25 mar 2017

Las columnas políticas hoy, 25 de marzo de 2017..

 Trump ha fracasado, sus amigos le dieron una trompada!
Su propio partido retiró del Congreso -cámara baja- el proyecto de ley para derogar el "Obamacare", la reforma sanitaria de su antecesor Barack Obama.

Tras días de intensas negociaciones, con amenazas a los viejos lobos de su partido, y después de que se cancelara la votación programada para el jueves, los líderes republicanos concluyeron que no tenían suficiente apoyo para conseguir la aprobación de la Ley de Cuidado de la Salud, o también denominada Trumpcare.
La derrota de su proyecto de ley, es una derrota simbólica en tan sólo 100 días en el poder,  tambalea su credibilidad además le impone limitaciones prácticas a otras iniciativas..
¿Y ahora, aquella de recortar los impuestos, que según sus críticos, iba dirigido a favorecer de manera especial a los grupos de altos ingresos.
¿Quien fue el héroe?
Para que la cuña apriete debe ser del mismo palo, dicen en México..., y es cierto...

Se le atribuye  al  denominado House Freedom Caucus, como se conoce al grupo de 36 congresistas ultraconservadores formado apenas hace dos años y son herederos del movimiento del partido del the -Tea Party; felicidades a ellos...!
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Las columnas políticas hoy, 25 de marzo de 2017..
Frentes Políticos/Excelsior
I.  Los de siempre. Podrán pasar los años y la situación en el PRD no cambia. Imagínese, no pueden ni ponerse de acuerdo en quién es su coordinador en el Senado. La Mesa Directiva y la Junta de Coordinación Política determinarán el martes si reconocen a Dolores Padierna o a Raúl Morón, aseguró el senador Miguel Barbosa, a quien bajaron del cargo. El excoordinador perredista, quien además apoya a Morón Orozco, dijo que será hasta entonces cuando el grupo parlamentario reconozca a un coordinador y éste pueda ejercer todas sus funciones. Barbosa contestó también al señalamiento de Dolores Padierna, que asegura que este lunes el senador renunciará al cargo, y le dijo claramente que no se va. ¿Recuerdan que cuando comenzó el lío Barbosa les dijo “no se metan conmigo, porque van a perder”? Nomás…
II. Pronósticos favorables. Ha sido una gran semana para México, no sólo por la realización exitosa de la 80 Convención Bancaria, en la cual quedó claro el potencial que tiene México y su fortaleza ante las crisis internacionales. Además, Colin Powell, exsecretario de Estado de Estados Unidos, exhortó a los mexicanos a no dejar que “nadie pisotee” al país, en referencia a Donald Trump y sus planes para construir un muro. Por si fuera poco, Trump sufrió el descalabro más doloroso en su incipiente mandato, al desecharse su miniprograma de salud, que resultó una mala copia del Obamacare. Lo mejor es que el peso se fortalece y roza las 18 unidades por dólar. ¡Sonría, la economía va bien e irá mejor!
III. Regresa a la escena política. Humberto Moreira, exgobernador de Coahuila, anunció su retorno a la política y hoy se registra como candidato a diputado local por el Partido Joven y no con el Revolucionario Institucional, pues afirma que desde el CEN del PRI le negaron la oportunidad, aun cuando los estatutos se lo permiten. Además, dice que no tiene ninguna comunicación ni relación con su hermano Rubén Moreira, gobernador de Coahuila. Hay animadversión entre hermanos y políticos, pero tienen en común a Miguel Ángel Riquelme, candidato a la gubernatura del estado por el PRI y el Partido Joven en los comicios del 4 de junio. Los Moreira seguro trabajarán unidos para que Riquelme gane.
IV. Cordura. Jesús Sesma puso sobre la mesa un tema del que pocos quieren hablar: el indiscriminado uso de escoltas para toda clase de funcionarios. El coordinador del PVEM en la Cámara de Diputados presentó una iniciativa para que se prohíba que cualquier funcionario público cuente con escoltas pertenecientes a las policías locales y federales, incluso al Estado Mayor Presidencial. Planteó que sólo se salven de esta prohibición el Presidente de la República, el procurador General de la República, el comisionado Nacional de Seguridad Pública, los secretarios de la Defensa Nacional y de Marina, así como los titulares de las fiscalías generales y de los cuerpos policiacos en las entidades federativas. “Servidor público que quiera seguridad que la pague; ¡No más privilegios!”, afirmó Sesma. A ver, cuántos funcionarios se suben a este barco.
