10 feb 2008

El comandante Antonio de ERPI

Traicionado y torturado
Reportaje de José Gil Olmos.
Publicado en Revista Proceso, 1632, 10/02/2008;
Entre los casos de tortura recibidos por la alta comisionada de las Naciones Unidas en su reciente visita, está el de Jacobo Silva, líder del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI). Detenido en 1999 a raíz de una infiltración gubernamental, el llamado Comandante Antonio ofrece ahora, en exclusiva para Proceso, testimonios de cómo fue brutalmente torturado por policías federales y por militares al punto de que hoy, preso en condiciones inhumanas en el penal del Altiplano, padece intensos dolores y casi no puede caminar.
Después de ocho años en el penal de máxima seguridad de El Altiplano –antes “La Palma” y “Almoloya”–, el exguerrillero Jacobo Silva Nogales comienza a sufrir las más graves consecuencias de las torturas que le infligieron militares y policías tras ser detenido el 19 de octubre de 1999, en medio de una trampa que le armó una supuesta estudiante infiltrada por el gobierno en la guerrilla. En su celda del Módulo Número 1, el Comandante Antonio, exlíder del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), tiene hoy serias dificultades para caminar y mover los brazos; a veces las rodillas no le responden, debido a los golpes y las descargas eléctricas que le aplicaron; el dolor en las coyunturas es insoportable porque durante sus tormentos lo esposaban con las manos a la espalda, lo alzaban en vilo de sus brazos y luego alguien se colgaba de su cintura para provocarle un efecto similar al causado por “el potro” que, siglos atrás, inventó la Inquisición.
El 7 de marzo de 2003, Jacobo Silva, quien actualmente tiene 51 años de edad, fue sentenciado a 46 años y tres meses de prisión por los delitos de homicidio calificado, tentativa de homicidio y daños a propiedad, así como a otros cinco años por asociación delictuosa. Pero desde el 24 de octubre de 1999 se encuentra en las zonas más vigiladas del penal junto con jefes del narcotráfico y bandas de secuestradores. Primero estuvo en la zona de máxima seguridad y ahora se halla en el Módulo Número 1, en una celda de cuatro metros cuadrados, donde es vigilado día y noche por un custodio, con un foco encendido las 24 horas. Allí se le obliga a dormir boca arriba, bajo la amenaza de que será castigado si se voltea hacia la pared.
Esa “es otra forma de tortura”, dicen al respecto su hermana Elizabeth y su sobrino David Sánchez Silva, en entrevista con Proceso, y aseguran que, para obstaculizar la defensa legal de Jacobo, las autoridades del penal impidieron el ingreso de un ejemplar de la Constitución.
La trampa
El martes 5 de febrero, durante una reunión con organizaciones sociales, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Louise Arbour, recibió un paquete que documenta 50 casos de tortura en México, uno de ellos el de Jacobo Silva Nogales, el Comandante Antonio, quien fue capturado en el café Pekín del barrio de San Cosme, cerca del centro del Distrito Federal.
El operativo lo realizó un grupo de agentes policiacos disfrazados de pordioseros y albañiles el 19 de octubre de 1999, después de que la joven que acompañaba aquella tarde a Jacobo había sido infiltrada en el grupo guerrillero haciéndose pasar como activista de uno de los movimientos estudiantiles de la UNAM. De acuerdo con información proporcionada entonces al reportero por los propios grupos guerrilleros, se trata de una joven de tez morena y pelo negro llamada Ruth Judith Ortega Orozco, la cual “entregó” al Comandante Antonio y, tras ser detenida junto con él, quedó libre de inmediato. Testigos de los hechos declararon que la habían visto en el lugar en varias ocasiones con Jacobo Silva. Según la información de los guerrilleros, Ruth había prometido al Comandante Antonio que lo pondría en contacto con otra agrupación armada para formar alianzas, ya que, después de su ruptura con el Ejército Popular Revolucionario (EPR), el ERPI necesitaba fortalecerse. Pero, afirman los familiares de Jacobo, todo era parte de una celada.
El hecho es que, al ser capturado el Comandante Antonio, también Ruth fue aprehendida y aparentemente golpeada… sólo que unas cuantas horas después la dejaron en libertad.
