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Rodrigo Terrasa, @rterrasa
El Mundo, 11/06/20
¿Cómo le dice uno a Baltasar Garzón que tiene una araña en el cuello de la camisa? Es una araña diminuta que se va escondiendo detrás del botón y va asomando durante toda la entrevista según la pregunta, haciendo acrobacias con tanta habilidad que uno llega a pensar que o bien el bicho es una mascota amaestrada por el jurista o nos lo ha mandado el CNI con un micro entre las patas. Decía Balzac que las leyes son como las telas de araña, a través de las cuales pasan libremente las moscas grandes y quedan enredadas las pequeñas, así que al final la invitada explica más sobre la situación de la Justicia en este país que todos los libros que se apilan en las estanterías del despacho de Garzón, el primero de los superjueces españoles.
Es un despacho normal, por cierto. Junto a otros varios despachos en un piso antiguo del centro de Madrid que podría ser la gestoría donde tu cuñado te hace la declaración de la renta. Ni muy lujoso, ni especialmente seguro. No hay que cruzar varias puertas como en las oficinas del Superagente 86 ni existe un sótano donde aparca el garzonmóvil y cuelga un traje de superhéroe o de villano, según la ocasión. Es todo más aburrido en la oficina de un personaje que no se ha aburrido jamás.
«No, no tengo ese complejo, desde luego», admite. «A veces quiero no hacer nada intencionadamente, pero no puedo. He sido así desde pequeño. Intento hacer parones, pero las ideas siguen fluyendo. Yo me relajo haciendo cosas».La última, promover Actúa: un foro político para impulsar una alianza de izquierdas que desaloje al PP de la Moncloa, una plataforma ideada junto al diputado de Izquierda Unida Gaspar Llamazares que no descarta convertirse algún día en partido político si la oposición actual «sigue mirándose el ombligo». La hiperactividad del ex juez le sitúa unos días como posible alcalde de Madrid, otros como gurú legal en Latinoamérica y, mientras, al frente de la defensa de Julian Assange, el controvertido fundador de WikiLeaks. Se acaba de estrenar un documental sobre su caso, El juez y el rebelde, en el que se habla de Garzón como un «hacker de la Justicia». Y él está encantado con la definición: «He aportado planteamientos que no entraban dentro de lo tradicional, rompiendo esquemas».
Baltasar Garzón llega a la entrevista con algo de retraso y algo de afonía. Bebe té de jengibre para cuidarse la voz, tiene complejos vitamínicos repartidos por toda su oficina y un bote de jugo de alcachofa que, según el prospecto, ayuda a incrementar la producción de bilis. Al lado del Manual de inquisidores de Eymerico hay un dossier con posibles respuestas a nuestras posibles preguntas. Esta es la primera:
Le gusta que le apoden 'hacker de la justicia'. "Aporto planteamientos que no entran dentro de lo tradicional"
¿Qué pasa en un país en el que el ministro de Justicia y el fiscal general son reprobados en el Congreso y no pasa nada; en el que un partido saturado de corrupción sigue siendo el partido más votado?
-Es preocupante que no haya una reacción por parte de los ciudadanos. En España siempre ha habido un estómago flácido para la corrupción. «Esto siempre ocurre y si ocurre, mejor que sean los míos y no los otros», te dicen. Y viene de lejos. En la Transición no se cuestionó nada, no se hizo nada en la lucha contra la corrupción. Cuando se creó la Fiscalía Anticorrupción en 1995 no daba miedo ser corrupto, no se criticaba a quien era corrupto sino al que se sorprendía. De Roldán la gente venía a decir «qué tonto es que lo han pillado». Con la crisis la gente ha sentido en sus carnes los efectos de esa corrupción y hay una mayor intransigencia, pero se sigue arrastrando un déficit, porque no hay una respuesta desde la izquierda. El ejecutivo no tiene conciencia de ser vigilado o controlado. Ésa es la cuestión.
Dice el ministro Catalá que la corrupción se persigue ahora como nunca.
No será por decisión del Gobierno... Lo que yo veo es que se ponen todas las trabas posibles. ¡Pero si se convoca al presidente a declarar ante un tribunal y quiere hacerlo con un plasma!
