28 oct 2023

Duele Acapulco

 Habitantes organizan grupos de vigilancia para evitar saqueos.

En el barrio de la Candelaria y de la Pinzona, ubicados a 200 metros del Zócalo, el señor Enrique Hernandez Antonio, se organizó con su esposa y amigos, para cuidar su casa y negocios, con machete en la mano.

Para la vigilancia se turnan en la noche y prenden una fogata para allegarse de luz.  (EL UNIVERSAL | )

Pobladores de Acapulco claman desesperados por agua, comida y gasolina, pero la ayuda llega muy lentamente tras la devastación de 'Otis'. Crédito: Especial

Ninguna autoridad, ni militar ni federal, actúa frente a saqueos: Concanaco

El presidente de la Concanaco, Héctor Tejada Shaar, afirmó “la falta de seguridad ha llevado a una escalada incontrolable de actos delictivos y saqueos sufridos por negocios de cualquier tamaño -también micros y pequeños-, que solo agrava la difícil situación que ya enfrenta la población después del huracán”.

“La situación en Acapulco exige medidas inmediatas para proteger a los residentes y comerciantes... 

"Salvo la luz de los autos y de la televisión, la oscuridad es absoluta" escribe León Krauze a dos días del paso del huracán "Otis" .

"¿Cuántos días más de esta situación moral y humanamente inadmisible en un país como el nuestro? ¿ Cuántos días más para Acapulco y su gente?" se cuestionó el periodista en su reflexión que publicó en sus redes sociales.

Escasean en Acapulco agua y alimentos; ordeñan gasolina

Hay gente que pasa hasta cuatro horas formada para extraer de forma ilegal gasolina de las estaciones de servicio y poder llenar un garrafón de 10 litros.

En un recorrido realizado por El Universal  se constató que centenares de personas se aglomeran en las gasolinerías inoperantes para extraer el combustible, como si fueran huachicoleros.

A pesar del riesgo, hacen largas filas por unos litros de combustible sin importar que pueda ocurrir una tragedia.

En tanto, muchas personas caminan sobre la costera buscando comida en los establecimientos saqueados y, algunos, a sus familiares. Tal es el caso de la señora Martha Ovando, quien llorando deambula por el puerto pidiendo ayuda para poder localizar a su hija y  a su nieto ..

A más de 48 horas del paso de Otis comienza la escasez de alimentos y, con ella, la desesperación. Todos los supermercados, Oxxos, farmacias y tiendas de conveniencia están vacías. Ninguna autoridad ha impedido los saqueos, incluso algunos se han dado a la vista de policías y soldados.

Hasta ayer no se han habilitado comedores comunitarios, tampoco se ha informado sobre el reparto de ayuda humanitaria.

Pero AMLO  asegura que  "cuando el pueblo de México necesita apoyo se puede utilizar todo el presupuesto público, no hay límites.

“Y, afortunadamente, tenemos presupuesto precisamente porque no permitimos que se roben el dinero del pueblo.”

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Ampara juez a ciudadano por entrega de ayuda en Acapulco

"Se solicita la suspensión para el efecto de que se le permita transitar, trasladar y entregar sin restricción alguna víveres y ayuda humanitaria, dado que ha tenido conocimiento que elementos de la Guardia Nacional, Marina y otras autoridades están impidiendo el paso de vehículos y personas civiles con ayuda humanitaria", se establece en el expediente 1858/2023.

El quejoso logró el amparo.

"Se concede la suspensión de plano a la parte quejosa para el efecto de que las autoridades responsables le permitan el ingreso a las inmediaciones de Acapulco de Juárez afectadas por el huracán Otis, y se le permita entregar víveres y ayuda humanitaria a los damnificados, sin que la concesión de la suspensión implique soslayar que pueda pasar por alto la coordinación que puedan implementar las autoridades a cargo de la emergencia por desastre natural, relativas a garantizar la integridad física, tanto del provente como de las personas afectadas", resolvió el juzgado.

Los retenes del Ejército y Guardia Nacional fueron instalados desde en La Venta, antes del llegar al puerto, en donde los militares revisaron la carga que trasladaban los vehículos con apoyos y víveres. (REFORMA)

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¿Algo que recuperar? Los recuerdos

Nota de Rolando Herrera/ Reforma, (28 octubre 2023) .

La Zona Diamante, donde está el edificio, parece un set de película apocalíptica: una tras otra las torres de departamentos están descarapeladas, con los vidrios reventados y los recubrimientos repartidos por todos lados.

Jorge sube por las escaleras de su edificio sorteando pedazos de estructuras metálicas, plafones, recubrimientos, cables y uno que otro mueble que fue expulsado de los departamentos de sus vecinos.

Cuando entra a su departamento constata que todo está roto, reventado, colgando, doblado, rasgado, sepultado. "No se salvó nada", le dice a su acompañante.

Entre un montón de escombros reconoce el cenicero de los puros de sus suegros, remueve un poco y descubre una figurilla tipo hindú de un hombre rezando, bromea con la serenidad expresada en la estatuilla.