Esto llamó la atención del grupo armado, pues sus miembros no han sabido de ningún otro caso en que una persona detenida junto con algún guerrillero haya sido liberada de inmediato. La joven dijo a organizaciones de derechos humanos que había sido presionada por agentes del gobierno que la secuestraron y torturaron para que cooperara, además de que plagiaron a su hija y le advirtieron que la matarían. Por eso, aseveró, había entregado al Comandante Antonio. Con ese argumento logró que, el 18 de noviembre de 1996, Amnistía Internacional emitiera una recomendación dirigida al entonces secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet, para brindar protección a Ruth. Posteriormente, ella viajó a Canadá, donde vivió un año en calidad de “exiliada política” luego de manifestar que recibió amenazas de muerte del ERPI porque su acción fue considerada como una traición.
“En su momento se aclarará esto”, ha dicho Jacobo Silva. Por lo pronto, se desconoce el paradero de esta joven que se hacía pasar como sobrina de un exsenador perredista.
Tormento
Desde que Jacobo fue detenido, las autoridades han caído en varias contradicciones. Una de ellas, que a él lo capturaron en Chilpancingo, Guerrero, junto con su esposa Gloria Arenas AGIP (Coronela Aurora) y otros dos presuntos guerrilleros, Fernando Gatica (alias Carlos) y Felícitas Padilla (alias Ofelia), también cónyuges. Sin embargo, no hay duda de que a Jacobo se le aprehendió en el Distrito Federal; a su pareja, en San Luis Potosí, mientras que Fernando y Felícitas, efectivamente, fueron capturados en la capital de Guerrero.Y mientras que las autoridades negaron que Jacobo haya sido torturado, en el testimonio que éste entregó a Proceso detalla los tormentos y vejaciones a que fue sometido a lo largo de cuatro días seguidos por agentes policiacos y militares.
En un documento manuscrito, Jacobo Silva manifiesta: “El 19 de octubre de 1999, en la Ciudad de México, DF, a las 4:30 o 4:35 pm, al acudir a una cita, a la entrada de un restaurante denominado Pekín, ubicado en la calzada México-Tacuba, me detuvieron agentes vestidos de civil. Algunos iban disfrazados de indigentes. Me inmovilizaron entre seis aparentando un asalto. Se hizo un alboroto y mucha gente se acercó a ver. El tráfico se detuvo. Algunos jalaban a mis agresores y gritaban: ‘¡Suéltenlo!’. Entonces uno de los agentes disfrazados sacó unas esposas, y mientras me las ponía gritó: ‘¡No se metan, somos federales!’.
“Me subieron a una Combi. Me tendieron boca abajo, me aplicaron una llave de lucha libre a las piernas y se sentaron sobre mí. La gente gritaba: ‘¡Se llevan al muchacho!’. Un grupo de Zorros (policías del DF) se acercó y uno de los agentes que me tenía dijo: ‘¡Dile que somos federales! ¡Dile que hable con su comandante!’. Los Zorros ya no intervinieron y la Combi finalmente arrancó y tomó la vía rápida. Me habían vendado los ojos y puesto unos tapones en mis oídos. Noté que llegamos al aeropuerto. Me llevaron por una de las pistas y me introdujeron a un lugar. Se trataba de un hangar.”
Allí empezó una parte de la tortura mientras lo interrogaban: “Me golpeaban la cabeza cada dos o tres segundos, contestara lo que contestara a sus preguntas. Me siguieron golpeando, alternando con golpes al estómago y en el pecho. Salieron unas horas y regresaron. Al día siguiente, además de los golpes, casi me asfixiaban. Además, empezó la tortura psicológica diciéndome que ya habían capturado a mi hermano mayor y a mi madre, que ella se había puesto mal del corazón, que me iban a matar despedazándome vivo y que me tirarían en algún lugar para que el ERPI culpara al EPR y se mataran entre ellos. “En la noche llegaron otros y durante unos minutos no me torturaron, pero de repente entraron… eran otras voces, y dijeron: ‘¡Ah, este es el guerrillero! ¡Ahora vas a saber lo que es bueno! Nos lo vamos a llevar nosotros. ¡Prepárenlo!’. Hicieron que me pusieran unos pantalones y una camisa y me sacaron, me subieron a una camioneta. Luego de un trayecto, se detuvieron ante un puesto de vigilancia. Se identificaron como Policía Militar, y entonces alguien dijo: ‘¡Tápenle los oídos!’. Y me los apretaron fuertemente.”