V. Frenón. La posibilidad de reducir el financiamiento a los partidos políticos tuvo su primer fracaso en la Cámara de Diputados, que decretó un receso para que el tema sea analizado en la Junta de Coordinación Política. La Comisión tenía previsto analizar y, en su caso, aprobar siete predictámenes, en los que se incluían las nuevas reglas para el financiamiento público de los partidos políticos. Este predictamen incluye la iniciativa #SinVotoNoHayDinero, promovida por el legislador independiente de Jalisco, Pedro Kumamoto, y otras como la de los diputados Manuel Clouthier y Agustín Basave. Le llaman stand by, pero esas pausas abonan mucha polémica a la discusión. ¿Miedo a quedarse pobres?
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Templo Mayor/Reforma
NO LO VAYAN a decir muy fuerte, pero cuentan que el secretario de Salud, José Narro, no anda nada contento con el equipo del PRI, que preside Enrique Ochoa.
SEGÚN se supo, cuando le ofrecieron ser orador en la ceremonia por el aniversario luctuoso de Luis Donaldo Colosio le dijeron que sería una estupenda tribuna para dejarse ver como uno de los suspirantes tricolores al 2018 y le prometieron una amplísima difusión.
Y RESULTÓ que ni fue tan buena la tribuna, ni el mensaje que llevó el ex rector de la UNAM fue tan difundido como le habían dicho. Tanto así, que la cuenta oficial de Twitter del partido compartió los videos de la participación de Narro hasta más de 24 horas después del acto.
QUIZÁS lo más raro fue que invitaran a Narro a que diera el discurso con todo y que fue en un día laboral. En todo caso, los priistas habrían podido invitar a quien resultó galardonado con la presea Luis Donaldo Colosio al Mérito Militante 2017, Ricardo Canavati.
¿O SERÁ que ya se dieron cuenta de que el premiado diputado oficialmente es legislador por el PVEM y no por el PRI? Es pregunta que, como los daltónicos, se confunde con los colores.
CON TODO y que volvió al Senado para sumar los votos suficientes que le permitieran nombrar a Dolores Padierna como coordinadora del PRD, la presidenta de ese partido, Alejandra Barrales, estuvo a punto de no lograrlo.
DE HECHO, dos de los votos decisivos cayeron de donde menos esperaba. Primero, el tabasqueño Fernando Mayans, quien apoyaba a Raúl Morón, dio su brazo a torcer a cambio de que le prometieran la candidatura a gobernador en Tabasco.
DESPUÉS, Iris Vianey Mendoza decidió su voto en favor de Padierna pues no le pareció que los allegados a Miguel Barbosa la estuvieran presionando para que acudiera a una cena con Andrés Manuel López Obrador.
Y DEL PLATO a la boca, los barbosistas tuvieron cena... pero perdieron la coordinación.
TAL PARECE que la aspirante del PAN a la gubernatura del Estado de México, Josefina Vázquez Mota, aprendió una valiosa lección en su campaña presidencial del 2012, al menos en la elección de un eslogan.
EN ESE AÑO, mucho le criticaron a la panista que adoptara como lema de campaña una sola palabra que resultó bastante ambigua: "Diferente".
Y AHORA, se nota que busca un posicionamiento mucho más claro pues ya se supo que la frase que utilizará será: "Más que un cambio". Ya se verá qué tan buena le resulta a la hora de pedir el voto de los mexiquenses.
