2 ago 2021

Detente, Andrés/Denise Dresser

 Detente, Andrés/Denise Dresser

en REFORMA, 02 Ago. 2021

Detente, Andrés, y mira al país que gobiernas. Ese México doliente, herido, en el que muchos aún creen en ti, pero muchos cargan ya el pesado fardo de la desilusión. Para de escuchar a los que se arrodillan a tus pies, y atiende a quienes imaginaron caminar dignamente a tu lado. Sal del laberinto de espejos de encuestas que evidencian tu popularidad, y desmenuza las cifras de desaprobación sobre tu gestión. Ahí está la historia de los últimos tres años, más los que te faltan: un gobernante aplaudido pero un gobierno cuestionado; una transformación exigida pero una transformación trastocada; cambios que parecen avances pero producen retrocesos complicados de revertir, daños difíciles de reparar.

Detente, Andrés, y comprende que la crisis del Covid-19 persistirá produciendo estragos si no actúas. Si continúas pensando que lo peor ya pasó y Morena no será castigado en las urnas. Si sigues rodeándote de personajes que te dicen sólo lo que quieres oír y no lo que deberías saber. Lo que la ciencia va revelando a pasos veloces. Que la variante Delta tiene una carga viral 1000 veces mayor que la del virus inicial. Que en México ya es la variante predominante y la mayor parte del país debería estar en semáforo naranja. Que si no se hace un esfuerzo serio de contención, liderado por la autoridad, miles de mexicanos morirán innecesariamente. Según las proyecciones de Arturo Erdely, con la tendencia actual podrían infectarse 30.2 millones y quizás más. Los contagios van creciendo y las hospitalizaciones también, reproduciendo las cifras de cuando peor nos fue. Pero tú sigues en lo mismo: minimizando, trivializando, manteniendo una estrategia idéntica a la desplegada en la primera ola. Dejar hacer, dejar pasar, dejar morir.

Detente, Andrés, y entiende que si insistes en la reapertura de las escuelas, en las condiciones actuales, tu "llueve, truene o relampaguee" se convertirá en una condena. Una sentencia para los menores de edad y los adolescentes que pueden contagiarse y morir, y es falaz argumentar lo contrario. Una espada de Damocles para familias enteras, víctimas de un virus fuera de control dado el bajo porcentaje de vacunación nacional. Una amenaza incluso para los vacunados, porque la variante Delta ha demostrado la capacidad de romper la barrera de la vacunación y producir reinfecciones. Voltea a ver lo que está ocurriendo en países poco vacunados como el nuestro. Debacles como la India, confinamientos como los de Australia, estados de emergencia como en Japón, crecimientos exponenciales del virus como en Florida y Texas en Estados Unidos. Para regresar, hay que vacunar a todos los mayores de 12 años, vacunar a todos los maestros, acondicionar las aulas, exigir la obligatoriedad del cubrebocas, entre tantas otras medidas. No hacerlo es abdicar a la responsabilidad política y moral que tienes como Presidente, como líder.

Detente, Andrés, y para de distraer la atención con consultas populares que no pueden -constitucionalmente- producir juicios para expresidentes, con mañaneras centradas en contar quiénes te critican y denostarlos, con pleitos estériles, y conspiraciones no comprobadas. Afuera de Palacio Nacional, afuera de tu burbuja privilegiada, hay mexicanos sufriendo. Deja las estampitas de lado y ve los números del INEGI, los datos del Coneval. Como escribe Patricio Solís: "La crisis económica? Previsible ante la pandemia. ¿El incremento en la pobreza? Podría haber sido menos acentuada con una política de apoyos de emergencia. ¿El giro regresivo en la cobertura de los programas sociales? Un desastre que es completa responsabilidad de este gobierno".

Detente, Andrés, reacciona y remedia, porque aquellos en cuyo nombre dices gobernar son los más afectados por políticas públicas bien intencionadas pero mal diseñadas y mal instrumentadas. Lee los resultados del ENIGH 2020 sobre desigualdad y redistribución y preocúpate. El porcentaje de cobertura de los programas sociales es más bajo que en el sexenio anterior, y la política social se ha vuelto menos redistributiva. Los más pobres la están pasando peor que antes. Tuvieron que enfrentar la crisis con menos recursos y menos apoyo gubernamental. Son prioridad en la narrativa pero no en la realidad. Sufren injustamente y, como apunta Coetzee, quienes son testigos del sufrimiento injusto padecemos la humillación de presenciarlo. Todos, incluyéndote.


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