A partir de entonces, en el nuevo sitio, aparentemente una instalación castrense, la tortura fue mayor.“Me metieron a un lugar –al parecer una base militar–, me sentaron en una silla y comenzaron a golpear más fuerte que en el hangar. ‘¡Hijo de tu puta madre, así que no entiendes! ¡Prepárenlo! Hicieron que me desnudara y me echaron una cubetada de agua helada. Se burlaban. Me envolvieron en algo como una colcha de pies a cabeza, me amarraron todo alrededor, y más cubetadas de agua. Me obligaron a sentar en una cubeta metálica. Me pusieron la primera descarga eléctrica en las rodillas y entonces sentí lo que nunca había sentido, y no sé cómo describirlo. Otras preguntas y otras descargas. ¿Cuántas? No recuerdo, imposible llevar la cuenta. Lo peor era cuando ponían los alambres en la cabeza, uno en cada sien. Es uno de los dolores más intensos, que puede ser comparable al de (…) los testículos. “Les di el domicilio de una casa en Cuernavaca que yo sabía que se había desocupado unos meses atrás. Me dejaron descansar de los toques y, ya sin colcha, me condujeron para seguir solamente con golpes. Digo ‘solamente’ porque para mí era un descanso. Al rato, otra vez los baños, la colcha, los toques, dolor sobre dolor.”
Al día siguiente, añade Jacobo en su escrito, “tal vez en la madrugada del 21 de octubre, me regresaron al hangar. Hubiera querido tener varios cerebros: uno para aguantar (…) los golpes que ya me habían dado en la cabeza y los mil por hora que me seguían dando y que desde la noche del 19 de octubre habían hecho que la cabeza me doliera mucho y que a partir de ese momento todo me diera vueltas. Otro cerebro lo hubiera querido para coordinar mis pensamientos y evitar contradicciones. Pero sólo era uno, y los torturadores se turnaban para golpearme (…) A veces venía un alto jefe al que una vez le dijeron ‘coronel’, y que me dijo: ‘Me conoces, ¿verdad?’. Debía ser un personaje político muy conocido para que supusiera que lo conocía”.
Pero en seguida modificaron las formas de tortura: “Esposado con las manos en la espalda como estaba, me alzaban de los brazos en vilo. Tal vez estaban parados en un escalón o desnivel. Luego, alguien se colgaba de mi cintura en tanto que otro me asfixiaba con sus manos. Después introdujeron una variante peor, que ya fue la rutinaria: primero me daban tres o cuatro puñetazos en el estómago, inmediatamente tres o cuatro rodillazos en los testículos, y luego todo lo demás. No podría definir qué me dolía más, si los testículos, las articulaciones de los hombros o la sensación de asfixia. Lo hacían una y otra vez.”Jacobo no podía describir esta experiencia hasta que pintó un cuadro que titula Crucifixión tridimensional. Allí, dice, “me autorretrato en una cruz de la que salen como brazos que me agarran y alguien se cuelga de mi cintura. Ese cuadro me dolió mucho”.
Un nuevo tormento le fue infligido cuando sus captores descubrieron que había mentido sobre la casa de seguridad de Cuernavaca.“Por la tarde, luego de una sesión normal, es decir, sin levantones, trajeron un vaso con líquido. Como no quise tomar, me dijeron: ‘No te estamos preguntando si quieres. ¡Tómatela!’. Y me hicieron beber sosteniéndome la cabeza. Continuó el interrogatorio, pero ahora solamente a golpes en la cabeza. Iban de un tema a otro sin secuencia. Tocaban todos los temas, desde mis inicios como guerrillero en el Partido de los Pobres, luego en el EPR y en el ERPI. “La velocidad de las preguntas aumentó, y muchas veces no terminaba de contestar cuando ya tenía la otra (pregunta). Había trampas como decir que yo ya había dicho algo, y no era cierto. A veces me zarandeaban y me daban una cachetada diciéndome: ‘¡Despierta, cabrón, te estás durmiendo!’.
A ratos repetían los levantones y yo me esforzaba por coordinar bien todo, pero no recordaba bien lo que había contestado poco antes o la pregunta que me habían hecho. Días después llegué a la conclusión de que me habían dado alguna droga.”Cuenta Jacobo que el 22 de octubre por la madrugada lo trasladaron a San Luis Potosí en una avioneta, y gente de “Inteligencia Militar” –así se identificaron ellos mismos ante policías del estado en el trayecto– lo llevó a la casa de su esposa Gloria Arenas. De inmediato los transportaron a ambos en la misma avioneta a la base militar y los encerraron por separado. La tortura se prolongó un día más, y no fue sino hasta el 24 de octubre cuando los presentaron ante los medios de comunicación en el penal de alta seguridad que entonces era conocido como “La Palma”.