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Bajo Reserva/ El Universal
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Columna Serpientes y Escaleras/Salvador Garcia Soto/el Universal
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Los elitistas, el otro peligro
SOBREAVISO / René Delgado
Reforma,
Cantilena repetida hasta el cansancio estos días es la denuncia del populismo como un peligro para México. Hay, sin embargo, otro peligro igual o peor. El peligro del elitismo que, desde su propio dogma -desde luego, también tiene el suyo-, ignora la realidad, degrada la política y, ciego, defiende sus postulados sin preocuparse por la desigualdad y la pobreza porque el futuro, ese gran momento sin fecha de caducidad, será distinto.
La plegaria del elitismo empata con el ruego populista.
Condenado sea el populismo sin revelar que éste -como dice Daniel Innerarity- es el elitismo invertido. Censurado sea el gobierno popular, desde la imposición cupular del gobierno. Repudiado sea el populismo por instalarse en el pasado, sin creer en el presente perpetuo. Descalificada sea la solución mágica de los problemas, a partir de fórmulas complejas sin respuesta a ellos. Cubierta de gloria sea la libertad económica, sujetando a toque de queda los derechos sociales y políticos. Fustigada sea la demagogia populista, con base firme en la compra y coacción del voto.
Los elitistas son el otro polo de una batería inservible -léase, régimen-, necios en generar la chispa que ponga en marcha al país eliminando al otro polo. Ingenuos. Tanto se quieren diferenciar que, al final, se parecen.
Los elitistas son personajes singulares. Veneran en los espejos de Palacio los acuerdos cupulares. Memorizan y entonan el himno nacional más de una vez al día, pero en el fondo no lo recuerdan. Les gusta ser honrados, pero no honestos. Defienden al Ejército en cada discurso, pero lo clavan en cada emergencia. Les fascina darse baños de pueblo con valla, siempre y cuando les preparen la tina después de hacerlo.
Los elitistas son más solemnes que serios. Nunca estrenan trajes -como dice un empresario que los conoce-, los inauguran. Cuando se ven obligados a usar corbata de listón, la costumbre los traiciona: primero la cortan y, luego, se la anudan al cuello. Si un colaborador del sector agropecuario los invita a visitar el campo, corren volando por sus zapatos de golf. Su versatilidad carece de límite, se mandan cortar camisas de vestir con acabado de guayabera por si es necesario mostrarse casuales de imprevisto. Sufren, eso sí, algunas obsesiones, les molesta que el aire acondicionado atente contra el gel estructural del cabello.
Los elitistas se declaran globalifílicos y, como nada les cuesta, les fascina viajar por el mundo sin hacer patria, rendir cuentas o escribir un diario. Se dan vuelo en la materia. Igual se declaran modernos y no dudan en tomarse selfies cada que pueden, siempre y cuando haya no menos de dos decenas de fans atrás de ellos. Son selfies, pero compartidos. Desde luego, conceden la mayor importancia a las redes sociales y entienden que el chiste es no verse atrapados en ellas. Juran no ser mochos, aunque persignan con el moche. Usan el Metro al inaugurarlo y, después, no saben responder cuánto cuesta el boleto porque, en aquel memorable día, no traspasaron ningún torniquete. Les enfada la queja del tráfico pesado porque cuando ellos viajan en convoy, los semáforos siempre están en siga.
Asumen su pasado sin caer en la nostalgia que frene su paso firme al futuro resplandeciente. Ya no se dicen revolucionarios ni institucionales, como tampoco hombres o mujeres de acción, sino transformadores que, cada quincena, decretan o legislan una reforma estructural, donde esculpen en papel maché su monumento.
En el terreno electoral y administrativo, los elitistas son especiales. Se desviven por ganar elecciones a como dé lugar, pero no por armar gobiernos en serio. Se inclinan por administrar problemas, no por gobernar soluciones. Tienen predilección por emprender duras acciones, hipotecando al futuro los beneficios, y les irrita que la gente traiga flojo el cinturón y resista sacrificarse ahora y disfrutar después.
En el área de obra pública, les encantan tres cosas: los contratistas, poner la primera piedra y, meses después, inaugurar la obra aunque nunca la terminen. Privilegian las obras de superficie visibles, sobre las obras de fondo imperceptibles. Siempre consideran que primero es lo urgente y después lo importante.
