20 jun 2008

La radio católica

La radio católica, según Benedicto XVI.
El Papa estuvo este viernes con los responsables de emisoras de radio católicas del mundo, convocados por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones, con el tema: "La identidad y la misión de las radios católicas hoy. Del pensamiento sobre el hombre a una información al servicio de la persona".
El congreso se celebra en Roma - del 19 al 21-de junio- en la Universidad Urbaniana y reúne a representantes de 50 países y de unas 63 radios católicas procedentes de diferentes sectores culturales.
Discurso del Papa al congreso mundial de responsables de estas emisoras
* * *
[En italiano]
Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,
señoras y señores:
Con alegría os doy la bienvenida en esta casa, que es la casa de Pedro, y os saludo directores, redactores y administradores que representáis a muchas radios católicas de todo el mundo, reunidos en Roma por el Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales para reflexionar sobre la identidad y la misión de las radios católicas hoy. Por medio vuestro deseo saludar con afecto a muchos de vuestros oyentes de los diferentes países y continentes que diariamente escuchan vuestra voz y gracias a vuestro servicio informativo aprenden a conocer mejor a Cristo, a escuchar al Papa y a amar a la Iglesia. Doy las gracias profundamente al presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, el arzobispo Claudio Maria Celli, por las gentiles palabras que me ha dirigido. Junto a él, saludo a los secretarios, al subsecretario, y a todos los oficiales del Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales.
Las muchas y diferentes formas de comunicación con las que contamos manifiestan con claridad evidente que el hombre, en su estructura antropológica esencial, está hecho para entrar en relación con el otro. Lo hace a través de la palabra. En su sencillez y aparente pobreza, la palabra, enmarcándose en la gramática común del lenguaje, se presenta como instrumento que realiza la capacidad de relación de los hombres. Ésta se fundamenta en la riqueza compartida de una razón creada a imagen y semejanza del Logos eterno de Dios, es decir, de ese Logos en el que todo es creado libremente y por amor. Nosotros sabemos que ese Logos no es ajeno a las vicisitudes humanas sino que, por amor, se ha comunicado a los a sí mismo --ho Logos sarx egheneto (Juan 1,14)-- y, en el amor revelado por él y entregado en Cristo, sigue invitando a los hombres a relacionarse con él y entre sí de una manera nueva.
[En español]
Al haberse encarnado en el seno de María, el Verbo de Dios ofrece al mundo una relación de intimidad y amistad - "ya no les llamo siervos... sino amigos" (Juan 15,15) -, que se transforma en fuente de novedad para el mundo y se pone en medio de la humanidad como comienzo de una nueva civilización de la verdad y del amor. En efecto, "el Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida" (Spe salvi, 2). Esta autocomunicación de Dios es la que ofrece un nuevo horizonte de esperanza y de verdad a las esperanzas humanas, y de esta esperanza es de donde surge, ya en este mundo, el inicio de un mundo nuevo, de esa vida eterna que ilumina la oscuridad del futuro humano.
[En inglés]
Queridos amigos, al trabajar en estaciones de radio católicas os ponéis al servicio de la Palabra. Las palabras que transmitís cada día son un eco de la Palabra eterna que se hizo carne. Vuestras propias palabras darán fruto sólo si están al servicio de Palabra eterna, Jesucristo. En el plan de salvación y en la providencia de Dios, esta Palabra vivió entre nosotros, o como dice san Juan, "puso su morada entre nosotros" (Juan 1, 14), con humildad. La Encarnación tuvo lugar en un pueblo alejado, lejos del ruido de las ciudades imperiales de la antigüedad. Hoy, si bien utilizáis las modernas tecnologías de la comunicación, las palabras que transmitís son también humildes y a veces os podrían parecer totalmente perdidas en medio de la competencia de otros ruidos y de otros medios de comunicación más poderosos. ¡Pero no os desalentéis! Estáis sembrando la Palabra "a tiempo y a destiempo" (2 Timoteo 4, 2), y esto responde al mandamiento de Jesús de que el Evangelio sea anunciado a todas las naciones (Mateo 28, 19). Las palabras que transmitís llegan a innumerables personas, muchos de ellas están solas y para ellas vuestra palabra se convierte en un don consolador, algunas tienen curiosidad y quedan intrigadas por lo que escuchan, algunas nunca van a la iglesia pues pertenecen a diferentes religiones o a ninguna religión, y otras, que nunca han escuchado el nombre de Jesucristo, gracias a vuestros servicio escuchan por primera vez las palabras de salvación. Este trabajo de siembra paciente, llevado día tras día, hora tras hora, constituye la manera en que cooperáis con la misión apostólica.
[En francés]
Si las múltiples formas de comunicación pueden ser un don de Dios al servicio del desarrollo de la persona humana y de toda la humanidad, la radio con la que ejercéis vuestro apostolado ofrece una cercanía y una escucha de la palabra y de la música para informar y entretener, para anunciar y denunciar, pero sobre todo en el respeto de la realidad y con una clara perspectiva de educación en la verdad y la esperanza. De hecho, Jesucristo nos ha ofrecido la Verdad sobre el hombre y la verdad para el hombre, y a partir de esta verdad, una esperanza para el presente y para el futuro de las personas y del mundo.
Desde esta perspectiva, el Papa os alienta en vuestra misión y os felicita por el trabajo realizado. Pero como subraya la
Redemptoris missio, "No basta, pues, usar los medios de comunicación para difundir el mensaje cristiano y el Magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta 'nueva cultura' creada por la comunicación moderna" (número 37).
En virtud de su lazo con la palabra, la radio participa en la misión de la Iglesia y en su visibilidad, pero al mismo tiempo genera una nueva manera de vida, de ser y de hacer Iglesia; comporta desafíos eclesiológicos y pastorales. Es importante hacer atrayente la Palabra de Dios, dándole cuerpo a través de vuestras producciones y emisiones, para tocar el corazón de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo, y para participar en la transformación de la vida de nuestros contemporáneos.
[En italiano]
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: ¡qué perspectivas tan entusiasmantes se abren ante vuestro compromiso y trabajo! Vuestras redes pueden representar, ya desde ahora, un pequeño pero concreto eco en el mundo de esa red de amistad que la presencia de Cristo resucitado, Dios-con-nosotros, inauguró entre el cielo y la tierra y entre los hombres de todas las épocas y continentes. De este modo, vuestro mismo trabajo pasará a formar parte a pleno título de la misión de la Iglesia, a la que os invito a amar profundamente. Ayudando al corazón de cada hombre a abrirse a Cristo, ayudaréis al mundo a abrirse a la esperanza y a esa civilización de verdad y amor que es el fruto más elocuente de su presencia entre nosotros. ¡A todos mi Bendición!
Fuente agencia Zenit [Traducción del original italiano, inglés y francés, realizada por Jesús Colina.

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