Los pusieron detrás de unos cristales gruesos para que no se escuchara nada. Jacobo aún mostraba huellas de tortura y se quedó petrificado ante las cámaras, con las manos detrás aunque para entonces ya le habían quitado las esposas. Pero Gloria levantó el puño izquierdo y lanzó un grito que del otro lado del cristal los reporteros no alcanzaron a escuchar: “¡No estamos vencidos!”.
El amparo
Jacobo Silva es un hombre culto. Sus referencias literarias son amplias, lo mismo que las políticas. Antes de enero de 2005 había realizado 300 cuadros al óleo y en 2002 ganó el segundo lugar en un concurso nacional convocado por el INBA. El cuadro fue expuesto en el Poliforum Cultural Siqueiros. Hoy se le prohíbe pintar, tiene vigilancia extrema día y noche, y le recogieron sus libros, al igual que las copias de su expediente. “Desde las acciones del EPR el año pasado aumentaron las medidas de seguridad”, refieren Elizabeth Silva y su hijo David Sánchez, quienes además denuncian que las amenazas telefónicas que han tenido desde 1999 están ahora subiendo de tono y de frecuencia.
En septiembre de 2007, el propio exguerrillero solicitó un amparo en un documento que él mismo preparó a lo largo de todo un año en la cárcel, exigiendo su libertad y la de Gloria Arenas, bajo los argumentos de que las pruebas son falsas y contradictorias, de que las acusaciones no se sostienen y de que sus declaraciones fueron arrancadas con tortura.
Por ejemplo, la acusación por homicidio calificado y tentativa de homicidio que se le hizo a Jacobo por la muerte de un soldado en un enfrentamiento entre el EPR y el Ejército en Guerrero, el 16 de julio de 1996, se sustentó en una “prueba” que consistió en un comunicado del EPR firmado por el Comandante Antonio.
El alegato de Jacobo puntualiza que la acción del EPR es considerada militarmente como “combate”, además de que los testimonios de dos soldados, Óscar Bautista y Fidel Cortés, tampoco tienen validez porque nunca aceptaron haber visto a quienes disparaban, pues en su declaración asentaron que “las personas que disparaban se hallaban escondidas en el monte”.
El exguerrillero explica que desde que fueron detenidos y luego sentenciados, el Ministerio Público y los jueces consideraron “rebeldes” tanto a Gloria como Jacobo –se les condenó por el delito de “rebelión”–, y el segundo párrafo del artículo 137 del Código Penal Federal señala: “…los rebeldes no serán responsables de los homicidios ni de las lesiones inferidas en el acto de un combate”.
Una evidencia más de la falsificación de pruebas que presenta Jacobo se refiere a las circunstancias de la detención, ya que, de acuerdo con las autoridades, fue realizada en Chilpancingo, en tanto que una resolución publicada por el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) en 2005 para el recurso de revisión 145/05, contra la Secretaría de Gobernación, revela la falsedad de esa versión. La Secretaría de Gobernación señala que, de acuerdo con el Cisen (documento 0410000018905, correspondiente a un expediente del ERPI), “en octubre de 1999 fueron detenidos el Comandante Antonio en el Distrito Federal, la Coronela Aurora en San Luis Potosí, así como dos personas con los alias ‘Carlos’ y ‘Ofelia’, estos dos últimos en un operativo realizado en una ‘casa de seguridad’ del ERPI en Chilpancingo, Gro.”.
Tomado de CEDEMA.org
Nota del CEDEMA: "El material que a continuación se presenta es la carta íntegra enviada por iniciativa del MRLCB al Centro de Documentación de los Movimientos Armados como así también a otros medios. Se adjunta, además, una nota aparecida en la revista Proceso ("Traicionado y torturado" de José Gil Olmos, Nº 1632 del 10 de febrero de 2008, México DF) citada en la respectiva esquela.]
Sr. Jorge Lofredo
Director de CEDEMA
Por considerarlo de interés al interior de quienes militamos en organizaciones revolucionarias ya que hay hechos y detenciones aún no aclarados plenamente le pedimos de favor, la publicación de esta carta que enviamos al semanario proceso y de la que se resumieron algunos puntos para un reportaje.