En el combate a los monopolios, no comprenden la queja por pagar doble tributo al fisco y al crimen. Por qué está mal visto que al romper un monopolio se queden con un cacho. Por qué se insiste en que sólo el Ejército debe ejercer la fuerza, si muchos grupos armados ya les compiten.
Su filosofía es olímpica en el campo deportivo, les gusta competir pero no ganar. Saltan a la cancha de la administración declarándose delanteros, pero juegan ratoneramente porque, a su entender, es mejor no recibir goles que anotarlos. Correrse al centro y dejar la banda derecha les parece ocioso.
En los escasos momentos de reflexión a solas, a los elitistas los asaltan las dudas de siempre.
¿De quién fue la ocurrencia de inventar las escaleras, habiendo elevadores privados y helicópteros? ¿Por qué los mercados son tan fascinantes y los marchantes tan fastidiosos? ¿Por qué si quieren salvar al país en secreto, sus índices de aprobación son tan bajos? ¿Por qué si sus planes fallan, la gente no acepta atribuir el error al entorno económico?
Sí, el populismo es un peligro para México, pero también el elitismo. Populistas y elitistas saben del fracaso de su modelo, pero les da flojera pensar en uno compensado porque todavía no hay manuales. Es más fácil agitarse sin moverse, polarizar a la gente y, a partir de la fuerza sin inteligencia, ver después qué rayos hacen con el resultado. Creen que son sinónimos paraíso y espejismo.
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Cuando miente el Presidente/Jorge Ramos Ávalos
Reforma
En Estados Unidos hay un Presidente que miente mucho. En un par de meses Donald Trump se ha quedado sin credibilidad. Y esto es muy grave porque, cuando realmente necesite que los estadounidenses le crean, ya no sabremos si lo que dice es verdad o mentira.
Trump tiene un largo camino de mentiras. Durante años aseguró que Barack Obama no había nacido en Estados Unidos. Hasta que, por fin, un buen día dijo públicamente que Obama había nacido en Hawaii. Trump nunca se disculpa, solo cambia de tema.
Trump mintió también en un tuit en noviembre sobre los supuestos "millones de personas que votaron ilegalmente" en las pasadas elecciones y que le hicieron perder el voto popular. No solo eso. En su primera reunión con líderes del Congreso en la Casa Blanca volvió a repetir la mentira, según reportó The New York Times, y dijo que de tres a cinco millones de indocumentados habían votado.
Todo esto es falso. Pero Trump cree que al repetir sus mentiras la gente se lo va a creer.
Lo que sí está claro es la aversión de Trump por los inmigrantes. Su campaña presidencial comenzó con una gigantesca mentira al decir que los inmigrantes que envía México "traen drogas, traen crimen y son violadores". Atención: Trump nunca dijo algunos o unos pocos. Quiso convertir a todos los inmigrantes mexicanos en delincuentes y eso es totalmente falso. (El 97 por ciento de los indocumentados nunca ha cometido un crimen serio o felony, según el Migration Policy Institute).
La última gran mentira de Trump fue en otros dos tuits. El sábado 4 de marzo a las 6:35 a.m. dijo: "Terrible, me acabo de enterar que Obama ordenó que me espiaran en la Torre Trump...". Y 14 minutos más tarde se preguntó: "¿Es legal que un Presidente espíe antes de una elección?... Qué bajo ha caído".
No sabemos qué estaba pasando esa mañana en el hotel del Presidente en Mar-a-Lago, Florida, pero Trump y su celular se convirtieron en una máquina de mentiras. Aparentemente nadie del equipo presidencial se atreve a contradecir al Presidente aunque esté equivocado.
La mentira de Trump quedó corroborada por el director del FBI, James Comey, quien dijo en una audiencia del Congreso: "No tengo ninguna información que apoye esos tuits". Traducción: el principal espía del país salió en televisión nacional a decir que su jefe estaba mal.
Es muy poco presidencial que Trump se levante en la Florida y se ponga a disparar mentiras contra un ex mandatario sin tener ninguna evidencia. Lo menos que le podemos pedir al líder de la principal superpotencia mundial es que corrobore lo que va a decir en Twitter y respire unos segundos antes de apretar el botón de envío.
