Gran Bretaña sorprende al mundo después del Brexit
Los británicos siguen la idea profiláctica con drásticas medidas higiénico-sanitarias pero se niegan a ser víctimas de la histeria y cerrar el país
El HERALDO DE MÉXICO MARZO 20, 2020:
Gran Bretaña en la historia siempre ha tratado de ser algo diferente al resto del mundo y ha tenido éxito. En un momento, Inglaterra era el imperio más grande del mundo, donde el sol nunca se ponía. Entonces, ¿deberíamos prestar atención a las propuestas completamente nuevas que los británicos están haciendo frente al virus mortal que proviene de China o de laboratorios secretos?
El gobierno británico ha tomado medidas que sorprenden al mundo. No creo que el gobierno británico, que tiene los mejores servicios secretos del mundo M15 y M16, los principales hospitales y universidades del mundo, como Oxford o Cambridge, no sepa qué hacer.
Creo que Boris Johnson ha tomado una medida bien estudiada. Los británicos siguen la idea profiláctica con drásticas medidas higiénico-sanitarias pero se niegan a ser víctimas de la histeria y cerrar el país, porque una vez que la economía haya caído como el corpus social, las consecuencias serán más dramáticas y mortales que la propia pandemia.
¿De qué sirve cerrar todo para deshacerse del virus, luego llevar a la bancarrota a la economía y quedarse sin dinero o salarios y morir de hambre y pánico en una sociedad que se está destruyendo y entrando en la anarquía?
“El gobierno de Boris Johnson tiene la estrategia de frenar la propagación de la epidemia de coronavirus pero no detenerla, con el objetivo de lograr la inmunidad comunitaria”, informa la agencia de noticias Bloomberg.
El gobierno de Boris Johnson no dijo esto directamente, pero el plan para contrarrestar el coronavirus es claro: “frenar la propagación de la epidemia, no detenerla”. La mayoría de las personas se enfermarán, muchas se sentirán enfermas, pero casi todas se recuperarán, comenta Bloomberg en un artículo titulado “La estrategia antivirus de Boris Johnson para que el mundo contraiga la enfermedad”.
El objetivo es la inmunidad comunitaria al punto donde una gran proporción de la población haya contraído la enfermedad y haya sido inmunizada, pero la inmunidad no se transmitirá a quienes no la hayan tenido. El propósito es hacer que esto suceda en los meses de verano, antes de la instalación del próximo invierno dice Patrick Vallance asesor científico del gobierno británico.
David Halpern, jefe del Equipo de Investigación de Comportamiento del Gobierno y miembro del Comité de Reacción Británico, explicó que el plan es lograr la inmunidad comunitaria a un nivel que proteja a los vulnerables. “Habrá un momento en el contexto de la propagación de la epidemia, que probablemente así proteja a los grupos de riesgo y mientras los protejamos, se logrará la inmunidad de la comunidad para el resto de la población”, explicó David Halpern, citado de la BBC.
Por supuesto, ha habido críticas internas de esta política. El Reino Unido se niega a cerrar escuelas, fronteras y eventos con miles de personas y espera que la enfermedad conduzca a la inmunidad colectiva, informa la BBC. El ex ministro de salud británico Jeremy Hunt ha expresado su preocupación por este enfoque. Después del Brexit, los británicos vuelven a separarse del resto de Europa. Esta vez, en el lado del coronavirus.
Es posible que haya leído lo que está haciendo el resto de los países: imponen restricciones de viaje, cierran escuelas, prohíben eventos con más de cien participantes. En el Reino Unido, las cosas son exactamente lo contrario. Las escuelas están abiertas, la gente viaja libremente y los eventos públicos reúnen a decenas de miles de participantes. Suecia es el país de la UE que copia el modelo británico de coronavirus sin publicidad. En este país, las escuelas no estaban cerradas al asombro de Bruselas.
El gobierno de Londres tiene una estrategia diferente: ¿realmente quieres que la gente se enferme? El modelo británico creo que está en la historia. Cuando los conquistadores españoles y portugueses trajeron la gripe europea a América en el siglo XVI, la población india se enfermó porque el sistema inmunológico de la población en el continente recién descubierto no era consciente de esta enfermedad. Pero después de un tiempo, la población de nativos americanos se inmunizó y hoy los indios de la gripe no mueren más que en el porcentaje clásico de europeos de alrededor del 2.3 por ciento. Creo que el gobierno británico está trabajando en este paradigma. En un establecimiento genético del sistema inmune colectivo, que inmunizará a la población frente a este nuevo coronavirus.
