2 dic 2017

El Papa: la diversidad no es una amenaza; construyamos la paz con confianza

El Papa: la diversidad no es una amenaza; construyamos la paz con confianza
Francisco reza por la paz con los musulmanes, hinduistas y budistas: «un llamado respetuoso pero firme a los que traten de fomentar la división, el odio y la violencia en nombre de la religión». El recuerdo de la tragedia del Rama Plaza
AP

El Papa llegando al encuentro interreligioso y ecuménico
Vatican Insider, Pubblicato il 01/12/2017
ANDREA TORNIELLI
ENVIADO A DHAKA (BANGLADESH)
Llega a bordo de un carrito tradicional guiado por un joven bangladesí a la tienda montada en el amplio jardín del arzobispado de Dhaka. El encuentro interreligioso y ecuménico, la última cita del día que concluye con el abrazo entre el Papa y un grupo de refugiados de la etnia Rohinyá. El mensaje de Francisco es una invitación a construir la paz y a vivir entre las diferentes religiones no solo una «mera tolerancia», sino una auténtica «apertura del corazón». 

Participan en el encuentro líderes musulmanes, hinduistas, budistas y cristianos (católicos y anglicanos). Casi todos, en sus saludos, citan la tragedia de los Rohinyá y pronuncian palabras muy duras contra el terrorismo fundamentalist. Al tomar la palabra, Bergoglio se ve muy cansado por el día intenso que ha tenido. Dice que el objetivo del encuentro es «profundizar nuestra amistad y para expresar el deseo unánime del don de una paz genuina y duradera». Cita también los cantos y las danzas que animaron la asamblea, como signo de «armonía, fraternidad y paz encarnado en las enseñanzas de las religiones del mundo». 
 «Que nuestro encuentro de esta tarde –añade Francisco– pueda ser un signo claro del esfuerzo de los líderes y de los seguidores de las religiones presentes en este país por vivir juntos con respeto recíproco y buena voluntad. Que este compromiso, aquí en Bangladesh, donde el derecho a la libertad religiosa es un principio fundamental, sea una llamada de atención respetuosa pero firme hacia quien busque fomentar la división, el odio y la violencia en nombre de la religión». 
Se requiere «más que una mera tolerancia», hay que «tender la mano al otro en actitud de comprensión y confianza recíproca, para construir una unidad que considere la diversidad no como amenaza, sino como fuente de enriquecimiento y crecimiento. Nos exhorta a tener apertura de corazón, para ver en los otros un camino, no un obstáculo». Y esta apertura del corazón, explica Bergoglio, tiene tres características: es una puerta, «no es una teoría abstracta, sino una experiencia vivida. Nos permite entablar un diálogo de vida, no un simple intercambio de ideas. Requiere buena voluntad y capacidad de acogida, pero no debe ser confundida con la indiferencia o la reticencia al expresar nuestras convicciones más profundas. Implicarse fructuosamente con el otro significa compartir nuestra identidad religiosa y cultural, pero siempre con humildad, honestidad y respeto». 
 También es semejante a una «escalera que se eleva hacia el Absoluto. Recordando esta dimensión trascendente de nuestra actividad, nos damos cuenta de la necesidad de purificar nuestros corazones, para poder ver las cosas en su justa perspectiva». Y al final también dice que es un camino, que «conduce a la búsqueda de la bondad, la justicia y la solidaridad». 
 Francisco recuerda que las diferentes comunidades religiosas de Bangladesh «han abrazado este camino mediante el compromiso por el cuidado de la tierra, nuestra casa común, y la respuesta a los desastres naturales que han asolado la nación en los últimos años». Y cita «la manifestación común de dolor, oración y solidaridad que ha acompañado el trágico derrumbe del Rana Plaza, que sigue impreso en la mente de todos. En estas diversas expresiones vemos cómo el camino de la bondad conduce a la cooperación para servir a los demás». Una referencia al terrible derrumbe de un edificio comercial de ocho pisos, en abril de 2013, en Savar, un distrito de la gran zona de Dhaka, en donde perdieron la vida 1129 personas que trabajaban en una fábrica textil y fueron obligadas a trabajar a pesar de las enormes grietas que tenía la estructura.  
 El Papa concluye invocando un «espíritu de apertura, aceptación y cooperación entre los creyentes no contribuye simplemente a una cultura de armonía y paz, sino que es su corazón palpitante. ¡Cuánto necesita el mundo de este corazón que late con fuerza, para combatir el virus de la corrupción política, las ideologías religiosas destructivas, la tentación de cerrar los ojos a las necesidades de los pobres, de los refugiados, de las minorías perseguidas y de los más vulnerables!».

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