Estos son tiempos muy difíciles. El país está partido por la mitad. Millones no votaron por Trump y ven con preocupación sus mentiras y sus comentarios racistas.
No entiendo cómo un Presidente que quería aprobar un nuevo plan de salud, cambiar las leyes migratorias y que tiene a un nuevo nominado a la Corte Suprema de Justicia, se pone a distraer la atención del país con falsedades.
El principal problema es que nos estamos acostumbrando a las mentiras de Trump. Son tantas y tan seguidas que ya no sorprenden a nadie. Como cuando dijo que los musulmanes estaban celebrando en Nueva Jersey tras los actos terroristas del 9/11 o que el papá del senador Ted Cruz se reunió con el asesino Lee Harvey Oswald. Absurdo todo.
Pero cuando un Presidente miente frecuentemente, puede haber graves consecuencias para el país. Hay casos que requieren de absoluta confianza en el líder de una nación. ¿Qué pasaría en caso de un ataque nuclear de Corea del Norte o que se decida iniciar una nueva guerra en Siria? ¿Y si hubiera otro ataque terrorista en Estados Unidos? ¿Podríamos confiar plenamente en el Presidente?
Lo más triste de todo es ver a un Presidente que miente y luego, cuando lo agarran en la trampa, insistir en su error. Parece que Trump vive en un mundo de fantasías creadas por él mismo. "Yo soy el Presidente y tú no", le dijo como si fuera un niño a la revista Time en una entrevista.
Trump tiene tanta necesidad de que lo vean como un Presidente legítimo que no se da cuenta que sus mentiras y deseos de grandeza solo lo hacen ver más pequeño y trivial.
@jorgeramosnews
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Tercer Mundo/Jorge Volpi
Reforma,
Decía el chiste finisecular que, a inicios del siglo XXI, los países del Tercer Mundo no lograrían acercarse a los del Primero, sino que serían las democracias avanzadas las que terminarían cada vez más cerca de las naciones de Asia, África o América Latina. Con Trump, hoy Estados Unidos se está convirtiendo -si no es que lo ha hecho ya- en un lugar que recuerda asombrosamente a los regímenes autoritarios y un tanto caricaturescos que prevalecieron en medio mundo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la caída de la Unión Soviética y que tan ácidamente fueron descritos por los novelistas del Boom.
Aunque los analistas insisten en calificar a Trump de "populista", a fin de acomodarlo en esa disímbola cuadrilla en la que caben desde Chávez hasta Le Pen -un batiburrillo que en nada contribuye al análisis de cada de una de estas figuras-, en realidad se asimila bastante más a los caudillos latinoamericanos que se impusieron en la región hasta hace muy poco. Tras sus primeros días de gobierno, marcados por los exabruptos que ya exhibía en campaña pero también por una desorganización e ineficacia inéditas en el sistema estadounidense, Trump en efecto remite a los protagonistas de Tirano Banderas, El Gran Burundún-Burundá ha muerto, Yo el Supremo, El recurso del método, El otoño del patriarca o La fiesta del Chivo por sus dislates, obsesiones y manías, más propios de un millonario excéntrico que de un líder democrático.
Tan mesiánico como éstos, Trump no sólo insiste en llevar el excepcionalismo estadounidense hasta su límite, sino en presentarse no como un político sino como un empresario exitoso (aunque jamás haya revelado la verdadera magnitud de su riqueza), que sacará a Estados Unidos del "pantano" y lo hará grande "de nuevo". Para lograrlo, ha señalado un enemigo interno, la prensa, y dos externos, los "terroristas islámicos" y los mexicanos, a los cuales está dispuesto a echarles la culpa de la decadencia del país. Su intención es la de apartar a su patria del resto del mundo, despreciando incluso a sus aliados naturales, Gran Bretaña, Europa, Australia, para coquetear con sus enemigos históricos, en particular Rusia.