“El hecho de que la mayoría de las personas, la mayoría de ellas, son solo una forma leve de la enfermedad nos ayuda a tener inmunidad colectiva, por lo tanto, cada vez más personas serán inmunes a la enfermedad y se reducirá la transmisión”, dijo Patrick Vallance, el principal asesor científico del gobierno.
La naturaleza humana tiene la capacidad de desarrollar la inmunidad del cuerpo frente a la enfermedad, esto antes de perdernos en pánico e histeria, especialmente la razón o el alma. Se ha comprobado en la historia que el miedo y el pánico debilitan el sistema inmunitario, se bloquea la economía a través de las consecuencias del aislamiento extremo y los virus a largo plazo pueden ser más mortales; el desastre económico traerá desnutrición y escasez de alimentos y drogas.
¿Cuándo no haya más dinero para salarios y pensiones ni para el mantenimiento de hospitales o instituciones que conduzcan al funcionamiento normal de la sociedad, en que nos convertiremos? Gran Bretaña demuestra que no fue por casualidad un imperio secular: el jefe de la cultura y la civilización europeas.
Creo que debemos analizar con responsabilidad el modelo de pandemia británico. ¡La ciencia no entra en pánico, el conocimiento no sufre histeria, la economía no falla. Higiene, no aislamiento extremo!
Por: Con información especial
dhfm
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La estrategia de Boris Johnson frente al Covid-19 provoca la huida de ciudadanos de otros países
Españoles, italianos o polacos residentes en Reino Unido regresan a casa temerosos de que la falta de medidas drásticas adoptadas por el ejecutivo británico -en contraste con las de sus países de origen- no eviten la expansión del virus.
Pubblico.es
Texto de CRISTINA CASERO @CrisCasero
La política que el ejecutivo de Boris Johnson ha decidido poner en práctica ante la epidemia del coronavirus podría acabar provocando lo que no logró ni con el brexit: que miles de ciudadanos comunitarios residentes en Reino Unido decidan abandonar el país y regresar a sus lugares de origen.
El país no está en estado de emergencia o alarma, los centros educativos siguen abiertos y ni siquiera se prohíben los eventos multitudinarios. Con más de 1.500 casos confirmados, 35 víctimas mortales y la realidad de los países de su entorno sobre la mesa, lo máximo que ha hecho el Gobierno británico ha sido recomendar el teletrabajo y pedir que se eviten los viajes, las visitas a los pubs, las reuniones, el contacto con otras personas "que no sea esencial" y que los mayores de 70 años y aquellos que presenten síntomas se autoaislen en casa.
El propio Boris Johnson ha reconocido que el Covid-19 provocará miles de muertos en el país y que muchos británicos perderán a sus seres queridos "antes de tiempo" por culpa del virus, pero aún así su estrategia pasa por que la mayoría de la población se contagie y desarrolle inmunidad frente al virus con el fin de evitar así el colapso del sistema sanitario y, por tanto, de la economía británica.
El tiempo dirá si su decisión es la correcta o no pero cuando procedes de países como Italia o España, en los que se intenta hacer frente al virus cerrando fronteras y ordenando el confinamiento de toda la población, no resulta difícil entender que haya quien decida hacer las maletas y huir de una estrategia que muchos, incluida una gran parte de la población británica y de la comunidad científica, están cuestionando abiertamente.
Alejandro Hernández habla con Público desde Alicante cuando debería estar en Manchester, a donde llegó hace seis meses pero "sinceramente, ante una crisis como la actual en el último país en el que querría vivir es en uno cuyo Gobierno pasase absolutamente de la gente y primase la economía; y en eso Reino Unido es uno de los líderes", asegura tajante el joven de 26 años.
Así que hace ya días que decidió comprar un billete de avión de vuelta a España: "No sé si los británicos se piensan que no les va a llegar a ellos -son muy del keep calm- pero yo no me fío un pelo", confiesa desde la casa de sus padres, donde añade: "Si en España estamos colapsados con la gran servicio sanitario que tenemos, en Reino Unido no quiero ni imaginar lo que puede pasar”.
Por eso cuando le preguntas si su plan es regresar a Inglaterra, Alejandro no duda: "Sólo volvería cuando haya pasado todo esto y si aquí no he encontrado trabajo".