Este texto iba acompañado por la carta al EVLN, que escribió Jacobo Silva Nogales, comandante Antonio del ERPI, antes de su detención, ya que lo consideramos un acertado análisis de la maniobra de inteligencia, antes del golpe.
Los posteriores análisis que otros hemos realizado han sido a toro pasado, a la luz de los hechos. El acierto de Antonio fue analizar la maraña de mentiras y contradicciones en la que caía “la juchiteca”. El error, acudir a la cita.
Ojalá ese texto sirva para alertar a quienes en Canadá y en México confían, todavía, en Ruth Yuridia Orozco.
ATENTAMENTE
Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos
MRLCB
2008-02-14
Sres. Rafael Rodríguez Castañeda y José Gil Olmos
Director y reportero de Proceso.
El reportaje “Traicionado y Torturado” que apareció en Proceso del 10 de febrero (No. 1632) sobre la detención de Jacobo Silva Nogales, es de gran actualidad ya que a partir de que la ultraderecha gobierna a través de la administración fecalista los servicios de inteligencia han retomado las maniobras similares.
A su vez el reportaje de Jorge Torres, Cisen: palos de ciegos, nos parece una excelente investigación, solo expresaríamos una diferencia de apreciación ya que no es a partir del accionar del EPR que la “administración calderonista decidió reactivar sus programas secretos de infiltración a grupos subversivos” puesto que la detención en mayo pasado de dos militantes eperristas es, a nuestro parecer, producto de una labor de inteligencia previa.
Van algunas precisiones que reafirman lo que investigaron los periodistas.
Ruth Yuridia (O Judith) Ortega Orozco, conocida como la Juchiteca, Mariela o Rosario era militante del Movimiento Estudiantil Metropolitano, (MEM) se acercó desde 1997 a lo que entonces era parte del Ejército Popular Revolucionario (EPR).
En 1998, cuando la mayor parte de la estructura eperrista en Guerrero se separó y formó el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), la Juchiteca se pegó hacia el lado de los escindidos. ¿Por qué? Creemos que porque el Cisen ya había logrado tener un seguimiento bastante cercano hacia algunos militantes del EPR, seguimiento que los llevó a casi realizar detenciones importantes en 1999. Aclarando que seguimiento cercano no es infiltración porque algunos analistas, como Sergio Aguayo, parecen confundir los términos. Además no se puede hablar de infiltración a nivel general, pues una cosa es que inteligencia tenga informantes en el nivel periférico y otra que tenga acceso a la información y decisiones estratégicas de una organización.
Afortunadamente se lograron romper la mayoría de esos hilos. Tomemos en cuenta que ese seguimiento se da en el entorno de subsecuentes fragmentaciones del EPR. Algún hilo sin romper fue el que llevó a la posterior captura de los hermanos Cerezo, malogrando aparentemente un seguimiento de años que les pudo producir capturas de mayor importancia. ¿Por qué? bien por la necesidad del foxismo de presentar resultados públicos en la contrainsurgencia, puesto que las FARP habían operado, o bien porque ya sabían que son hijos de militantes del EPR y entonces el Estado los tomó como rehenes. Ese mismo hilo seguían los nada inocentes agentes muertos en Tláhuac.
Ya teniendo contacto en el ERPI, la Juchiteca le platica a todo el que quiera escucharla que militó en el EZLN pero que, junto con otras personas, se salió para formar el ERIP, ojo, ERIP, no ERPI, y que luego se transformaron en el Ejército Villista de Liberación Nacional (EVLN) por lo que el subcomandante Marcos los había sentenciado a muerte (guión que retoma partes del libro La Rebelión de las Cañadas, de Tello Macías).
Toda esa leyenda de la Juchiteca fue ideada por algún servicio de inteligencia gubernamental, pudo ser el Cisen o Inteligencia Militar, aunque parece, por la información aparecida en Proceso, que fue el Cisen de ese entonces, con el objetivo de ganarse la confianza de Jacobo y Gloria.
El EVLN tenía presencia en el norte del país, especialmente en Chihuahua. Podemos deducir que a través de la infiltración en niveles estratégicos mediante una agente del Cisen el gobierno logró anular a esa organización asesinando a parte de la dirección, reprimiendo y coptando a otros. Eso fue entre 1994 y 97. Aquí cabría preguntar si “Ana” ó “Rubí” a la que se refieren los reportes del Cisen consultados por Jorge Torres es la Juchiteca que aparece en 1997 o 98 en el DF apoyando las marchas zapatistas. Puede ser que si, pero también es posible que se refiera a otra agente infiltrada.