Otro elemento clave que lo asimila a los caudillos latinoamericanos, y que es prácticamente inédito entre los presidentes recientes, es la corrupción: no se trata sólo de que Trump sea un plutócrata, sino de que no le importa confundir su esfera privada y su esfera pública, al grado de no preocuparse por limitar sus conflictos de interés y de empeñarse en ni siquiera hacer públicas sus declaraciones de impuestos. Sus hijos, su yerno y sus seguidores más cercanos no hacen sino seguir su ejemplo, aprovechando todas las oportunidades para enriquecerse.
No es casual que en el discurso de Trump no aparezcan nunca las palabras "democracia", "república" o "derechos humanos": igual que el Doctor Francia o Trujillo, ha preferido inventarse una realidad alterna, sólo habitada por los suyos, en la cual lo único que importa es abandonar la decadencia que le ha sido heredada para llegar a una nueva era de luz. Pero la torpeza con que ha querido llevar a cabo su proyecto es inaudita: dos veces los jueces han paralizado sus órdenes ejecutivas para detener a los musulmanes; su asesor de seguridad ha debido renunciar por sus lazos con Rusia, que tienen también sus demás consejeros y su yerno; sus mentiras han llegado al extremo de ser desmentidas por el director del FBI y no hay coherencia alguna en sus restantes acciones políticas.
De seguir así, la administración Trump luce abocada al desastre o la parálisis interna, pero el desastre no debe ser considerado una buena noticia para sus detractores: en medio del caos, un caos en buena medida buscado (la táctica Bannon), continuará teniendo el poder para imponer buena parte de su agenda. Porque la mayor desgracia es que, aún si su gobierno parece desarticulado y a punto del quiebre, no hay una figura en la oposición capaz de enfrentársele. De modo que su caos continuará siendo el nuestro.
@jvolpi
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Retrovisor/IVONNE MELGAR
Excelsior.
Mancera, AMLO y la amnistía
A Miguel Mancera le ha llovido duro en marzo. Y es apenas el inicio de un golpeteo que podría incrementarse a medida que su indefinición hacia el 2018 se mantenga.
La mala racha arrancó con las declaraciones de Miguel Barbosa a favor de Andrés Manuel López Obrador.
Pero se siguió en otros frentes: controversia de Los Pinos por la Constitución de la CDMX, rechazo de un juez al pago inmediato de las fotomultas; salida de Edgar Elías Azar del Tribunal Superior de Justicia capitalino y puesta en duda sobre el patrimonio de Alejandra Barrales, presidenta del PRD.
¿Fuego amigo o enemigos que lo quieren quemar? Un poco de todo. Porque las presiones hacia el jefe de Gobierno provienen de los interesados a que se decida ya con quién y cómo irá en la ruta electoral del próximo año.
Paradójicamente, al quedarse en un rezagado cuarto lugar en las intenciones de voto de la carrera presidencial, Mancera se ha convertido en un fiel de la balanza.
Y hoy, a 15 meses de la elección, tanto el gobierno federal como AMLO pisan el acelerador para que el gobernante de la CDMX asuma el liderazgo del Cuarto Polo o se sume a Morena.
Dentro del PRD esta pugna se reproduce entre sus corrientes, gobernadores y políticos.
Algunos, pocos, quisieran ir en un frente con el PAN. Otros se inclinan por el polo de izquierdas, pero sin López Obrador. Y un buen número de perredistas ávidos de claridad en su futuro preferirían adherirse a quien fue el candidato del partido en 2006 y 2012.
Ante ese pantanoso terreno, la jugada del 28 de febrero del entonces coordinador de la fracción del PRD en el Senado resultó clave, ya que Barbosa pasó de presumir que sería el coordinador de campaña del jefe de Gobierno a señalar que su candidatura no iba bien.
Ese giro puede juzgarse como una traición desde el plano de las consideraciones éticas y personales.
Pero en la práctica, Barbosa optó por desempeñar un rol protagónico y catalizador en una circunstancia en marcha.
Nos referimos al hecho que confirman diversas fuentes de que Mancera sí está en pláticas con López Obrador para revisar en qué condiciones podría incorporarse a su tercera campaña por la Presidencia.
¿Qué tendría que recibir el precandidato por parte de AMLO para abandonar la expectativa del Cuarto Polo, una idea aún en el aire que integrarían PRD, Movimiento Ciudadano, Partido del Trabajo e independientes?
