9 oct 2008

Columna Serpientes y Escaleras

Columna Serpientes y Escaleras/Salvador García Soto,
Publicado en El Universal, 9 de octubre de 2008
NOTAS INDISCRETAS… La fuga hollywoodesca del secuestrador Ángel Cisneros, alias El Flaco, revivió las pugnas entre la SSP de Genaro García Luna y la PGR de Eduardo Medina Mora. En la AFI hay malestar por el trato dado a sus tres compañeros que custodiaban al secuestrador que se escapó del Hospital de Xoco. Afirman que los tres agentes federales presos en el Reclusorio Norte por esa fuga no son los únicos responsables. Y culpan también a Nicandra Castro, titular de la Unidad Antisecuestros de la PGR, porque fue ella quien, extrañamente, ordenó que al secuestrador —capturado por los afis el 27 de septiembre en la delegación Álvaro Obregón— se le llevara al Hospital de Xoco, en lugar de internarlo en la Torre Médica, un hospital privado a donde siempre llevan a presuntos delincuentes arraigados. La misma SIEDO, de la que depende Nicandra, dispone, por cuestiones de seguridad, el uso de ese hospital privado, pero la funcionaria ordenó que a Cisneros lo trasladaran al saturado e inseguro hospital público. Fue ahí donde los agentes, Alejandro Reza Román, Armando Ramírez García y Erick Israel Espinoza Campos, cometieron el error de no verificar que la sala de radiología tenía dos salidas y se quedaron esperando en una puerta a que sacaran al secuestrador, cuando éste ya se había escapado. Pero en la AFI insisten en que ellos no son los únicos responsables y piden que Nicandra explique por qué decidió cambiar el hospital para el arraigo del secuestrador… El jefe del Estado Mayor Presidencial, Jesús
Javier Castillo, fue denunciado ante la Secretaría de la Función Pública por “abuso en sus funciones” en contra del joven Mario Virgilio Jiménez. El viernes pasado, en Palacio Nacional, este estudiante le gritó al Presidente: “¡Libertad!, ¿cuál libertad? ¡Aquí no hay libertad!”, justo cuando Calderón hablaba de la libertad de los jóvenes mexicanos, y eso bastó para que los militares lo detuvieran y lo consignaran a una patrulla del gobierno capitalino. El grito de Mario Virgilio fue opacado por el otro grito, el de Andrés Gómez, que se llevó los reflectores y al que, según un análisis jurídico de la Presidencia, lo detuvo el EMP por “insultos y ofensas a una autoridad”. Pero la pregunta que se hacen los denunciantes y que fundamenta la queja contra el general Castillo parece lógica: ¿cuál fue la ofensa de Mario Virgilio para que lo detuvieran los militares?... Dudan los dados. ¿Serpiente o escalera?

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