2 nov 2008

He tenido un sueño

He tenido un sueño/Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Fundación Cultura de Paz
Publicado en LA VANGUARDIA, 02/11/08;
Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño… Martin Luther King, 28 agosto 1963
He soñado que el sueño de Martin Luther King se hacía realidad. He soñado que, por fin, mujeres y hombres, negros y blancos, jóvenes y viejos eran capaces de vivir en Estados Unidos pacíficamente con un presidente de piel morena. Sin prejuicios y movilizados por las palabras clave del candidato: “Cambio”, “esperanza”, “juntos, podemos”…
Con Obama, el sueño americano de Martin Luther King y de John F. Kennedy puede hacerse realidad. ¡Igual dignidad de todos los seres humanos! “Ahora es el momento - dijo Luther King en la marcha sobre Washington del 28 de agosto de 1963- de sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la roca sólida de la hermandad”. El pueblo norteamericano sabe que ahora es el momento de la hermandad.
Obama tiene el temple, el rigor y la visión que hacen falta en estos momentos en que todo está trastocado y confuso. Representa el cambio, un nuevo paradigma, pero también un nuevo estilo, una nueva forma de enfrentar los desafíos, guiados por los valores éticos y los principios democráticos, las mismas oportunidades, el esfuerzo, la ilusión cotidiana, la capacitación… Obama, afroamericano, ciudadano del mundo, consciente del conjunto de la aldea global y no sólo de sus barrios más prósperos.
Los poderes públicos, que han hallado en pocas horas para el rescate de los culpables de la crisis financiera los fondos que no supieron encontrar en años para afrontar el sida, el desarrollo endógeno de los países explotados, el hambre, la pobreza…, necesitan un nuevo liderazgo que señale otros caminos, otras formas de gobernar. Se necesita, como decía Maimónides en su Guía de perplejos, alguien al frente de la nación más poderosa de la Tierra que infunda respeto y confianza, que tenga la competencia y los equipos necesarios para aprovechar una ocasión histórica de cambios radicales, de modo que los súbditos, en Estados Unidos y en el mundo entero, se transformen en ciudadanos.
“Concentrémonos en el empleo”, dijo Obama en su último debate con McCain el 15 de octubre. “Quiero poner fin a las ventajas fiscales concedidas a empresas que deslocalizan los empleos y dar un crédito de impuestos a las empresas que creen empleos aquí, en Estados Unidos…, ayudando, asimismo, inmediatamente a las familias”, a la gente…
Estamos hablando sólo de la crisis financiera, sin mencionar las que se refieren a la energía, la alimentación, el medio ambiente… Se requiere un golpe de timón que no debe darse por los economistas que ya han fracasado sino por los que tienen una orientación basada en la realidad de un mundo redondo capaz de reaccionar gracias a la capacidad creadora distintiva de los seres humanos.
Un presidente nuevo para la nueva era que se abre con el desmoronamiento de un sistema económico que ha excluido y marginado, que ha preferido una plutocracia (G-7/ G-8) al sistema multilateral y democrático que representa la ONU, que debe ser ahora, con gran celeridad, profundamente reformada, incluyendo la Organización Mundial del Comercio, el FMI y el Banco Mundial “para la reconstrucción y el desarrollo”, que deben cumplir las misiones para las cuales fueron creados por Franklin D. Roosevelt en 1944.
Colin Powell ha dicho que “será un presidente excepcional”, porque es capaz de inspirar a los ciudadanos y por la naturaleza unificadora de su candidatura… Porque sabe convencer al pueblo norteamericano y al mundo de que Estados Unidos va a renovarse”. ! Renovarse! Estados Unidos y el mundo entero. De nuevo, valores democráticos. De nuevo, la esperanza. De nuevo, inventar el futuro. De nuevo, el protagonismo de las generaciones jóvenes. De nuevo, el convencimiento de que juntos, podemos. De nuevo, la libertad.
Martin Luther King terminó así el discurso de su sueño: “Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día en que todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: ´¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente ¡Somos libres al fin!´”.
Obama ya no correrá el riesgo de ser el que ha revolucionado un sistema que estaba claro que debía sufrir un cambio profundo y urgente. Ya no se le podrá acusar de haber trastocado lo que hace tan sólo unos meses los artífices y beneficiarios de la globalización y la economía de mercado seguían presentando como la gran solución. Obama llega en un momento en que un nuevo modelo es deseado por casi todos. Y supone, contra la inercia, el mérito, la capacidad de innovar, la solidaridad.
Necesitamos líderes nuevos para tiempos nuevos, con grandes transiciones. De la fuerza a la palabra. De una cultura de violencia y guerra a una cultura de diálogo, conciliación y paz. Grandes crisis, grandes oportunidades. No más resignación. El tiempo de la revuelta pacífica pero firme en favor del rescate humano ha llegado. Vamos a ser todos Rosa Parks, la activista negra de los derechos civiles, y no vamos a ceder el asiento que ocupamos (ella en un autobús, nosotros en el mundo) para llegar sin demora al destino de ese otro mundo posible que anhelamos.
He tenido un sueño.
He soñado en el sueño de Martin Luther King, el sueño de la igualdad, de la justicia y de la libertad. Obama, negro americano, ¡presidente de Estados Unidos!

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