A juzgar por lo visto hasta ahora, el líder de Morena parece ofrecer amnistía, perdón y olvido, borrón y cuenta nueva.
¿Pero puede Mancera conformarse con la mera purificación que López Obrador otorga en automático a quienes deciden seguirlo? No. Porque, aun cuando se reivindique sin militancia, el gobernante capitalino es frente a AMLO el interlocutor del PRD con más poder. De manera que sobre la mesa de negociación se ha puesto la suerte del partido en la CDMX.
Es cierto que las encuestas capitalinas advierten que Morena podría ganar en los comicios de 2018.
Pero también lo es que un eventual triunfo de López Obrador sólo es posible si arrasa, y con muchos millones de votos, en las entidades tradicionalmente perredistas.
AMLO necesita del PRD y de la CDMX para garantizar que la tercera será la vencida. De ahí la importancia del factor Mancera.
Dirán los desdeñosos que el jefe capitalino tiene cuando mucho una intención de voto de 9 puntos. Que sólo son 7. O apenas 5. Pero 5, 4, 3, 2 puntos es la diferencia, la gloria, el reino de la añorada Presidencia de la República en un escenario reñido como se prevé será 2018.
Por eso el interés del gobierno federal de que el PRD y Mancera no se vayan con el PAN y muchos menos con Morena.
Y mientras la moneda siga en el aire, también estará en suspenso la suerte de la Constitución de la CDMX, a la que el gobernante capitalino valora como su trofeo.
En la disyuntiva de tranquilizar al gobierno federal con la decisión de ser un candidato testimonial que le arañará puntos a AMLO o tomar la ruta de la purificación obradorista, Mancera seguirá a dos fuegos.
La presión gubernamental ha incluido este marzo la propuesta de Elías Azar como embajador en los Países Bajos, en La Haya.
De manera que el todavía presidente del Tribunal Superior de Justicia de la CDMX, cercano a Mancera en los últimos años, se va con todos sus conocimientos de las tripas delictivas capitalinas al servicio diplomático.
Por lo pronto, las principales corrientes y los gobernadores han cerrado filas en torno a la presidencia de Barrales, quien llegó ahí gracias a los movimientos que Mancera operó en el PRD.
Y en la mesa de negociación con AMLO, los perredistas pedirán algo más que amnistía, al tiempo que ofrecerán en prenda demostrarle a Morena, en este 2017, cómo ellos pueden hacer la diferencia.
La apuesta del PRD es frenar la hemorragia y concretar en el Estado de México la primera prueba de la viabilidad de un pacto.
Así que, de prosperar la negociación, de aquí al 4 de junio, veremos declinar al candidato mexiquense perredista Juan Zepeda a favor de Delfina Gómez, la representante de AMLO.
Y en medio de ese laboratorio mexiquense, también sabremos si Mancera consigue con AMLO algo más que su purificación. O se queda “en la mafia del poder”.
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Las vacas flacas  de Javier Corral
Arsenal/
FRANCISCO GARFIAS
Excelsior
La cara de Lilia Merodio reflejaba indignación, rabia, consternación. La senadora juarense del PRI observa impotente cómo se descompone Chihuahua ante la mirada impasible, dice, del gobernador panista Javier Corral.
“No trabaja. Se la pasa en el campestre y con sus amoríos. Lo sabe todo mundo”, asegura la aguerrida legisladora, en charla con el reportero.
Y es que los habitantes del estado más grande de la República viven atemorizados. Volvió la violencia que ya creían desterrada.
El domingo 19 de marzo se produjo una balacera entre malosos en el campo menonita 101 de la carretera a Álvaro Obregón que produjo ocho muertos, según cifras oficiales. Hay versiones no comprobadas de que fueron muchos más. 
A ese choque armado se agregó el frío asesinato de Miroslava Breach, destacada periodista, corresponsal de La Jornada. Frente a sus hijos le metieron ocho balazos calibre 9 milímetros cuando salía de su casa.