Según Rafael Hernando han citado a Rajoy como podrían haber citado al Papa, porque ambos saben lo mismo del 'caso Gürtel'.
Lo de Rafael Hernando es de una... Es cuanto menos una falta de ética política, una injerencia en el Poder Judicial. Un portavoz parlamentario no se puede permitir ni en tono de broma cuestionar una decisión judicial así. Él no es nadie para decir si Rajoy sabe o no sabe. Entre otras cosas porque hay bastante elementos para llamarle cuanto menos como testigo porque aparece en los papeles de Bárcenas y era secretario general y luego presidente del partido.
¿Es Rajoy el 'señor X' del caso Gürtel?
En el tema de la corrupción las cosas son más complejas. No hay una estructura monolítica. No hay un Totò Riina en España [en referencia al famoso capo de la mafia italiana]. Rajoy, o quien sea, no puede controlar todos los niveles. Habrá que buscar la responsabilidad penal en cada actor. Otra cosa es la responsabilidad política. Ahí sí hay una responsabilidad piramidal, por elevación. Si hay una estructura abajo que está podrida, si hay una gangrena generalizada, el máximo responsable no puede decir que pasaba por allí.
¿Es el PP el partido más corrupto de Europa, tal y como dice la oposición?
No tengo elementos para decirlo. ¿Qué son? ¿800 imputados? ¿2.000? En todo caso me parece impresionante.
¿Y cree que puede presentarse como símbolo de la regeneración política un juez expulsado de la carrera, condenado por prevaricación, como usted?
Habría que ir a los términos de la sentencia, que es absolutamente injusta.
Ése es el mismo argumento que usan los políticos que usted critica...
No, no, no. Yo trato de decir que siempre he aceptado la sentencia pero no estoy de acuerdo con ella por muchas razones y por eso la estoy combatiendo. La sentencia establece los términos y nada tiene que ver con corrupción o aprovechamiento personal ni con los márgenes de la representación política. Para mí no sería ningún obstáculo para entrar en política pero es que ni siquiera tiene que llegar a serlo porque no se va a producir esa situación.
Garzón quiso ser juez desde pequeño, al menos desde que decidió que no sería portero del Atleti ni karateca profesional. A los 17 dijo que sería juez y en Torres, un pueblo de Jaén de apenas 1.500 habitantes, le miraron como si hubiese anunciado que se hacía astronauta. «Ser juez era algo que estaba fuera del alcance de la media social que representábamos nosotros», explica. Con plaza desde 1981, asumió el Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional desde 1988 hasta 2012, con un paréntesis en 1993 para presentarse a las elecciones como número dos del PSOE por Madrid, sólo por detrás de Felipe González. Fue nombrado secretario de Estado pero renunció sólo un año después. «Cansado de ser la geisha de Felipe», escribió entonces Francisco Umbral. «González me ha utilizado como un muñeco», añadió él, menos exótico.
¿Puede regenerar la política un condenado por prevaricar? "Acepto la sentencia, pero es absolutamente injusta"
En su carta de dimisión el ex juez reprochaba al presidente su pérdida de contacto con la calle y la falta de compromiso en la lucha contra la corrupción. «Aquellas palabras están absolutamente vigentes y eso te da una idea de dónde estamos», reflexiona hoy Garzón.
¿Qué solución política plantea su plataforma en 2017?
Los ciudadanos perciben que la corrupción afecta a todos por igual y el rechazo tiene que ser absoluto. Yo puedo votar a cualquiera pero nunca a un corrupto. Con el sistema electoral actual me obligan a votar a corruptos o a abstenerme, así que eso hay que cambiarlo. Actúa busca ese cambio: listas abiertas, transparencia, participación... Y eso no es populismo.
¿El que vota a un corrupto es cómplice?
Políticamente sí. Es inaceptable. Ya puede ser mi hermano, mi padre, quien fuera... Yo no lo entiendo.
¿Le ha decepcionado Podemos?
