Revista Proceso # 2196, a 2 de diciembre de 2018
Los jaloneos de Monreal para controlar la bancada morenista/JENARO VILLAMIL
La bancada de Morena en el Senado estuvo a punto de sufrir una fractura de consecuencias incalculables aun antes de que los 59 legisladores tomaran posesión. Ricardo Monreal se había sentido traicionado un año antes, cuando Claudia Sheinbaum fue designada candidata al gobierno capitalino y entonces forjó un “compromiso político” con López Obrador, el cual se cumplió el pasado julio gracias a que el exgobernador zacatecano presionó y denunció en los medios “malos tratos” e “incumplimiento de un acuerdo” de parte del tabasqueño. Ahora Monreal es el coordinador de los morenistas en la Cámara Alta y se despachó a su gusto en el reparto de las presidencias de las comisiones.
El pasado 12 de julio Andrés Manuel López Obrador se reunió con la que sería la bancada de 59 senadores de Morena y sugirió que, como parte de un “compromiso político”, se nombrara como su coordinador al exgobernador de Zacatecas, exdelegado en Cuauhtémoc y exaspirante a la jefatura del gobierno capitalino, Ricardo Monreal.
Junto con esta “sugerencia”, López Obrador también pidió que el diplomático de carrera Héctor Vasconcelos, a quien postuló originalmente para su gabinete como titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, presidiera en el Senado la comisión del mismo nombre. Vasconcelos había cedido su posición en el gabinete para que se integrara el exjefe de gobierno capitalino Marcelo Ebrard.
“Son los dos únicos compromisos que se hicieron durante la campaña. Sin embargo, van a deliberar los senadores libremente y ellos van a decidir. Son compromisos políticos que todo mundo entiende que se hicieron en su momento”, argumentó López Obrador en aquella reunión.
El entonces presidente electo se refería así a la disputa pública que se generó en septiembre de 2017, cuando Monreal amenazó salirse de Morena, descontento con el resultado de la encuesta que definió a Claudia Sheinbaum, exdelegada en Tlalpan, candidata a la jefatura del Gobierno de la Ciudad de México.
En varias entrevistas de prensa Monreal se quejó de “malos tratos” de parte de López Obrador y del incumplimiento de un “acuerdo político” que hicieron ambos dos años atrás, en la génesis de Morena, el partido más joven que arrasó en las dos cámaras del Congreso, en la Ciudad de México y en la Presidencia de la República.
El mensaje de López Obrador hacía referencia a ese compromiso político con Monreal, cumplido para evitar una fractura en Morena en vísperas de las elecciones federales y capitalinas de 2018.
Quienes estuvieron en esa reunión recuerdan que, desde ese momento, quedó también planteada la posibilidad de una disputa adelantada por la candidatura presidencial de 2024 entre Monreal, Claudia Sheinbaum y el propio Ebrard.
Comenzó a especularse sobre una posible alianza entre Monreal y Ebrard para contenderle la nominación a la electa jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
En medio de esta discusión sobre los liderazgos en el Senado, el exgobernador de Tlaxcala, José Antonio Álvarez Lima, senador electo por su entidad con las siglas de Morena y antiguo cuadro político del priismo, sugirió, junto con otros legisladores de mayor experiencia, que se equilibrara el reparto de poder en la Cámara Alta y se eligiera a Martí Batres, dirigente fundador de Morena, como presidente de la Mesa Directiva.
Batres contó con el apoyo de buena parte de los 59 senadores de Morena para llegar a la Mesa Directiva. Monreal comenzó una larga y tortuosa negociación, para el reparto de las presidencias de las 44 comisiones del Senado, con los integrantes de su propia bancada, pero también con las otras fuerzas políticas, en especial con el PAN, que es la lejana segunda fuerza, con 24 senadores; el PRI, que disminuyó abruptamente a 15 su bancada; y Movimiento Ciudadano, que con siete desplazó al PRD como cuarta fuerza política, ya que el Sol Azteca se quedó sólo con cinco.
El propio Monreal admitió públicamente que la discusión más difícil para repartir las presidencias de las comisiones fue con su propia bancada.
De las 20 comisiones que originalmente presidiría Morena se quedó con 22, incluyendo las más importantes: Gobernación, presidida por Cristóbal Arias, fundador del PRD junto con Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador; la de Trabajo, presidida por el líder minero Napoleón Gómez Urrutia; la de Defensa Nacional, encabezada por el polémico dirigente guerrerense Félix Salgado Macedonio; la de Equidad de Género, presidida por Malú Micher; la de Cultura, encabezada por Susana Harp; y la de Radio, Televisión y Cinematografía, presidida por Álvarez Lima.
“Diferencias superadas”
En entrevista con Proceso, Monreal afirma que las diferencias con López Obrador “están superadas y forman parte del pasado”, y se queja porque sus propios adversarios internos y sus críticos externos “me atribuyen más poder del que tengo”.
“El debate interno en Morena es muy intenso. Le dedico la mayor parte de mi tiempo a negociar con cada uno de los senadores, porque es una bancada muy autónoma, no es monolítica, además de que en el partido no se aceptan los bloques o corrientes, como existieron en el PRD”, admite el también exmilitante perredista.