El hecho tuvo un fuerte impacto nacional e internacional. Las dos cámaras legislativas federales guardaron un minuto de silencio por la muerte de la apreciada periodista. Organizaciones internacionales, la CNDH y todo el gremio periodístico alzaron la voz para exigir un ¡ya basta!
La senadora del PRI Graciela Ortiz subió a la tribuna de la Cámara alta para exigir al gobernador panista que el asesinato de Miroslava no quede impune.
“Estamos preocupados, estamos consternados y estamos dolidos por lo que es un artero asesinato que no tiene justificación. Debe haber una respuesta inmediata del estado chihuahuense para que quienes cometieron ese terrible crimen sean verdaderamente sancionados.
“Y para que Chihuahua recupere la paz que ha venido perdiendo”, puntualizó Ortiz.
A Corral le ha llovido. Ya se dio cuenta que no es lo mismo subirse a la tribuna de las cámaras a “echar choro” que tomar las riendas de su estado.
En el lugar donde mataron a Miroslava los asesinos dejaron un cartel con una clara amenaza: “Por lenguona. Sigue tu gobernador”.
El mensaje lo firma el delincuente Carlos Arturo Quintana, alias El 80, líder de la organización criminal conocida como La Línea.
Para acabarla de amolar, el periódico El Universal publicó el jueves fotos del gobernador Corral mientras jugaba golf en Mazatlán en compañía de su colega de Sinaloa, Quirino Ordaz, y empresarios de ese estado, y el fin de semana que se produjeron los enfrentamientos en Chihuahua que, según el diario, dejaron 14 muertos.
Corral ya reaccionó. Aseguró que los culpables de la muerte de Miroslava serán castigados. El gobernador adelantó que una de las principales líneas de investigación será “el trabajo valiente, amplio, extenso y documentado que la periodista llevó a cabo”.
Del dicho al hecho…
En el PRD se debaten en guerras de clanes. Se detestan. Se insultan. Están llenos de rencores. Ya ni siquiera mantienen la apariencia de armonía. Sus trapos sucios los lavan en la Plaza Pública, sin importarles el costo político.
La batalla del PRD en el Senado es un ejemplo. Los derrotados de la ya larga disputa por la coordinación son Miguel Barbosa y Raúl Morón.
Al primero se lo comió la soberbia. El segundo se suicidó políticamente al rechazar la negociación con la dirigencia de Alejandra Barrales para quedarse con la coordinación.
Se rehusó a acabar con la farsa de los seis senadores que renunciaron al PRD, pero se quedaron en el grupo para preservar las prerrogativas. Podrán decir lo que quieran Barbosa y sus aliados, pero allí hay una enorme incongruencia.
Padierna anunció la mañana de ayer que el propio Morón, Barbosa y otros dos van a renunciar al PRD el lunes.
“Se está imaginando cosas. Yo soy perredista y hago trabajo para fortalecer al PRD y voy a seguirlo haciendo”, reviró  el autollamado coordinador legítimo del Grupo Parlamentario del PRD en el Senado.
Muy mal anda el publicista del PAN en el Estado de México. La elección de un asaltante armado como portavoz del blanquiazul en el Estado de México no parece ser lo más conveniente ni la mejor forma de ayudar a la campaña de Josefina Vázquez Mota.
Ya son muchos los comentarios negativos que he escuchado sobre ese spot. Muy pocos los positivos.
El promocional va más o menos así. Dos delincuentes se suben a un microbús que circula por algún municipio del Edomex. Uno de ellos, pistola en mano, le dice a los pasajeros mientras recoge el botín: “Ustedes seguramente votaron por el PRI a cambio de despensas”.
El ladrón encapuchado les pregunta: “¿Qué han recibido ustedes? ¿Despensa? A ustedes no les va a tocar ni relojes, ni casas, ni coches. Ellos son los privilegiados, los que gobiernan, a ustedes sólo los usan en las elecciones. Aquí asaltamos parejo, no importa el partido”.
Enseguida aparece el logo del PAN tras una frase: “Porque sí se puede un mejor Estado de México”. Nosotros agregaríamos el clásico: “¡No me ayudes, compadre!”.
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