A recuperar histórica iglesia quemada en México
La Secretaría de Cultura Federal y el Gobierno de la Ciudad de México anunciaron un “plan de acción inmediato” para recuperar la histórica iglesia de la Santa Veracruz en el centro de la capital mexicana, que sufrió un incendio y dos rebrotes el 30 de agosto.
En un comunicado publicado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se aseguró que “por el momento, el proceso de restauración del templo se enfocará en los daños ocasionados en la torre del campanario”.
“Expertos en restauración también trabajarán en los vitrales dañados y en la recuperación de las áreas del coro y sotocoro que resultaron afectadas”, añadió el INAH.
La secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto Guerrero, dijo que personal del INAH está trabajando en el recuento de daños en la iglesia, “acompañados de personal de la aseguradora contratada por este Instituto para casos de siniestro en Monumentos Históricos, a fin de acceder a los recursos para la restauración, cuyos trabajos iniciarán hoy mismo”.
Frausto Guerrero anunció además que “se comenzará el proceso de restauración, pues la parroquia ya tenía afectación por el sismo del 19 de septiembre de 2017; por lo cual, ahora, los daños de este siniestro tendrán que sumarse al proyecto de intervención”.
“Las primeras observaciones indican que sí hay afectaciones serias en el inmueble, por ejemplo, en los vitrales y en el órgano monumental”, añadió, pero precisó que “el valioso archivo documental, de gran relevancia, se encuentra íntegro y ya se procedió a su salvaguarda. De igual manera, en este momento se evaluará el estado de la obra pictórica y personal del INAH se hará cargo del desmontaje para evitar riesgos durante los trabajos de restauración”.
Secretaría de Cultura, INAH e INBAL trabajan con Gobierno CDMX para valorar daños y atender acciones urgentes en Iglesia de Santa Veracruz
Secretaría de Cultura: 30 de agosto de 2020
Tras los incendios ocurridos el día de hoy en la Iglesia de la Santa Veracruz, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México informa que, a través de los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) y de Bellas Artes y Literatura (INBAL), trabajará de manera coordinada y conjunta con el Gobierno de la Ciudad de México para la valoración y dictaminación de los daños ocasionados al Monumento Histórico, la presentación de las denuncias correspondientes, la atención de las acciones inmediatas para la protección y resguardo del inmueble y de los bienes culturales que se albergan en su interior, así como para continuar con la restauración integral del inmueble histórico y de sus bienes muebles asociados.
Por tratarse de un inmueble que data del siglo XVI, la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos otorga competencia al INAH para hacerse cargo de su protección legal, su cuidado y su restauración, de la mano con la asociación religiosa que detenta la custodia de este valioso patrimonio de la nación.
Luego de un primer incendio, ocasionado alrededor de las 6:30 horas de este domingo, el personal del Heroico Cuerpo de Bomberos de la Ciudad de México se ocupó de atender el trabajo para mitigar el fuego, que lograron contener hacia las 8:00 horas, haciendo posible el ingreso del personal del INAH, del INBAL, de la Secretaría de Gobierno de la CDMX, de la Autoridad del Centro Histórico y de la Dirección de Gestión de Riesgos y Protección Civil, quienes acudieron al lugar para dar cuenta de los daños, iniciar acciones de protección y aseguramiento e investigar las causas del siniestro, que de acuerdo con los primeros indicios fue ocasionado por individuos que se introdujeron al sitio de manera irregular.
Por la tarde, alrededor de las 16:00 horas, el fuego se activó nuevamente, lo que obligó a instalar un operativo permanente de control de incendios por parte del Cuerpo de Bomberos de la CDMX, y a reforzar las medidas de seguridad en el inmueble, de modo tal que una vez que se atendió el riesgo mayor, el personal del INAH pudo continuar en su tarea de valoración de daños y de atención de las medidas más urgentes de protección de bienes culturales y prevención de riesgos, siempre con la presencia y el apoyo de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.
Este recinto tuvo daños severos ocasionados por el sismo del 19 de septiembre de 2017, por lo que las coordinaciones nacionales de Monumentos Históricos y de Conservación de Patrimonio Cultural del INAH cuentan con proyecto ejecutivo para su restauración integral, cuya instrumentación habrá de adelantarse, a fin de que pueda iniciar inmediatamente después de que concluyan las acciones inmediatas para resarcir los daños ocasionados por el incendio; de modo tal que el inmueble pueda quedar plenamente restaurado en el curso de 2021.