No ha llegado donde yo creía que iba a llegar y eso en cierta forma es una frustración. Generaron una expectativa muy potente pero no se puede cambiar un país sólo con planteamientos exclusivos y excluyentes. Lo vimos el año pasado. Por la falta de comunicación de las fuerzas de izquierdas, por considerar que la política son compartimentos estancos, estamos sufriendo un nuevo gobierno del PP y yo todavía sigo preguntándome por qué me obligaron a ir a votar por segunda vez. A veces parece que se está mejor en la oposición protestando que ejerciendo políticas de gobierno.
Al juez que dijo una vez que no sabía odiar le han odiado mucho. Pocos españoles arrastran una nómina de enemigos tan larga como la suya y pocos han desarrollado una habilidad igual para molestar a unos y a los contrarios. A izquierda y a derecha. A un periódico y al otro. A este lado del charco y al otro también. A franquistas, a narcos y a etarras. A Garzón quiso matarle ETA con una botella de coñac envenenada y cuenta la leyenda que en una ocasión llegó a ofrecerse como cebo para cazar a un comando en Madrid. En 2003 el etarra Iñaki Bilbao le encañonó con los dedos tras prestar declaración en el juzgado. «En cuanto pueda, acabo contigo», le prometió. Fue Garzón el primero que se plantó en Francia para interrogar a dirigentes de ETA, ilegalizó Batasuna, bloqueó su entramado financiero y acorraló a todo su entorno. En aquellos años, la banda terrorista bromeaba sobre lo barato que estaba el kilo de carne de Garzón. El pasado mes de marzo, ETA anunció su desarme incondicional.
¿Quiso ser presidente? "Eso es una pollada... Para mí estar en política no es estar en un puesto de dirección"
¿Ha muerto ETA definitivamente?
ETA ha desaparecido, al menos como organización terrorista operativa, pero tiene determinadas estructuras todavía, sobre todo relacionadas con los presos. Yo creo que es el momento de que, empoderando a las víctimas, se abran vías para que este conflicto termine. No hablo de impunidad, hablo de buscar alternativas como la justicia restaurativa, que pasen por el reconocimiento de la verdad. La cerrazón por parte del partido en el Gobierno no me parece adecuada porque puede ser aprovechada por gentes que quieran jugar a la ruleta con nuestra seguridad.
¿Quiere decir que ETA podría volver si el Gobierno no cede?
No. Pero, ¿para qué te vale mantener viva una llama? No puedes dar justificaciones. ETA ha desaparecido, está vencida, las víctimas han triunfado a un coste muy grande. Veamos ahora de qué manera eliminar cualquier posibilidad de que esto pueda revertirse.
¿Qué haría usted con los restos de Franco?
Que sus familiares los tengan donde ellos deseen de forma privada y familiar porque no hay mayor delito que revictimizar permanentemente a las víctimas depositando los restos de los victimarios junto a los suyos. Es un abuso, un exceso. A mí no me molestan los restos de una persona fallecida, pero que lo recuerden sus familiares. Su exaltación denigra a las víctimas.
¿Qué le parece que la Audiencia Nacional condene a una tuitera por un chiste sobre Carrero Blanco?
Me parece fuera de todo lugar, consecuencia de la deriva de estos años del PP. Que la Audiencia Nacional pierda el tiempo en estas cosas... Las banderas, los himnos, las pitadas, la quema de fotos... lo de Carrero Blanco. La Justicia no está para perder el tiempo.
¿Y que se encarcele a unos titiriteros pero eludan la prisión, al menos de momento, Urdangarin, Rato o Blesa?
Por favor... Es que, desgraciadamente, la Justicia no es igual para todos. El valor de la Justicia se degrada cuando se aplica a hechos de ninguna relevancia y no se aplica a aquellos otros que destruyen la convivencia social.
¿Qué confianza podemos tener entonces en la Justicia si ni siquiera confía el juez Garzón?
Yo sí confío en la Justicia. Pero es verdad que no es igual para todos. La justicia en términos formales es igual para todos pero en su aplicación no lo es.