La jugada, dentro de ese ajedrez que es la Inteligencia, iba a más largo plazo, incluso a tener una organización (El EVLN) que les sirviera de punta de lanza para infiltrar a las organizaciones guerrilleras que se coordinaran o unieran con ellos, pero tuvieron que acelerarla porque Jacobo y Gloria empezaron a desconfiar de la Juchiteca puesto que había múltiples contradicciones e incoherencias que revelaban que lo que decía era falso, por lo que decidieron recopilar otras versiones, pero la dificultad y lentitud del acceso a esas otras fuentes decidió esa partida a favor del gobierno.
Inteligencia gubernamental optó por pescar al que podía capturar en ese momento a través de la Juchiteca, fue Jacobo. Para lograrlo la Juchiteca le manda a Jacobo un mensaje por beeper (se acuerdan de esos aparatitos precursores del celular) donde le dice que ahora si va a presentarle a sus amigos, o sea a la dirigencia del EVLN. Jacobo escribe entonces una carta para la supuesta dirección del EVLN donde le expone las múltiples contradicciones en que ha caído la Juchiteca, atribuyéndolas a las golpizas que presuntamente recibió durante sus detenciones. Jacobo llevaba esa carta al momento de ser detenido porque la iba a entregar él mismo al EVLN por lo que anexamos una copia que, quizá como previsión dejó entre las pertenencias de su suegra, hoy difunta y que en ese entonces vivía con ellos.
La cita fue en el café Pekín de San Cosme, en el DF, llegó la Juchiteca acompañada por un hombre alto, blanco y nariz grande quien supuestamente era de la dirección del EVLN. Creemos que era un agente encubierto.
En nuestra opinión la Juchiteca puede estar todavía protegida por el malgobierno, puesto que a algunos luchadores sociales detenidos y torturados les han ofrecido becas en el extranjero, previo cambio de identidad y hasta de fisonomía, siempre y cuando entreguen a alguien de mayor responsabilidad en su organización.
Dato interesante es que la salida de la Juchiteca hacia Canadá no solamente fue apoyada por la secretaría de Gobernación sino por algunos diputados perredistas.
Lo más importante ahora es que el Cisen retomó los esfuerzos para intentar infiltrar a las diversas organizaciones clandestinas.
Detienen a militantes de organizaciones de masas que consideran ligadas a alguna organización guerrillera, los torturan, amenazan a la familia. Unos denuncian, otros no.
Han capturado también a algunos militantes de organizaciones clandestinas. La tortura va enfocada a hacerlos hablar pronto, entre más rápido mejor para que su organización no advierta la detención.
Los mismos captores les elaboran la coartada, pueden decir que se fueron de borrachera, o que estaban enfermos, que estaban en el hospital, que los asaltaron, que los confundieron unos narcos o que los secuestró otra organización clandestina. El objetivo es que no pierdan la confianza de su organización ni de las organizaciones con las que se relacionan.
Es elemental investigar internamente cuando a una organización la golpean a nivel de dirección, la mas indicada para hacerlo es la propia organización.
Regresando al reportaje sobre la detención de Jacobo y Gloria, todos los detalles de su cautiverio están planificados para destruirles su personalidad, para hacerlos sentir aniquilados, nulificados, por eso, ante la imposibilidad de hacerlo personalmente enviamos un saludo de cariño y aliento a los dos.
Porque en ese poner nuestro granito de arena para construir un México más parejo y pese a las fallas que todos tenemos, la lucha sigue y entre más grandes son la injusticia y desigualdad más razones para rebelarnos y más compañeros encontramos.
El mismo saludo fraternal lo enviamos a tantos presos políticos que sobreviven en condiciones de extrema crueldad como son Sergio Bautista Martínez y José Luis López García, detenidos en 1996 y desde entonces permanecen en cárceles de aniquilamiento. Los detenidos de Guadalajara, Atenco, Oaxaca, Guerrero, Morelos, Querétaro, Veracruz y los desaparecidos que quien sabe donde están. Su dolor es parte de nuestra rabia.
¡RESISTIREMOS Y SEREMOS MILLONES!
¡GLOBALICEMOS LA SOLIDARIDAD Y LA FRATERNIDAD ENTRE LOS PUEBLOS!
MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO LUCIO CABAÑAS BARRIENTOS.
(MRLCB).

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