6 sept 2019

Toma la muerte las manos de Toledo/ Francisco Morales

Toma la muerte las manos de Toledo/ Francisco Morales
Nacido en 1940, comenzó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes del Estado, para después partir a la capital y convertirse en litógrafo por la Escuela de Diseño y Artesanías del INBA. Foto: Archivo
Reforma 06 septiembre 2019).- 
Juchitán ha perdido a su más ilustre volador de papalotes, y México a uno de sus pintores más queridos y decididamente suyos.

Retratista de sapos, murciélagos, conejos e iguanas; narrador pictórico de fábulas terrosas, tan oaxaqueñas como universales; zapoteco del mundo; fundador de refugios y escuelas para los artistas jóvenes, y defensor aguerrido del maíz y de los montes, Francisco Toledo falleció ayer, a los 79 años, a causa del cáncer.
Carlos Monsiváis lo describió como un pintor que no era "ni primitivo, ni civilizado", como un artista que no se desprendió nunca de los relatos que se transmiten de generación en generación, al calor del fuego, pero que tampoco dejó de mirar hacia lo moderno y lo vanguardista.
Maestro, por igual, del óleo, la tinta, los goaches, los aguafuertes y la escultura, Toledo dejó su marca más profunda en su Oaxaca adoptiva, donde fundó, entre otros proyectos, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, la Fonoteca Eduardo Mata y el Centro de las Artes San Agustín (CaSa), y en Juchitán la Casa de la Cultura.
Nacido en 1940, comenzó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes del Estado, para después partir a la capital y convertirse en litógrafo por la Escuela de Diseño y Artesanías del INBA.
Desde muy joven, Toledo se dio a conocer como un pintor audaz en la galería Antonio Souza, con una cierta irreverencia y libre de tapujos para abordar la sexualidad humana y animal, perpetuamente en tensión entre lo mexicano y lo universal.
"Fusión de metamorfosis kafkianas con reminiscencias del mundo mítico-mágico del campesino del sur de México, las obras de Toledo ofrecen una gran riqueza artística -y por lo tanto humana-, sin caer en ningún momento en grandilocuencias esnobs ni en folclorismos nacionalistas", escribió sobre su obra Jasmin Reuter cuando el artista tenía apenas 25 años,
Desde París, donde también residió, siguió asombrando al mundo del arte mexicano, donde nunca pudo encuadrársele del todo con la Generación de la Ruptura.
"Francisco Toledo no es un pintor que siga modas. Tal es su signo característico. Tampoco sigue escuelas. Se sigue, únicamente, a sí mismo. No se trata aquí de un querer ser auténtico y original. Se trata, sencillamente, de que Toledo es, naturalísimamente, original y auténtico", escribió sobre él Ramón Xirau en 1971.
Perpetuamente inquieto, creador incansable, apenas en el 2017 el artista inauguró en el IAGO la exposición Naa Pia'. Yo mismo, donde se ocupó de retratarse a sí, a veces con juguetona ironía, como todo lo que fue: un hombre, un trompo, un insecto, un niño negro y un martillo.
Caminando por las calles de Oaxaca se esperaba siempre, con cierta esperanza, encontrarse con su también icónica figura: flaco, de manta y huaraches, los ojillos tristes y la barba y cabello canos, siempre crespos y salvajes.
Toledo, además de animal de mil rostros, fue también un intenso animal político. En 1974 fue integrante de la Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo, después presidente de Pro-Oax y defensor de numerosas causas sociales hasta su muerte.
Con su activismo, el artista lo mismo pugnó por la erradicación del maíz transgénico, impidió la apertura de un McDonald's en el centro de Oaxaca y defendió el Cerro del Fortín de un megaproyecto del ex Gobernador Gabino Cué.
Uno de sus gestos recientes más entrañables fue el de corretear por las calles de Oaxaca, como un niño, volando los papalotes que pintó con los rostros de los 43 normalistas de Ayotzinapa, obras que actualmente se muestran en la exposición Toledo ve, en el Museo Nacional de las Culturas Populares.
En el último año, el artista pidió que se encontraran las 33 obras de la colección pictórica comisionada por el ex Presidente Carlos Salinas de Gortari, que hoy se exhiben en Los Pinos, y publicó una editorial en este diario demandando que, si se recortan becas a los artistas, los políticos deberían recortar sus sueldos también.
Fue esposo de Trine Ellitsgaard y padre de cinco hijos, entre ellos, los artistas Dr. Lakra y Laureana Toledo, así como la poeta Natalia Toledo, actual Subsecretaria Diversidad Cultural de la Secretaría de Cultura. Fue compañero, también, de la poeta y socióloga Elisa Ramírez Castañeda.
Toledo permanece en un papalote. Al vuelo....


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