Una iluminada telepredicadora en la Casa Blanca
La asesora espiritual de Trump llega a la Administración para retener a las bases evangélicas
ANTONIA LABORDE
El País, Washington 3 NOV 2019;
La pastora evangélica Paula White en la Convención del Partido Republicano de 2016. AP
El pasado agosto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, elevó su mirada al cielo, abierto de brazos en medio de los jardines de la Casa Blanca, y afirmó ante una turbamulta de periodistas: “Yo soy el elegido”. Días después aclaró que el comentario mesiánico era una broma. Lo cierto es que el hombre que asegura nunca haberle pedido perdón a Dios, lleva años intentando acercarse al núcleo duro de la religión evangélica para retener a las bases más conservadoras en su intento de ser reelegido en 2020.
Para ayudarle a lograrlo le ha acompañado muy de cerca su vieja amiga y guía espiritual, Paula White. Desde que el republicano asumió la presidencia, la telepredicadora que abandera la “teología de la prosperidad” —que equipara finanzas y bienestar como voluntad de Dios— ha estado a su lado. Pero ahora lo estará aún más.
La semana pasada, White fue nombrada oficialmente consejera de la Iniciativa Fe y Oportunidad, cuyo propósito es servir de altavoz a los grupos religiosos en los programas gubernamentales dedicados a cuestiones como la defensa de la libertad religiosa y la lucha contra la pobreza. Antes de ocupar un lugar formal en la Administración, White ya había favorecido encuentros de pastores conservadores y responsables de la Casa Blanca, garantizando que Washington tuviera en cuenta a las bases más conservadoras.
La pastora de Florida, de 53 años, casada tres veces y que vive en una gran mansión —características estas últimas que comparte con Trump—, comenzó su carrera televisiva en 2001. Un año después, al terminar su sermón en el programa Paula White Today, recibió una llamada. Era el magnate inmobiliario Donald Trump, que la felicitó y, según ha confesado White, le recitó tres de sus sermones casi a la perfección. Casualmente, White estaba en Nueva York y Trump la invitó a conocer a su familia. Ambos se mantuvieron en contacto y volvieron a verse al concluir la primera temporada del programa de telerrealidad de Trump The Apprentice. White rezó junto al equipo del programa antes de la grabación.
La amistad entre ambas estrellas de la telerrealidad creció hasta el punto de que la pastora se compró un apartamento en el edificio 502 de Park Avenue, propiedad del magnate, quien repite continuamente que su libro favorito es la Biblia y que “nadie la lee tanto” como él (sin embargo, es incapaz de mencionar un versículo cuando se le pregunta cuál le gusta).
El día que el presidente prestó juramento de su cargo, en enero de 2017, lo hizo sobre dos Biblias: una propia y otra usada por Abraham Lincoln en 1861. A su lado estaba el ultraconservador Mike Pence, que asumió como vicepresidente. Ese día, Paula White se convirtió en la primera religiosa que oficiaba la oración durante la ceremonia. Después de su aparición pública junto a los políticos, su apoyo en las redes bajó considerablemente. “Veía cómo mis seguidores en Twitter bajaban en 10.000, 20.000, 30.000...”, reconoció a The Washington Times. Ahora tiene 700.000 en esta red social y tres millones en Facebook.
En junio, en Orlando (Florida), la asesora espiritual cambió el tono utilizado en la inauguración del mandato del presidente para pasar a uno más alarmista en un mitin del republicano. “Que cada red demoniaca que se haya alineado contra el llamamiento del presidente Trump, sea derribada en nombre de Jesús”, exclamó ante la multitud. “Declaro que el presidente Trump superará todas las estrategias del infierno y todas las estrategias del enemigo”, agregó entonces. Algunos cristianos consideran sus ideas heréticas y no faltan quienes la tildan de populista e incluso de figura divisiva en esa fe.
White, como Trump, no siempre fue religiosa. En su libro de memorias Something Greater, publicado el pasado octubre, narra la “visita divina” que Jesús le hizo en 1986, cuando estaba con su hija recién nacida. En la visión, ella aparecía predicando en todos los continentes. La imagen fue un impulso para dedicarse por completo a la religión. Desde entonces, ha levantado un imperio, con programas de televisión, radio, libros, giras por el país y, desde 2014, como pastora principal en una iglesia evangélica en Florida.
Eso, hasta que Jesús volvió a hablarle. En mayo, durante el sermón dominical, afirmó que el Señor le había dicho que no se podía “perder este momento” para hacer cosas más grandes. Así que abandonó su puesto de pastora en la New Destiny Christian Center en Apopka para abrir una Universidad y levantar 3.000 nuevas iglesias. Pero los ambiciosos planes de White se vieron interrumpidos por uno de sus seguidores: Trump. El presidente estadounidense, que intenta asegurarse que los evangélicos permanezcan en sus filas, la llamó para encargarse de que lo consiga desde la Casa Blanca. White todavía no ha hecho ni un comentario al respecto. Sus redes están enfocadas ahora mismo en promocionar su nuevo libro antes que al propio Trump.