A partir de los años 90 Baltasar Garzón lideró los macroprocesos contra el narcotráfico en España, actuó contra ETA y, recién salido del Gobierno socialista, destripó el terrorismo de Estado de los GAL. En febrero de 2012 fue expulsado de la carrera judicial tras ser condenado a 11 años de inhabilitación por interceptar las conversaciones que los imputados del caso Gürtel mantuvieron en prisión con sus abogados. Desde entonces ha ejercido como asesor en el Tribunal de La Haya y en distintos gobiernos sudamericanos y ha trabajado como abogado. Su cliente más popular, Julian Assange.
¿Está la sociedad preparada para la absoluta transparencia que pretende WikiLeaks?
Yo creo que sí. Y si no estamos preparados es porque no se quiere que estemos preparados, porque se utiliza el miedo a lo desconocido, porque se utiliza el terror para generar más miedo y más intervención.
¿A qué huelen las cloacas de un estado?
Huelen mal. Ha habido mucho fango en ellas. Yo he investigado esas cloacas y son malolientes y traicioneras. Se vuelven contra ti y te tratan de manchar pero uno siempre tiene que tener la firme decisión de lo que hace y por qué lo hace, aunque a veces cueste muy caro. Mire Falcone, justo ahora se cumplen 25 años de su asesinato en Italia.
El mafioso Tommaso Buscetta alertó a Falcone cuando procesó a la Cosa Nostra: «Usted se convertirá en una celebridad, pero intentarán destruirlo física y profesionalmente». ¿A usted han intentado destruirle?
Sí, claro, evidente. En varias facetas de mi vida. La última en 2009, como consecuencia de la investigación del caso Gürtel, fue brutal y sin cuartel, pero alguien tenía que hacerlo. Es muy fácil no tomar decisiones, rehuir el combate contra el crimen y mostrarte indiferente. Pero hay veces que sabes que tienes que actuar.
¿Es peor la amenaza física o la profesional?
De lo físico te proteges. En todo caso, si te pegan un zambombazo no te enteras. Ya está. Que seas objetivo de una organización criminal es normal. Que te traten de ingresar dinero en tus cuentas bancarias es normal. Que te roben documentos es normal. Que te envenenen a tu perra, pues es normal. Que te suelten las ruedas del coche, también. Que te pinten cruces gamadas en el coche o le prendan fuego al de tu hija delante de tu casa es normal. Que aparezcas en listas de eliminación es normal. Es normal ser el primer objetivo después del Rey. Es tu trabajo... A mí nadie me ha obligado a estar donde he estado. He querido estar porque he tratado de prestar un servicio público. Procuro blindarme pero cuando la acción es traicionera te encuentras más desprotegido, cuando llega desde los aparatos del Estado es peor.
Y Garzón parece divertirse enumerando amenazas como el que recuerda anécdotas de la mili. Cuando le desvalijaron su despacho en busca de un sumario, la bomba que iban a colocar bajo su chalé o aquel día, a mediados de los 90, o cuando le dejaron una piel de plátano sobre su cama como quien deja una cabeza de caballo en la almohada. El día que fue inhabilitado en 2012, el Gobierno se apresuró a retirarle la escolta y hoy no tiene más protección que un paraguas. «Le escribí una carta al secretario de Estado diciéndole que me parecía bien pero que fuera responsable de ello. A partir de ese momento sentí una felicidad tremenda. Haber estado desde 1988 permanentemente con protección es muy incómodo». Enfrente de su despacho hay un banco de madera con una pintada que dice fascistas askerosos y en la puerta de su coche alguien ha rayado una hache y una pe. De hijo de puta, se entiende. En su cuello todavía hay una araña.
"Las cloacas del Estado huelen mal. Las he investigado y son traicioneras, se vuelven contra ti y tratan de mancharte"
¿Ha sido usted temerario?
He sido arriesgado en algunos puntos y el riesgo y la temeridad algunas veces van de la mano.
¿Ha pasado miedo?
Miedo supongo que sí. Pero es un acicate. El que diga que no tiene miedo ése sí que es un temerario. A determinada altura te tiemblan las piernas pero es cuestión de pararte, pensar y ver cuáles son tus posibilidades. Tener miedo sí, pero actuar con miedo no. Actuar con miedo te hace ser parcial.
