“Jornada de oración por las víctimas de abuso sexual” UPM
Este lunes 16 de julio Carlos Aguiar Retes, arzobispo Primado de México acudió a la Universidad Pontificia de México a encabezar la “Jornada de oración por las víctimas de abuso sexual”, organizada por el Centro de Investigación y Formación Interdisciplinar para la Protección del Menor (CEPROME).
En dicha jornada participaron, además de un grupo de víctimas, numerosos sacerdotes, religiosas y laicos, quienes oraron por los afectados y por sus familias.
Estas son las palabras del cardenal..Aguiar
“¿Cual de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos”. Él contestó: “El que practicó la misericordia con él”. Jesús le dijo: “Anda y haz tú lo mismo”.
A partir de estas lecturas descubrimos tres elementos para poder acompañar a una víctima. El Evangelio se refiere, en este caso, a una víctima de acoso por bandidos, pero hoy, en esta jornada de oración, estamos pidiendo especialmente por las víctimas que han sido acosadas por personas a las que se les tenía toda la confianza, lo cual es mucho más grave.
¿Cómo podemos ayudar, como Iglesia, a quien ha caído?,
¿cuál es el cuidado y la posada que debemos darle?
Tres son los puntos que quiero poner a su consideración y reflexión.
El primero lo decíamos juntos en el Salmo: “Señor, en ti he puesto mi confianza”. Así es, hemos puesto nuestra confianza en este Dios que es creador y redentor.
Cuando algo malo, algo muy grave, nos pasa en nuestra vida, de lo cual somos inocentes, es cuando más tenemos que recordar que este Dios, que nos ha creado y nos ha regalado la vida, es también redentor; es decir, redime, rescata, transforma y vuelve a generar esa vida que Él anheló para sus creaturas. Dios creador y redentor. Y por eso podemos decir: “Señor, en ti he puesto toda mi confianza”.
El segundo punto que quiero poner a su consideración es de la Primera Lectura, del libro de las Lamentaciones (Lm. 1,4-12), donde se nos explica la ruina desastrosa en la que ha caído Jerusalén, trayendo consigo enormes dificultades de hambre.
¿Por qué cayó en esta situación Jerusalén? Porque se deshonró a sí misma con inmoralidad, y no pensó en su futuro. ¡No pensó en su futuro!
Pero la vida no se acaba cuando sucede un drama, una tragedia; es una huella que hay que sanar, y la mejor forma de hacerlo es mirando hacia el futuro. Y si Dios me dio la vida, no me la dio para que se acabara con esto, sino que me la dio pensando en algo mucho más grande. Y la vida que me siga dando, tiene que contemplar ese futuro.
Tenemos que mirar hacia adelante, no ser esclavos del pasado; tenemos que ser conscientes de que hay un camino todavía por recorrer, y que en ese camino Dios será no sólo mi confianza, sino mi sostén. Será Dios quien me abra la posibilidad de generar aquello hermoso que yo sueño, que quiero, que anhelo, para desarrollar mi persona.
Este es el segundo punto que, como Iglesia, nos puede ayudar para que, quien ha sido víctima, no se quede clavado en el pasado, por más terrible que éste sea.
Y el tercer punto: el Evangelio (Lc. 10, 25-37) nos dice que Jesús responde a un maestro de la ley, quien le pregunta qué debe hacer para conseguir la vida eterna: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón”.
Pero, ¿cómo podemos amar a Dios cuando nos hemos hundido, y sobre todo, cuando nos hemos hundido en algo que no fue nuestra decisión? La respuesta es: mirando a la Cruz, mirando a Jesús crucificado, porque de allí podemos entender que Él también, muerto injustamente –porque le querían clausurar y cancelar toda su misión para que el pueblo no lo reconociera jamás como el verdadero Mesías–, fue crucificado como el “maldito de Dios”, como un blasfemo.
Mirando a la Cruz, y viendo hasta dónde llegó Jesús, podemos descubrir el amor que Dios nos tiene, y que está dispuesto a todo, con tal de volverte a la vida, de resucitarte en vida.
Ante cualquier desgracia –muchas de las cuales ocurren sin que nosotros seamos culpables– miremos la Cruz, y recordemos que el amor de Dios es mucho más grande que nuestras desgracias. Miremos la Cruz, y miremos a este Hijo de Dios, que, siendo Dios, se hace hombre para mostrarnos y expresarnos el gran cariño de Dios, el amor que nos tiene a nosotros, sus creaturas.
Hoy, en este momento de oración y de reflexión al escuchar la Palabra de Dios, pidamos por todos aquellos que han sido injustamente agredidos por personas que debían acompañarlos en el camino hacia el amor, hacia el descubrimiento de Dios. Pidamos que todos seamos capaces de generar en el otro, en el caído, ese cuidado y esa posada que necesita el ser humano cuando se encuentra hundido y herido, como son las víctimas de los abusos sexuales.
Pidámosle al Señor, con toda nuestra fe, confianza y esperanza, que nos ayude a ser una Iglesia que, reconociendo sus miserias, se apoye más en el amor que Dios nos tiene para manifestar su amor a las víctimas. ¡Que así sea!
+ Carlos Cardenal Aguiar Retes
Arzobispo Primado de México
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Por su parte, el sacerdote Daniel Portillo Trévizo, director del CEPROME, señaló en el foro que ha llegado el momento de trabajar con firmeza frente a los casos de abuso sexual sucedidos en la Arquidiócesis de México.
Señaló que, como ha expresado el Papa Francisco, la “cultura del abuso y del encubrimiento es incompatible con la lógica del Evangelio”; y fijó el compromiso de la institución de acompañar a las víctimas, y ofrecerles la orientación necesaria en cuanto a los procesos punitivos a seguir, estipulados por el Derecho Canónico y el Derecho Penal, bajo el principio de “Cero Tolerancia” que ha establecido la Iglesia para quienes hayan cometido o cometan abusos sexuales, toda vez que erradicar este delito al interior de la Iglesia es una prioridad para el Arzobispo de México.
“Trabajando unidos –señaló el P. Daniel Portillo–, lograremos atender no sólo los casos de abusos cometidos en nuestro país, sino que ayudaremos a superar la crisis que este desastre estructural ha dejado en la vida de las víctimas. Somos conscientes de que para los cristianos la caridad es la fuerza que nos mueve a comprometernos con generosidad y valentía a favor de la vida de los demás, especialmente de aquellas personas cuyas historias han sido dañadas por el lacerante abuso sexual. Por tal motivo, se convocó a la comunidad cristiana a participar en esta jornada de oración”.
Asimismo, manifestó su confianza en que, a partir del trabajo con la comunidad de fieles, se podrán dar los pasos necesarios para una renovación y conversión eclesial. “La prevención del abuso sexual implica una transformación eclesial en sus procesos formativos que nos involucra a todos; reclama la presencia de una Iglesia profética, y por tanto, esperanzadora, que exige –como señala el Papa Francisco–, ‘una mística de ojos abiertos, cuestionadora y no adormecida’”.
Portillo expresó que el papa nos alienta a “no tener miedo de involucrarse, y caminar impulsados por el Espíritu, en la búsqueda de una Iglesia cada día más sinodal, profética y esperanzadora; menos abusiva, porque sabe poner a Jesús en el centro, en el hambriento, en el preso, en el migrante, en la víctima de abuso”.
Fuente: Siame.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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