El departamento era una casa de descanso para la familia y en ella acostumbraba a pasar los fines de año.

- ¿Hay algo que puedas recuperar?, se le pregunta.

"Los recuerdos nada más", dice.

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Desespera lentitud en llegada de ayuda a Acapulco

Bota de Benito Jiménez y Claudia Guerrero/ Reforma, 

 Los pobladores y turistas que se quieren ir no pueden salir por la falta de transporte, el bloqueo de arterias y la escasez de gasolina.

Los que se quedan claman por agua y comida y anhelan tener luz, teléfono e internet.

La ayuda humanitaria para una ciudad con un millón de habitantes, la mayoría con graves daños por el huracán "Otis", llega a cuentagotas.

La titular de Segob, Luisa María Alcalde, informó ayer que han sido repartidas apenas 7 mil 500 despensas y 7 mil litros de agua. La luz se ha restablecido para la mitad de los usuarios afectados (calculados en medio millón de personas). La telefonía llega a un 60 por ciento. No hay gasolina disponible y los comercios que aún tenían víveres fueron saqueados.

Unos 3 mil vehículos permanecen varados por la falta de combustible.

"Estamos aislados, sin comida, sin luz ni agua", gritó desde su azotea el señor Alonso, en la Colonia Postal.

En la conferencia mañanera el General Cresencio Sandoval anunció que el Ejército tomaría el control sobre la ayuda, pública y privada, enviada a Acapulco que sólo podría entrar a la zona en vehículos militares.

La escasez de alimentos, agua y gasolina que dejó el huracán puede llevar a la hambruna, advirtió ayer el senador y ex Alcalde de Acapulco, Manuel Añorve, quien apremió a AMLO a trasladarse de forma inmediata a Acapulco a encabezar acciones.

Ayer, el Mandatario defendió la actuación del Gobierno federal y estatal ante la tragedia y aseveró que sí se avisó a tiempo sobre el impacto del huracán. Y admitió que el gabinete tiene limitaciones para enfrentar la tragedia, por lo que el Ejército debe tomar el control.

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Declaración de anoche del Presidente Joe Biden...

Anoche: dio instrucciones a su gobierno para trabajar de cerca con el gobierno de México para ofrecer apoyo, trabajan para garantizar la seguridad de estadunidenses en  Acapulco. "EU apoya a México, nuestro vecino y amigo, en este difícil momento".

Dice "THE WHITE HOUSE WASHINGTON FOR IMMEDIATE RELEASE October 27, 2023 Statement from President Joe Biden on Hurricane Otis I am deeply saddened by the loss of life and devastation caused by Hurricane Otis this week in Mexico. Our hearts are with all those impacted by this terrible storm. have directed my Administration work closely with our partners in the Government of Mexico offer our full support. We also working to ensure the safety of American citizens and around Acapulco. The United States stands by Mexico our neighbor and our friend -- this difficult time. #

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El papa Francisco ha expresado su “profunda pena” por las víctimas y damnificados del huracán Otis...

“Su Santidad Francisco, profundamente apenado al tener noticia del desastre natural que está afectando a esas costas de Guerrero, ocasionando víctimas, heridos y numerosos daños materiales, ofrece fervientes sufragios por el eterno descanso de los fallecidos”, señala un telegrama enviado en su nombre al arzobispo de Acapulco, Leopoldo González, por su secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin.

Y agrega: “A la vez que pide al señor conceda su consuelo a quienes sufren los devastantes efectos del huracán y ruega que incremente en la comunidad cristiana sentimientos de ardiente caridad para colaborar en la reconstrucción de las zonas afectadas”.

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El Acapulco arrasado después del huracán ‘Otis’

Una de las joyas turísticas de México lleva más de tres días sin electricidad, red de telefonía ni gasolina. El Gobierno despliega al Ejército para contener el caos. El huracán ha dejado a la ciudad, de casi un millón de personas, sin suministro de agua

Beatriz Guillén

El País,  Acapulco (México) - 28 OCT 2023 - 01:59 CST

Dicen que al principio sonaba como un chillido de gato, a otros les parecía una carrera de motos, también que se sentía como un zumbido taponado. Era un rugido. Un silbido feroz. Otis llegó el miércoles a las 00.25 horas con vientos de más de 250 kilómetros por hora y tocó Acapulco como un huracán de categoría cinco. Lo arrasó. Una de las joyas turísticas de México lleva ahora tres días sin electricidad ni suministro de agua, no hay internet, tampoco gasolina. Ya escasea la comida. En uno de los paraísos costeros del país no sirve el dinero, no hay dónde comprar. Todos los supermercados y centros de abastecimiento han sido saqueados. Mientras la emergencia amenaza con hundir Acapulco, el Gobierno ha desplegado al Ejército para tratar de contener el caos.