Adicionalmente, el INBAL realizó una revisión de las instalaciones del Museo Nacional de la Estampa, recinto contiguo al templo, verificando que el personal se encontraba ileso, y que el museo y su acervo no registraron afectación alguna por los incendios; no obstante, a través de la Subdirección General de Patrimonio Artístico Inmueble (SGPAI), colaborará en lo necesario con el INAH y las autoridades del Gobierno de la CDMX.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México estará informando a la opinión pública de la atención que merezca este lamentable acontecimiento, así como de las acciones legales que correspondan.
Por otro lado, en un comunicado publicado el 30 de agosto, la Arquidiócesis Primada de México agradeció el trabajo del “Heroico Cuerpo de Bomberos de la Ciudad de México, así como la atención de la Secretaría de Gobierno, la Secretaría de Cultura de la CDMX, la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil de la Ciudad de México, la Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural, del Instituto Nacional de Antropología e Historia”.
Además, aseguró que “confía en que las autoridades correspondientes realizarán un trabajo oportuno en cuanto a los peritajes y dictámenes para determinar las causas del incendio y las razones que derivaron en los rebrotes”.
La Arquidiócesis de México subrayó que el templo incendiado “es considerado un tesoro histórico y artístico del siglo XVI” y precisó que “este templo permanece cerrado a los fieles desde hace dos años, debido a los daños estructurales provocados por el sismo de septiembre de 2017, que no han sido reparados, y en la última semana fue allanado por indigentes en varias ocasiones”.
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Edición Impresa Desde la fe,
POR P. ARMANDO RUIZ
Remembranzas y pensamientos sobre la iglesia de la Santa Veracruz
31 AGOSTO, 2020
Fotografías impresionantes daban cuenta ayer, del incendio en la iglesia de la Santa Veracruz, a un costado de la Alameda central. El incendio, que parecía haber sido controlado en la mañana por los bomberos, volvió a encenderse una o dos veces más. Desconozco tanto las causas inmediatas que provocaron el incendio, como las consecuencias que para los bienes muebles e inmuebles de esa parroquia habrá tenido. Escribo recordando mi paso por esa parroquia hace treinta años y más.
La iglesia se encuentra en ese lugar desde 1527, cuando el Ayuntamiento de la Ciudad concedió un terreno a la Cofradía de los Caballeros de la Vera Cruz (fundada por Hernán Cortés en 1523). Se trataba de una pequeña porción de tierra firme donde hubo lo que quizá fuera un adoratorio indígena con paredes rojas, cuyos restos aparecieron en las obras realizadas por la SEDUE en los años ochenta del siglo pasado, que son a los que se refieren mis recuerdos.
La Santa Vera Cruz ocupa un lugar especial en la historia eclesiástica de la Arquidiócesis de México, no sólo porque nace en los momentos fundacionales —cuando todavía no llegaba el elegido Zumárraga, ni se había aparecido la preciosa imagen de la Virgen de Guadalupe—, sino porque en 1567 fue erigida, junto con Santa Catarina, como segunda parroquia de la ciudad.
El territorio que entonces competía jurisdiccionalmente a sus párrocos —que empezaron siendo dos—, era muy grande, aunque poco poblado, pues abarcaba hasta Azcapotzalco y, por el sur, hasta San Agustín de las Cuevas, Tlalpan. Esta situación duró un siglo, hasta la erección de la siguiente Parroquia que fue San Miguel, en la hoy avenida Pino Suárez.
El edificio que padeció el incendio no es el inicial del siglo XVI (del que se conservan pocas cosas en nuestra ciudad, principalmente por las características tan difíciles del subsuelo), sino el fruto de las sucesivas construcciones o reconstrucciones del edificio inicial, particularmente del siglo XVIII.
Es lógico que una historia de centenas de años tenga altibajos desde todos los punto de vista: material, artístico, anecdótico etc. Recuerdo ahora a vuelapluma algunos detalles:
En la Santa Veracruz se venera el Cristo llamado “De los Siete Velos”, porque estaba cubierto por velos de seda con representaciones de las efusiones de sangre de Nuestro Señor, y cuando se desvelaba, quedando manifiesto el crucifijo, podían obtenerse indulgencias asociadas —si no recuerdo mal—, a las del Cristo de San Marcelo en Roma, el mismo que presidió la oración del Santo Padre en la plaza de San Pedro con motivo de la pandemia actual.
En la Santa Vera Cruz hubo un culto importante al santo jesuita Francisco Javier, del que quedan como testimonio algunos cuadros de la escuela de Cabrera que se encuentran en una de las capillas.