Francisco Álvarez Cascos, el que fuera secretario general del PP, dijo hace años que Garzón era el juez que menos sumarios hacía, pero el que más salía en las fotos. Se acuñó por aquel entonces la etiqueta de juez estrella que Baltasar Garzón asumió como nadie. El juez estrella sobrevuela en helicóptero los pazos de los capos del narcotráfico en Galicia. El juez estrella, enfundado en su gabardina, llega el primero al escenario de un atentado de ETA. El juez estrella abre un día más los telediarios. Vota al juez estrella. La biografía que le escribió Pilar Urbano se llamaba El hombre que veía amanecer porque el juez estrella cazaba criminales hasta en pijama.
¿Es Baltasar Garzón el mejor juez que usted ha conocido?
No. He conocido buenos jueces. Para mí Falcone es un ejemplo, pero también los ha habido aquí. Hay buenos jueces en España, mejores que Garzón por supuesto, pero también mucho peores. Yo no soy de los malos aunque para muchos sea perverso. Vamos, que si no se me ven los cuernos y el rabo, falta poco.
Admita que usted inauguró un fenómeno de 'juez celebrity' que no existía en España.
Yo sí reconozco que conmigo comenzó en la Audiencia Nacional una dinámica diferente. Hasta entonces había una actitud pasiva por parte de los jueces en la lucha antiterrorista y contra el narcotráfico. Cuando yo entro, lo que hago es tomar la iniciativa. No entendía, si había un atentado terrorista en Madrid, no ir a levantar el cadáver. Yo veía el bombazo y la bomba de humo y me ponía mi parca e iba para allá. Eso te comporta críticas pero, joder, yo no me jugaba la vida por aparentar. Era una forma de trabajar, la inmediación. La justicia tiene cara y yo no me voy a ocultar.
La escritora italiana Loretta Napoleoni dijo que su principal defecto es que usted no tiene freno.
Sí sé frenar y normalmente no me paso de frenada. Lo que ocurre es que voy siempre a tope. Eso sí es verdad.
Pero usted ha procesado hasta a Bin Laden.
Es que, a parte de la guasa, de los chistes y de las viñetas, creo que era una respuesta racional desde el Estado de Derecho. Yo soy partidario de dictar un auto de procesamiento contra Bin Laden y no de mandar un dron y ordenar un asesinato selectivo. La mía fue la única orden de detención que se hizo.
¿Y no debía hacerla Estados Unidos?
Sí, pero no la hicieron. Estados Unidos quería matarlo y lo mataron.
También dice Napoleoni que su verdadera aspiración era ser presidente del Gobierno.
Eso es una pollada.
¿Sería Baltasar Garzón un buen presidente del Gobierno?
Jamás he querido ser presidente del Gobierno como tampoco quise ser ministro. Para mí estar en política no significa estar en un puesto de dirección.
¿Se convertirá Actúa en un partido político?
No es algo que esté planteado en este momento pero tampoco se excluye. Y si la pregunta siguiente es si me voy a presentar yo [que sí lo era], le diré que no es una cuestión prioritaria para mí. No es ese el mensaje.
Ha sonado usted como candidato a la alcaldía de Madrid.
Habría que ver quién lo dijo y se responde solo. [Lo publicó Ok Diario]
¿Pero le gustaría ser alcalde?
Yo no estoy empadronado en Madrid.
Eso se soluciona rápido.
Es verdad que la política municipal es el lugar donde más viva se ve la conexión con los ciudadanos pero para presentarte a alcalde tienes que querer ser alcalde y no está entre mis preferencias.
¿Votaría usted a un político como Garzón?
¿Alberto Garzón? [se ríe con su propia broma].
No, Baltasar Garzón.
Si se presentara, seguro que sí.
La araña, por cierto, duró lo que duró la entrevista, hasta que hubo confianza. «Perdone Baltasar, tiene en el cuello una...». Y, ¡plaf!, sentenciada en la última pregunta:
¿Volverá a ser juez cuando acabe su inhabilitación?
Supongo que sí. Volver a ejercer sería bonito porque siempre he querido ser juez. Si puedo, volveré.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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