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La telepredicadora que le habla a Trump de Dios
Paula White abandera la ‘teología de la prosperidad’ y visita cada 15 días la Casa Blanca
JAN MARTÍNEZ AHRENS
El País, 30 NOV 2017:
Trump nunca ha tenido una buena relación con Dios. En sus años salvajes fue un tiburón de discoteca al que pocos vieron entrar en una iglesia. Poco dado a efusiones espirituales, solo su salto a la política moderó su perfil. En busca del voto conservador, se rodeó de líderes cristianos y eligió un vicepresidente de religiosidad pétrea. Le sirvió para ganar las elecciones, pero no para acallar sus impulsos. En plena campaña, el orgullo habló por su boca cuando sentenció que jamás había buscado el perdón de Dios y que tampoco pensaba hacerlo.
Sus asesores se multiplicaron entonces para amortiguar aquel bufido y dulcificar su imagen ante los creyentes. Una de las personas que más ayudó fue la pentecostal Paula White, líder del Centro del Nuevo Destino Cristiano. Casada en terceras nupcias con Jonathan Cain, una semiestrella del rock, White abandera la llamada teología de la prosperidad; una comunidad de telepredicadores que se distinguen por vivir una relación tan apasionada como lucrativa con Dios. En el caso de White, el negocio se traduce en aviones privados, vertiginosos zapatos Christian Loubutin y un pequeño emporio inmobiliario, que incluye un apartamento en la Trump Tower. La vivienda es fruto de la relación de amistad que mantiene con el republicano desde principios de la década pasada. El presidente dice que la descubrió viéndola en televisión; se llamaron y en sus primeros encuentros White fue abrumadoramente directa. “No quiero tu dinero ni tu fama; yo quiero tu alma”, dijo.
Tras ese flechazo espiritual, la telepredicadora, de 51 años, mantuvo un contacto fluido que ahora se ha vuelto privilegiado. Acude cada dos semanas a la Casa Blanca y es la líder de los 35 pastores y activistas que aconsejan al presidente en cuestiones de fe. Habla de Trump como si fuera un íntimo, asegura que ella es “su puerto seguro” y ha llegado a considerar su triunfo como parte del plan de Dios. Un regreso al derecho divino que ella explica como un misterio sagrado: “Entiendo que no entiendo todo, incluido los propósitos del Señor”. Trump, de momento, se deja adorar.
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¿El “despertar espiritual” de Trump?
Polémica tras un encuentro entre el presidente y líderes evangélicos en la Casa Blanca
NICOLÁS ALONSO
El País, Washington 18 JUL 2017:
En la imagen, la rubia cabellera de Donald Trump se ve rodeada por más de media docena de manos sobre su espalda. Frente al presidente, el vicepresidente Mike Pence —un católico devoto— agacha la cabeza con los ojos cerrados y reza. En Facebook, uno de los pastores invitados la semana pasada al Despacho Oval describió el momento como un “despertar espiritual”. Y después, se hizo la polémica.
La espiritualidad no goza todavía de un papel definido en la personalidad política de Trump. Durante la campaña electoral, el republicano consiguió con poco esfuerzo el apoyo de los principales sectores del conservadurismo cristiano. Pese a su historial de polémicos comentarios sexuales, haberse casado tres veces y firmar órdenes ejecutivas contra minorías vulnerables como los inmigrantes ilegales —a quienes la Iglesia suele proteger—, el presidente retiene en la actualidad un 80% de popularidad entre los evangélicos.
Otros presidentes, como Barack Obama o George W. Bush, recurrieron a frases de apoyo para señalar de manera rutinaria su compromiso religioso. El demócrata habló de su fe como una “fuerza sustentadora”. Para Bush, el rezo y la reflexión eran una actividad constante en su rutina. Trump no ha hecho ninguna mención de este tipo en lo que lleva de presidencia.
Además, en su corta estancia en la Casa Blanca, el presidente ha suspendido algunas de las costumbres religiosas de sus predecesores. No acude a misa los domingos como sí hicieron otros presidentes y ha roto tradiciones como la anual cena del fin del Ramadán. Pero como es habitual en el mundo contradictorio e imprevisible de Trump, la semana pasada el mandatario invitó a 30 pastores evangélicos a Washington y participó en un rezo conjunto en el Despacho Oval.
“Rezamos por conocimiento supernatural, liderazgo y protección”, explicaron en su perfil de Facebook los pastores Rodney y Adonica Howard-Browne, asistentes a la congregación. En la foto que divulgaron, las manos de numerosos predicadores bendicen a uno de los presidentes menos religiosos de la historia de EE UU. Durante la campaña. el republicano —que se ha autodescrito como presbiteriano— ya mantuvo encuentros similares.
Durante las elecciones, muchos de estos pastores le asesoraron en sus Estados, la mayoría en el sur del país. Y en la actualidad siguen en contacto cercano con el presidente, según describió Johnnie Moore, el representante de numerosos de los líderes religiosos presentes. “Está tan fuerte y centrado como siempre”, afirmó Moore sobre Trump.
Entre los más críticos de la estrecha relación entre los evangélicos y este presidente figura el reverendo William Barber II, que calificó la escena de “una mala práctica teológica que se acerca a la profanación”. “Cuando se reza por un presidente que acosa a los más débiles se está violando uno de los valores más sagrados de la religión”, dijo. Desde el Vaticano, un asesor del Papa —con quien Trump se vio en mayo— denunció las ambiciones políticas de este sector cristiano. Y acusó a estas bases conservadoras religiosas de promover la agenda “xenófoba e Islamófoba que quiere deportaciones y muros” de Trump.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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