También en la Santa Vera Cruz recibe veneración la primera imagen del Perpetuo Socorro que fue objeto de culto público y estuviera un poco de tiempo en la iglesia de San Diego en la cabecera de la Alameda.
En esta iglesia incendiada, también hacía estación la Virgen de los Remedios cuando se traía solemnemente a la Ciudad de México en su camino a la Catedral.
Finalmente, en un retablo que, según me contó el conocido historiador del arte Manuel González Galván, procede de la zona de Necaxa y adquirió despedazado en Tepito en los años sesentas el padre Ernesto Santillan Ortiz (primer sacerdote del Opus Dei de los que entre el año 1965 al 2000 atendimos la parroquia), se venera una reliquia de la Santa Cruz, regalada por el Arzobispo Darío Miranda.
Los periódicos han recordado también que ahí fueron sepultados los restos de D. Manuel Tolsá, que viviera donde ahora está el teatro Hidalgo, y los de Ignacio López Rayón.
Una parroquia son sobre todo sus gentes
Entre los muchos recuerdos que tengo de mi paso por ahí, destaca la escuela de catequesis en la que un promedio de 230 niños se formaban los sábados a lo largo de seis años, para mejorar su vida humana y cristiana; un grato recuerdo son los cursos de verano donde íba con ellos a conocer la Catedral o el Palacio de Minería.
Recuerdo, sobre todo, la colaboración de tantas personas: la abnegación y el gusto con que Aurora Nava dirigida por la restauradora Esperanza Teicier bordó durante horas y horas el vestido y el manto para la imagen de la Virgen de los Dolores que acompañara al Cristo principal de la parroquia; recuerdo la generosidad de tanta gente de todos los niveles sociales y de instituciones como el Fideicomiso del Centro Histórico dirigido por Luis Ortíz Macedo, o la atingencia con que el arquitecto Ricardo Lozano seguía los trabajos de recimentación del edificio emprendidos por la Sedue e impulsados por mi buen amigo Francisco Covarrubias, la generosidad de un equipo de tramoyistas de Bellas Artes, organizados por M. Cueto, para colaborar en las pastorelas en la plaza, o la colaboración de las señoras e incluso, de mujeres que pedían limosna en la iglesia de enfrente a las devotas de San Antonio el Cabezón.
Y, por supuesto, las reuniones de sacerdotes de las cuarenta iglesias del Decanato, o, principalísimamente, la intensidad de aquellas tardes en las que pasaba tanta gente: religiosas, sacerdotes, refugiados centroamericanos, o menesterosos de todo tipo, o bien personas interesadas en el riquísimo acervo documental que se resguardaba en la notaría parroquial.
El estado actual del templo
El terreno inicial enorme de la Santa Vera Cruz se fue reduciendo gradualmente conforme crecía la población y las parroquias, hasta ser hoy una de las más pequeñas de la ciudad: unas cuantas manzanas al norte y sur de la Alameda.
No debiéramos conformarnos con la tristeza de ver las afectaciones de nuestro patrimonio. No perdamos de vista el significado que tiene para nuestra historia. En este caso, para la historia local de nuestra ciudad.
Como ya dije, desconozco las causas inmediatas de los incendios padecidos por la iglesia este domingo 30 de agosto. Sin embargo, desde hace años —más de un decenio—, afloraban en las azoteas de la iglesia, en sus paredes y en su interior, las huellas del descuido de las autoridades responsables del edificio —no me refiero solamente a las autoridades federales, al mantenimiento de los pilotes de control de la cimentación, etc.—, sino también a los inmediatos responsables del uso de esos bienes inmuebles.
Sé que es muy difícil y muy costoso el mantenimiento de los edificios y, especialmente, para los sacerdotes responsables de los templos en esas barriadas del Centro Histórico. Con poca población y muchas necesidades, es casi imposible hacer frente a la obligación de mantener adecuadamente esos inmuebles históricos y se precisa una mayor solidaridad y una mejor distribución de los recursos económicos entre las distintas parroquias y sacerdotes que conforman la Arquidiócesis. Sin embargo, sé también que el interés y empeño de los responsables puede mover la voluntad de muchas personas y entre todos podemos enfrentar mejor nuestro futuro, cimentado no en ruinas, sino construido sobre raíces muy valiosas.
Refiriéndose a la Pandemia de Coronavirus, el Papa Francisco dijo que lo peor que nos podía pasar era no aprovecharla. Creo que lo mismo puede decirse de este triste incidente.
*El P. Armando Ruiz Castellanos es especialista en Arte Sacro y antiguo párroco de la iglesia de la Santa Veracruz.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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