Versión estenográfica de la sesión de Congreso General , 1 de septiembre de 2019
Presidente diputado Porfirio Muñoz Ledo: Tiene la palabra la senadora Beatriz Paredes Rangel, del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional.
La senadora Beatriz Elena Paredes Rangel: Honorable Congreso de la Unión. Compañeros y compañeras de la Mesa Directiva. Cómo lograr que las palabras digan algo que la sociedad no perciba el discurso parlamentario como una insulsa diatriba que no refleja ni sus sentimientos ni sus necesidades, que la voz exprese la frustración de los miles de empleados de confianza que, no obstante simpatizar con la opción política del cambio, fueron despedidos sin haber tenido posibilidades de que se justipreciara su conocimiento y habilidad, y pululan ahora sin empleo ni oportunidad de realizarse profesionalmente.
¿Qué hacer para transmitir la desolación de quienes no reciben el medicamente en el sistema de salud pública o de quienes se les suspendió el tratamiento en los grandes institutos de salud porque hubo decisiones precipitadas de concentrar adquisiciones o reducir presupuestos en áreas claves sin un diseño de transición que evitara la crisis?
¿Cómo acompañar la indignación e impotencia de millones de mujeres que son violentadas, ignoradas o discriminadas? Los avances legislativos con importantes. Transformar la realidad es imperante.
¿Cómo intentar que las expresiones trasladen el desconcierto de inversionistas de todas latitudes por la cancelación sin fundamento técnico de obras estratégicas por la suspensión de licitaciones?
¿Cómo responder ante el desafío de generar más empleos permanentes, si el crecimiento económico es negativo en menos 0.1 por ciento?
¿Qué hacer ante la incomprensión del papel regulador de los órganos autónomos, a su interpretación como obstruccionistas sólo porque tienen criterios de racionalidad técnica que limitan el voluntarismo y acotan el abuso de poder?
¿Cómo resistir el debilitamiento del federalismo, el socavamiento de los presupuestos que ejercen los gobiernos estatales, la desaparición de partidas para el ejercicio presupuestal de los ayuntamientos?
¿Cómo impulsar el desarrollo regional, qué argüir ante la descalificación sistemática del Poder Judicial?
En el centenario de la muerte de mi general Emiliano Zapata ¿cómo no alzar la voz acompañando a los millares de campesinos que realizaron una movilización sin precedentes, demandando programas para ejidatarios y comuneros que con enorme esfuerzo han logrado que la propiedad social sea significativa en la producción alimentaria, programas para la productividad, la tecnificación, la irrigación, la comercialización?
Apoyar a los campesinos más pobres, sin duda, pero no debe significar desatender a aquellos que con trabajo y esfuerzo de generaciones han logrado mejorar su condición.
La política agropecuaria debe respaldar al sur-sureste sin dejar de lado al norte ni centro del país.
¿Qué debo decir, en qué tono, con cuál énfasis, para provocar en mis colegas de otras banderías la disposición a la reflexión, a la escucha serena, a la profundización para el análisis de las políticas gubernamentales que consideramos desacertadas a partir de la objetividad y del encuentro con la realidad que a todos nos atañe?
La reiterada respuesta de que todo lo que se decide es para erradicar la corrupción, tiene eficacia política, incluso electoral, pero es disfuncional para la conducción correcta y la gobernabilidad. Deja vacíos y confunde procesos. Puede concluir en la demolición de las instituciones.
Es profundamente desalentador encontrarnos siempre con la táctica de la descalificación prematura, porque todo aquél que no coincide elogiosamente con la actual administración, es producto del viejo régimen, de la ancien régime que ha sido erradicado por la irrupción de las masas, quienes impusieron otro orden de cosas a partir del primero de julio.
No hubo tal irrupción, hubo –eso sí– una elección democrática dentro del marco constitucional aún vigente, en la que, del 100 por ciento de la lista nominal de electores, el 36.57 no acudió a votar, y del total de votantes: el 33.7 lo hizo por la opción de la coalición Juntos Haremos Historia, el 27.92 lo hizo por otras opciones, existiendo un 1.7 de votos nulos. O sea, de cada 100 mexicanos inscritos para votar, solo 34 votaron por el candidato triunfador.
Hubo una victoria legítima, es cierto, en una elección, dentro del régimen democrático establecido en la Constitución, fue una elección conducida por instituciones acreditadas y respetables, una elección, no una revolución.
Ganaron el derecho a gobernar dentro de los parámetros del régimen político de República federal, representativa, democrática, con división y equilibrio entre los Poderes. Conquistaron el derecho de conducir al Estado nacional sin corroer el Estado democrático.
El alegato sobre la popularidad presidencial puede ser un fuego de artificio. Con datos de Mitofsky para el tercer trimestre de gobierno Carlos Salinas tenía 70 por ciento de popularidad, Ernesto Zedillo 36 por ciento, Vicente Fox 62, Felipe Calderón 66; Enrique Peña 56, Andrés Manuel 62. Cuidado con regodearse con espejismo efímeros, que más tienen que ver con la adhesión al presidencialismo que con la identidad personal.
No escatimo, no escatimo de ninguna manera respeto y reconocimiento a valores esenciales del líder del proyecto que triunfó: honradez y genuino compromiso con los más pobres son atributos que aprecio y que la gente admira, todo gobernante los debería tener.