Carlotta Brancaleoni, una diseñadora italiana que trabaja en Londres, decide volver a su país de origen por el Covid-19.
A sus 23 años Carlotta Brancaleoni llegó a Londres con un sueño y logró hacerlo realidad: trabajar como diseñadora de moda en la capital británica. Pero un año después de su aterrizaje en la capital británica, el Covid-19 la ha hecho estar de vuelta en Italia: "He vivido ambas realidades desde el principio y creo que Inglaterra está subestimando la gravedad de la situación", cuenta desde su casa de Milán, donde permanece confinada junto a su familia.
"Me entró miedo de quedarme atrapada en Londres viendo las pocas precauciones que Inglaterra está tomando y aunque estoy preocupada, como todo el mundo, aquí tengo menos miedo porque veo que todos están haciendo pequeños sacrificios para resolver la situación", confiesa a Público.
Con la mitad de los casos registrados en todo el país, la capital británica se ha convertido en el epicentro del coronavirus dentro del territorio británico y aunque el plan de Carlotta sí pasa por regresar a Londres, del mismo modo que Alex asegura que "no volveré hasta que Inglaterra sea un lugar seguro y no haya más casos de Covid-19".
La política del Gobierno polaco para hacer frente al Covid-19 está en las antípodas de la del Ejecutivo británico. La cifra de personas contagiadas en el país es de 177 y la de víctimas mortales 4, pero ya hace tres días que su Ministerio del Interior anunció que cerraban las fronteras, que sólo sus ciudadanos tienen permiso para entrar en el país y que cuando lleguen deberán permanecer en cuarentena durante dos semanas.
Aún así, Karol Andrearczyk, que lleva viviendo en Londres desde septiembre de 2018, ha decidido dejar su trabajo en un estudio de grabación en la capital británica para regresar a la localidad polaca de Wielun: "Me gustaría regresar lo antes posible; mi familia está aterrorizada y mi padre se echó a llorar cuando le dije que sólo había podido encontrar un avión el 29 de marzo" asegura a Público mientras cuanta con desesperación los días que le quedan para volver a casa.
Karol no es el único de su grupo de amigos que hace tiempo pensó en marcharse. De hecho, es de los últimos que quedan en la capital británica. Y aunque a él también le gustaría regresar a Inglaterra en un futuro, al igual que Alejandro y Carlotta, pone una condición: "Cuando la situación se calme. Por el momento no me siento seguro aquí y prefiero quedarme en un país donde el gobierno hace todo lo posible para proteger a sus ciudadanos en lugar de realizar experimentos arriesgados", asegura el joven de 29 años en referencia a la estrategia llevada a cabo por Boris Johnson para luchar contra el Covid-19: "No está haciendo nada para proteger a la gente salvo pedir que limitemos el contacto y nos lavemos las manos; veremos qué ocurre dentro de una semana”.
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Boris Johnson evita medidas drásticas e intenta aumentar la inmunidad. La comunidad científica, dividida sobre esta manera de luchar contra el patógeno
RAFA DE MIGUEL
El País, Londres - 13 MAR 2020 - 06:53CST
El tiempo demostrará si la metáfora utilizada por Boris Johnson para explicar su estrategia contra el coronavirus es una genialidad o una temeraria bufonada. “Tenemos que aplastar el sombrero” (“squash the sombrero”), dijo el primer ministro en su comparecencia del jueves. Se refería al gráfico que su máximo asesor científico, Patrick Vallance, había mostrado previamente con los cálculos de la evolución de la epidemia en el Reino Unido. En el peor de los casos, la curva ascendente y descendente adquiría un perfil cónico y superaba con creces la capacidad de respuesta del Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés). Con el escenario perseguido por el Gobierno, la evolución se asemejaba más al sombrero de un gánster que al de un charro mexicano.
Las autoridades británicas han decidido salirse del consenso asiático y europeo en la respuesta a esta crisis, y las comunidades científica y política del país se han enzarzado en un virulento ―aunque todavía civilizado― debate: ¿pasar de un galope desbocado a un trote controlado o parar en seco al caballo? 798 casos confirmados de infección y 10 muertes (según datos del viernes), pero, sobre todo, la previsión de que el avance del virus es imparable, no han convencido a Johnson para adoptar aún medidas extremas de aislamiento social, como el cierre de colegios y universidades o la prohibición de concentraciones públicas o privadas. “No pretendo sonar alarmista. Lo que está pasando en Italia es muy real, y nuestro Gobierno no nos está preparando para esa realidad. Necesitamos medidas firmes e inmediatas de aislamiento social y órdenes de cierre. Y preparar cuanto antes a nuestro servicio público de salud”, ha escrito en su cuenta de la red social Twitter Richard Horton, el director de la prestigiosa publicación médica The Lancet.