Los ricos condominios de la Costera Miguel Alemán están pelados y los grandes hoteles parecen cascarón. El famoso destino de playa y sol ya no existe más. Esta vía, una de las principales de Acapulco, que discurre paralela al mar, es ahora el rastro de palmeras tiradas, vidrios reventados, edificios sin cristales ni paredes, es una ruta de escombros. Donde estuvieron las terrazas con música y los restaurantes de mariscos, hoy se alinean los logos de decenas de vehículos oficiales: la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la Marina, el Ejército y la Guardia Nacional.

En total, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha enviado a 13.500 miembros de seguridad y a más de 1.300 electricistas con el mandato de evitar el colapso. Pero es tarde y los trabajos apenas comienzan. Las cifras oficiales refieren 27 muertos y cuatro desaparecidos, un número que no se actualiza desde el miércoles en la mañana, y que tapa los vacíos de información de la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, quien no ha aparecido desde la catástrofe. Las dudas sobre la exactitud de las cifras crecen conforme las patrullas marítimas encuentran cuerpos ahogados y por las 72 horas que muchas colonias y municipios llevan sin acceso ni asistencia.

Ciudad de errantes

Camina esquivando los postes eléctricos y las señales derribadas de la Costera. Lleva dos garrafas vacías y una botella con agua a la mitad. Jaime Garzón está desesperado: ayer hizo una fila de 12 horas para tratar de conseguir algo de combustible que le permita regresar a Ciudad de México con sus padres, ya mayores. Fue imposible. “Ayer tampoco comimos”, dice casi resignado este cocinero de Pereira (Colombia) que había venido a pasar las vacaciones. Sobrevivieron al huracán en la zona de las escaleras del hotel Mar Azul, ahora devastado, como el 80% de los alojamientos de Acapulco. Mientras él busca cómo salir, dejó a sus padres acompañados de otra botella de agua. Y eso es todo.

El huracán ha convertido Acapulco en una ciudad de errantes. Cientos de personas caminan bajo el sol para buscar agua o algo de comer, para llegar a la terminal de autobuses o para comprobar si su familia sigue viva, porque no funcionan las llamadas. Tampoco hay transporte público y la mayoría de las calles siguen obstaculizadas. Así que en una ciudad de casi un millón de personas, del tamaño de Valencia, en España, o de Austin, en EE UU, la gente solo puede ir caminando. O pidiendo aventón.

Eloína Sevilla es maestra, ella y su esposo se abastecieron bien antes del huracán, pero lleva desde el martes en la noche sin saber de su hermana. Ha salido a las 6 de la mañana para buscarla y ya lleva dos horas con los zapatos embarrados. Le queda todavía la mitad del camino para llegar al otro lado de la bahía. Va a atravesar el parque Papagayo, un emblema natural de la ciudad, que parece que ha sido talado, pasará al lado de filas de dos horas para cargar el celular en los camiones satelitales de las televisoras, verá los trozos que sobresalen de las barcas hundidas en la Marina y a los yates destrozados, a los coches que tratan de escapar de Acapulco sin vidrios, con las ruedas ponchadas.

Este escenario de catástrofe ocurre en la zona de prioridad para el Gobierno. Lo que cuentan los que salen de otros puntos más humildes o de municipios aledaños, como Coyuca de Benítez, es la devastación total. Diane —nombre ficticio— durmió el martes abrazada a su madre en su vivienda con techo de lámina y suelo de madera en Pie de la Cuesta: “Pensábamos que ya nos íbamos a morir”. No pasó y ella sigue llegando a su trabajo, tras una caminata de tres horas, como guardia de la Secretaría de Seguridad Pública a vigilar los centros comerciales. No va armada porque forma parte de la llamada guardia blanca y no hay manera de frenar a las hordas de gente que están saqueando los establecimientos. Ni siquiera lo intenta. En cambio pregunta: “¿Si no hay luz, cómo me van a pagar mi quincena?”.

Los militares patrullan, quitan ramas y desechos, preparan una carpa para repartir mantas y víveres. Pero no hacen nada ante los robos. Tampoco la Guardia Nacional, que ve como salen del Liverpool con refrigerados nuevos al hombro. Mientras la desesperación crece, son otras las preguntas que apremian: ¿fueron cuatro horas suficientes para dar el aviso de desalojo en una ciudad de casi un millón de habitantes ante un huracán de categoría cinco? ¿Cuánto puede aguantar una urbe sin electricidad? ¿Y sin suministro corriente de agua? ¿Ha tomado el Estado el control de Acapulco? ¿Dónde está la gobernadora?

Cae la noche en Guerrero y como un telón la película empeora. La ciudad está colapsada entre los miles que buscan salir, la ayuda que trata de ingresar y los que regresan de Chilpancingo con gasolina y repuestos. Solo hay un camino para todos. Nadie promete seguridad. Se levanta el polvo entre los grandes camiones y el lodo arulla el éxodo. Resuena la frase de Carlos, apoyado en el marco de su casa, abajo el mar y los destrozos: “Hemos vivido el fin del mundo y todavía nos falta”.


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