Efectivamente, son condiciones necesarias, pero no suficientes, y no lo son porque en esta época, finalizando la segunda década del siglo XXI, en un país de 127 millones de habitantes, los gobiernos no pueden ser de un solo hombre, de un caudillo; son indispensables los equipos bien coordinados y expertos en sus tareas, dispuestos a escuchar y a incluir.
Se requiere comprender la incidencia de la globalización en el México contemporáneo, se requiere asumir el cambio tecnológico, el valor de la ciencia y la innovación, pues de no hacerlo hay riesgo de retrocesos irreversibles. En síntesis, se requieren políticas del siglo XXI para el siglo XXI.
Problemática ineludible en este siglo XXI, y lo será en todo el milenio, es la de la migración. Rechazamos categóricamente constituirnos en tercer país seguro. Rechazamos con toda la fuerza de millones de mexicanos que han sido fundamentales para el crecimiento económico en Estados Unidos, las políticas xenofóbicas, el discurso de odio.
Exigimos firmeza bilateral y una estrategia multilateral que renueve que los mejores valores del país donde nació, luchó y murió Luther King, rehabiliten el tejido social con pleno respeto a los derechos humanos. Es la hora de actuar en consecuencia con nuestra dignidad nacional.
La convulsión de nuestras fronteras requiere una estrategia específica para que el talante hospitalario que ha caracterizado a nuestros compatriotas fronterizos no se vea trastocado ante la insuficiencia de oportunidades, ante infraestructura incompleta y rebasada.
Oportunidades para los mexicanos de la frontera, apertura para todos los migrantes, pero pleno respeto a las oportunidades para todos.
Compañeras y compañeros, dijo el 27 de junio de 2018, en el cierre de campaña, el candidato López Obrador: habrá un auténtico Estado de derecho, bajo la premisa liberal de que al margen de la ley nada y por encima de la ley nadie. Seremos respetuosos de la división de Poderes y de la soberanía de estados y municipios. Como decía Juárez, nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho.
Continúo con la cita. No apostamos a la unanimidad ni al pensamiento único, estamos empeñados en construir una democracia, no una dictadura. Fin de la cita.
Congruencia, es lo que demandamos. Y con perspectiva democrática les exhortamos a revisar las políticas públicas que han propuesto, con humildad, no con triunfalismos. A revisar dónde debe haber rectificaciones. Ojalá no caigan en los errores de sus antecesores, que embriagados por sus propias estrategias publicitarias no se dieron cuenta cuando cometían equivocaciones.
Les proponemos discutir a profundidad a qué se refieren cuando dicen cambio de régimen. Si se pretende una restauración autoritaria que debilite instituciones y la evolución democrática que costó décadas construir a todas las fuerzas políticas, incluyendo desde luego a preclaros dirigentes de la izquierda y a movimientos sociales progresistas, si ese es el propósito no lo vamos a permitir.
En defensa de las instituciones democráticas, en impulsar su evolución y desarrollo, la oposición somos un solo frente, porque somos corresponsables de la historia de México y porque un futuro con pleno respeto a los derechos humanos, a la libertad de expresión, a la libertad de asociación, a la creatividad, al robustecimiento ciudadano, a la garantía de los satisfactores básicos, al desarrollo educativo, a la responsabilidad ecológica, al manejo honorable y transparente de los recursos públicos. Es el único espacio para procurar una convivencia armónica en la sociedad mexicana. Mayor equidad, desde luego. Mayor justicia, adelante. Justicia sin libertad, nunca.
Compañeras y compañeros, el que la convivencia cotidiana de nuestros compatriotas esté agobiada por el temor, por el miedo, nos llama a una reflexión que trasciende a este informe y a esta ceremonia.
Convocamos a un gran pacto nacional para erradicar la violencia y reestablecer la seguridad ciudadana. México requiere de todas y de todos. México merece recuperar la tranquilidad y la paz social. La vigencia del Estado nacional está en juego si no recuperamos la posibilidad de que todo el territorio nacional viva con tranquilidad.
Agradezco a mis correligionarios de la bancada el haberme permitido representarlos en este evento, la defensa acérrima de convicción y principios caracteriza a la oposición priista. La aptitud de articular con visión de Estado, de coincidir por el bien del país es y ha sido de nuestras importantes aportaciones.
El presidente diputado Porfirio Muñoz Ledo: Señora senadora, su tiempo se le ha agotado.
La senadora Beatriz Paredes Rangel: Termino en cinco segundos, señor presidente. Somos constructores del México del siglo XX, tenemos vocación de edificadores.
Quiero, porque me anima la certeza de que aún en los tiempos más aciagos si es el fervor democrático y la pasión por México lo que nos motiva, recuperar el campo, porque como escribió Mario Benedetti...
El presidente diputado Porfirio Muñoz Ledo: Compañera Beatriz Paredes se ha agotado el tiempo.
La senadora Beatriz Paredes Rangel: ... cantamos porque el grito no es bastante y no es bastante el llanto ni la bronca. Cantamos porque creemos en la gente y porque venceremos la derrota. Cantamos porque llueve sobre el surco y somos militantes de la vida.
El presidente diputado Porfirio Muñoz Ledo: Muchas gracias, señora senadora.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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