Desestima los riesgos de una fractura, pero han sido públicas sus diferencias recientes con la dirigente nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, en especial a raíz de la discusión sobre la iniciativa de reducción de las comisiones bancarias, que generó una baja abrupta de la Bolsa Mexicana de Valores.
Por su parte Batres ha indicado que la parte más difícil en este periodo no han sido las diferencias internas, sino acostumbrarse a las nuevas medidas de austeridad en el Senado. Esta legislatura disminuirá 30% el presupuesto heredado de 5 mil 200 millones de pesos, así como disposiciones tan discrecionales como un “bono de bienvenida” de 400 mil pesos que antes recibían los senadores, “complementos de sueldos”, “estímulos de evaluación”, seguros de gastos médicos, vehículos y hasta un servicio de salón de belleza para senadores y senadoras.
Tanto Monreal como Batres han destacado la disminución de 30% en los salarios de los altos mandos de la administración del Senado y las comisiones legislativas se redujeron de 64 a 44, lo que ha implicado un recorte sustancial en asesorías, pagos por honorarios y aviadurías en los institutos Belisario Domínguez y Gilberto Bosques de la Cámara Alta.
En vísperas del cambio de gobierno, ocho senadores de Morena pidieron licencia para irse como secretarios del gabinete de López Obrador o como “delegados especiales” en las entidades.
Son los casos de la ministra Olga Sánchez Cordero, quien presentó varias iniciativas antes de pedir licencia para irse a la Secretaría de Gobernación, incluyendo la que despenaliza el consumo de la mariguana para fines médicos y lúdicos; Rocío Nahle, nueva secretaria de Energía; o el exdirigente nacional del PAN, Germán Martínez, quien logró unanimidad de todas las bancadas para aprobar una reforma a la ley del Seguro Social que reconozca los derechos de las parejas del mismo sexo.
También pidieron licencia Gabriel García Hernández, futuro coordinador de los delegados estatales; la excandidata a gobernadora del Estado de México, Delfina Gómez; Víctor Manuel Cosío, Gilberto Herrera y Javier May Rodríguez, quien será el próximo subsecretario de Bienestar.
Los contrapesos de la oposición
El PAN se quedó como segunda fuerza política en el Senado, pero con una presencia muy disminuida. Bajó de 34 a 24 senadores y se quedó tan dividida como estuvo en la legislatura pasada, a pesar de que ahora llegó como coordinador el exgobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, quien sustituyó al anayista Damián Zepeda.
El PAN se quedó con la presidencia de ocho comisiones, siendo las más importantes la de Derechos Humanos, encabezada por Kenia López, que le ganó esta posición al senador independiente Emilio Álvarez Icaza y a la excoordinadora de las policías comunitarias de Guerrero, Nestora Salgado; y la de Economía, encabezada por el exdirigente nacional panista Gustavo Madero.
La otrora poderosa bancada del PRI, que tuvo 55 senadores en la anterior legislatura, disminuyó a 15. La mayoría de ellos llegaron por la vía plurinominal. Son los casos de la propia dirigente nacional priista, Claudia Ruiz Massieu; el exsecretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, actual coordinador; la exdirigente nacional Beatriz Paredes; el exgobernador mexiquense Eruviel Ávila; el líder cetemista Carlos Aceves del Olmo; Jorge Carlos Ramírez Marín, exsecretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano; la exsubsecretaria de Hacienda Vanessa Rubio; y Manuel Añorve, exintegrante del grupo de Manlio Fabio Beltrones.
El PRI se quedó sólo con cinco comisiones, siendo la de Marina una de las más importantes, presidida por Eruviel Ávila. Aceves del Olmo se inconformó por el nombramiento de Gómez Urrutia como presidente de la Comisión del Trabajo, pero pronto se “disciplinó”.
Las otras bancadas disminuyeron notablemente. El PRD que llegó a tener 22 senadores en la legislatura pasada, tuvo una sangría importante ante la salida de 12 legisladores encabezados por el excoordinador Miguel Barbosa. Ahora sólo tiene cinco y está en riesgo de perder su derecho a tener bancada por los pleitos internos. Su coordinador es Miguel Ángel Mancera, exgobernante capitalino.
Movimiento Ciudadano desplazó en el Senado al PRD como cuarta bancada con siete legisladores y preside tres comisiones. Su nuevo dirigente, Clemente Castañeda, vinculado al grupo del exgobernador veracruzano Dante Delgado, ha tenido una participación más activa en el Senado, junto con cuadros jóvenes como Verónica Delgadillo o Samuel Ramos. La excandidata presidencial y exsecretaria del Trabajo capitalino Patricia Mercado está en MC y preside la comisión de Zonas Metropolitanas.
El Partido Verde se quedó con el mismo número: seis senadores, sólo que ahora están más plegados a la mayoría formada por Morena, el PT y el Partido Encuentro Social (PES).
El PT, con cinco senadores, se quedó sin presidir ninguna comisión y el PES, pese a no tener registro, formó una bancada con cinco legisladores.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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