentido más amplio del término, de educación integral de la persona. En esta perspectiva, la Universidad ofrece su contribución peculiar y esencial para la renovación de la sociedad.
Y la Universidad también puede ser el lugar donde se elabora la cultura del encuentro y de la acogida de las personas de diferentes tradiciones culturales y religiosas. Nour, que viene de Siria, ha hecho referencia al “miedo” del occidental ante el extranjero, ya que podría “poner en peligro la cultura cristiana de Europa”.
Aparte del hecho de que la primera amenaza a la cultura cristiana de Europa está precisamente dentro de Europa, el encerrarse en uno mismo o en su propia cultura nunca es el camino para devolver la esperanza y operar una renovación social y cultural.
Una cultura se consolida en la apertura y en la confrontación con otras culturas, siempre que tenga una conciencia clara y madura de sus principios y valores. Por tanto, animo a los profesores y a los estudiantes a que vivan la Universidad como un ambiente de diálogo auténtico, que no homologa la diversidad ni tampoco la exaspera, sino que abre a una confrontación constructiva. Estamos llamados a comprender y apreciar los valores del otro, superando las tentaciones de la indiferencia y del temor. Nunca tengan miedo del encuentro, del diálogo, de la confrontación.
Mientras prosigue vuestra trayectoria de enseñanza y de estudios universitarios, prueben a preguntarse: ¿Mi forma mentis se está haciendo más individualista o más solidaria? Si es más solidaria es una buena señal porque van contra corriente, pero en la única dirección que tiene un futuro y que da futuro. La solidaridad, no proclamada con palabras, sino vivida concretamente, crea paz y esperanza para cada país y para el mundo entero. Y ustedes, por el hecho de trabajar y estudiar en la universidad, tiene la responsabilidad de dejar una huella buena en la historia.
Les agradezco de todo corazón por este encuentro y por vuestra atención. Que la esperanza sea la luz que ilumine siempre vuestro estudio y vuestro compromiso. Sobre cada uno de vosotros y sobre vuestras familias invoco la bendición del Señor”.
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