10 ene 2021

Con Biden vendrán más inmigrantes (y eso está bien)/Jorge Ramos

Con Biden vendrán más inmigrantes (y eso está bien)/Jorge Ramos,  periodista, conductor de los programas Noticiero Univisión y Al punto, y autor del libro Stranger: El desafío de un inmigrante latino en la era de Trump.

The New York Times, 10 de enero de 2021

Christian Chavez/Associated Press

Donald Trump y el coronavirus redujeron la migración a Estados Unidos a los niveles más bajos en décadas.

Con Joe Biden en la Casa Blanca, sin duda, vendrán nuevos inmigrantes. Y eso está bien. Estados Unidos tiene una oportunidad histórica de recuperar su imagen como un país de inmigrantes. Pero el arranque no será fácil.

No sería ninguna sorpresa que con el fin de la racista y antiinmigrante era de Trump, Estados Unidos se vuelva a considerar un buen destino para personas que, considerando los desafíos que muchos enfrentan en casa, optan por migrar. Claro, los inmigrantes vienen a Estados Unidos desde diversos países, pero la mitad son latinoamericanos, así que aquí me enfocaré en ellos.

La pandemia del coronavirus, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas, ha creado la peor crisis en América Latina en 120 años y ha generado una caída del producto interno bruto regional del 7,7 por ciento. Por esto, emigrar al norte es la única alternativa para muchas familias. Los efectos desastrosos de la COVID-19 se suman a la devastación causada en Centroamérica por los huracanes Eta e Iota y a los problemas de la violencia, desigualdad y hambre. Eso expulsa a cualquiera.

Leonel Burgos, quien formó parte de una caravana que salió de Honduras rumbo a Estados Unidos en diciembre, le dijo a Univision que Biden ha hablado sobre “ayudar a todos los inmigrantes, vamos a ver si es cierto”. Esa caravana fue desmantelada por las autoridades hondureñas unos días después. “Lo que nosotros pedimos como inmigrantes es que el presidente que entró ahorita, por favor, nos ayude”, dijo Juan Fernando Benítez, otro de los integrantes de la caravana.

Esto no es nuevo: cada vez que hay problemas en el sur, se reabre el tortuoso y peligroso camino al norte. El hambre es más fuerte que el miedo.

Tras el fin de la pandemia y de los horrores de la era Trump, Estados Unidos también debe regresar a la normalidad y volver a su tradición histórica de recibir extranjeros. Nos ayudarán a salir de la actual crisis económica. Los inmigrantes hacen los trabajos más difíciles, crean empleos, pagan impuestos —se estima que los inmigrantes no autorizados pagan más de 11.000 millones de dólares en impuestos locales y estatales al año— y son una parte esencial de nuestra sociedad multiétnica y multicultural.

Pero antes de enfrentar el desafío de las nuevas caravanas provenientes de Honduras, Guatemala y El Salvador, el gobierno de Biden tendrá que lidiar con las decenas de miles de solicitantes de asilo, en su mayoría centroamericanos, que ya esperan en México, junto a la frontera de Estados Unidos.

En uno de los debates presidenciales, Biden criticó la política del presidente Trump que obliga a los solicitantes de asilo esperar en México. “Este es el primer presidente en la historia de Estados Unidos que hace que alguien que solicita asilo tenga que esperar en otro país”, dijo Biden. Ahora, ese será su problema. Si Biden quiere ser el reverso de Trump tendrá que ayudar a resolver la situación de estos refugiados con prontitud y con una actitud humanitaria. Han sido rechazados de todos lados y su última esperanza es Estados Unidos.

El próximo gobierno ya ha enviado el mensaje de que será mucho más generosa con los inmigrantes, no solo con los que vienen sino también con los que ya están aquí. Hay una larga lista de promesas para los primeros cien días de gobierno, desde presentar una propuesta de ley para ofrecer vías a la ciudadanía a alrededor de 11 millones de personas indocumentadas y proteger a los dreamers hasta darle el estatus de protección temporal (TPS, por su sigla en inglés) a cientos de miles de venezolanos que viven en Estados Unidos que salieron de su país huyendo del régimen de Nicolás Maduro.

Las propuestas migratorias de Biden contrastan radicalmente con las políticas impuestas por Trump. En una reciente entrevista con el medio conservador Washington Examiner, Ken Cuccinelli, el funcionario designado por Trump para liderar los Servicios de Inmigración y Ciudadanía (USCIS), calculó que hasta 140.000 inmigrantes podrían estar cruzando la frontera cada mes con Biden en la Casa Blanca. “Vimos el ‘efecto Trump’ cuando llegó a la presidencia”, dijo. “Y ahora van a ver el ‘efecto Biden’. Va a ser lo opuesto. […] Va a ser muy malo para Estados Unidos. Va a ser un problema humanitario, particularmente en medio de la COVID”.

Las caravanas de migrantes centroamericanos y la situación de los solicitantes de asilo en los campos de refugiados en México podrían convertirse en la primera crisis internacional de Biden. El presidente electo tiene una estrategia de 4000 millones de dólares para mejorar las condiciones en Centroamérica y así evitar que las personas de la región que solían migrar a Estados Unidos no lo tengan que hacer. Y eso va a tomar años.

Mientras no haya vacunas contra la COVID-19 para todos, es poco probable que el gobierno de Biden permita la entrada masiva de refugiados y de solicitantes de asilo. Es de esperar que estos primeros meses del año, mientras persista la escasez de vacunas, le den un colchón al nuevo gobierno para formular y ejecutar una política de inmigración que pueda abordar la crisis.

Pero hay poco tiempo para maniobrar y las negociaciones en el Congreso no serán fáciles. Biden y su nominado para ser el próximo secretario del Departamento de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, un inmigrante nacido en Cuba, tendrán que vérselas simultáneamente con la urgencia de las caravanas y de los que apenas sobreviven en los campos de refugiados en México, junto a la esperanza de quienes llevan décadas esperando una regularización de su estatus migratorio dentro del país.

El gobierno de Biden no debe ser de muros, jaulas, separaciones de familias, miedo y prohibiciones de entrada a ciudadanos de países predominantemente musulmanes, como fue el de Trump. Los buenos gobernantes no se definen por la manera en que tratan a los más ricos, sino por su trato hacia los más vulnerables. Y los inmigrantes son los más vulnerables.

Sí, con Biden habrá más inmigrantes en Estados Unidos. Con Trump, el número de inmigrantes bajó a solo 595.000 en un año (de 2018 a 2019), la cifra más baja desde los años ochenta, según un análisis del Instituto Brookings. Y contrasta con los dos años inmediatamente anteriores a la llegada de Trump, cuando Estados Unidos autorizó la entrada de más de un millón de inmigrantes anualmente.

Ese es el Estados Unidos que reconozco y admiro, el que yo escogí como país y que me permitió hacerme ciudadano, y que casi desapareció durante la presidencia de Trump. Lo que ahora más quiero es que los inmigrantes que llegaron después de mí tengan las mismas oportunidades y libertades que yo tuve.


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