Johnson, como el resto de líderes europeos, se ha puesto en manos de los expertos. Y el equipo dirigido por los doctores Chris Witty, director médico del Gobierno, y Patrick Vallance, asesor científico jefe, ha recomendado una estrategia de templanza. No creen que su análisis sea distinto al del resto de la comunidad científica. Solo difieren en los tiempos de respuesta. “Nuestro objetivo es reducir el pico de la epidemia, aplanar la curva, no eliminarla por completo”, repite Vallance en las últimas horas. “La inmensa mayoría de los contagiados sufrirá trastornos leves, y de ese modo conseguiremos construir cierta inmunidad de grupo para que más y más gente sea resistente a la enfermedad y reduzcamos el número de contagios”, explicaba a la BBC.
La inmunidad de grupo, o inmunidad colectiva, se puede alcanzar mediante la vacuna a un grupo de la población, para frenar así la cadena de infección. O si, bajo un teórico control, se deja que un amplio porcentaje acabe infectado y desarrolle su propia autoinmunidad. Para el caso del coronavirus, aún sin vacuna, los expertos británicos calculan que ese efecto se lograría si la infección alcanza a un 60% de la población. Sería el modo de reforzar la defensa frente a una epidemia que se prevé estacional y que seguirá atacando en los próximos años.
El Gobierno británico persigue un doble objetivo. Calcula que el momento álgido de la infección tendrá lugar dentro de 10 ó 14 semanas. Se reservan para más adelante medidas como el cierre de colegios y espacios públicos, porque sus expertos creen que decisiones así solo son eficaces si se prolongan mucho en el tiempo (hasta cuatro meses), y no es el momento de poner a prueba la complicidad y resistencia de la población. En la fase actual, consideran que pedir a los que presenten síntomas de infección un aislamiento voluntario durante siete días puede ayudar mucho más a retrasar el contagio y preservar la capacidad de respuesta del Servicio Nacional de Salud. Hasta que llegue el verano, defienden, habrá tiempo para dar órdenes de aislamiento más draconianas.
“Está claro que la respuesta del Reino Unido no ha sido suficiente. Las cifras se mantienen al alza, y corremos el riesgo de seguir la trayectoria de otros países europeos”, ha dicho alScience Media Centre Martin Hibberd, profesor de Nuevas Enfermedades Infecciosas en la Escuela de Londres de Medicina Higiénica y Tropical. “Si se trata de retrasar el pico hasta el verano, quizá baste con lo decidido. Pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pedido a todo el mundo que haga mucho más, y sabemos por China que las políticas agresivas de aislamiento pueden ayudar a reducir las cifras”.
Johnson ha decidido seguir las indicaciones de sus dos principales asesores y utilizarlos a la vez como escudo protector. Todas sus comparecencias las realiza flanqueado por Witty y Vallance. Ambos tienen el respeto y apoyo de la mayoría de la comunidad científica, que comprende el difícil equilibrio al que se enfrentan con sus decisiones. “Sus planes son muy sensatos, y siempre resulta fácil decir que es necesario hacer algo más, pero existen pocas pruebas que sostengan cualquier decisión”, ha dicho Keith Neal, profesor emérito de Epidemiología de la Universidad de Nottingham. Otra cosa es el debate político y mediático. Jeremy Hunt, rival de Johnson en las primarias conservadoras y hoy presidente de la Comisión de Sanidad de la Cámara de los Comunes, ha estallado contra el Gobierno: “Me sorprende y preocupa que no hagamos nada de lo necesario cuando nos encontramos a solo cuatro semanas de la situación en la que está Italia”.
Johnson ha demostrado muchas veces su capacidad política para nadar contra corriente e incluso dar un salto al vacío. Finalmente, puede que no sea el Brexit sino su respuesta a la que él mismo ha llamado “la peor crisis de salud pública a la que hace frente esta generación” la que defina el éxito o el fracaso de su mandato.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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